Síntesis

La Capilla de la Estancia de Cuchi Corral como parte de lo que hoy conocemos como La Cumbre, Departamento Punilla, Córdoba (Argentina), se gestó en tierras que los naturales comechingones y su cacique Cachucharava llamaban Leminbutos y que fueron recibidas en carácter de Merced por Gabriel García de Frías y su esposa Lucrecia Villalba en 1612. Para fines del siglo XVII una fracción de estas tierras ya se identifica como Estancia Cuchi Corral. La capilla se estima que fue construída en la segunda mitad del siglo XVII, siendo de adobe asentado en barro, piso de tierra y techo de paja sustentado en madera de la zona; con la llegada, a principios del siglo XX, del nuevo propietario Francisco Espinosa Amespil, fue demolida a mediados de la década del 50 junto con la tala de nogales que, por entonces, ya tenían tres siglos de vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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CAPILLA de la ESTANCIA de CUCHI CORRAL

(Arquitectura ausente)

 

De las tierras:

Leminbutos,  llamaban los nativos a las tierras del lugar. Casa del Pescado en lengua de Castilla. Tierras vacas  en el noroeste  del Valle de Punilla, en lo que después será la zona de La Cumbre.

Gabriel García de Frías, esposo de Lucrecia Villalba,  por ser "persona benemérita que ha servido a su majestad en las condiciones que se han ofrecido", recibe la Merced de Leminbutos,  el 11 de enero de 1612, a través del primer documento conocido de la  zona, con  la firma de Luis Quiñones y Osorio, Gobernador del Tucumán (1611-1619).

Se expresa que "las tierras están vacas y despobladas  y se ubican a trece o catorce leguas de la ciudad de Córdoba, pudiéndolas poblar de ganado mayor y menor, hacer sementeras, vender, donar, y hacer de ella como la casa propia".

La realidad era que la metodología de la época producía otro despojo: las tierras pertenecían al cacique Cachucharava, en una superficie de tres leguas cuadradas.

Con el paso del tiempo se produjeron uniones con otras fracciones de la Punilla, conformándose la  estancia de Cuchi Corral, que en su acepción es “Corral de Cerdos”.

La historia posterior da cuenta de numerosos litigios en que se vieron envueltos estos territorios, además de ventas y permutas, lo que ocasionó el desmembramiento de lugares como “Pozo de Piedra” y “Los Pencales” que, antiguamente, pertenecieron a esta posesión.

Doce años después del otorgamiento de la merced, estas tierras son adjudicadas, en cartas dotales, a las hermanas Engracia y Ventura Villalva.

En el año 1624, a raíz de disputas entre los esposos de las herederas, se debe modificar la parte asignada a Mariana Villalva.

A principios de 1723,  se procede a efectuar la mensura de las tierras y se provoca una controversia entre los propietarios de Cuchi Corral y  José Capdevilla, motivada por una línea de límites. 

Un documento fechado el 19 de mayo de 1754, establece que los propietarios de Cuchi Corral eran Antonio Cabanillas y su esposa Úrsula de Saavedra. Este nombre aparece por primera vez, ya que en carácter de propietaria otorga una donación de quinientos pesos a las monjas Catalinas.

Continuando con los cambios, el Coronel de Milicias Gaspar Salcedo, en 1786, compra la fracción Leminbutos, o sea la Merced original. Tres años después, solicita al Alcalde de primer voto, se deslinden estas tierras y se le otorgue posesión oficial.

En el siglo XIX, en 1836, las tierras son adjudicadas a los sucesores de Ana María del Corro, quien a su vez las había recibido de la viuda de Salcedo, Antonia Cabanillas.

Cuenta el historiador Manuel Tassano, que en 1897, José Eguilúz y Alejandro del Corro solicitan mensura judicial de Cuchi Corral, relevamiento que realizó el perito Manuel Indarte, delimitando una superficie de 5425 hectáreas.

A raíz de desavenencias que tienen origen en los distintos trazados del camino, la estancia hace cesiones de terrenos que reducen su superficie, aproximadamente, a tres mil hectáreas, las que pasaron en su totalidad a Mercedes de Eguilúz, viuda de Ayala.

Ramona Eguilúz, la última  heredera de José Eguilúz y Carmen del Corro, solicita remate  público de la Estancia de Cuchi Corral. Producido el mismo, en febrero de 1928, la propiedad es adquirida por el comerciante cordobés, Francisco Espinosa Amespil.

La Revista "El Hogar" del 17 de octubre de 1930 reproduce un texto del Dr. Ramón J. Cárcano donde el Gobernador se refiere al nuevo propietario, con sensibilidad literaria: "... sobre la planicie ondulada de La Cumbre está el señor de Cuchi Corral. Poseía la fortuna y lo ha conquistado la belleza. Desde la elevada terraza del Mirador, donde antes anidaban los cóndores, se abre, bajo el inmenso valle del Río Pinto, contenido al frente por la muralla azul de la Sierra Grande. Los diversos cultivos en desorden metódico; los grupos de árboles de matices distintos; las modestas viviendas caprichosamente ubicadas; el ganado libre y retozón; el río, en una curva larga y lenta, copiando los paisajes de la orilla; el sol, pintando, en cada instante, nuevas luces, sombras y colores. Toda esta composición, mezcla de orden y fantasía, movida, cambiada, agitada y embellecida por el viento, la lluvia y el sol, despierta en las almas una emoción muda y fuerte, entusiasta y dominadora. La belleza ha seducido a la fortuna y ennoblecido al hombre".

Revista "El Hogar" Año XXVI n°1096 - 17 de octubre de 1930

 

Imagen de 1939 donde el Sr. Espinosa posa para la Revista "Caras y Caretas" n°2122

 

Antiguas chacras de Cuchi Corral en 1940 - Imagen de Jorge Daniel Zeballos

 

La Capilla:

Un humilde rancho, que era parte del casco de la estancia, oficiaba como capilla en tiempo de los misioneros que evangelizan a los moradores de esos territorios.

Se estima que fue construida en la segunda mitad del siglo XVII y el propietario de la estancia,  a principios de la década del 50 del siglo XX,  ordenó su demolición  junto a la tala de los nogales tricentenarios que acompañaban su existencia.

La capilla estaba construida con adobe asentado en barro. Su piso era de tierra compactada y el techo se resolvió con paja sustentada por troncos de madera de la zona.

Su fachada tenía cierta influencia de las capillas de la chiquitanía boliviana, aún en su infinita simplicidad.

Tenía un nártex,  enmarcado en el plano anterior con dos columnas de sección cuadrada, con base,  que soportaban una viga de tronco de madera, en cuyo punto medio descansaba un puntal, también de tronco de madera, que sostenía la viga de cumbrera. La estructura se completaba con leños apoyados en la viga cumbrera y en los muros laterales,  formando un techo a dos aguas.

En perfecta simetría, tenía una puerta principal en el eje central y dos laterales de menor tamaño. Todas de madera.

Su interior fue una sala, un tanto desguarnecida  con rústicos revoques de barro. No sabemos qué santo habrá presidido el sagrado ámbito. ¿Bajo qué advocación habrá  sido consagrada?

Casi seguro que habrá tenido su campana. Como no se recuerda espadaña o torre campanario, debe haber estado en algunos de los muchos nogales que la rodeaban, sombreando el lugar.    

La tradición rescata  la presencia del ilustre canónigo cordobés doctor Miguel Calixto del Corro, diputado por Córdoba, electo al Congreso de Tucumán en 1816, en las postrimerías de su agitada vida, casi ciego, pasaba largas temporadas de descanso en la estancia Cuchi Corral,  que era propiedad de sus padres. 

Cuentan que la Dra. Patricia Bustamante, sobrina del sacerdote, en la capilla,  le leía los sermones que dijera en su apostolado y anotaba las correcciones necesarias que el cura le dictaba, para llegar a compilarlos en dos volúmenes, que con el título de Varios Sermones Panegíricos, se editaron en Filadelfia, en el año 1849.

 

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Imagen de 1928

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Dice Francisco Capdevilla de la Junta de Historia de La Cumbre, que en la década del 40 del siglo XX, Cuchi Corral era el sitio de moda para la realización de excursiones y picnics, además, de haber sido elegida por el famoso paisajista cordobés  José Américo Malanca, para eternizar el lugar en bellísimas pinturas.

La existencia de la capilla rancho,  los nogales algunos tricentenarios que pueblan el lugar y la presencia del Dr. Miguel Calixto del Corro, el 10 de diciembre de 1945, fundamentaron que el presidente de la Nación Edelmiro Julián Farrell (1887–1980), firmara el Decreto Nº 30.836/45 declarando Lugar Histórico al paraje Cuchi Corral, puesto que "subsisten aún, en buen estado, construcciones típicas de la época colonial, entre ellas una capilla de arquitectura interesante y nogales de extraordinaria corpulencia y belleza".

 

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Imagen circa 1950

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Pocos años después, probablemente a causa de su deterioro y a la falta de amor  de sus propietarios por la obra de los pioneros, cayó bajo la pesada masa de los peones de la estancia.

 

Miguel Calixto del Corro:

 

El Dr. Miguel Calixto del Corro, hijo de Miguel Antonio del Corro Bringas y Jerónima Cabanillas Saavedra, nació en la ciudad de Córdoba del Tucumán, el día 14 de octubre de 1775.

A la edad de 23 años recibió el grado de Dr. en Teología en la Universidad de su provincia.

Con el comienzo del siglo XIX, en 1803 se presentó a hacer oposición a la silla magistral del Cabildo Eclesiástico de Córdoba en cuyo acto se desempeñó con mucho lucimiento.

Confiando en sus luces y actividad el claustro de Doctores le encomendó una comisión cerca del Virrey y del Soberano (si hubiese sido necesario recurrir a él) para recabar el cumplimiento de ciertas Reales Cédulas de Carlos III, por las cuales se mandaba que no pudiesen regentear las cátedras de aquella Universidad sino miembros del clero secular. Esto tenía lugar en 1806, y en el mismo año fue nombrado cura interino de la ciudad de Salta, destino que sirvió hasta fines de 1808.

 

El Dr. del Corro fue del número de aquellos argentinos que presintieron y concurrieron a acelerar la revolución americana. A fines del año de 1809 hizo circular en Córdoba un escrito que se suponía hecho en Buenos Aires, contraído a despertar los instintos de independencia y de libertad en el pueblo. El primer aniversario del 25 de Mayo celebrado en Córdoba, fue solemnizado en el templo con una oración pronunciada por el Dr. del Corro, oración que más tarde dedicó su autor a la Asamblea Nacional.

No deja de ser curioso el modo como el sacerdote católico y el hombre de una revolución democrática se explican por una sola boca desde el pulpito y en lengua española acerca de la legitimidad originaria del poder. "Es ya un dogma político (dice el Dr. Corro en la 2º parte de su oración) que la autoridad de los Reyes emana originariamente de la voluntad de los pueblos. Sea cual fuere el origen de las sociedades, lo cierto es que a ninguno, a excepción de los Reyes de Israel, ha conferido Dios inmediatamente la autoridad y el derecho de reinar. Cuando San Pablo escribiendo a los Romanos, asegura que toda potestad viene de Dios: non est potestas nisi a Deo; no quiso decir con esto que era Dios el que inmediatamente la concedía; este sería un absurdo que contrasta enormemente con el origen e historia de todos los reinos e imperios. Aunque las obligaciones que resultan del pacto, de las promesas y convenciones, se fundan en aquella ley eterna que manda a todos ser fieles a ella, ¿habremos de decir por eso que la acción o derecho que de ellas nace venga inmediatamente de Dios? A la verdad si buscamos el origen primordial de todas las obligaciones, hallaremos no ser otro que Dios y su justicia. Pero distingamos los derechos y por ellos conoceremos más bien el origen inmediato de toda autoridad."

Al comenzar el año 1816 le nombró la provincia de Córdoba Diputado al Congreso reunido en Tucumán; pero no pudo tener la gloria de poner su nombre al pie del Acta de Declaración de la Independencia que hace tan célebre a aquella reunión de patriotas ilustres. Cuando aquella declaración tuvo lugar el Dr. del Corro, en su carácter de Diputado, desempeñaba la importante comisión de interceder por la paz interior, y de inducir a la provincia de Santa Fe, a la Oriental dominada por Artigas y al Paraguay, a que enviasen sus Representantes al Congreso de la Nación.

En 1829, mientras era otra vez rector de la Universidad, fue designado representante de Santiago del Estero en la convención que acordó dar a José María Paz, la jefatura militar de la Liga del Interior, en las operaciones contra Juan Manuel de Rosas.

Luego fue Diputado a la Legislatura. En 1831, al ser apresado el General Paz, se retiró de la vida pública. Estuvo radicado en la Estancia de Cuchi Corral y ya ciego, volvió a la Ciudad de Córdoba donde falleció el 16 de septiembre de 1841.

 

 

Foto publicada en "Historia de la Iglesia en la Argentina"

 

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • CAPDEVILLA, Francisco  - La Cumbre Diario del siglo XX – Tomo I.

  • CAPDEVILLA, Francisco – De Leminbutos a Cuchi Corral - Tomado de Facebook – juntahistorialacumbre  17/12/2013

  • CABRERA, Pablo, Presb. - PUNILLA, desde el  dique al Uritorco – Editorial Pereyra. Córdoba, 1931.

  • GUTIERREZ, Juan María – Apuntes biográficos de Escritores, Oradores y hombres de Estado de la República Argentina, Tomo VII – Imprenta de Mayo, 1860.

  • CAYETANO BRUNO - Historia de la iglesia en la Argentina - 1967

  • TASSANO, Manuel - "Revelaciones Históricas del Valle de Punilla - Sierras de Córdoba 1585/1930" - J. Lajouane & Cia. Editores - Buenos Aires - 1931
  • Revista "Caras y Caretas" n°2122 - Año XLII - 10/06/1939 - Biblioteca Nacional de España

  • Revista "El Hogar" Año XXVI n°1096 - 17/10/1930 - Ibero Amerikanisches Institut Preuβischer Kulturbesitz

 

 

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