Síntesis

La Iglesia de Nuestra Señora del Rosario del Milagro, El Quebracho, Departamento Calamuchita, Córdoba (Argentina) fue comenzada a construir en 1877 por voluntad de Dominga Peralta de Fernández siendo bendecida más de dos décadas después. Un pequeño pórtico definido por dos columnas circulares con basa cúbica y capitel insinuado con bocel sobre las que se asientan tres arcos de medio punto, invita al ingreso a la iglesia de una sola nave cuyas paredes laterales están ritmadas por cinco pilastras que se asientan en un zócalo y culminan en una imposta que se extiende del testero hasta el coro alto. El techo es de madera vista y el altar de madera policromada ocupando la calle central la Virgen del Rosario del Milagro. La construcción, vista de frente, luce dos torres: una de las cuales, oficia de campanario al que se accede al igual que al coro alto por una escalera externa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO DEL MILAGRO

 

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Doña Dominga Peralta de Fernández tuvo la voluntad de hacer construir esta Capilla en honor a la Virgen del Rosario del Milagro. A pesar de las muchas desavenencias entre sus apoderados, todos parientes suyos,  y dada su avanzada edad, la tramitación estuvo un tanto demorada, pero al final se cumplió la voluntad de la donante.  Por la escritura otorgada a mediados de 1877, sabemos que la capilla ya se había comenzado a construir. Dice dicha escritura:

“Sepan cuantos la presente Escritura vieren como D. Ramón María Álvarez vecino de este lugar del Quebracho, Departamento de Calamuchita, Provincia de Córdoba; que otorgo y doy en donación perpetua á la Capilla del Quebracho; una suerte de tierras de una cuadra cuadrada donde está situada dicha Capilla; y sus límites son: del pórtico de la Iglesia, se medirán veinte y cinco varas al naciente, por setenta y cinco al poniente, y el fondo que corresponde al Sud, hasta cuadrar dicha cuadra  donada. El citado terreno lo hube por compra que hice a los señores D. Melitón, D. Dolse y Doña Petronila Fernández; como consta de la escrituras que ellos me otorgaron en la compra que les hice de la Estancia.

Y declaro que le dono dicha cuadra de tierra cuadrada, con expresa condición que no ha de ser enajenada para otro fin, y desde hoy en adelante quito y aparto a mis herederos de la posesión y dominio, ó propiedad que me corresponde en el citado terreno; pues, lo cedo, renuncio y traspaso con las acciones personales que me competen  en la ante dicha Capilla del Quebracho, a quien confiero poder irrevocable para que goce de dichas tierras, sin dependencia ni intervención mía.

Al efecto me obligo, á no revocar ésta escritura y si lo hubiere, quiero que no se me admita en juicio, ni fuera de él y para ello obligo mis bienes, á su cumplimiento y renuncio todas las Leyes, fueros y derechos de mi favor.

En cuyo testimonio así lo otorgo y firmo ante los testigos que suscriben en este dicho paraje del Quebracho, a once días del mes de agosto de mil ochocientos setenta y siete.  Firmado: Ramón M. Álvarez (donante); Rosendo Bustos y Bartolomé Fernández (testigos).”

 

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El presbítero Francisco Pérez, Cura Interino de los Sauces, a fines de agosto de 1877, le escribe al Obispo de Córdoba, informándole sobre los hechos acaecidos en el ámbito de la jurisdicción de su Parroquia. En lo que respecta a esta capilla informa lo siguiente:

“Ahora la Capilla del Quebracho. Relativamente á las órdenes que S. Sría. Ilm. me dio sobre la intervención que debía tomar y que debía hacer en esta Capilla, di principio por pedir las escrituras á D. Ramón Ma. Álvarez, la necesidad de convocar á una reunión á los principales donantes de la feligresía, y lo fueron Dn. Eujenio Fernández, D. Anastacio Dias, D. Bartolomé Fernández, Dn. Tadeo Maldonado, D. Carlos Fernández, y otros á objeto de deliberar sobre la manera de seguir el trabajo para concluir la Capilla.

De acuerdo con el Sr. Álvarez, se convocó a los feligreses á la reunión que tuvo lugar en su propia casa, siendo asistente a ella solamente los nombrados, el Sr. Álvarez y yo.  Se trató pues, del objeto de la reunión a propósito de la continuación de la obra, y al principiarse á hablar de esto, el Sr. Álvarez dijo que él se desentendía del cargo que había ejercido como encargado de la obra y administrador de los fondos, porque  por algunas cartas que había recibido de algunos feligreses que le había escrito en contestación de otras que él les había dirigido, notaba que ellos desconfiaban de su proceder, como en efecto allí mismo manifestaron los asistentes la falta de confianza, en razón de haber pedido garantía al Sr. Álvarez, si él continuaba con el trabajo.   

Entonces yo, sin mirar mis circunstancias tristes que me rodean, y por evitar toda cuestión, me comprometí seguir yo el trabajo y concluirlo a mis expensas, diciendo que no pediría limosna á nadie, pero si alguno quería darla podía hacerlo de propio motivo por adhesión que tuvieren a la Iglesia.

En la tarde del mismo día sin embargo, se presentaron a mí, tres de los principales, y me ofrecieron ayudarme á los gastos que mi compromiso me ocasionaría, diciendo que había dinero disponible para continuar el trabajo, y concluirlo en un mes si era posible.

Sumamente contento por el buen resultado obtenido en cumplimiento de las órdenes recibidas de S. Sría. Ilma. pongo en su conocimiento pidiendo á S. Sría. haga las modificaciones ú observaciones que estime convenientes al caso, para el mejor servicio de la Iglesia, en la parte que me corresponde.  Dios Gde. á V. S. Ilma. Firmado: Francisco Pérez.”   

El Cura Alejo Torres, el 6 de abril de 1885, deja constancia en un informe elevado al Obispo  de Córdoba que la Iglesia del Quebracho todavía esta inconclusa, sin dar mayores detalles sobre el estado de la obra.  

Testimonios recogidos en pobladores de la región aseveran que la Capilla era utilizada a comienzos del siglo XX. Habían  transcurrido más de 23 años desde que la donante del predio y propulsora de la construcción había comenzado con su sueño de tener la capilla. Doña Dominga Peralta de Fernández, no la pudo ver, falleció tan solo dos años después, con 105 intensos años vividos.

 

 

La blanca capilla está asentada en una suave lomada, rodeada de algunos sembrados. Se destaca solemne sobre su entorno.

 

 

Un pequeño pórtico antecede a la nave rectangular de 17,34 m por 5,32 m, con sacristía del lado del evangelio de 9,55 m por 4,70 m.

 

 

El piso es de cemento alisado, en color rojo,  con líneas que imitan mosaicos. Las paredes laterales están ritmadas por cinco pilastras que se asientan en un zócalo continuo tratado con un color beige oscuro, sobre el blanco de los muros. Las pilastras culminan en una imposta, muy prominente, que se extiende desde el testero hasta la baranda del coro alto.

 

 

En el segundo paño del lateral derecho, posee una amplia ventana de vidrios fijos, en diez paños, que permite un buen ingreso de luz natural al recinto.

 

 

La nave está cubierta, a partir de la imposta,  con un techo de madera, a dos aguas, soportado por cuatro cabreadas de igual material. El techo es de factura moderna, careciendo de información del momento en que se produjo el cambio y de las características del original. La cubierta es de chapa galvanizada, con libre escurrimiento de aguas.   

En el presbiterio, separado del resto de la nave por una barandilla de hierro forjado, en su costado izquierdo tiene un vano, de buena dimensión, que culmina en un arco de medio punto y comunica con la sacristía.

El altar es de madera policromada. Tiene sotabanco, mesada, pedrella escalonada y cuerpo superior con calle central donde se aloja la Virgen del Rosario en un tabernáculo abierto. Flanquean la calle un par de pilastras con fustes estriados y capiteles corintios que soportan el entablamento interrumpido. Cierra el altar un ático semicircular moldurado y con roleos.

 

 

Del lado del evangelio esta la sacristía, de dimensiones generosas. Tiene piso de igual material al de la nave, mampostería de ladrillos comunes, y techo de chapa galvanizada, a una sola agua, con caída libre hacia el sur. Tiene ingreso desde el exterior por una puerta de madera de dos hojas que da al frente de la edificación.

En la fachada, que mira al norte y es de estilo italianizante, se destacan fuertemente, los tres vanos que anteceden al pórtico que culminan en arcos de medio punto, uno central mayor y dos laterales menores , separados por dos gruesas columnas circulares con basa  cúbica y capitel  insinuado con bocel. Estos elementos ocupan la totalidad del ancho del pórtico en cuyo eje central, se encuentra la puerta de ingreso a la capilla que ya no es la original.

 

 

Por sobre este pórtico se desarrolla el coro alto, al cual se ingresa por una escalera exterior, de mampostería, que también permite acceder a las campanas alojadas en la torre izquierda.

 

 

El ancho de fachada se ha extendido con respecto al de la nave, por la suma del ancho de las dos torres.  En estos planos se desarrollan dos pares de pilastras toscanas en cuyas calles centrales se han calado sendas hornacinas en correspondencia con el inicio de los arcos de medio punto.  Dichas pilastras culminan en una  imposta  sobre la cual se asienta un tímpano enmarcado por una voluminosa moldura. En el baricentro del mismo se destaca la circular ventana coral, que está acompañada por otra rectangular ubicada más abajo, en el eje de simetría, cortando las líneas de la imposta. El tímpano culmina con un pináculo piramidal de sección cuadrada acompañado por  formas curvilíneas, en el plano de ambas torres.

 

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Dos torres completan la fachada, las cuales parecieran emerger de la imposta que, además,  las rodea por los laterales. Tiene cuatro orificios cada una, que rematan en arcos de perfil gótico con moldura que los perfila y que los une entre sí. En el segundo tramo, las torres toman forma piramidal con sección hexagonal,  que rematan en una esfera con cruz forjada en hierro.

 

 

Las tierras:

19-09-1579

El teniente gobernador Don Juan Galiano ante el escribano público Don Juan Pérez, otorga la merced de “Chulumé” a Don Pedro Villalba. Se carece de información, motivos y momento en que se desprende de estas tierras y cómo pasan a ser propiedad del Convento de las Catalinas de Córdoba.

02-07-1594

En ese año, Doña Catalina Pérez de Medina, solicita merced de tierra para sus hijas en los siguientes términos: “para María, una estancia que cae más allá del pescadero, camino de Mendoza, estancia que llaman los naturales Vilacato, con una legua de circuito en aquel pinto i para Catalina Medina, otra hija, una estancia que se encuentra entre la de Pedro Acosta i el Río de Calamuchita, con una legua en circuito y puesto en medio, haya otra legua a la una parte y a la otra.” Don Hernando de Zárate, Gobernador y Lugarteniente, Capitán de dos Gobernaciones de Tucumán, Paraguay y Río de la Plata, hace merced de las tierras solicitadas que “ comprenden una legua de la parte poco más o menos que llaman los naturales Vilacato, que tenga una legua de circuito por aquella parte y asimismo señaló para Catalina de Medina su hija, de otra estancia, que hay entre una de Pedro Acosta y el Río de Calamuchita, el asiento se llama Pococha Campichira, con otra legua y circuito por puesto en medio de la una y a la otra en redondo, con todo lo allá anexo y comprendido, con sus entradas y salidas … pertenencia y servidumbre. Para Vos y sucesores …”

Año 1621 “Jerónima de la Concepción , priora del Convento de Santa Catalina de Sena  de esta ciudad de Córdoba(…) en la mayor forma que haya lugar a derecho, etc., digo que este dicho convento vendió a Alonso López Valdéz, una estancia y suerte de tierras llamada Chulumé, que están pasando el río Tercero jurisdicción de esta ciudad, que estas confinan con tierras llamadas los avestruces y tierras de María Martínez, primeras nupcias que fue de Sebastián de Acosta ya difunto y presente de Miguel Freytes, como consta en la escritura de venta que otorgo en nombre de este convento “.
Año 1622 Alonso López de Valdez, compra  María Martínez, después  de un pleito por cuestiones de límites, las tierras de Vilacato.
15-02-1652 En Córdoba, ante el Escribano Publico González R., se otorga donación de pesos dos mil por parte de Doña Juana de Villafranca, viuda de Don Alonso López de Valdéz, a su hijo Antonio Llanos de Valdéz. Entre los bienes indicados, se encuentran los siguientes inmuebles: una casa que tiene en la ciudad de Córdoba; además, una estancia en el Río Tercero poblada con hacienda cuyo nombre no se indica y otra estancia poblada de hacienda de la casa del Río  Tercero al sud, llamada San Antonio del Monte. Sin duda que las tierras mencionadas incluyen las mercedes de Chulumé y Vilacato.
22-09-1856 Don Mario González, en su carácter de síndico del Convento de los Padres Dominicos, vende a Don Ramón Fernández la estancia de San Agustín “con el acuerdo que a ella corresponda en Vilacato y Chulumé i amás de San Agustín y de su capilla … . El Convento de los Padres Dominicos obtuvo estas tierras,  en razón de que Don Alonzo Llanos de Valdez había ingresado al mismo, y lo heredaron a la hora de su muerte.
13-07-1860 Doña Dominga, efectúa una compra, a los hermanos Roque y Francisco Fernández, de tres cuadras, tres varas y una cuarta de terreno sobre el río Tercero.
09-03-1865 Don Ramón Fernández, hijo de Doña Dominga, y posiblemente a su nombre, adquirió un lote en la costa del río de La Cruz, de catorce cuadras de frente por una legua de fondo hacia el naciente, a las ocho hermanas Vélez.
28-02-1868 A Doña Benita Fernández, le compra una cuadra de terreno.
03-11-1868 A Doña Carmen Fernández, le compra tres cuadras cincuenta varas de terreno ubicado sobre la banda norte del arroyo del Quebracho, que tenía media legua de fondo.

 

 

Doña Dominga Peralta de Fernández

Su larga vida – Sus tierras: 

Comenta Fabián Tarquini, que … “a pesar del tiempo transcurrido desde su desaparición física, [132 años] el nombre de la Dominga Peralta se pronuncia con muchísimo respeto entre el vecindario de la comarca. El eco de sus pasos aún se desprende de la sierras de Los Cóndores, porque el siglo XX la vio dominar con mirada penetrante esa naturaleza indómita que se doblegó a su paso, en donde fue unificando parcelas de tierras hasta formar un extenso latifundio que fue tierra de todos . No hace muchos años, una voz agradecida recordó que: `en la tierra de la Peralta, se asentaba a vivir cualquiera y nadie le decía nada´ …”

Doña Dominga era oriunda de la zona de El Salto, donde naciera alrededor de 1774 y su vida transcurrió en los mismos predios, que poco a poco, se convirtieron en su propiedad. Se casó con Lorenzo Fernández, quien aportó una importante cantidad de tierras. Tuvieron nueve hijos.

“Su fuerte personalidad y entereza la mantuvieron con una increíble lucidez hasta los últimos días de su vida. Su palabra era ley y aunque su cuerpo físico ya no le respondía a su criterio, mantuvo el liderazgo entre los apoderados que nombró para hacer valer su voluntad.

Ella misma arriaba el ganado que comercializaba en sus recorridas por las provincias de San Juan, Catamarca, La Rioja y San Luis. Añadía a ellos, el trueque de productos en toda su ruta comercial, lo que le dio un gran respaldo económico. Fue adquiriendo más fracciones de terreno hasta el punto en que se han desdibujado los límites de las distintas heredades, ya que también lo hicieron sus descendientes y uno de sus hermanos.

Su tenacidad, su astucia, su liderazgo y su inquebrantable capacidad de trabajo, la llevaron en el final de sus días a poseer, entre otros bienes, cinco estancias: “Chulumé”, “El Quebracho”; ”La Aguada”; “San Agustín” y “Vilacato”. Poseía parte de la estancia de “Los Cóndores”. Casi todas ellas colindaban con la estancia “El Tala” y con tierras de la merced de La Cruz. También  había adquirido a la familia Molina, parte del campo “La Corriente” que originariamente perteneció a la estancia de “El Salto”.

Don Martín Peralta, hermano de Doña Dominga, que había casado con Doña Juana Fernández ha sido su socio comercial, poseyendo tierras en estos latifundios que luego pasaron a ser propiedad de Doña Dominga.

Su larga vida se extendió hasta finales del siglo XIX, hasta que en el año del Señor de 1879 y a 13 de diciembre, como cura y vicario de esta doctrina, Provincia y Obispado de Córdoba, mandé a dar sepultura Eclesiástica, en el cementerio poblado de la Cruz, al cadáver de Da. Dominga Peralta, de estado viuda (…) murió de muerte natural de 105 años, recibidos todos los auxilios de la religión y para que sea así lo firmo: Adulfo Villafañe”. 

 

Datos complementarios:

La celebración de la Virgen del Rosario del Milagro se lleva a cabo los 7 de octubre de cada año.

Ubicación geográfica:

Latitud: 32º  15’  15.41’’ S

Longitud: 64º  22’  18.89’’ O

Elevación: 555 msnm

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • TARQUINI, Fabián: Capilla “N. S. del Rosario del Milagro” del Quebracho. Civitatis Mariae. Historia de la Diócesis de Villa María. Galeón Editorial. Córdoba, Noviembre de 2008.

 

 

 

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