SAN
ROQUE
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El viento agita suave las ramas de los viejos aromos; las
abejas se nutren de néctar y dan vida a una de las
producciones típicas de la zona: la miel; los olivares son
descubiertos tapizando las tierras a cada lado del camino;
las sierras en sus distintas formas y colores se visten de
chañares; los cristalinos arroyos con su riqueza ictícola
rezongan saltando entre las piedras; un murmullo nos llega
desde el fondo de la historia, es el grito de rebeldía de
los helen o comechingones, es un lamento que deslizándose,
claro y vívido, entre las quebradas nos narran de cuarenta
años de resistencia frente al avance del conquistador.
Estamos en Villa de Soto.
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El relato nos remonta a 1573 y ubican a
Don Francisco Suárez Figueroa
huyendo con las manos vacías de los naturales del lugar. La
corona española necesitará de cuatro décadas hasta lograr
doblegar tanto coraje; es así que alcanzado el objetivo en 1614
(según consta en documentos históricos) será Luis Quiñonez y
Osorio quien, en su carácter de Gobernador, concederá esos
territorios a Tristán de Tejeda.
Don Tristán afianzaría los
primeros precarios asentamientos en lo que, por entonces, se
conocía como Valle de Chuto (nombre que se referenciaba en el
Cacique Ojos Lindos). Este nombre, por decisión del Gobernador
Jerónimo Luís de Cabrera, devendría en Valle de Soto
(traducible, de algún modo, como Valle Fértil). Finalmente,
aquella identificación es la precursora de la actual: Villa de
Soto.
Aquellas pocas chozas, oratorio
consagrado a San Roque, cementerio y obradores; aquellos
españoles y los restos de la comunidad aborigen tuvieron que
afrontar una catástrofe natural. En 1617 todo fue arrasado por
una incontenible creciente que se llevó vidas y bienes.
Superado el fenómeno todo era
desolación, muerte y ruinas. Lo que hoy se conoce como Bañado de
Soto fue abandonado en la búsqueda de tierras más altas. La
lenta recuperación significó que recién hacia 1620 se diera vida
a una nueva capilla. Será el Párroco Manuel Acosta quien sea
responsable de su gestación emplazándola en el mismo sitio de la
anterior.
En 1867, bajo el impulso del Dr. José Ignacio Peralta
quien dona las tierras, se comienza a construir una nueva
Iglesia. La misma es levantada en el sitio donde hoy la vemos
emplazada. Fallecido el Dr. Peralta, su hermano Bernabé
quien con su aporte económico, logra darle impulso y terminarla
en 1868 quedando a cargo del Presbítero Manuel Coto.

Hasta 1862 la
Parroquia
de
San Roque dependió
desde lo
eclesiástico
del Curato de San Esteban de Cosquín.
En dicho año la
Curia Episcopal de Córdoba
toma la
decisión de crear el
Curato de Nuestra Señora del Carmen de Cruz del Eje.
De resultas de esta decisión, Soto pasó a depender de dicha
Curia.
Pocos años más tarde, a principios de diciembre de 1886 la
Iglesia deviene en Parroquia, tomando la designación de Curato y
Parroquia de San Roque de Soto.
Nuevos mojones de esta historia se ubican con la remodelación de
1911 y el agregado de una nave y una segunda torre hacia 1981.




El 18 de agosto de 1921 el Obispo de Córdoba Monseñor
Luque bendice la imagen del San Roque que preside las
ceremonias religiosas desde la hornacina del Altar
Mayor.




Datos complementarios:
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La zona cuenta con una serie de localidades donde sus capillas
enriquecen el patrimonio histórico y cultural e invitan a ser
recorridas. Son, entre otras: Candelaria, Los Sauces, San Marcos
Sierra, Pocho, Cruz del Eje, La Higuera, Salsacate, Cruz de
Caña, Concepción.
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Las Fiestas Patronales se concretan el 18 de agosto de cada año
y concentran miles de peregrinos dispuestos a dar homenaje a San
Roque.
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En concordancia con las Fiestas Patronales se realiza la Fiesta
de la Serenata.
Coordenadas:
Latitud:
30º 51’ 19,84" S
Longitud:
64º 59’ 08,44"
O



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