Síntesis

La Iglesia de Nuestra Señora de la Merced de La Cruz, Departamento Calamuchita, Córdoba (Argentina), se eleva en tierras que los comechingones llamaban Acapiche o Coyapiche y que luego de la usual Merced otorgada por Jerónimo Luis de Cabrera pasaron a las Monjas Catalinas que las venden en 1625 a Domingo Valladares. El nombre del lugar fue 'Paso de la Crucecita', 'La Cruz del Río' y por último 'La Cruz'.  A mediados del siglo XVIII se atribuye la aparición de la Virgen dentro de un paquete de cuero arrastrado por el Río La Cruz. La señal de su presencia instó a construir una precaria capilla en el lugar del hallazgo. En 1898, en tierras donadas por Carlos Fernández, se coloca la piedra fundamental para el edificado de una nueva Capilla; la obra se inició en 1899 y luego de tres años de trabajo y otros dos de espera, fue bendecida en 1904 siendo Alejo Torres el primer Párroco. El estilo responde al neoclasicismo colonial.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED

 

Es a principios del siglo XVIII cuando arrieros que transportaban ganado hacia San Luis atan unos leños en forma de cruz y los fijan en la tierra en homenaje a un compañero muerto por un rayo. Desde ese hecho el sitio pasó a ser conocido como "Paso de la Crucecita", "La Cruz del Río" y finalmente, como "La Cruz". Así lo recordaba Doña Nieve Cejas.

 

 

De algunas décadas más tarde, a mediados del siglo XVIII, se atribuye que Don Marcelo caminaba lento e inmerso en sus pensamientos mientras el Río de la Cruz fluía cansino dejándole serenos sonidos que endulzaban sus oídos. Cristalinas aguas, delicadas sombras de los sauzales, algún pájaro jugueteando. Recapacitó en que, decididamente, la tarea de juntar leña lo ponía bien, eran momentos que disfrutaba. Absorto estaba en sus menesteres cuando lo sorprendió un "noque", un paquete de cuero enredado entre la resaca del río.

La curiosidad lo llevó a escudriñar en su contenido. La imagen de la Virgen de la Merced se descubría frente a sus ojos. Con una mezcla de temor y devoción la llevó a su casa y corrió en busca de un vecino para mostrarle su hallazgo. Sin embargo al volver a su hogar, la nueva sorpresa era que la Virgen ya no estaba donde la había dejado.

Aún dudando de los dichos de Don Marcelo, el incrédulo vecino aceptó acompañarlo al río de modo de conocer el sitio donde se había producido el descubrimiento. Paralizados quedaron los dos cuando la Virgen se presentaba frente a sus miradas en el mismo sitio, rodeada de la misma resaca, envuelta en el mismo "noque" de donde ya había sido una vez retirada.

Ambos partieron a caballo, con urgencia, hasta la Estancia de San Ignacio de los Ejercicios, para asesorarse con los Padres Jesuitas que allí se afincaban.

Ahora la Virgen tendría otro destino: las manos de los Jesuítas del lugar.

Fueron ellos quienes, al recibirla, sugirieron construir una capilla en el sitio del hallazgo. La humilde capilla de barro y paja, bajo su advocación, cobró vida convirtiéndose en el centro de convergencia de las primeras radicaciones.

La construcción se situó en el ángulo noroeste de la actual plaza de La Cruz. Tenía solo 3,00 m por 3,00 m, cimientos de piedra, paredes de adobe crudo, techo tradicional de paja y barro, con caída lateral al sud, puerta al este y ventanita al norte. Dentro de este pequeño santuario, cabía el cura, unas pocas personas y el resto debía permanecer afuera. Más de treinta años pasaron, cuando los jesuitas enviaron al Padre Moreno, para que se hiciera cargo de la feligresía.

Se habían construido, en diagonal al actual trazado, una serie de pequeños ranchitos que eran usados en los días de función,  similares a los que existen en derredor de muchas capillas de la Provincia.

La Virgen de La Merced, había adquirido rango de verdadera Patrona, instituyendo  los jesuitas la celebración de las fiestas patronales en el mes de septiembre, hecho éste, que se conserva hasta nuestros días.

El testamento hológrafo de Doña Francisca Díaz de la Torre, redactado en el año 1748, es el documento más antiguo que se ha encontrado. En el mismo se hace referencia al nombre de "La Cruz" y la existencia de la capilla de Nuestra Señora de la Merced:

“ … ynnomine Dei Amen. Sepan quantos esta carta de mi testamento ques mi boluntad  biesen como yo Da. Francisca días de la Torre biuda creyendo como creo en la santisima trinidad padre ijo y espíritu santo tres personas distintas y un solo dios verdadero y en el misterio de la encarnación del verbo en las purísimas entrañas de la sacratisima Virgen Maria nuestra señora y en todos los demás  misterios que tiene y cree nuestra santa madre iglesia católica romana estando como estoi enferma en cama y temiendo morir porser coza natural pero sí en mientero juisio qual de derecho serequiere ordeno y ago mi testamento en la manera siguiente:

- Primeramente mando mi alma Adios que la crio y redimió con su purisima sangre y el querpo Ala tierra de que fue formado y quiero sea sepultado en la capilla dela Cruz Denuestra señora dela Merced y (…) A su mortaga elabito de dicha rreligion de la Merced para ganar las grasias concedidas Alos que se entierran con dicho Abito.

Mando que el dia de mi fallesimiento sifuere ora se me diga una miza de querpo presente rresada y antes de entrar mi querpo a dicha yglesia se me Aga una foza y luego Alotro dia se me siga nobenario de misas rresadas y la ultima cantada con su Bigilia.

Desde 1795, en la Dirección de Catastro de la Provincia existen antecedentes de mensuras, con referencias a Cañada de Alvarez, Río de la Cruz o Capilla de la Cruz .

En virtud de que no se conocen decretos o resoluciones referidas a la fundación del pueblo, son los mencionados documentos piezas valiosas para determinar la antigüedad de la localidad de La Cruz y su Capilla de Nuestra señora de la Merced.

En 1843 el Fraile Domingo Berón y el sacerdote ayudante Padre Manuel Enrique, estuvieron a cargo del cuidado de la Capilla, aún sin residir en el lugar venían a celebrar Misa .

Don Benito Alvarez, vecino del lugar, al ver que entorno de la pequeña capilla se levantaban algunas casas y considerando las grandes distancias a otros centros poblados, decidió elevar el proyecto al Obispado de Córdoba, de la mano del sacerdote Fraile Domingo Berón.

“VIVA LA CONF. Arga

Sor. Prov. Y Gov. Del Obispado

En el paraje del Río de la Cruz de este Curato de Calamuchita de mi cargo, existe una Capilla llamada la Cruz en un lugar absolutamente desamparado, tanto por la falta de población que hay en su entorno, pues á distancia de una legua á todas direcciones , no hay una sola población havitada, quanto por esa localidadsin recursos necesarios para la mantención corporal así de los Feligreses cuando concurren al cumplimiento de los deveres de Cristianos como para el Parroco o sacerdote que deven desempeñar sus ministerios y demás fines piadosos de que son consagrados esta clase de edificios. En medio de la población que mas inmediatamente corresponde al comienzo de esta Iglesia, en el lugar llamdo Cañada de Álvarez, hay un vecino honrado quien asus expensas, con ayuda de tres vecinos mas se promete edificar una pieza con la decencia correspondiente, para destinarla al servicio de la Iglesia, mas sus circunstancias escasas no le permiten hacer los gastos que son necesarios para habitarla la nueva Iglesia de los utiles para celebrar y exige que V. S. se digne permitir hacer uso de lso que tiene l a otra Iglesia de la Cruz , sin perjuicio que siendo conveniente queden los mismos servicios en la Cruz.

Son muchas las razones a mas de lo otro que tiene el que firma para pedir á V. S.  provea lo que juzgue justo á este respecto…

Dios Guarde á V.S. en I.C.

Córdoba, Junio 18 de 1843            

Fdo Fray Domingo Beron.

Con el transcurso  del tiempo, el pueblo pasaba a ser una realidad.

El 1 de enero de 1874 se creó el Curato de La Cruz, hecho éste que motivó a los vecinos del lugar a comprender que la vieja capilla era muy precaria y carente de espacio para cumplir con sus funciones.

El señor Samuel Villagra, el 26 de marzo de 1877, envía una nota al Señor Obispo Diocesano Dr. Manuel E. Álvarez, para hacerle conocer que él donaba una cuadra y media de terreno a favor de los fieles para que en ella se construya una nueva capilla con su cementerio.

El día 3 de mayo de 1898 (día de la Santa Cruz) se colocó la piedra basal de la Iglesia de La Cruz optándose, entre varias ofertas, por el predio donado por Don Carlos Fernández.

Antes de la excavación de los cimientos, se procedió a limpiar la manzana frente a la futura obra, donde se depositarían los materiales a utilizar. Se retiraron los horcares de los viejos ranchitos y solo quedó en pie la capilla.

 

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La obra se inició en 1899; trabajaron en su construcción, entre otros, Gabino Cabral y Pedro González.

Tres años demandó su construcción y otros dos se demoraron su inauguración; hasta que fue designado, desde el Obispado de Villa María, el Reverendo Padre Alejo Torres, primer Párroco. Al fallecer, el 6 de octubre de 1914, sus restos fueron depositados frente al altar mayor. La humildad y preparación de los fieles de la época se sintetizan de un modo evidente en el mármol que recuerda su memoria.

 

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La construcción de Nuestra Señora de la Merced siguió las premisas que el neoclasicismo colonial fijaba para la época.

 

 

Es de planta rectangular de 28 m de largo por 7 m de ancho. Del lado del evangelio, tiene sacristía de 8 m por 4,50 m que limita con el jardín lateral  donde se encuentra el Monumento a la Madre. Del lado de la epístola, la sacristía mayor de 12,50 m por 4,50 m, se comunica con el patio y la casa parroquial.

“El espacio de la nave se cubre con una bóveda de cañón corrido construida con arcos fajones de ladrillos y sobre ellos se apoyan perfiles metálicos doble T, paralelos a la nave, cerrados con ladrillos exteriormente la bóveda se manifiesta con su forma propia, revestido con una capa de mortero y cruzada transversalmente con vigas de mampostería unidas a los contrafuertes laterales. Los muros construidos con mampostería de ladrillos bien quemados, de grandes dimensiones (43 x 23 x 9 cm)  y contrafuertes, logran una sucesión de seis tramos.

 

 

“La iluminación interior penetra por dos ventanas laterales superiores, ubicadas sobre la cornisa perimetral en el arranque de la bóveda y por la  ventana coral. El sotocoro se cubre con una bóveda rebajada”.

 

 

En 1908 se colocó el piso de mosaicos calcáreos que posee la nave en todo su desarrollo.

La fachada, orientada al norte,  es simétrica y se manifiesta en un plano rehundido con respecto a las dos torres. Éstas, son de sección cuadrada en dos tramos y el superior con cúpulas con tambor octogonal y nervaduras que rematan en sendas cruces de hierro forjado. El inferior parte desde el piso hasta la cornisa que bordea todo su desarrollo. El tramo medio, tiene una abertura que termina en arco  de medio punto y en el se encuentra el campanario cuyas campanas fueron traídas desde Córdoba en carreta tirada por bueyes por Don Cándido Molina.

Todo el conjunto está precedido por un pretil cerrado con muro y verja de hierro forjado

A principios del siglo pasado el Rvdo. Don  Eduardo J. Maldonado hizo construir (con dudoso criterio de ubicación), en parte del atrio de la iglesia, la casa parroquial de dos plantas , con balcón a la calle.

También el altar mayor luce el lenguaje neoclásico propio del historicismo del siglo XVIII; construido en ladrillos, impresiona por su altura y policromía. Las columnas, de un verde oliva intenso y dispuestas en distintos planos, contrastan con el blanco de fondo de modo que, al resaltarse la relación tanto del volumen como del relieve, logra brindar una importante profundidad visual al conjunto. En la calle central está el Sagrario de madera  y se ubican las imágenes de la Virgen de la Merced y un Cristo Crucificado, realizados en madera, estucados y policromados.

 

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“Es destacable el coronamiento superior de este retablo con un frontis curvo abierto y roleos laterales, características recibidas del lenguaje barroco. En el costado derecho un retablo menor está dedicado al Sagrado Corazón de Jesús. Además de las mencionadas posee un valioso grupo de imágenes antiguas del período hispánico: Ntra. Sra. de La Merced (de vestir), San José, Ntra. Señora de los Dolores (de vestir), San Roque, San Antonio, San Cayetano, San Expedito; el Divino Niño, la Madre Maravillosa de Jesús y Jesús Misericordioso y Santa Rita (en cuadros). Ingresando al templo, hacia la izquierda, está el antiguo baptisterio. Hacia la derecha, la puerta lateral conduce al coro y al campanario.”  

De aquel siglo XVIII y de aquellos hechos narrados desde la mística leyenda hasta nuestros días, la Virgen de la Merced ha recorrido un largo camino que la encuentra hoy en un camarín especialmente construido para que pueda ser honrada.

 

LAS TIERRAS:

Los primeros datos con fecha segura nos retrotraen a 1625 cuando Don Domingo Valladares toma posesión de las mismas de manos de las Monjas Catalinas. Previo a ellas los datos se remontan a las clásicas sesiones a un subalterno de las tropas de Jerónimo Luis de Cabrero quien ocupó esas inmensidades conocidas como "Acapiche" o "Coyapiche" y que eran el mundo donde los comechingones desarrollaban su vida que incluía la cría de llamas, guanacos y vicuñas las que les redituaban alimento y materia prima para los tejidos y la agricultura de la cual obtenían maíz, zapallos, quinoa.

 

 

Datos complementarios:

"MECHITA"

Durante una larga ausencia del Padre Torres lo reemplazó el padre Francisco Magnone. Al momento que éste partiera para Lutti a celebrar su función, le ordenó a su sacristán Andrés Salgado que, durante su ausencia, se encargara de quemar todas las imágenes y láminas viejas para luego reemplazarlas por otras nuevas.

Cuando Salgado vio que entre los trastos, se encontraba la virgen creadora del pueblo, simuló que buscaba los fósforos y al partir el cura para la sierra, llamó inmediatamente a Doña Modesta Domínguez de Fernández, quien se introdujo en el foso a rescatar la imagen, ahora algo mutilada y corrió a su casa.  

Salgado será duramente reprendido por el cura al enterarse de lo ocurrido, mientras que "Mechita" como respeto y cariño como se la llamó siempre, permaneció en casa de la familia Fernández por más de ochenta años. 

Ubicación geográfica:

Latitud : 32º 18´S

Longitud : 64º 28´O

Altitud :  550 m

Fiesta Patronal:

A lo largo de una semana de cada setiembre, se realizan una serie de actividades que incluyen Misa, el Rosario de la Aurora y la Novena en honor a la Virgen de la Merced. Esta última se concreta el 24 de setiembre donde una procesión traslada su imagen por las calles del pueblo.

 

 

CONTAMINACIÓN VISUAL

Sabemos de la necesidad ineludible del equipamiento urbano para la prestación de los servicios comunes a todo asentamiento poblacional.

Empresas públicas y privadas deberían tomar los recaudos necesarios para no agredir visual y físicamente a los monumentos arquitectónicos, efectuando las instalaciones bajo suelo en las proximidades de ellos. Es necesario eliminar la alta contaminación visual que se da en muchos monumentos en toda la provincia, en especial originados por la EPEC.

El gobierno provincial y los municipales deberán dictar las normas correspondientes para lograr tal objetivo y velar por su cumplimiento.

Todos agradeceremos.

 

 

Proceso de restauración:

Durante el 2014 se procede a la recuperación del edificio. Las tareas en pro de una nueva imagen interior quedan expuestas en el siguiente material fotográfico:

 

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Coordenadas:

Domicilio: Ruta Provincial 23 n°407

Latitud: 32º 18’ 12,38" S

Longitud: 64º 28’ 58,87" O

 

 

Fuentes de consulta:

  • FERNANDEZ VELEZ, José Antonio – LA CRUZ, mi pueblo. Marcos Lerner Editora. Córdoba, 1986.

  • MIRANDA DE ACOSTA, Josefa del Carmen. Parroquia “Nuestra Señora de la Merced” La Cruz. Civitatis Mariae. Historia de la Diócesis de Villa María. Galeón Editorial. Córdoba, Noviembre de 2008.

 

 

 

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