Síntesis

La Capilla de Nuestra Señora de la Concepción de San Miguel de Pocho, Departamento Pocho, Córdoba (Argentina) se ubica en tierras entregadas como Merced a Nicolás Brizuela a principios del siglo XVII. Estas inmensidades se conocían como Minas, Pachango y Mermela. El inicio de la construcción de la Capilla fue asumido por Flora Brizuela y su esposo Nicolás Machuca cuando contrajeron la administración de la Estancia de San Miguel de Pocho. Se estima que ésto sucedió en 1776 y que el estilo usado por el maestro constructor Juan Pedro Perales se asocia con las capillas catamarqueñas. En el interior nos encontramos con un Santo Cristo y dos imágenes de Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa de Jesús. Es sustancial en su estética la doble onda cóncava del imafronte que define la cumbrera de la nave para luego solidarizarse, a su izquierda, con la torre cuadrada.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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CAPILLA DE NUESTRA SEÑORA DE LA CONCEPCIÓN

 

Doña Flora Brizuela, casada en primeras nupcias con Nicolás Machuca, asegurado su derecho como propietaria de la estancia de San Miguel de Pocho, que había adquirido a don Estanislao de Toledo y Pimentel, emprendió la construcción de esta capilla.

Como decía Lascano González : “ … puso especial  empeño en dotar al vecindario de una capilla y tras largos años de trabajo y sacrificios, se dice que fueron alrededor de veinte, vio realizado su propósito y pudo legarla a su muerte ya terminada y alhajada” .

 

Según testimonios, esta obra  dataría de alrededor de 1776. El recinto sagrado hace recordar a las capillas catamarqueñas del Rosario o del Señor de los  Milagros o la riojana de San Nicolás en la zona chileciteña.

 

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En el lado sur, adosada a la nave  del templo tiene una galería, conformando un recinto protegido para reunión de los fieles.

Desde esta galería, se puede ingresar a las sacristías y del lateral contrario, parte la pequeña escalera por la que se ingresa a la torre, muy robusta ella, que contiene el campanario y termina en forma apiramidada, rematando con cruz y veleta.

 

Como dice el arquitecto Gallardo: “… Pero la nota distintiva de la Capilla de Pocho es esa doble onda cóncava del imafronte que marca la cumbrera de la nave, para luego enlazarse el lado izquierdo con la torre“.

 

 

En el frente se ha adosado un cuerpo más bajo, que genera una pequeña terraza o balcón sobre la arcada de línea curva rebajada por la que se ingresa.

En el eje del parapeto de este balcón, al cual se ingresa por la abertura coral transformada en puerta, hay una filigranada reja colonial, que se recorta sobre la oscura superficie de la misma.

 

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La torre de sección cuadrada y muy maciza, actualmente sirve como osario y da acceso al coro alto. En el basamento, tiene un interesante motivo: una “ventana” con frontis clásico que apoya sobre columnas salomónicas y asienta sobre repisa. Porta una placa recordatoria.

En éste frente asimétrico, torre y nave se compensan, compartiendo igual superficie muraria para independizarse en el final.

Son las medidas de la capilla: 18 m. de largo por 5,50 m. de ancho, con sus dos sacristías al sur de 5 m. por 3,50 y de 6 por 3,50 la otra.

 

 

Dice Lascano González que “ … intervino como Director de Obras el constructor Juan Pedro Perales, según lo dejó asentado en testamento su esposa, Margarita Martínez, en el que también declara que recibió en pago de la obra uno de los lotes de terreno dejados para la iglesia“.  

La imagen principal es de la Purísima Concepción, bajo cuya advocación fue erigida esta Capilla.

 

 

Detalles de la rocalla y enrejados sobre el retablo rococó ponen una nota palaciega y galante en el elemental ámbito, que junto con las imágenes religiosas evocan un clima dieciochesco.

Hay además, un Santo Cristo y dos imágenes de Nuestra Señora del Carmen y de Santa Teresa de Jesús.

 

 

Un valioso documento modestamente enmarcado, que data de 1812, lleva la firma del obispo Rodrigo Antonio de Orellana, aquel que gracias a su carácter sacerdotal, se salvó de compartir el destino de Santiago de Liniers, entre otros, cerca de Cabeza de Tigre, el 26 de agosto de 1810.

Dice: “El Illmo.  y Rmo. Sr. Dr. Dn. Rodrigo Antonio de Orellana Digníssimo Obispo de Cordoba, se há servido conceder ciento y veinte días de Indulgencia  a todas las personas que resaren  ante el Santo Xto. grande de Pocho un Credo, o los actos de fé , esperanza y charidad. Assimismo  cien días de Indulgencia por rezar un Salve ante la Imagen de la Purísima Concepción, patrona de la misma Iglesia de Pocho todo a humilde súplica de el P. F. José Elías de el Carmen Pereyra religioso Franciscano Lector Jubo.  Examinador Sinodal y cura interino que fue de Pocho. Abril 22 de 1812. F. Jose Elías de el Carmen Pereyra. Rodrigo Antonio de Orellana“.

 

Antecedentes: 

 

10/12/1663

De manos del Gobernador Don Pedro de Montoya, Nicolás Brizuela (1610-1674), obtiene en merced las tierras llamadas Pinas, Pachango y Mermela.

1668

Brizuela, destacado vecino de La Rioja, teniente general de la gobernación del Tucumán, en 1668, en el segundo mandato de don Alonso de Mercado y Villacorta, solicitó en merced del gobernador don Lucas de Figueroa y Mendoza “unas tierras en el Valle de Salsacate, cuyo título le fue dado en San Miguel del Tucumán el 27 de noviembre de 1662. Comprendía entre otras, las tierras de Pocho con una legua y media de contorno”.

 

 

02/03/1672

El capitán Juan Clemente Baigorrí (1656 – 1720), recibe en donación de su abuelo Brizuela, las tierras mencionadas.

21/12/1683

Baigorrí, dueño de grandes extensiones de terreno, adquiere a Diego de Albarracín, otra merced de una legua de contorno de la Aguada de Pocho , que éste había recibido del Gobernador Don Jerónimo Luis de Cabrera.

22/11/1693

En momentos en que Baigorrí poseía el Mayorazgo fundado por su abuelo Brizuela, le vende a su mayordomo de la estancia de Sañogasta, su pariente, el ayudante Miguel de Brizuela, esta gran heredad, que pocos años antes (1672) era “ una campaña abierta llamada Pocho “ , en la suma de dos mil pesos, pagaderos en cuatro años.

Formó en estas tierras una gran estancia que bautizó con el nombre de su santo patrono, San Miguel.

Siglo XVIII, principios

Por problemas suscitados con el mayorazgo de Sañogasta, en compañía de Baigorrí, Miguel de Brizuela viaja a Chuquisaca  En el pueblo de Caiza, provincia de Porco, a doce leguas de Potosí, enfermó y al poco tiempo, murió.

Se había casado con doña Micaela Luna y Cárdenas con quien tuvo tres hijas mujeres, las cuales , oportunamente, se casaron y compartieron en familia la estancia durante muchos años.

 

 

1741

El Dr. José Ignacio de Toledo y Pimentel, cura de San Fernando del Valle de Catamarca, toma posesión de las tierras en cuestión. Esto acontece en virtud de que Brizuela, no canceló la deuda con Baigorrí (1693-1697) y los herederos de éste, transfirieron todos sus derechos en pago de principal y corridos de una capellanía al Dr. Toledo Pimentel.

Entre los herederos de Brizuela y el Dr. Toledo, se plantea un largo pleito y al fallecer este último, deja a su hermano Estanislao de Toledo y Pimentel como heredero.  

17/12/1746

Don Estanislao vende la estancia y tierras de Pocho a doña Flora de Brizuela y a su sobrina Antonia Gonzalez Carriazo.

18/09/1774

Doña Flora, que en primeras nupcias se casó con Nicolás Machuca, muerto en 1739 y sepultado en la capilla de Las Palmas, se casó en segundas, con el teniente Domingo Gutierres. De ambas uniones, no hubo descendencia y testó, en la estancia de san Miguel de Pocho, ante el escribano don Fermín Antonio Salas.

En una de las cláusulas, expresa: “ …Item. Declaro qe edificado una capilla de la advocación de Ntra. Sra. de la Concepción, la cual la dejo pa qe la administre y cuide como patrón de ella, mi sobrino Dn. Claudio Ceballos y advierto qe dejo las tierras pa la capilla, a la parte del Norte hasta la punta de la primera loma de piedras, a la parte del Sud hasta una zanja que hace del otro lado del horno de quemar ladrillos y a la parte del naciente, hasta el primer ojo de agua, como que sale de mi casa para la Iglesia y al poniente a topar el arroyo y el número de alhajas y ornamentos necesarios, los qe aparecerán del inventario que de ellos hizo el Dr. Dn. Joseph Igno. Tejeda Liendo, Cura de este Beneficio y lo demás qe hubiese que agregar y lo declaro así pa qe conste."     

 

El Sr. Eugenio Calderón Benitez suma interesantes aportes a la cronología histórica de la Capilla, los mismos están basados en archivos familiares:

"Año 1922: Los vecinos de la villa inician la colecta pro compostura de la iglesia. El tesorero fue Alberto Castro y en 1926 se dan por terminadas las obras.

Año 1927: Se encarga la construcción de la actual campana grande de la capilla a la Campanera Paccard (Sevrier, Francia), la misma fue adquirida entre seis donantes vecinos de la villa: Eusebio Murúa, Abdón Ceballos, Pedro Castro, Alberto Castro, Elena de Calderón y Román Calderón. La campana fue fundida con la leyenda "A la Inmaculada Concepción Patrona de Pocho. Año 1927" y tiene grabado el nombre de los seis donantes. Se destaca un error del fundidor: está mal puesto el acento en los apellidos Calderón, dice Caldéron".

 

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Otro valioso aporte nos acerca el Sr. Gastón Torres Vera al dar cuenta que hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX las Mayordomas de la Capilla fueron:

  • Doña Francisca Brizuela, sobrina carnal de Doña Flora Brizuela, se hace cargo hacia 1790.

  • Será Doña María Mathias Oviedo Brizuela, hija de Doña Francisca, quien toma la función hacia 1805.

  • La hija de Doña María, Doña Leona Barreda Oviedo, asumirá las tareas desde 1816 hasta su muerte, el 26 de diciembre de 1826.

 

PACTO DE LOS CHAÑARES – 28 DE ABRIL DE 1774

 

En el siglo XVIII, década del setenta, los criollos del valle de Traslasierra eran sojuzgados por la autoridad virreinal. Vivian en condiciones de casi esclavitud, recibiendo tratos atroces y sin ninguna posibilidad de reclamos. Poseían pequeñas parcelas de tierra, pero le quitaban gran parte de lo que producían. Sus mujeres eran violadas sistemáticamente. 

Hartos de esta situación los vecinos, encabezados por Basilio Quevedo y asesorados por Enrique Olmedo y Joaquín Güemes Campero se sublevaron contra las autoridades realistas designadas por el Cabildo. Los Maestre de Campo José de Isasa y Ayesta  y José Tordesillas , apoyados por el Maestre de Campo de la Plaza, Don Tiburcio Ordoñez, Alcalde de la Santa Hermandad eran los principales mandones del momento.   

Como dice la historiadora Gladys Acevedo, "... un grupo de hombres y mujeres pusieron su vida y la de su pueblo por encima del egoísmo y la manipulación, con la firme decisión de proclamar sus derechos ante la injusticias que día a día sufrían". (Acceda al material haciendo click aquí)

La chispa que encendió la mecha del levantamiento fue el reemplazo del cura párroco de la capilla Nuestra Señora de la Concepción de la Villa de Pocho, Simón Tadeo Funes, dispuesta por el Episcopado.  El 3 de abril de 1774, los criollos de la zona se reunieron en torno a la Capilla para oponerse a la medida. De Isasa fue el organizador de esta protesta invocando el derecho de 'el común' a participar en ese tipo de decisiones. Rebeldía ésta, que le duró poco al maestre de campo, al ser amenazado de ser remitido al Tribunal de la Santa Inquisición. Trató de frenar la protesta, pero los milicianos rebeldes lo tomaron prisionero y lo mandaron a San Luis de la Punta. (Acceda al material de Isabel Lagger haciendo click aquí)

El segundo acontecimiento motivador fue la información recibida por los milicianos, a través de una 'carta anónima' desde Córdoba, donde se les indicaba que iban a ser destinados y sin cabalgaduras, al fortín las Tunas y que también les llevarían a sus familias.

Cuando el Maestre de Campo Isasa convoca a su gente en la Laguna de Pocho, para desde allí 'correr la frontera', los milicianos reaccionaron vivamente tomando prisionero a Isasa junto a dos de sus capitanes. Amarrados y custodiados los condujeron a Punta del Agua. Cuatro días después, Isasa consiguió escapar.

Hasta el momento "… habían apresado a un Maestre de Campo, se habían arrojado el derecho de nombrar sus propias autoridades destituyendo las legítimas y apropiándose de sus símbolos de poder; y se habían negado a cumplir ordenes de ir a la frontera".

Al enterarse el Cabildo de los acontecimientos, por decreto del 14 de abril, designó Comisionado para pacificar a los revoltosos, al Maestre de Campo General de la Plaza, don Juan Tiburcio Ordoñez, Alcalde de la Santa Hermandad, quien partió para traslasierra con 17 soldados, un capitán, cuatro sargentos y un cabo.

El día 23, llegaron a La Ciénaga. Comenzaron las negociaciones, a lo largo de cuatro días, con el juez pedáneo Tordesillas, el cura Rodríguez por un lado y con Basilio Quevedo por el otro. Los sublevados presentaron indeclinables reclamaciones como única condición de paz.

Ordoñez remite un informe donde intenta explicar su situación indicando que "... después de varias conferencias que he tenido con los que  a voz de común tenían infestado el Valle de tras la sierra, y considerandose sin las necesarias facultades para ocurrir al exterminio de sus bullicios, con el mas vivo y pronto y eficaz remedio, que sus circunstancias exigían, me vi en la precisión de adherir a sus pretensiones, en los términos que ministra el adjunto testimonio, habiendo logrado antes el apartarlos de la loca temeridad con que intentaban que se les quitase el Estanco de tabacos, la Sissa y Alcabala, o que se les pagase sueldo siempre que tomasen las armas en servicio del Rey, y en defensa de las Fronteras que acostumbran auxiliar”.

En Los Chañares, el 28 de abril de 1774, el Comisionado se vio en la obligación de aceptar las condiciones impuestas por los Comuneros. Debió acceder a cada uno de los ocho puntos que componían el petitorio que comenzaba diciendo:

"Primer punto es que salgan el Mtre de Campo Don Jph. De Isas y Don Tordesillas desterrados con familias y bienes fuera de la jurisdicción con el limitado término de un mes que se contará desde el día veinte y ocho de Abril de este presente año de setenta y quatro y pasado dicho término les peligra la vida".

Dice Barrionuevo Imposti que "... en la cláusula segunda de aquel notable pacto, los sublevados habían desplegado su mayor audacia al establecer que no ha de gobernar en este valle ningún hombre europeo”.

El tercer punto exige "... que no conviene que aiga Mtr de Campo en este valle".

En el cuarto punto los insurrectos pretendían, a semejanza de Nueva Granada, "... que la nombradía de los Capitanes quede a la disposición del sargento mayor actual Dn Basilio Quevedo para quitar y poner otros al gusto de su gente".

En el quinto punto, "... que los Capitanes pudieran entender en lo civil cada uno entre su gente, y que ningún juez pueda entrar sin pedir auxilio a los capitanes o jefes de su compañía … y que haciéndolo se lo darían".

En el sexto punto "... piden los soldados las armas que tiene pagadas al Mre. De Campo Dn. Jph. de Isasa que recibió  su importe en plata y cavallos".

Séptimo punto: "... que el Sargento mayor Moreno (traidor al movimiento) no tenga cargo alguno".

Concluye el pacto con el octavo punto donde "... es que piden el común el perdón General y seguro para que no se los culpe a ninguno ni haga cargo en ninguno, ni haga cargo en ningún tiempo a ver levantado este Común y quede vos publica lo levantó el Mre. de Campo Jph. De Isasa como consta por los señores Vicarios = Común".

El Cabildo rechazó todo lo acordado por el representante virreinal. Calificó al pacto como "... de la mayor gravedad ... y que son delincuentes del atroz delito de sublevados ... con el pernicioso ejemplar de que los demás partidos de la jurisdicción susciten los mismos tumultos".

Ordoñez permaneció traslasierra hasta mediados de julio, levantando información a través de sumarios, evidenciando la actitud de no cumplir con lo pactado y entre los participantes comienzan algunas desavenencias.

El gobernador de Armas Benito de Acosta decidió participar directamente en el conflicto con la firma intención de demostrar que lo pactado no se estaba cumpliendo y que Basilio Quevedo se estaba excediendo en sus funciones. El 22 de julio Acosta decide destituir a Quevedo de su cargo y exigirle que respetara la autoridad constituida y al resto de los comuneros que sumaban unos 200, les mandó que entregaran sus armas. La orden no fue acatada y los milicianos decidieron hacer sus reclamos directamente en el Cabildo de Córdoba.

El Cabildo al enterarse que Basilio Quevedo y su gente estaban camino a Córdoba resuelve que se "... haga citar a todos los estantes y habitantes, y que estos hallen promtos, con sus armas acondicionadas para siempre y cuando oigan tocar la campana de Cabildo con alguna aceleración, concurran cada uno con sus armas sin excepción de personas".  

El Cabildo también dispuso que para ser oídos debían entrar solo 10 hombres y desarmados, y que los restantes debían entregar sus armas. El 5 de agosto, Quevedo con 150 hombres llegó al campo de La Tablada, donde se entrevistó con el cura Don Pedro Joseph Gutiérrez, Provisor, Vicario General y Gobernador del Obispado. Se le entregaron instrucciones y desarmados entraron a la ciudad. El 7 de agosto Ordoñez presentó la sumaria contra el Sargento Mayor Basilio Quevedo en carácter de 'reo', enviándolo a prisión junto a tres de sus compañeros de sublevación.

En el mes de noviembre Isasa y Tordesillas fueron repuestos en sus puestos con el argumento "... que ninguno de los 299 hombres convocados habían expresado queja alguna de ellos ... mientras en la cárcel de Córdoba, Basilio Quevedo, quedó atrapado en la oscuridad y el olvido".

Un año después, el abogado encargado de la defensa de los comuneros asegura que "... el estado de Basilio Quevedo es tan miserable que horroriza mirarlo".

Creemos que esta primera sublevación colonial, rebelión anterior a la de Nueva Granada, a la de Tupac Amaru en Perú, anterior a la Independencia y que es realmente un importante antecedente patrio en la lucha contra la ocupación realista, sigue sin ocupar el lugar que merece en nuestra historia.

 

Ubicación

31º 29’ 23,59”  latitud sur

65º 16’ 52.40”  longitud oeste

 

 

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • FURLONG CARDIFF, Guillermo, S.J.: Arquitectos Argentinos durante la dominación hispánica - Editorial Huarpes, S.A. - Buenos Aires, 1945.

  • GALLARDO Rodolfo (Ver Biografía), MOYANO ALIAGA, Alejandro, David MALIK DE TCHARA, David, Estudios de Arte Argentino, Las Capillas de Córdoba -  Buenos Aires, 1989.

  • LAZCANO GONZALEZ,  Antonio: Monumentos Históricos de Córdoba Colonial - S. de Amorrortu e hijos, Buenos Aires, 1941.

  • KRONFUSS, Juan, Arquitectura Colonial en la Argentina - Editorial A. Biffignandi - Córdoba

  • Se agradece al Sr. Eugenio Calderón Benítez por su colaboración.

  • Se agradece al Sr. Gastón Torres Vera por su colaboración.

  • ACEVEDO, Gladys: "Rebelión del Común" (Acceda al material haciendo click aquí) - Municipalidad de Salsacate 2018.

  • LAGGER, Isabel: “Una desconocida Fuenteovejuna en Traslasierra” - La Voz del Interior, domingo 6 de junio de 2004. (Acceda al material haciendo click aquí)
  • BARRIONUEVO IMPOSTI, Víctor: “Una desconocida sublevación colonial tras la sierra cordobesa”  Villa Dolores, 1944.

     

 

 

 

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