Síntesis

La Iglesia San Isidro Labrador de Porteña, Departamento San Justo, Córdoba (Argentina) se levanta en tierras que en el pasado las ocupaban los sanavirones. Hacia 1870, el Fortín Los Morteros era la única referencia en la zona. Durante la presidencia de Justo A. Roca se alienta la radicación de hacendados en estas vastas extensiones. Sucesivos cambios de titularidades, divisiones y nuevas fusiones concluyen en la gestación de la Colonia Porteña producto de la unión de las propiedades de Andrés Gorchs (que se conocía como Pueblo Gorchs) y las de los hermanos José y Víctor Lavarello (identificada como Villa Lavarello). En 1893 se constituye una Comisión para impulsar la construcción de una iglesia colocándose la piedra fundamental en octubre de ese año. El templo es levantado frente a la Plaza General Paz, orientado hacia el norte y con una arquitectura ecléctica que fue sometida a numerosas modificaciones a lo largo de más de un siglo de existencia.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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SAN ISIDRO LABRADOR

 

En los comienzos

La región comprendida por la actual Pedanía Libertad del Departamento San Justo, a fines del siglo XIX, era una pequeña pampa silenciosa y abandonada. Fue ocupada por los sanavirones, pueblo originario no belicoso y poco numeroso que vivían en casas para varias familias, construidas con ramas, paja y plumas; las que ocupaban, en forma prácticamente ambulatoria, sujetos a la provisión del agua.

A partir de 1870, el único asentamiento era el Fortín Los Morteros, que con una escasa guarnición de alrededor de  cien hombres al mando del comandante Dn. Mariano Pérez, trataba de contener a los malones de indios abipones del grupo de los guaycurúes, provenientes del Chaco y norte de Santa Fe. A  la hora de la radicación de los inmigrantes, a partir de década de 1880, el área estaba pacificada. La historia recuerda al último cacique abipón que habitó la zona: Mariano Alaikyn, hombre muy querido por su pueblo y muy temido por los españoles.  

Por algunos abusos cometidos al amparo de Ley de Colonias de 1886, que legislaba sobre colonias fiscales y particulares,  estas extensiones todavía desoladas, fueron acaparadas por terratenientes bonaerenses y cordobeses y por la empresa de ferrocarril.

Se trataron de corregir las desviaciones con una nueva ley sancionada por el presidente, José Figueroa Alcorta (1869-1931) el 2 de octubre de 1896; pero, las ventajas y franquicias que la ley concedía llegaban solamente a los titulares de los dominios; más, en contraposición a lo que habían prometido en las campañas publicitarias sobre colonización en el exterior, nunca o casi nunca a los colonos.

 

Colonia Porteña

El gobierno nacional, en el año 1882 durante la primera presidencia del Gral. Julio Argentino Roca (1880-1886), le vende al Sr. Andrés Gorchs, ocho leguas cuadradas (21.598 ha) en el Departamento San Justo.

En ese año, el Sr. Miguel Bancalari compra al mismo vendedor, 34.000 ha. Cuatro años después vende al contado, en la suma de cuatro mil pesos moneda nacional, diez leguas cuadradas (26.998 ha) a la sociedad integrada por los Sres. Gutiérrez, Lavarello, Seeber y Cia. 

En febrero de 1888, se retira de este condominio el Sr. Seeber, quedando los Sres. Lavarello y Gutiérrez con 20.000 ha.

Con antelación a esta fecha el Sr. Andrés Gorchs, en 1885, decide poner  a producir  sus tierras que hasta el momento permanecían vacuas, destinando cuatro leguas cuadradas en el sector norte de sus campos para la creación de una estancia que llamará "La Porteña".

Con la administración del Sr. Jaime Culler, y el empeño y dedicación de los colonos contratados, el establecimiento comenzó a florecer más rápido de lo esperado. Paulatinamente estos campos fueron perdiendo el aspecto de desolación y abandono; la ganadería pasa a ser la base de producción de la estancia  y comienza a conectarse con la civilización. Se acercan algunos colonos con ánimo de arriendo o posibles compras, aunque todavía dudando de la fertilidad de las tierras de la zona.

En la necesidad de mejorar las razas de animales y mantenerlos en rodeos controlables, se comienza a roturar la tierra y sembrar pasturas. Rápidamente se comprobó la bondad de ese suelo virgen; fue cuando sus propietarios decidieron entregar las fracciones a colonos,  para destinarla a la agricultura.

A cuatro mil pesos la legua cuadrada, comenzaron a venderse los campos a colonos provenientes de la vecina provincia de Santa Fe, casi todos italianos, la gran mayoría piamonteses.

El asentamiento de estos colonos en los campos de los Sres. Gorchs y Lavarello hará surgir dos colonias con los nombres de sus respectivos dueños. De la unión de ambas, surgirá la Colonia Porteña.

Por la línea divisoria entre Colonia Lavarello al este y Pueblo Gorch al oeste,  se trazaron las vías del ferrocarril  y el 14 de abril  de 1891 se inauguró el servicio con los vagones cargados de esperanza de un progreso seguro. Ese día, también, se inauguró la Estación Porteña del ramal Gálvez – Morteros del Ferrocarril Central Argentino. Es muy probable que el nombre de la estación y del pueblo mismo, se deba a la influencia del Sr. Gorchs que donó a la empresa 3,5 ha de terreno,  para el asentamiento de la estación y playa de maniobras.

Dice Nora Danieli en su libro Orígenes de Porteña: "... Inmediatamente se subdividió el terreno destinado para el pueblo y en remates particulares se vendieron los solares para que en ellos, haciéndose propietarios, edificaran, plantaran, progresaran y civilizaran cuantos deseaban hacerlo por su propia voluntad. En pocos meses se vendieron varias manzanas, se construyeron hornos de ladrillos y poco a poco, se levantaron edificios que se utilizaban para casas, negocios, verdulería, panaderías, etc.”

“Algunos descendientes de las familias de colonos que llegaron en esa época recuerdan el aspecto que ofrecía aquel pueblo que surgía: seis o siete casas dispersas, calles delineadas, edificios improvisados y una no muy clara diferencia entre la zona rural y la urbana. Sin embargo, como al principio de la colonización de estas tierras, el sacrificio y el afán de progreso de los pobladores, cambiaría rápidamente esta fisonomía.” 

 

 

 

La Parroquia San Isidro Labrador

“... Muy previsores los propietarios de la Colonia, señalaron al fin una cuadra ... para edificar en ella la Iglesia.  Con verdadera profusión repartiéronse planos del Pueblo en que se distinguían particularmente el terreno y fachada del templo con el fin llamativo de que haciéndose la Iglesia se asentaran y establecieran los colonos, definitivamente se hicieran vecinos y pobladores de la Colonia ...", decía el Padre Luis Terzuolo en su libro.

Cuando los piamonteses llegaron a esta zona, al igual que en la actividad agrícola, actualizarían en el campo religioso sus prácticas ancestrales, en primer lugar lo referente al cumplimiento del precepto dominical. Es por ello que una de las necesidades más sentidas que estos inmigrantes experimentaron, fue la falta de templos y de sacerdotes que no solo los atendieran, sino y sobretodo, que los entendieran en su propia lengua.

Algunos colonos, más pudientes, construyeron en sus campos pequeños oratorios o capillas bajo la advocación de algún santo patrono que seguramente traían de su tierra natal.  Podían de esta manera reunirse los domingos con otras familias, rezar en comunidad, hacer novenas en épocas de calamidades o rogar para obtener la anhelada prosperidad. Estas capillas eran construidas sin dar cumplimiento a lo exigido por la autoridad Diocesana, no obstante ello, el Obispado de Córdoba, trataba de apoyar las buenas prácticas religiosas  autorizando a los sacerdotes más cercanos para que haciendo uso de altares portátiles radicaran su parroquia por algunos días en estas Capillas Chacareras.  Si bien, podían cumplirse con los preceptos religiosos, no era este el espíritu religioso que animaba a los colonos,  que concurrían con gran entusiasmo, pero estos lugares, en las festividades eran frecuentados por licoreros y fonderos que buscaban hacer su negocio.

En los albores de 1893, surge la necesidad de contar con un templo para todos, donde desarrollar las prácticas religiosas con continuidad y adecuadamente; es cuando los colonos deciden nombrar una Comisión Pro-templo, cuya finalidad sería la  de recaudar los fondos necesarios para hacer frente a la construcción de la obra.

El Sr. Francisco Perusia, designado como presidente; Bautista Gilli como vicepresidente, Antonio Galetto como tesorero y José Borghese en el cargo de secretario, constituyeron la comisión que rápidamente se puso a trabajar para conseguir su cometido.  Entre todos los vecinos convinieron en contribuir con $ 10,00 m/n por concesión los propietarios y con lo que pudieran aportar comerciantes, arrendatarios y vecinos en general.

El 1º de octubre de 1893, festividad de Nuestra Señora del Rosario, se colocó la piedra fundamental del  templo, bendecida por el Reverendo Presbítero Don Ambrossio Rainoldi, cura y vicario de Plaza San Francisco. Actuaron como padrinos de la ceremonia: el Sr. José Lavarello y Sra.; Sra. Magdalena Gerlero de Bergero, Sr. Camilo Bergero y Sra. Margarita Salinas de Culler.

Al colocar la piedra fundamental, "... se había dedicado al Gran Santo Patrono del Colono, el Agricultor San Isidro ..."

Dice el Padre Terzuolo: “... No decayó un solo instante el entusiasmo de la Comisión y pobladores para la iniciación y continuación de los trabajos de acarreos y mano de obra. Tanto que los mismos colonos en los días festivos con sus carros y animales, trasladaron el material al pie de obra, que consistía en más de doscientos mil ladrillos, donados por el mismo que donó el terreno, Don José Lavarello y Gutiérrez ...”.

“Durante el año 1894 con satisfacción viose terminado el Templo, que por muchos años debía quedar sin concluir, en cuanto a cielorraso, piso, revoque y terminación de campanario ...”.

Mientras estaba en construcción se estableció la primera comunicación con el Obispo

Fray Reginaldo Toro, O.P. (1839-1904), donde el Jefe Político del Departamento, Sr. Jaime Cullen y la Comisión Pro-templo, le manifestaban que deseaban “bendiga el templo pese a que no está terminado” y le aseguraban que no tenían inconveniente alguno para hacer la cesión de la propiedad del terreno y del edifico a la Curia, cuando su Excelentísima Ilustrísima lo creyera conveniente, siempre con obligación concluida.

En agosto de 1984, los vecinos hicieron una solicitada escrita en italiano y con gran cantidad de firmas, manifestando al Obispo: “... faltan muy pocos días para el de San Isidro, Patrón del Templo a bendecirse y no pudiendo perderse tiempo esperamos de su amabilidad que el día 8, 9  ó 10 de Septiembre se hallara entre nosotros para bendecir el templo, de esta localidad. Como se sabe que S.S.I. debe pasar para el pueblo “Morteros” en uno de esos días, ruégole, en nombre de la Comisión, designe cuál de los días precitados podrá venir a esta ...”. 

El 15 de mayo de 1895 con grandes fiestas, música y fuegos artificiales, tributaron por primera vez sus homenajes al titular de su iglesia, San Isidro Labrador. Fue la primera procesión.

El aspecto que presentaba el templo construido, era semejante, por su forma y tamaño a muchos galpones, que aún hoy, quedan en campos de la zona, con sus gruesas paredes de 60 centímetros y su techo de chapa a dos aguas.

 

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Hace una centuria, el 7 de abril de 1918, estando el Padre Luis Terzuolo a cargo de la Parroquia, se inauguró el conjunto atrio y campanario, que se antepuso a la construcción primigenia.  Los importantes festejos contaron con la presencia del Dr. Julio Castro Borda (1873-1944) gobernador de la Provincia de Córdoba (1917-1919), autoridades regionales y gran cantidad de vecinos que asistieron a tan importante acontecimiento.  Los actos parroquiales fueron amenizados por la Banda de Música local que había sido creada el año anterior.

 

 

 

El templo, hoy

Frente  a la Plaza General Paz, en la esquina de las calles San Martín y Camilo Bergero, con su fachada orientada al norte, se levanta el templo de arquitectura ecléctica, que ha sido sometido a varias modificaciones a lo largo de sus 120 años de vida.

Es  de una sola nave, rectangular con ábside en el testero;  mide 34,10 m de largo por un ancho de 12,10 m.

 

 

El piso de la nave se viste de mosaicos calcáreos estampados en dibujos geométricos con camino central y guarda perimetral. El presbiterio que esta sobre elevado, tiene comulgatorio y piso de mármol blanco, al igual que el altar.

 

 

Algunos feligreses recuerdan con nostalgia aquel altar mayor que donara la Sra. de Gutiérrez, merced a la gestión del italiano  Cura de Almas Presbítero don  Alfonso María Mango. Uno de los efectos no deseados del Concilio Vaticano II, fue el producido por muchos  párrocos, que por carecer de una formación académica sobre patrimonio y con la sola intensión de adecuarse a los nuevos lineamientos conciliares, desecharon piezas de alto valor patrimonial: retablos, imágenes, artículos de culto.

 

 

El templo tiene  techo de zinc a dos aguas y la estructura de soporte, interiormente se oculta con un cielorraso con forma de bóveda de cañón corrido con generatriz de arco rebajado, construido con madera machihembrada.

  

Los muros laterales están ritmados por pilastras que, interiormente, lucen con fuste acanalado  en dorado y pintado símil mármol con capitel corintio. Generan cinco paños que contienen en el nivel superior ventanas con arco rebajado que permiten un buen ingreso de iluminación al recinto.

 

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Una imposta, de  manifiesta presencia, recorre los muros laterales desde los pies hasta el presbiterio y sobre el muro del coro alto. En forma inmediata y sobre ella, se inicia el cielorraso abovedado.

El coro alto que está sobre la puerta cancel, a los pies de la nave, y la escalera caracol de metal para acceder a él, son los únicos elementos que se conservan de los primeros tiempos.

El 17 de octubre de 1988 se bendijo el Cristo del Altar Mayor, importante obra del escultor local Roberto Rossina. En un tronco de cedro de Misiones esculpió un Cristo macizo de 1,74 m. de alto con 95 kgs. de peso, ubicado sobre una cruz que medía 6,50 m. de altura.

 

 

Al cuerpo original del templo se le adicionó,  en los pies, un románico pórtico tetrástilo, donde el arco central, en correspondencia con el ingreso, es menor a los laterales.

 

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La puerta de ingreso de dos hojas de madera de cedro lustrado, esta coronada por un medallón con el lema DOM (Deo, Optimo y Máximo)  “... tienen [los fieles] impresas en  sus mentes las letras con que estaban adornadas las portadas de las iglesias de sus pueblos ...”

 

 

Este nártex tiene techo plano y genera sobre la cubierta un espacio accesible protegido por baranda con balaustres.

En el eje de simetría,  en este nivel, nace la torre campanario que se eleva 19 m de altura. Está resuelta en cuatro estratos separados por cornisas. El primer tramo, con una sección mayor que los otros dos, todos de planta cuadrada, tiene una altura coincidente con la cúspide del hastial de la nave. Cuenta con una abertura con arco de medio punto en cada cara libre y está flaqueado por pilastras trabajadas como dovelas. El segundo tramo tiene dos aberturas con arco de medio punto en cada cara y el tercer tramo  una por cara. Ambos tramos están bordeados por pilastras acanaladas. 

 

 

 

En el tramo superior, se desarrolla el chapitel piramidal que sostiene el orbe y culmina con una cruz de hierro forjado. En la base de la pirámide, se le antepone un tímpano de poco espesor que contiene, en cada cara, un reloj.

El frontispicio, le imprime al templo un marcado sentido de verticalidad, de esbeltez con buena base dada por el pórtico.  El conjunto fue construido por los hermanos Antonio y Anacleto Mancioli, naturales de la Región de Las Marcas, centro de Italia.

 

De los Curatos

En tiempos del Gobernador de Córdoba Don Mariano Fragueiro (1858-1860) se dictó,  el 1 de diciembre de 1859, un decreto por el cual se dividió el Departamento del Río Segundo, que había sido creado en 1598, a instancias del Obispo Fray Fernando de Trejo y Sanabria, en dos secciones administrativas: la primera, que conservó su nombre, y la segunda que recibió el de San Justo.

De conformidad a lo dispuesto por la autoridad civil en ese decreto, el Obispo Diocesano (1858-1873) de Córdoba del Tucumán, Dr. José Vicente Ramírez de Arellano (1797-1873), procedió a la división eclesiástica con arreglo a la administrativa manteniendo las mismas denominaciones, por decreto del 21 de julio de 1860.

Posteriormente se realizaron modificaciones a los límites de ambos curatos. Así, el de San Justo también denominado de Villa Concepción del Tío y de San Justo y Pastor originó las Parroquias  de Morteros y San Francisco (10/08/1892), de Arroyito (13/02/1902), de Porteña (17/12/1910), de Las Varillas (20/07/1912), de Vignaud (27/10/1921), de Balnearia  (04/12/1923), de San Bartolomé (16/02/1925), de Marull (14/03/1934) y de Brinkmann (10/04/1958).       

San Isidro Labrador de Porteña dependió del antiguo Curato de Morteros hasta el decreto emanado del Obispado de Córdoba:  

Nos, Fr. Zenón Bustos y Ferreyra, O.F.M. ..., por cuanto el Curato San Bartolomé de Morteros, se encuentra recargado de pueblos y de colonias que van cada día condensando el número de habitantes, de manera que la acción de un solo cura resulta insuficiente; en atención a los múltiples pedidos de los vecinos y oído el parecer de nuestro V. C. Ecl. y del Sr. Cura  de Morteros, resolvemos dividir dicho Curato, formándose uno nuevo que abrace las colonias Lavarello, Gorchs, Nueva Piamonte, Nueva Udine, Palo Labrado, Valtelina y Porteña. El nuevo  Curato tendrá los límites en todos sus contornos  de las colonias mencionadas y será dedicado a San Isidro, designado por Parroquia  a la de Porteña. Dado en el Palacio Episcopal, a 17 días de diciembre de 1910. Frdo. Fr. Zenón Bustos y Ferreyra, Obispo de Córdoba." 

En enero del año siguiente el  Pbro. José Carole  toma posesión de la nueva parroquia en calidad de primer Cura Párroco.

 

Datos complementarios:

Coordenadas geográficas

Latitud  31º 00’ 53,92”  Sur

Longitud  62º 03’ 42,94”  Oeste.

Altitud:  105 msnm

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • Archivo Arzobispado Córdoba

  • Diario Los Principios de Córdoba

  • DANIELE, Nora. Orígenes de Porteña 1892-1985 – Edición Biblioteca Alfonsina Storni – Porteña, s.f.

  • AVEDANO Sergio O. – Crónica sobre Porteña y los Héroes Silenciosos de la Pampa- Editorial “Brujas”. Córdoba, 2004.
  • EMILIANI, Jorge Roberto - El este cordobés, especialmente el Departamento San Justo, en el siglo XIX. – Cuadernos de Historia 32 – Junta Provincial de Historia de Córdoba, 1993.

  • GRUPO HISTORIA – Historia de Morteros,  1ª parte. – Museo Regional Morteros- Morteros, 1978.

  • CENTRO MUNICIPAL DE ESTUDIOS, INVESTIGACIONES Y ARCHIVO HISTÓRICO DE MORTEROS – TEMAS de la VIDA de MORTEROS en sus 100 AÑOS.- Editora Suarez- Córdoba, 1991.

  • AGRADECEMOS al Museo Municipal de Porteña, en la persona de su director René García, por la valiosa información suministrada y las atenciones recibidas.

 

 

Atlas del Plano Catastral de la República Argentina - Carlos de Chapeaurouge (1901)

 

 

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