SAN JOSE DE
EL SALTO
NORTE
La arquitectura
ausente
... |
|
En
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”,
el sacerdote Hugo Alfredo Cáceres, con su brazo derecho en alto,
con lentos movimientos como si quisiera detener el tiempo,
bendijo a sus feligreses. Todos sentían que era la misa de
despedida.
“Dios que por su infinita misericordia, mira hasta en un vaso de
agua, cuanto más a quien le da albergue”. |
Como un rayo fugaz,
deben haber pasado por el recinto, todos aquellos que
posibilitaron que el 6 de febrero 1914 se celebrara la misa de
inauguración de la Iglesia de San José de El Salto Norte,
cercana a la naciente Almafuerte. |
Foto Hernán Buteler Bonaparte
Después hubo muchos “por última vez”.
Por última vez, se
guardaron los elementos de culto; por última vez,
un domingo,
estarían allí reunidos; por última vez, se saludaron los
feligreses en el atrio, por última vez, el padre Hugo cerró el
templo y se alejó por la calle de los paraísos sin volver la
mirada.
Ni propios ni extraños, pensaron que una imagen onírica se haría
realidad. Un caluroso atardecer de 1979, el rojo disco del sol
descendía tras el horizonte dejando unos dorados rayos
estampados en el cielo azul. En su centro, como una filigrana,
se recortaba la ferrosa cruz en que culminaba la torre
campanario de la iglesia, único elemento de ella, que emergía de
las aguas embalsadas por el Dique Piedras Moras. Una suave
brisa, movía el agua.
Inexorablemente, el templo ponía fin a sus sesenta y cuatro años
de fructífera existencia. Numerosas historias de vida perdían un
eslabón significativo.
Sus orígenes…
Es necesario volver muchos años en el tiempo para encontrar el
génesis de esta obra que perdura bajo el agua hasta nuestros
días.
Fue su antecesor el ORATORIO SAN JOSÉ de la Estancia El Salto;
muy antiguo, sin fecha conocida de creación y desaparecido ya,
también, sin fecha cierta. Ubicado en la margen norte del río
Tercero en un paraje del cual hay referencias desde 1662.
Estaba construído en los terrenos que fueron entregados en
merced, en ese año, por el entonces gobernador del Tucumán Don
Lucas de Figueroa y Mendoza (1662-1663) al capitán Alonso de
Molina Navarrete y Zorrilla de destacada actuación en tiempos de
la conquista. Éste fue un antecesor de Pedro C.
Molina, quien
fuera propietario de la Estancia El Salto y fundador de la
vecina ciudad de Almafuerte, en septiembre de 1912. La familia
Molina se había afincado en la zona a fines del siglo XVII.
“El asentamiento poblacional que se originó podría haber surgido
en otra parte, pero fue allí. Tal vez algún designio divino lo
trazó de antemano, dibujando caprichosamente sobre el río una
cascada, un salto de agua que comenzó a ser tomado como punto de
referencia a la hora de tomar distancias, además de ser uno de
los pocos pasos que permitían el cruce del río más caudaloso de
la provincia, por esos años mucho más que actualmente.”
En su “Oratorio San José de El Santo Norte”, el
historiador almafuertense Fabián Tarquini afirma: “Los
antiguos curatos de Río Tercero Arriba y Río Tercero
Abajo constituyeron uno solo hasta 1772, el Curato de las
Sesenta Leguas. A mediados de ese mismo año, el
Deán
Antonio González Pavón, divide en dos el Curato del Río Tercero,
creando la Parroquia del Río Tercero Arriba, cuya cabeza fue la
Capilla de Rodríguez
[actual Villa Ascasubi]
y sus límites según el
informe presentado por el cura de la misma, don Domingo Guerrero
en 1773
…
Los templos del curato, además del de
Villa Ascasubi,
eran las capillas San José y Mercedes en Pampayasta Norte, la de
San Francisco en Los Potreros y la de San José en El Salto
Norte".
Durante 1806,
Buenos Aires sufre la incursión de tropas inglesas con la
intención de conquista y colonización. La ferrea resistencia
permitió la victoria sobre el conquistador y su consecuente
rendición. Luego de deponer sus armas los enemigos fueron
alojados en los parajes de San Antonio de Areco distante unos
120 km del puerto. A poco de
iniciarse 1807, se decide radicarlos en el interior. Su nuevo
alojamiento
será en Santa Rosa en el Valle de Calamuchita donde serán ubicados,
entre diversas locaciones, en el casco de la vieja
Estancia Jesuítica de San
Ignacio. El Capitán Alexander Gillespie que integraba el
Regimiento 71 movilizado será el que, en un diario de viaje,
rescatará la naturaleza y geografía de
nuestro interior así como
los hábitos, costumbres, miedos y sueños de los habitantes
locales. Esa subjetiva y particular observación se
convertirá en un libro que será impreso en Londres en 1818 con
el nombre "Buenos Aires y el interior".
Según dicho texto, el 30 de marzo de 1807 el Regimiento 71,
provisto de recursos económicos y víveres, en carretas y a
través de las peligrosas pampas, parte del Santo de Areco e
inicia el largo camino a Córdoba. Las reflexiones escritas, el
26 de abril, por el Capitán nos dan cuenta que el paisaje
"...
presentó un aspecto montañoso dispuesto en sierras,
con el Tercero como a 400 yardas a nuestra derecha. Habíamos
elegido esa noche un lugar que no producía pasto y, por causa de
los brutos, seguimos temprano el 27, una legua más adelante, cerca de un pueblito llamado
Salto, a 9 del fin de nuestro viaje y a 6 desde
Rodríguez.
Siendo los caminos que teníamos por delante ásperos, peligrosos
e intrincados, el oficial de la guardia hizo alto para reconocer
los pasos y procurar baquianos.
El pueblito mismo es solamente de pocas casas sobre el Tercero,
rodeadas por alturas pedregosas en ambos lados del camino, y sus
orillas son aquí localmente notables por las barrancas,
semejante a murallas que descienden gradualmente a un valle
ricamente adornado con árboles y maciegas. En frente, río de por
medio, hay un oratorio a propósito para confesarse, cuando
llegan clérigos ambulantes y donde congregan su rebaño en sus
giras anuales. El lecho del río es de arena granítica y en él
hay un vado playo, que sale al camino de Córdoba.
El 28 y 29 fueron días ociosos, notables solamente por
lluvias copiosas, con tremendos truenos y relámpagos, como el 30
lo fue por sus vientos penetrantes, estando entonces junto a las
cordilleras cubiertas de nieve”.
Después de su liberación y al regresar a Buenos Aires, el 7 de
agosto de 1807 pasa nuevamente por esta zona. Según su recuerdo,
"... después de
refrigerarnos, renovamos nuestra ruta, manteniéndonos al N-NE
todo el trayecto, cuando llegamos a Salto, un pueblito muy
chico, distante doce leguas de San Ignacio". [Acceda al relato completo del viaje
por territorio cordobés, haciendo
Click Aquí]
El acta de bautismo de Don Pedro Molina, es otro documento que
referencia la existencia del Oratorio: “En este Oratorio de
San José de
El Salto, a los días diez y nueve de julio de mil
ochocientos diez y siete mi ayudante F. Nicolás Rodríguez puso
óleo y crisma á Pedro Nolasco de ocho meses, hijo legítimo de Dn.
Juan Esteban Molina y de Da. Ma. Antonia Maldonado, lo bautizó
el Presbítero Dn. Hipólito Molina, hizo de Madrina Da. Pabla
Vilchez, todos feligreses míos; y por que consté lo firmo –
Apolinario Parras”.
En enero de 1877, Fray Isidoro Anselmi, produce una prueba
irrefutable al efectuar el Inventario del Oratorio, Hace una
descripción parcial de la edificación y da un inventario de los
muebles y útiles que hay en su interior:
“… la longitud del Oratorio de 14 ó15 varas; de latitud de 5
varas y media; altura del mismo como de seis varas con techo de
tejas … el terreno perteneciente al Oratorio de San José son
diez cuadras de frente con tres leguas y media sabanas, según el
informe de Dn. Pedro Molina, Patrono de dicho Oratorio; dicho
terreno está acordado con la familia de los Molinas, en cuyo
terreno está edificado el Oratorio y Cementerio que es a la
parte norte.”
En lo que a Inventario se refiere, hace una descripción
pormenorizada de lo existente:
“cinco casullas de varios
colores; dos albas una casi nueva y otra en buen estado con dos
amintos en buen estado; un hatriz de madera y una campanilla, 8
cornualtares en buen estado y 8 purificadores, una pila de
mármol nueva en buen estado, un par de sagras nuevas, dos
San José de Bulto de regular estatura, una con corona de plata,
etc”.
A la vera del “Camino Real a Chile” o “Camino de los Chilenos” o
“Carril de las
Tropas a Mendoza”, en terrenos de la familia Ortiz Molina, está
la Capilla de El Salto en la banda norte del Río Tercero.
El
Padre Marcos Molina
la describe como
“...
una vieja tapera levantada en un pasado lejano para explotar
el beberaje y por muchos años estuvo abandonada
…”.
A
pesar de que no existe documentación que la avale, una tradición
oral sostiene que en febrero de 1865 habían matado a la familia
Paz y la capilla habría servido para encubrir la tragedia. En el
informe de Fray Isidoro Anselmi, ninguna alusión se hace a solo
dos años de los sucesos. Probablemente el hecho haya ocurrido en
las cercanías y el imaginario colectivo hizo el resto,
provocando cierto temor en los vecinos que se alejaban de la
Capilla.
El Ingeniero Cabrera Molina, asegura que alrededor de 1890 el
cura Marcos Molina puso fin a toda esta superchería:
“…
ante
el estupor del vecindario, este valiente sacerdote, dejando de
lado viejos prejuicios, adosó a los muros de la tapera un altar
para el divino culto y a falta de campanario, en una cumbrera de
algarrobo puesta sobre dos horcones del mismo material colgó una
campana, que ahuecada en su mitad, trabajaba a media sonoridad,
en un lugar que por añadidura no era elevado y absorbía las
voces. De esta manera quedó restituido el Oratorio de
El Salto”.
Esta fue la primera etapa que se había propuesto el cura, ya
que comenzó a alentar a los vecinos del sector para levantar una
nueva Capilla.
La familia del estanciero Abel Molina con su esposa Da. Modesta
Sánchez fue el primero en poner en marcha la concreción del
proyecto y fue el concejero ejecutivo de los planes ideados por
el sacerdote.
El Dr. Zenón Molina, letrado y jurista, con su esposa Micaela
Moscoso, logró algunos aportes de los poderes oficiales. El muy
generoso comerciante Don Gregorio Molina, junto a su esposa Doña
Teresa Pérez Igarzábal, hizo importantes aportes para la
concreción de la obra.
Los hermanos Pedro C. y Abraham Molina, el Sr. Agustín San
Millán, fueron colaboradores de las primeras horas y
paulatinamente muchos fueron los que se sumaron para concretar
la obra.
En 1906, el Padre José Bernard (Chilecito,
1881 – Villa Ascasubi,
1954)
, de prolífera trayectoria y gran hacedor, se hace cargo de la
Parroquia de Villa Ascasubi,
teniendo que atender otras Capillas del Curato: en Pampayasta
Norte, las capillas de San José y Mercedes; en los Potreros, la
Capilla de San Francisco y en el Salto Norte, la Capilla de San
José.
Además,
atendía varios Oratorios que poseían las familias tradicionales
del Curato. Todo ello implica gran sacrificio ya que debían
cubrirse largas distancias por huellas o senderos en medio de
tupidos montes, a lomo de mula y en muchos casos a pie.
Cuando el sacerdote Bernard llega a El Salto quedó gratamente
sorprendido ya que el proyecto del Padre Marcos Molina, a quien
estaba reemplazando, se encontraba realmente en marcha. Todo un
pueblo estaba dispuesto a colaborar. A partir de los cimientos
que ya estaban hormigonados, el sacerdote dirigió la obra con
mucho acierto y capacidad.
Comenta Fabián Tarquini, en su libro “El Salto en el
Ctalamochita”, que es difícil determinar el motivo por el cual,
se demoró tanto la continuidad de la obra, ya que el contrato
se firmó en 1911. Transcribe textualmente:
“Los abajo firmado, por una parte el Rvdo. Don José Bernard,
y por el otro, José Truro, han convenido lo siguiente:
El señor José Truro, se compromete hacer en
El Salto, Dep. Tercero Arriba, perteneciente a la parroquia
de Capilla de Rodríguez, una Capilla, basada al croquis hecho
por él y firmado por ambos.
El cimiento de dicha Capilla, incluso el del frente, y de
la torre será de piedra hasta la altura de treinta cent. Sobre
el piso, siendo la excavación de ochenta cent. de profundidad,
desde el plan natural, y un metro de ancho, y el piso, será
levantado cuarenta cent. sobre el plan.
El techo será de una hilada de tejuela, y de teja común
arriba, colocada como la iglesia de la Colonia Caroya.
La Capilla llevará cielorraso de metal estampado en forma
de bóveda como lo marca al croquis.
El piso será de mosaico de dos colores, asentado sobre
contrapiso de ladrillo bayo.
Mas llevará las paredes laterales de sesenta cent. de
espesor hasta el alto de
m. uno setenta desde el piso.
También hará una sacristía de m. cuatro y medio por cinco
de luz y cuatro de alto, uniéndose a la Capilla por una parte, y
dos piezas de la misma dimensión , que la otra, y techo de teja.
El piso de la sacristía será de mosaico, como el de la
Capilla y el de las piezas de baldosas del país.
Todo material será asentado con mezcla de cal y arena y
será revocado interna y externa con la misma mezcla.
Las maderas de los techos será de pino tea, y de la
dimensión que está marcada, siendo la de las tijeras de la
sacristía, y piezas todas de pulg. tres por seis, y las alfajías
de una por tres.
La Capilla llevará veinte y cuatro tijeras y la sacristía
(…).
Dos mil a terminar de levantar la torre, dos mil al
terminar los revoques internos y lo restante al entregar la
obra.
Y para los fines que haya lugar, firmamos dos a un solo
tenor, en
…
Villa Ascasubi, Marzo 31 de 1911 – Fdo. José Bernard –
José Truro.”
Con mucha preocupación y mano firme, llevó adelante la
construcción y el 6 de febrero de 1914, el Padre Bernard, puede
inaugurarla con el beneplácito de todo el vecindario de El
Salto.
“Allí quedaba inaugurado el patriótico esfuerzo de un puñado de
vecinos que comprendió acertadamente que así como levantaban sus
casas podían levantar la Casa de Dios, que en definitiva, era la
casa de todos; entonces, debían levantarla entre todos. Por eso
el albañil, el carpintero, el ladrillero, el fletador, etc.,
disponían una parte de su trabajo en exclusivo beneficio de la
Iglesia y solo cobraban lo que era posible pagarles con las
donaciones que los pudientes hacían en dinero, sumada a algunos
subsidios oficiales”.
Revista "Fray Mocho" Año IV n°153 del 2 de
abril de 1915
Hasta 1978…
La iglesia se construyó a unos mil doscientos metros al norte
del antiguo Oratorio, en una hectárea de terreno donada
por la
familia Ortiz Molina.
Era de una sola nave rectangular de 25 metros de largo por 8,50
de ancho, con ábside provista con cúpula media naranja de menor
altura y ancho que la nave. Tenía sacristía del lado del
evangelio y dos habitaciones para los sacerdotes en el sector
opuesto. Todo techado con cabreadas a dos aguas, que en el caso
de la nave, estaban ocultas por un cielorraso abovedado de metal
estampado. La cubierta era de tejas coloniales y el piso de
mosaicos calcáreos.
A
los pies, el nártex con tres esbeltos vanos frontales y dos
laterales, que culminaban con arcos trilobulados, compuestos por
arcos de medio punto que en su tercio central se coronaban con
arcos ojivales, todo resuelto en dos planos. Los vanos estaban
separados por sendas pilastras con marcados basamentos. Sobre
el arquitrabe descarga su techo de una sola agua y en las
esquinas se destacaban agudos pináculos.
En el eje de simetría, sobre el pórtico, se levanta la torre
campanario de esbeltas proporciones, que llegaba a los 27 metros
de altura, resuelta en dos tramos. En el centro del primero se
destaca un óculo cuatribolado y luego de una cornisa bien
marcada, el tramo del campanario con vanos también culminados en
arcos tribolados en cada cara. Alojaban dos campanas cuyo
sonido era escuchado desde largas distancias. Como culminación,
en cada esquina de la cuadrada sección, sendos pináculos
enmarcaban el cono invertido del chapitel de base hexagonal que
remataba en la cruz de hierro forjado.
Muros con curvilínea terminación ligaban armónicamente la torre
con el acroterio sobre los bordes de los recintos anteriores.
Esta fachada orientada al este, de composición estilizadamente
vertical, era el telón donde culminaba la frondosa avenida de
paraísos
"Al costado de la iglesia estaba la casa de ejercicios de la
congregación Padres Vicentinos, utilizada para retiros
espirituales y el postulantado del noviciado de esa orden. Hasta
que se embalsaron las aguas del dique, allí funcionó también la
tradicional 'escuelita de Coppari' que muchos recuerdan”.
En tiempos de las autonomías provinciales:
El paraje en que será emplazada la iglesia, fue lugar de paso o
acampe de hombres de armas.
El General Paz relata:
“...
buscándolo
[a Quiroga] me moví en la noche, que aunque continuó
lluviosa no fue tan mala como la anterior; al amanecer del 20,
[20/02/1829], me hallé sobre el paso del Salto, en el Río
Tercero”.
“Desde el Salto, donde estaba acampado, comienza a mandar espías
a distintos sectores de la zona en busca de información sobre
los movimientos del enemigo. Todo será en vano. El enemigo está
efectuando una ejemplar guerra de movimientos y
camuflaje,
evitando por todos los medios, un enfrentamiento en combate
franco”.
“El primer parte que tuve del jefe de vanguardia
-
señala Paz - fue que no notaba en la banda opuesta indicio
alguno de enemigo, posteriormente, y con muy corto intervalo, me
anunció que el enemigo permanecía oculto entre las lomas de
enfrente, hasta que, llegando yo a la ribera, me cercioré de que
nada había que indicase la presencia del enemigo, y que el
segundo parte era enteramente infundado, sin embargo, como
podría haber en esto una estrategia y el terreno del otro lado
presentaba las mejores comodidades para una emboscada fue
preciso atenerse a un reconocimiento más prolijo,; a mi vista
vadeó el río una partida sin obstáculo alguno, y recorriendo
todas las inmediaciones, nada halló sino los vestigios de un
campo militar que había sido levantado con precipitación. Yo
mismo cruce el río en persona y me cercioré de su retirada, pero
no era fácil atinar con la dirección que habían tomado, hasta
que supe que descendiendo por la margen derecha, había ido a
parar al río tres leguas más abajo del Salto, lo que indica
claramente, o que iba sobre Córdoba, o que buscaba la reunión
con los insurrectos del río Segundo”.
El 23 de mayo de 1829, desde El Salto del Río tercero, el
general Araoz de Lamadrid le escribe al general Paz: “… Señor
General,
es preciso no engañarnos, las armas que tienen los milicianos
son perdidas, y yo las recogería para armar bien nuestros
soldados, particularmente los sables
…” “…
Creo que no
debemos contar con ninguno mientras no fusilemos a una docena
…”
“… el paisanaje, el que no está con ellos, tiene miedo a las
sombras, no valen un cigarro
…”.
El Gral.
José María Paz comenta en sus Memorias Póstumas,
acontecimientos del año siguiente:
“… Así sucedió que los señores Bulnes y Paunero, que creían
tener que andar más distancia para llegar a su cuartel general
[el de Quiroga] se hallaron sorprendidos en encontrarlo en El
Salto, del Río Tercero, a veintidós o veinticuatro leguas de
Córdoba, donde acababa de llegar. Quiroga declaró que estaba
pronto a entrar en negociaciones y que se preparaba a una
suspensión de armas; más los comisionados, viendo que estaba
dentro del territorio de la provincia, creyeron que nada debían
otorgar, protestaron su falta de instrucciones y se remitieron a
lo que yo resolviese”.
Más adelante dice: “… El mismo día y en el mismo instante que
Quiroga despedía mis enviados Bulnes y Paunero, haciéndome
renunciar a toda esperanza de acomodamiento, levantaba su campo
que estaba situado en el Salto del río Tercero, y, dejando la
dirección de Córdoba, tomó una diagonal, inclinándose a su
derecha, para buscar el camino de posta de Buenos Aires.
Quiroga verá el amanecer del día siguiente
en
vecindades de la Capilla
de Rodriguez.
En el parte de victoria, de la batalla de Oncativo-Laguna Larga,
fechado el 28 de febrero 1830, el Gral. José M. Paz sostiene que
“… el 18 de febrero se puso en camino el ejército, bajando
por la margen izquierda del Río Segundo, al mismo tiempo que el
enemigo maniobraba por la derecha del Tercero. Él [Quiroga]
traía el camino principal que viene de San Luis, más a poca
distancia del Salto, varió a la derecha y bajando igualmente,
vino a situarse en la Capilla de Rodríguez, donde efectuó el
paso de este río. Este movimiento obligó al infrascrito a seguir
el que había principiado descendiendo hasta la Capilla de
Cosme
…”.
Estos hechos, antecedieron en ciento cuarenta y ocho años a la
fundación de la iglesia de San José.
El sucesor.
“… ante las mal disimuladas tensiones de los concurrentes, lo
recuerdo a Cáceres, de pie
frente al ara de adoración que estaba
dispuesta al aire libre, extendiendo su índice que sobresalía de
su mano regordeta , señalando hacia lo alto de las barrancas,
mientras decía: ´Y Dios mediante, donde ustedes ven ese mojón de
cemento, más o menos, (el mismo que se ve cuando bajan las aguas
del dique) o un poco más allá se levantará un nuevo templo en
honor a San José
…”,
así recuerda el historiador Fabián Tarquini, las palabras del
sacerdote en su última homilía en la sumergida capilla de San
José.
Cuando a principios del año 2001, se comenzaron a cavar los
cimientos del nuevo templo, el santuario de San José, existía en
el lugar un oratorio que se había construido para recordar la
iglesia San José que quedó bajo las aguas del lago Piedras
Moras. En ese entonces nadie imaginaba que el sueño de levantar
un santuario pudiera cumplirse tan pronto.
En septiembre de 2004 se techaron los 170 m2 del templo.
En el diario Tribunadigital del día 20/03/2004, se leía:
“Mañana domingo, durante los actos por la celebración del día de
San José, patrono de los campos, se bendecirá la campana que
perteneció a la antigua capilla ubicada en el paraje El Salto y
que luego fue tapada por las aguas del lago Piedras Moras. Ahora
esa campana, que guarda una rica historia, será instalada en la
nueva capilla que se levanta en el predio del oratorio ubicado
en la margen norte del lago Piedras Moras con donativos
aportados por colonos y vecinos.
Después de 25 años la campana de la Parroquia de San José del
Salto Norte volverá a tañir llamando a los fieles a misa como en
aquel lejano 1914 cuando fue inaugurada. También como en 1979,
cuando se ofició la última misa y el padre Hugo Cáceres
prometía que el templo se levantaría nuevamente en tierras más
altas”.
Foto autorizada para su publicación por
S. Lo Duca
Mora
La centenaria campana, famosa por su sonido, se colocó y
volvió a cumplir su cometido. Al poco tiempo, manos anónimas le
dieron otro destino. ¿La habrán cambiado por el valor del peso
del metal? ¿Estará tañendo en alguna capilla privada?
...
Otro hecho significativo para la comunidad y verdaderamente
conmovedor para quienes lo presenciaron ocurrió en septiembre de
2006: la colocación de la cruz sobre la cúpula, considerado como
la coronación de un esfuerzo que se había iniciado un lustro
atrás.
El creador de esa cruz es Juan Montesi, quien con 82 años es uno
de los mayores miembros que tiene la Comisión San José. Montesi
se ofreció para construir en metal la insignia que ahora se alza
por encima de todo el llano de la costa norte del lago Piedras
Moras, en medio de un verde paisaje que invade de nostalgia a
todos quienes recuerdan la anterior capilla San José. Sus
medidas son de 1,35 metro de alto por 0,95 metro de ancho.
Datos complementarios:
Dique Piedras Moras
Es
la última gran obra hidráulica construida sobre el cauce del Río Ctalamuchita o Tercero; la presa es de material suelto
constituida por arena, roca y limo, la altura es de 57 m y
la longitud de 530 m, el embalse ocupa una superficie
máxima de 832 h. La profundidad máxima es de 34 m.
La cota del
vertedero es
de 26 m y se encuentra a 432 msnm.
La
obra se comenzó en el año 1972, con aportes de la Nación y de la
Provincia y la inauguración fue presidida el 9 de Noviembre de
1979 por el interventor federal de facto
durante la última dictadura,
General
de
brigada
(R), Adolfo Sigwald (1923-1999).
Bajo
las aguas quedo todo el pueblito de Salto Norte, parte de la
historia original de Almafuerte: la iglesia San José, el
cementerio, puentes, oficina del Juez de Paz, casas, inclusive
la primera casa del fundador. Lentamente las aguas cubrieron lo
que los lugareños habían construido durante muchos años.
Todavía hoy, unos pocos sobrevivientes desde la costa, con
la mirada puesta en el horizonte, rememoran con mucha nostalgia
los tiempos vividos en Salto Norte.
Buscando el pasado
En el mes de abril de 2020, nos escribe Lucas Bonfanti
compartiendo que, "... hace aproximadamente 2 años, después
de muchas búsquedas por debajo del agua logre encontrarla. Hice
un trabajo enorme ya que utilicé fotografías aéreas de la fecha
para superponerlas en Google Earth y de ahí sacar las
coordenadas ... que son, para quienes estén interesados en
explorarla: - 32° 9' 58.91" S - 64° 15' 44.24" O. Solo quedan las columnas. Pero por más que
no quede mucho, es muy emocionante explorarla. Está a 130 metros
de la costa, pero a solo 5 o 6 metros de profundidad".
En su misiva, hace mención a un video de dicha experiencia
incorporado en YouTube; por alguna razón, el mismo fue retirado
de dicha plataforma por los mismos autores.
Coordenadas:
32º 09’ 58,91" S
64º 15’ 44,24"
O
Elevación: 250 msnm
Fuentes de consulta:
-
BARRIONUEVO IMPOSTI, Víctor.- Apuntaciones para la historia
del Sur de la Provincia de Córdoba. En Trapalandra, Río
Cuarto, 1953.
-
GILLESPIE, Alexander- Buenos Aires y el interior.
Hyspamerica Ediciones , Buenos Aires, 1986.
-
PAZ, José María – Memorias Póstumas – Tomo I, Emecé Editores
S.A., 2000.
-
TARQUINI, Fabián. El SALTO en el Ctalamochita – mn
impresiones. Almafuerte, mayo de 2012.
-
TARQUINI, Fabián
- Oratorio “San José” de El Salto. Civitatis Mariae.
Historia de la Diócesis de Villa María. Galeón Editorial.
Córdoba, Noviembre de 2008.
-
Revista "Fray Mocho" Año IV n°153 del 2 de abril de
1915 - Ibero Amerikanisches Institut Preuβischer
Kulturbesitz
-
www.tribunadigital, diario de Río Tercero.
-
Agradecemos al historiador Fabián Tarquini
por
su colaboración con este trabajo.
-
Google Earth
-
Wikipedia
Capilla de El Salto: Vista aérea antes del
llenado del Dique
Foto Hernán Buteler Bonaparte
Iglesia de El Salto: En proceso de llenado del
Dique
Foto Hernán Buteler Bonaparte
Iglesia de El Salto: En proceso de llenado del
Dique
Foto autorizada para su publicación por
S. Lo Duca
Mora
Piedras Moras 2: Ubicación del Santuario San José
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