Síntesis

La Capilla de San Roque en la Estancia Pinas, Departamento Minas, Córdoba (Argentina) se extiende desde las Sierras de Guasapampa hasta los límites con La Rioja y comulga, hacia el sur, con el Departamento de Pocho. Tras la Revolución de Mayo el Sacerdote Juan Felipe Singuney adquiere la propiedad e inicia la construcción, hacia 1833, de un Oratorio que rinda devoción a San Roque. Al momento de su muerte, la administración de la propiedad es asumida por familiares del Cura y tras sucesivas ocupaciones y cambios de propietarios (Santiago Lawry) la Estancia termina siendo comprada por el Legislador Nacional Lisandro de la Torre en 1908 quien inicia un proceso de reconstrucción del casco y del Oratorio que, por entonces, estaban en estado ruinoso. Con los años, el abandono arreció nuevamente y la suma de conflictos sucesorios significaron el derrumbe total de la Capilla de la que, hoy en día, solo quedan algunos pocos restos en pie.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Giordano Bruno

 

 

 

 

 

 

 

 

La Página Web "Capillas y Templos" está registrada en la DNDA (Ver detalle)

 

 

SAN ROQUE

 

 

Conocíamos la existencia de Pinas y el cura Cincunegui, por su relación con la Estancia de Las Palmas; conocíamos la importancia histórica de la región traserrana, conocíamos la zona, más allá del Guasapampa, por haberla visitado, pero fue el Sr. César Gastón Torres Vera quién nos interesó en el Oratorio San Roque de la Estancia Pinas.

Nos decía en uno de sus correos: "Les cuento lo que tengo y sé por mi familia. El oratorio de Pinas está en pie todavía, pero lamentablemente solo su frente, el resto en ruinas y tal vez si publican sobre el tema ayude a difundir el asunto en una zona completamente olvidada y ojalá, generar conciencia para evitar su total derrumbe".

 

Foto gentileza del Sr. César Gastón Torres Vera

 

Comenzamos la tarea de investigación sobre esta obra. Ayudados por Google Earth, cargamos las coordenadas en el GPS y partimos a conocer el oratorio con la esperanza de poder tomar contacto con él, después de 180 años de su nacimiento.

Mientras preparábamos los elementos necesarios, leímos lo primero que llegó a nuestras manos: "... ubicada en el departamento de Minas - en la provincia de Córdoba - la Estancia de Pinas se extiende desde la Sierra de Guasapampa hasta los límites con La Rioja, abrazando hacia el sur el departamento de Pocho. El casco se yergue próximo a la costa del Guasapampa, en medio de un panorama diverso y exuberante. Altos árboles bordean el perímetro de las casas. Un boscaje tupido y virgen se prolonga en toda la línea del horizonte. Montes de jarilla y pencas, barbas de tigre y pichanilla crecen y se confunden con maderas útiles - pasta de carbón que infunde vida y calor a máquinas y ambientes hasta disolverse en ceniza. Naturaleza altiva y áspera - comunión sagrada de la piedra y el árbol, de la sierra y el bosque - es Pinas singular retiro que detenta una historia en la existencia de la región que ocupa."

"Asilo de matreros y montoneras desde el colapso revolucionario de Mayo, convirtióse luego en centro religioso, cuando su propietario de entonces, el sacerdote Juan Felipe Singuney, [Basilio Antonio Cincunegui] comenzó en 1833 la construcción del oratorio que había de inaugurarse cinco años después. La gente del lugar, profundamente cristiana - herencia españolísima - afluyó al contorno de ese campo, que además de la capilla tenía el privilegio de una vertiente de agua cristalina fluyendo sin pausa. A la muerte del cura tomó posesión del predio un pariente suyo, no sin antes haber cumplido con la cláusula testamentaria: ordenarse con el hábito talar. Ya dentro de los límites se habían instalado rancheríos que fluctuaban con las épocas, hasta que nuevos dueños pusieron coto a esas romerías y Pinas acabó por perder el carácter religioso que le asignara su iglesia."

"Santiago Lawry ocupó más tarde el campo, transformándolo en estancia. Alternativamente se sucedieron varios dueños hasta que en 1908 lo adquiere Lisandro de la Torre."

"La casa, enfrontada a la sierra, detenta la fisonomía de un rancho grande techado con tejas rojas. El oratorio, situado detrás de ella, justo allí donde asciende la sierra, se mantiene aún hoy [escrito en 1941] desfondado el techo por un temporal y derrumbada la sacristía por un incendio, pero mostrando sus arcos desnudos y sus ojivas, rastros de la típica belleza que lo animara. Muchos años hacía que la peregrinación de la gente y los servicios religiosos se habían suspendido. De allí que cuando, en ese día de 1917, don Lisandro toma posesión definitiva del campo recibe una iglesia abandonada y en decadencia, cuyo valor de monumento se aplica en conservar".

Contra ese deseo suyo trabajan los paisanos del lugar, siempre dispuestos a remover las paredes de la capilla en busca de hipotéticos tesoros. En carta a su mayordomo (abril de 1937) dice Lisandro de la Torre: "Me ha causado mucha gracia el descubrimiento del tesoro que cree haber hecho Torre. En toda la sierra se pasan la vida buscando tapados y jamás han encontrado ninguno, que yo sepa. La mayor destrucción que tiene el oratorio de Pinas proviene de los que buscan tesoros después que Lawry despobló ..."

El texto anterior corresponde a lo dicho por el escritor y biógrafo Raúl Larra en su libro "Lisandro de la Torre, vida y drama del solitario de Pinas".

El Dr. Gustavo Orgaz en su artículo "En la Estancia de Pinas" para el Diario Comercio y Justicia, con respecto a la iglesia, dice "así mismo, anota Larra, cuando de la Torre tomó posesión del campo 'el oratorio estaba abandonado y en decadencia, cuyo valor de monumento se aplicó de conservar'. Es la demostración cabal que debajo de su carácter superficialmente árido y de una inteligencia claramente escéptica en materia religiosa, habitaba un alma sensible ante la presencia del arte y la espiritualidad ajena".

Ernesto Castellano, en los relatos "Los aparecidos" y "Los entierros" de su libro "Tradiciones del oeste cordobés", hace referencia a los posibles tesoros escondidos en la iglesia de Cincunegui y que dieron origen a las muchas excavaciones que fueron hechas en el lugar. [Acceda a dichos fragmentos haciendo Click Aquí]

En 1930 el periodista y escritor Juan José Soiza Reilly escribe un texto bajo el título "El silencio del Dr. Lisandro de la Torre" que es publicado en la Revista “Caras y Caretas". En dicho artículo se daba cuenta de los seis años que el político se recluye en la estancia de su propiedad.

 

El autor sostiene que "... el tribuno glorioso habíase marchado a Córdoba para enterrarse vivo, en las más distantes sierras provincianas. Poseía en aquella región unas cuantas hectáreas de monte agresivo y salvaje. Allá se fue a pulirlas como Cincinato indiferente al asombro de los lictores que le llevaban las insignias de emperador romano. Con la tranquilidad serena de las almas estoicas, que renuncian al goce de ls arcos de triunfo, el Dr. de la Torre se puso a cortar leña. Trocó, cual Guillermo II, su trono por un hacha. Cuenta quien le vio en su agreste soledad que, desde el amanecer hasta la noche, sus hachazos vibraban en el monte. Sus 60 años de hombre sano y robusto ardían en su labor con el mismo brío de sus años mozos ...

Más tarde tuvo un socio. Compró hacienda. Crió vacas. Ensanchó sus dominios. Sembró trigo y alfalfa. Enriqueció en seis años aquella tierra inculta.

A veces salía solo, a caballo, en silencio, galopando como si hubiera querido divertir al caballo. Con frecuencia, se detenía en los ranchos para hablar con los criollos y aceptarles un mate ... Poco a poco, el cabello transformósele en nieve y la barba, también".

[Acceda al texto completo haciendo click aquí]

 

Paz echando a Cincunegui

 

Unos pocos años antes de la construcción del Oratorio, el 10 de enero de 1830, "... fue el día destinado para este inopinado ataque que se verificó con la mayor simultaneidad, sin embargo de la dificultad que opuso un terrible temporal que nos acometió en las cumbres ...", recuerda Paz en sus Memorias, cuando se refiere al accionar de sus huestes en la sierra y continúa diciendo que "... la campaña de la sierra, sin que se empeñase un combate en forma, pues no doy ese nombre a innumerables pequeños encuentros en que fueron escarmentados en todas direcciones los insurrectos (montoneros) fue de la más grande importancia. Una gran extensión de territorio quedó pacificada; los habitantes laboriosos y pacíficos a quienes se brindó con la más completa seguridad, volvieron a sus casas y aún a sus faenas, las autoridades que se establecieron pudieron ejercer sus funciones ...".

Nada cuenta el memorialista de la imposición del terror: "... Se sacaron ojos, cortado manos, arrancado lenguas para infundir respeto en la población serrana fuertemente federal; en las cabeceras de departamento fueron lanceadas juntas cincuenta personas ...".

En sus "Memorias de un Soldado", Domingo Arrieta, asegura que se debió llegar a verdaderos extremos para poder sosegar a los insurrectos de la sierra: "... Indecible es lo que padecimos en esta campaña y las grandes necesidades y miserias que experimentamos y cuán inútiles eran los esfuerzos que continuamente hacíamos para atraernos la buena voluntad y establecer la tranquilidad entre aquellos habitantes; todo era en vano y no parecía sino que aquellos hombres tenían el diablo en el cuerpo, según lo irritados que se manifestaban contra nosotros, pues además de privarnos absolutamente de todo recurso, que nos hacían perecer de hambre, y de tenernos en alarma continua con sus tiroteos y correrías, nos asesinaban sin remedio alguno a cuanto soldado nuestro podían pillar ...".

Fue en esta campaña cuando el Gral. Paz al invadir el curato transerrano, arma causa criminal contra el cura Cincunegui y lo hecha del curato, acusándolo de refugiar a las montoneras federales partidarias de Quiroga y Bustos, en su estancia de Pinas, hecho que, a pesar de la filiación unitaria del cura, era cierto. Les dio trabajo a los montoneros en Pinas construyendo la represa grande de la estancia, todavía hoy en pie. Al retornar los federales al valle, en julio de 1831, el cura fue restablecido a cargo del curato de Pocho.

El Maestro de Artes Basilio Antonio Cincunegui del Castillo (1777-1841) presbítero y vicario del curato de Pocho, era hijo de un vasco llamado Dn. José Antonio Cincunegui Castelu que se radicó en la zona y casó con una hacendada local, Doña Ángela del Castillo Oviedo; la que a su vez, estaba vinculada con la familia de quien construyó la Capilla de las Palmas.

El cura, hace constar en su testamento, firmado en Las Palmas, el 3 de diciembre de 1840, en el "... artículo 5°) Item. En la estancia de Pinas que me fue donada por mis finados tíos Don Gervasio y Doña Trinidad Salguero, erigí a mi costa un Oratorio Público y le adorné con todos los utensilios necesarios para el culto divino en beneficio público, con el titulo y advocación de nuestro padre San Roque. Declaro para que conste ...".

La construcción se estima que fue realizada en 1835.

 

De las Tierras

El actual departamento Minas, antes y después de la llegada de los españoles, era habitado por los indios Thicas o Ticas de estirpe comechingona.

En 1579, en el pueblo de Niclistaca era cacique Toniche haguan. En la misma zona de Pinas, en el pueblo de Ouicho era cacique Ouicho hoyopan; y en el pueblo de Tanechin era cacique Tanechin.

En la misma fecha, en lo que hoy es Pinas, existía un pueblo indígena de Pinagasta, donde era dueño y señor el cacique Maca toya yapan. En el pueblo de Tala Henen, era cacique Talan metocan. Ellos fueron los verdaderos dueños de la tierra.

Con fecha 7 de noviembre de 1833 y con la firma de Basilio Antonio de Cincunegui, en un documento que presenta el cura, a fin de que se le otorgue posesión de la Estancia de Pinas, hecho que ocurre el 26 de febrero de 1834; se puede ver el historial de los propietarios de Pinas desde el primigenio Calderón, hasta llegar a manos del presbítero mencionado: "Dn. Basílío Antonio Cincunegui de este Obispado y cura propietario de la feligresía de Pocho ante Vd., como mejor proceda y haya lugar en derecho me presento y digo: que en años pasados heredé de Don Gervasio Salguero una suerte de la estancia de Traslasierra conocida con el nombre de Pinas, cuyos títulos con los que se halla garantido mi dominio y propiedad eran consignados en la cláusula del testamento en que me nombra heredero y en el documento que bajo el N° 10 presento en debida forma ...".

Dice luego, que esta suerte de tierras fue enajenada (en 1740) por su "inmemorial propietario" el Capitán Don Francisco Calderón a Dn. José González y pasa a determinar sus límites y colindantes.

En carta certificada Don José Martínez, vecino de la ciudad de Córdoba, en ese momento, Sota sindico del convento de N.S.P. San Francisco, dice que "... Don José González, vecino de Traslasierras de esta jurisdicción, deja por misas al dicho convento su estancia llamada Pinas que fuera antes de Francisco Calderón ...".

Como el mencionado convento no tiene intención de conservar las tierras, antes bien prefiere venderlas, para que con el producido se puedan atender las necesidades urgentes y verdaderas que posee, decide enajenarlas.

"... Por lo tanto por ser yo a quien le toca el hacer y celebrar este contrato de venta como Administrador Mayordomo y Síndico de Su Santidad en cuyo nombre la hago y otorgo y conozco por esta presente carla en la mejor vía y forma que de derecho hay lugar que vendo por juro de heredad para ahora y siempre jamás al Señor Mtro. D. Diego Salguero (de Cabrera) Chantre dignidad de esta Santa Iglesia Provisor y Vicario de la Santa Cruzada Ejecutor del Breve de Su Santidad y Examinador Sinodal ..." [fin de los títulos].

Se fija el precio en doscientos plata moneda corriente y cuarenta y dos fanegas de trigo puestas en Río Segundo. Esto ocurrió el 4 de marzo de 1758.

Don Diego Salguero de Cabrera, Deán de esta Santa Iglesia, traspasa en dominio y derecho la suerte de tierras a su sobrino D. Mariano Salguero de Cabrera; "... para qué en todo tiempo conste la transacción referida y en su virtud las posea como cosa suya propia con dominio absoluto a ellas así dicho a mi sobrino como a todos sus sucesores ...".

Del matrimonio formado por D. Mariano Salguero de Cabrera y Doña Flora Oviedo, ésta en segundas nupcias, nacen Gervasio y Trinidad Salguero de Cabrera Oviedo, quienes al fallecer solteros y sin hijos, dejan la estancia de Pinas, como herencia, a su medio sobrino nieto el presbítero Cincunegui. Ocho años después, en 1830, se radica en la estancia que en ese momento contaba con unas 105.000 hectáreas.


Del testamento

De la lectura del testamento del cura Cincunegui, surgen interesantes previsiones con respecto al Oratorio.

Fue voluntad del cura, dejar la Estancia de Pinas, como capellanía Eclesiástica, para que sirva de suficiente título "... para el caso de que alguno de mis descendientes de apellido de Cincunegui se ordene y en el ínterin que esta se verifica será manejada y gobernada dicha Capellanía por Patrones legos que adelante nombraré, los cuales patrones se harán cargo de ellas después de un prolijo inventario ...".

Dispuso que el Patrono Eclesiástico o lego de la Capellanía, debía hacer una función con víspera y procesión el día diez y seis de Agosto para el patrono principal San Roque y otra de igual clase el ocho de Septiembre, para Nuestra Señora de la Divina Pastora que se halla colocada en el mismo Oratorio, pagando seis pesos por cada función según costumbre de este curato.

Dispuso que el Patrón de la Capellanía estuviera obligado, con los productos de la misma, a la reparación del Oratorio y sus utensilios, como asimismo de la huerta y demás edificios. Recibiría como pago anual por su trabajo, la tercera parte de los productos de la Capellanía.

En el artículo 13° nombró por Patrón a su sobrino Don Pedro Echegaray. En caso de muerte o renuncia le sucederán Don Manuel Rueda, en primer lugar; luego Benito Cordeyro y tercero, Don Laureano Castro.

En numerosos artículos subsiguientes, detalla los bienes que deben heredar sus parientes y criados, más aquellos que surgieron de otros testamentos en que había sido albacea. En el paraje de Las Palmas en tres días del mes de diciembre de mil ochocientos cuarenta, Basilio Antonio Cincunegui, otorgó y firmó. [Acceda al testamento haciendo Click Aquí]

En el mismo lugar, falleció el 6 de marzo de 1841. Presumiblemente, su cuerpo fue enterrado a la derecha del altar de la Capilla de Las Palmas.

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Relato de un viaje frustrado … “mà non troppo”

 

James Burke

 

¿Qué tienen que ver …?

Así comenzaba un programa de televisión gestado por la londinense BBC. El mismo se exhibía, como minúscula expresión cultural, los sábados por la noche en nuestra televisión vernácula durante los últimos años de la dictadura cívica militar que, demás está decir, no se privó de proceder a censurarle algunos textos que le resultaban incómodos.

“Conections”, así se llamaba en su lengua original; “Relaciones”, en su traducción “made in” Argentina.

Su conductor, el historiador científico James Burke, enfundado en ajustados claros pantalones “oxford” de interminables botamangas “pata de elefante” y campera al tono con cuello cuyas puntas llegaban hasta los hombros era la vívida imagen de la estética pop de fines de los ’70, década en que fue elaborada esta propuesta televisiva.

El presentador en cuestión iniciaba su trabajo deambulando lento por las típicas praderas verdes del norte inglés mientras iba soltando su monólogo de presentación que comenzaba, inexorable, con la pregunta: ¿Qué tienen que ver …?”.

Pidiéndole permiso a aquel programa y en la certeza que utilizar un poco de aquella línea conceptual no significa plagiarlo sino, en todo caso, hacerle un válido y modesto homenaje, procedemos a desafiar a nuestro lector con el siguiente interrogante: ¿qué tienen que ver la Europa de fines del siglo XVI con el derrotero displicente de los planetas a través del universo, con las ruinas de un oratorio solitario y perdido en  los llanos polvorientos y desérticos de la frontera entre Córdoba y La Rioja y con el recientemente designado papa Francisco?.

En “Relaciones” el secreto del magnetismo que terminaba atrapándonos residía en el misterio que se ocultaba entre los pliegues de la pregunta inicial. Si hemos logrado generar el mismo efecto, el objetivo primigenio de este texto ha sido logrado.

Dicho lo anterior, juguemos juntos la fantasía de intentar construir un capítulo de aquella vieja serie pero en renovada versión siglo XXI.

Tras la primera escena y ya formulada la pregunta de rigor, un émulo de Burke se aleja dándonos la espalda; la imagen se esfuma lenta para luego volver, nítida, presentando a nuestros ojos la gris formación de una serranía donde la silueta de un camino arenoso se disuelve en la saliva de una negra, granítica y desdentada boca.

 

 

La cámara expone el paisaje lentamente mientras la voz en off del conductor nos describe la situación:

-"Estamos en Argentina, más precisamente sobre la ruta 28 de Córdoba en el tramo que se conoce como Camino de los Túneles. Estamos viajando hacia el oeste siguiendo a un par de argentinos que, con sus esposas, intentan encontrar los restos de un viejo oratorio ubicado en una estancia privada conocida como Pinas la que se asienta en las áridas y sufridas tierras de las vecindades de la frontera de esta provincia mediterránea con La Rioja. ¡Los invito a seguirlos!"

 

 

Como resultado de un hábil trabajo de computación, la lente gira y vuela por el aire hasta sumergirse, vertiginosa, en el interior del túnel donde los fotogramas y una camioneta se dejan llevar solidarios hacia una luz que, al final, ciega, absorbe y deglute.

 

 

La cámara acompaña a los viajeros hasta llegar a los miradores desde donde se aprecian, con nitidez, los llanos que se extienden más allá del fin de la abrupta y serpenteante bajada del camino.

 

 

Mientras la camioneta avanza, la voz del locutor describe:

-"El valle que observamos contiene en su interior a la Reserva conocida como Chancaní. La falta de lluvias define las condiciones de vida del lugar; es así que la fauna, la flora e incluso los pocos humanos que la habitan se adaptan sufridamente a las adversas condiciones de la zona. Una amarillenta y arenosa tierra deberá ser recorrida, ahora, por los visitantes a lo largo de una interminable recta cuya profundidad visual concluirá en dibujar una perfecta perpendicularidad con el horizonte. A ambos lados del camino, la mirada de los viajeros se vestirá con la imagen de una vegetación achaparrada, espinosa y tapizada de polvo el que al respirarlo, áspero, lastimará agrio el fondo de sus gargantas. Tras largos veinte kilómetros de marcha un cartel identifica que el destino se encontraba próximo."

 

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La tónica del programa se sustenta en la premisa que los hechos de la historia se producen como consecuencia o respuesta inevitable a disímiles circunstancias que activan o potencian mecanismos que, en muchos casos, son impensados o impredecibles. Los conectores en la evolución de la historia son eslabones que, no necesariamente, han de responder a la línea científica secuencial esperable o cuanto menos, previsible. Esos nexos son los que, en concreto, la serie televisiva identifica como "Connections" o "Relaciones".

Volvamos al relator:

-"Habíamos dicho que la región no era propicia en lluvias; más aún, hacía varios meses que no se tenían noticias siquiera de una mísera llovizna. El eslabón que alteraría la historia estaba agazapado esperando y con él, el cambio de planes. Nuestros viajeros desconocían que durante buena parte de la madrugada anterior se había producido una larga y torrencial tormenta que había anegado el camino que, más adelante, habrían de recorrer. Con no menor dificultad lograron sortear el primer lodazal; lo mismo hicieron con un segundo y con un tercero para luego rendirse frente a un lago que cubría de bote a bote el camino a lo largo de un trayecto de no menos de 40 metros. La profundidad y la arenosidad del fondo significó el fin del viaje. Había que regresar, no había alternativa. Hacerlo, significó abrirle la puerta a una historia inesperada".

Las imágenes televisivas no les pierden pisada; el espectador escuchará los diálogos y la indignación de los viajantes. La cámara sobrevuela la camioneta y se mete en su interior ventilando sus gestos y desilusiones hasta que algo aparece a la izquierda del camino. Algo que había pasado desapercibido a la ida. Un cartel grande, azul y con un largo texto impreso. El lente se le aproxima más no lo suficiente de modo de ofrecer una imagen nítida del contenido del mismo. Se detienen, motivados tan solo por la curiosidad de encontrar un cartel en medio de la nada. Le toman una foto y leen apenas unas líneas aisladas para luego continuar con el viaje reservándose tomar contacto con todo el contenido una vez llegados de regreso. Se olvidan del cartel y de los pocos renglones leídos.

 

 

Mientras la camioneta se aleja vestida con una cortina de polvo, el locutor sonriendo nos hace conocer esas misteriosas pocas líneas:

-"Poema de Giordano Bruno a sus verdugos. Decid, ¿cuál es mi crimen? ¿Lo sospecháis siquiera? y me acusáis, ¡sabiendo que nunca delinquí! Quemadme, que mañana donde encendáis la hoguera, levantará la historia una estatua para mi."

Nuestro doble de Burke deja flotando un silencio y añade:

-"Y así serà".

La cámara ahora salta a una habitación donde uno de nuestros buscadores de capillas amplía, en su computadora, la imagen tomada del cartel de modo de poder leer todo el texto con detenimiento. A medida que avanza en la lectura menos comprende sobre cual sería la razón para colocar ese cartel con ese contenido en ese lugar desolado. ¿Un enigma o simplemente un eslabón roto dentro de las códigos propios del programa? En paralelo con sus pensamientos, la cámara que filma la escena juguetea con los brillos de los ojos del lector y con aquellos multicolores que emanan de la pantalla hasta diluirse dentro de ella para, luego, transitar vertiginosa por el túnel de la historia y detenerse, finalmente, en una callejuela terracota de la Roma de fines del siglo XVI. Los estrechos pasajes se cubren de romanos atentos al bando que anuncia el ajusticiamiento en la hoguera de un monje dominico por herejía, será en Piazza dei Fiori. Las imágenes nos trasportan, ahora, a los hechos que, unas horas antes, sucedía en el interior del Palacio del Santo Oficio en pleno Vaticano donde la Santa Inquisición con la presidencia del Cardenal jesuita Roberto Belarmino declara su sentencia el 8 de febrero de 1600 sobre el desafiante Giordano Bruno.

 

San Roberto Belarmino

 

Tras más de ocho años de prisión el reo, sin retractarse de sus ideas, escucha su condena y murmura: "Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla". En la edición del programa se le entremezclan fragmentos de la película de Montaldo de 1973 donde esta frase se resume en un duro y escueto "¡avete più paura voi!" ("¡vosotros tenéis más miedo!") cobrando, el momento, una fuerza cinematográfica que conmueve.

Nuestro émulo de Burke interviene en off mientras las imágenes nos muestran a Bruno camino al cadalso.

-"La historia privilegió que Giordano Bruno había cometido herejía al sustentar que la Tierra, en consonancia con Copérnico, no era el centro del universo. Como éste, el monje dominico aseguraba que eran los planetas los que giraban en torno al Sol. Pero Giordano iba más allá, sostenía que el universo era infinito, con numerosas estrellas soles, planetas y otras vidas; contradiciendo, así, la centralidad de la tierra tal el sustento filosófico y dogmático de la iglesia católica de entonces. Para aquella iglesia podía ser motivo más que suficiente para la condena; sin embargo, el causal más grave fue la negación de la centralidad de Roma. Giordano sustentaba que la relación entre Dios y los hombres no necesitaba de intermediarios por lo tanto la iglesia de humanos no tenía razón alguna de existir. En este punto y siguiendo de modo simple los razonamientos filosóficos de Bruno, invitamos al espectador a reflexionar sobre lo siguiente: si Dios está en todas partes, si Dios todo lo sabe y lo ve, si Dios puede tener contacto directo con cada creyente, si Dios es el que puede saber si el arrepentimiento del pecador es genuino, si Dios es el único capaz de perdonar, si Dios detenta el poder de hacer oir su voz al arrepentido exculpando sus errores; si todo es así tal los principios dogmáticos de la iglesia; entonces, las preguntas definitivas a hacerse son: ¿cuál es la razón para que existan intermediarios?, ¿para qué curas, obispos y papas?, ¿para qué capillas y catedrales?, ¿para qué santos de madera y yeso? Esos por qué lo terminaron condenando. Frente a la muerte, fiel y consecuente con sus principios, no aceptó siquiera que le entregaran un crucifijo al momento de ser quemado vivo."

Las imágenes, en consonancia con el relato, comulgan con la pira encendida que convierte en cenizas el cuerpo del monje. El espectador observa como la Piazza dei Fiori se desvanece y reaparece en su versión actual donde la estatua de Giordano Bruno emerge, tal su premonición, imponente en el centro de la misma.

 

La cámara toma altura dejándonos, desde lo alto, una última visión de la plaza; gira sobre si misma y descubre el Río Tiber al que, veloz, comienza a recorrer hasta encontrarse con la fiereza del Castel Sant´Angelo al que rodeará para luego sumergirse en una marea humana que, por la Via Conciliazione, se dirige al Vaticano.

El locutor acompaña las imágenes con su voz:

-"Ustedes se preguntarán qué fue de la vida del Cardenal jesuita Roberto Belarmino. Años más tarde, presidirá el tribunal que juzgará a Galileo Galilei quien logra evitar el mismo fin que Giordano renunciando públicamente a sus propias convicciones científicas asignándole a las mismas la mera condición de hipótesis sin pruebas ni sustento. Durante el papado de Paulo V, el Cardenal es designado director de la Biblioteca Vaticana, cargo que ocupará hasta su muerte a los 79 años. Fue beatificado, canonizado y declarado Doctor de la Iglesia a principios de la década del ´30 del siglo XX bajo el papado de Pio XI."

Los murmullos llegan nítidos, se escucha la algarabía de la multitud que festeja que tenemos nuevo papa. Se trata del jesuita Francisco.

Se escucha a nuestro Burke avanzar con la biografía del inquisidor:

-"El papa Paulo VI creará en 1969 un título honorífico que llevará el nombre de San Roberto Belarmino."

El nuevo papa asoma al balcón y una ovación inunda todos los rincones de la Plaza San Pedro, las columnas de Bernini parecen inclinarse sobre la muchedumbre en gesto de abrazo. La lente recorre los rostros de la gente hasta congelarse en los ojos de Francisco.

Nuestro relator se suma con sus palabras a las nuevas imágenes:

-"El electo papa es el Cardenal Jorge Bergoglio, Arzobispo de la ciudad de Buenos Aires, Argentina y cuenta, además, con el Título de Honor San Roberto Belarmino".

Con los ojos de Francisco en primer plano la imagen se va diluyendo para, luego, recuperar nitidez con aquel cartel grande y azul que, en una lejana, desértica y solitaria región, brinda un homenaje a Giordano Bruno. Nuestro buscador de capillas observa el cartel que le devuelve la pantalla del televisor y se pregunta:

-"¿Quién lo puso y por qué?".

Fin del programa.

 

Biografía de Giordano Bruno incorporada al cartel

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Datos complementarios:

 

Parque Nacional Pinas.

Fue creado por Ley N° 27435 del 21 de marzo de 2018. Se encuentra entre el cordón montañoso de las Sierras de Pocho y la región de los Llanos Riojanos, en el límite con la Provincia de La Rioja, al norte de la Ruta Provincial 28 ocupando parte de los Departamentos de Minas y Pocho.

El mismo tendrá una superficie de 105.000 ha.

El área que ocupa es la antigua Estancia Pinas que perteneciera a Lisandro de la Torre (1868-1939); luego, al Banco Español y del Río de La Plata y por último, adquirida por Feliciano Manubens Calvet (1904-1981).

Por Ley N° 10481 del 20 de setiembre de 2017, el Gobierno de la Provincia de Córdoba lo declara de utilidad pública y sujeta a expropiación para, luego, entregárselo a la Administración de Parques Nacionales.

 

Estado actual.

 

El 12 de noviembre de 2017, el diario "La Voz" publica un artículo dando cuenta de la dramática situación en la que se encuentra la vieja e histórica capilla.

"En 1833, en su Estancia Pinas, el cura Basilio Antonio Cincunegui comenzó la construcción de un oratorio en honor a San Roque. Lo hizo detrás de '... la casa, enfrontada a la sierra, que detenta la fisonomía de un rancho grande techado con tejas rojas', al pie de las montañas de Guasapampa, en pleno Chaco Seco, según refiere Raúl Larra en su libro 'Lisandro de la Torre, vida y drama del solitario de Pinas'.

El biógrafo del legislador santafesino cuenta también en ese trabajo que cuando Lisandro de la Torre toma posesión definitiva del latifundio, en 1917, '... recibe una iglesia abandonada y en decadencia, cuyo valor de monumento se aplica en conservar'.

Pero luego aclara que, '... contra ese deseo de él trabajan los paisanos del lugar, siempre dispuesto a remover las paredes de la capilla en busca de hipotéticos tesoros'.

En relación con el accionar vandálico, Larra cita párrafos de una carta que Lisandro de la Torre le escribió a su mayordomo en los que le cuenta la gracia que le causaba ver como los buscadores de tesoros se pasaban la vida escarbando en el valle en procura de hallar riquezas enterradas sin que jamás se tuviera noticia de un éxito al menos. 'La mayor destrucción del oratorio de Pinas proviene de los que buscan tesoros', sentencia en la misiva el remitente.

Antes, una tempestad que se abatió sobre ese rincón de las sierras había hecho volar el techo de chapa y parte de la tirantería de madera dura que lo soportaba. También un incendio terminó con la sacristía por el piso. Una crónica de 1941 describe la penosa situación en que se encontraba el oratorio. Apunta que las ruinas mostraban entonces los arcos y sus ojivas desnudos.

Ya para esa época, hacía rato que no se realizaban las tradicionales peregrinaciones del 16 de agosto y el 8 de septiembre, en honor al patrono San Roque y a Nuestra Señora de la Divina Pastora, respectivamente.

Tampoco había ni ecos remotos de los servicios religiosos que se oficiaban. Hoy de la capilla sólo queda en pie, a duras penas, una columna de la fachada sobre un montón de escombros".

 

Imagen que acompaña la nota del diario "La Voz"

 

Foto obtenida por la Municipalidad en 2021

 

Coordenadas.

31° 10' 24,11" S
63° 31' 18,97" O
Elevación: 256 msnm

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • CASTELLANO, Ernesto S.: "Tradiciones del oeste cordobés" - Gráfica Libaak - Villa Dolores, 1983.

  • FERRARI RUEDA, Rodolfo de:"Historia de Córdoba" - Biffignandi Ediciones. Córdoba, 1964.

  • LARRA, Raúl: Lisandro de la Torre: Vida y drama del solitario de Pinas - Ediciones Claridad S.A., Buenos Aires, 1942.

  • ORGAZ, Gustavo: "En la Estancia de Pinas" - Diario Comercio y Justicia - Córdoba, 14 de noviembre de 2017.

  • SOIZA REILLY, Juan José: "El silencio del Dr. Lisandro de la Torre" - Revista “Caras y Caretas" - Año XXXIII - N°1654 del 14 de junio de 1930. Biblioteca Nacional de España.

  • Diario "La Voz": 12 de noviembre de 2017.

  • Revista "La Bomba": Año I N°11 - Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez - Municipalidad de Rosario, 3 de junio de 1894.

  • Agradecemos especialmente al Sr. César Gastón Torres Vera por interesarnos en el tema y por los aportes realizados.

 

 

 

 

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