SAN
ROQUE
Conocíamos la existencia de Pinas y el cura Cincunegui, por su
relación con la Estancia de Las Palmas; conocíamos la
importancia histórica de la región traserrana, conocíamos la
zona, más allá del Guasapampa, por haberla visitado, pero fue el
Sr. César Gastón Torres Vera quién nos interesó en el Oratorio
San Roque de la Estancia Pinas.
Nos
decía en uno de sus correos: "Les cuento lo que tengo y sé
por mi familia. El oratorio de Pinas está en pie todavía, pero
lamentablemente solo su frente, el resto en ruinas y tal vez si
publican sobre el tema ayude a difundir el asunto en una zona
completamente olvidada y ojalá, generar conciencia para evitar
su total derrumbe".
Foto gentileza del Sr. César Gastón Torres Vera
Comenzamos la tarea de investigación sobre esta obra. Ayudados
por Google Earth, cargamos las coordenadas en el GPS y partimos
a conocer el oratorio con la esperanza de poder tomar contacto
con él, después de 180 años de su nacimiento.
Mientras preparábamos los elementos necesarios, leímos lo
primero que llegó a nuestras manos: "... ubicada en el
departamento de Minas - en la provincia de Córdoba - la Estancia
de Pinas se extiende desde la Sierra de Guasapampa hasta los
límites con La Rioja, abrazando hacia el sur el departamento de
Pocho. El casco se yergue próximo a la costa del Guasapampa, en
medio de un panorama diverso y exuberante. Altos árboles bordean
el perímetro de las casas. Un boscaje tupido y virgen se
prolonga en toda la línea del horizonte. Montes de jarilla y
pencas, barbas de tigre y pichanilla crecen y se confunden con
maderas útiles - pasta de carbón que infunde vida y calor a
máquinas y ambientes hasta disolverse en ceniza. Naturaleza
altiva y áspera - comunión sagrada de la piedra y el árbol, de
la sierra y el bosque - es Pinas singular retiro que detenta una
historia en la existencia de la región que ocupa."
"Asilo de matreros y montoneras desde el colapso revolucionario
de Mayo, convirtióse luego en centro religioso, cuando su
propietario de entonces, el sacerdote Juan Felipe Singuney,
[Basilio Antonio Cincunegui]
comenzó en 1833 la construcción del
oratorio que había de inaugurarse cinco años después. La gente
del lugar, profundamente cristiana - herencia españolísima -
afluyó al contorno de ese campo, que además de la capilla tenía
el privilegio de una vertiente de agua cristalina fluyendo sin
pausa. A la muerte del cura tomó posesión del predio un pariente
suyo, no sin antes haber cumplido con la cláusula testamentaria:
ordenarse con el hábito talar. Ya dentro de los límites se
habían instalado rancheríos que fluctuaban con las épocas, hasta
que nuevos dueños pusieron coto a esas romerías y Pinas acabó
por perder el carácter religioso que le asignara su iglesia."
"Santiago Lawry ocupó más tarde el campo, transformándolo en
estancia. Alternativamente se sucedieron varios dueños hasta que
en 1908 lo adquiere Lisandro de la Torre."
"La casa, enfrontada a la sierra, detenta la fisonomía de un
rancho grande techado con tejas rojas. El oratorio, situado
detrás de ella, justo allí donde asciende la sierra, se mantiene
aún hoy [escrito en 1941]
desfondado el techo por un temporal y derrumbada la sacristía
por un incendio, pero mostrando sus arcos desnudos y sus ojivas,
rastros de la típica belleza que lo animara. Muchos años hacía
que la peregrinación de la gente y los servicios religiosos se
habían suspendido. De allí que cuando, en ese día de 1917, don
Lisandro toma posesión definitiva del campo recibe una iglesia
abandonada y en decadencia, cuyo valor de monumento se aplica en
conservar".
Contra ese deseo suyo trabajan los paisanos del lugar, siempre
dispuestos a remover las paredes de la capilla en busca de
hipotéticos tesoros. En carta a su mayordomo (abril de 1937)
dice Lisandro de la Torre: "Me ha causado mucha gracia el
descubrimiento del tesoro que cree haber hecho Torre. En toda la
sierra se pasan la vida buscando tapados y jamás han encontrado
ninguno, que yo sepa. La mayor destrucción que tiene el oratorio
de Pinas proviene de los que buscan tesoros después que Lawry
despobló ..."
El
texto anterior corresponde a lo dicho por el escritor y
biógrafo Raúl Larra en su libro "Lisandro de la Torre, vida
y drama del solitario de Pinas".
El
Dr. Gustavo Orgaz en su artículo "En la Estancia de Pinas"
para el Diario Comercio y Justicia, con respecto a la
iglesia, dice "así mismo, anota Larra, cuando de la Torre
tomó posesión del campo 'el oratorio estaba abandonado y en
decadencia, cuyo valor de monumento se aplicó de conservar'. Es
la demostración cabal que debajo de su carácter superficialmente
árido y de una inteligencia claramente escéptica en materia
religiosa, habitaba un alma sensible ante la presencia del arte
y la espiritualidad ajena".
Ernesto Castellano, en los relatos "Los aparecidos" y
"Los entierros" de su libro "Tradiciones del oeste
cordobés", hace referencia a los posibles tesoros escondidos
en la iglesia de Cincunegui y que dieron origen a las muchas
excavaciones que fueron hechas en el lugar. [Acceda a dichos
fragmentos haciendo
Click Aquí]
En
1930 el periodista y escritor Juan José Soiza Reilly escribe un
texto bajo el título "El silencio del Dr. Lisandro de la
Torre" que es publicado en la Revista
“Caras y Caretas". En dicho artículo se daba cuenta
de los seis años que el político se recluye en la estancia de su
propiedad.
|
El autor sostiene que "... el tribuno glorioso
habíase marchado a Córdoba para enterrarse vivo, en
las más distantes sierras provincianas. Poseía en
aquella región unas cuantas hectáreas de monte
agresivo y salvaje. Allá se fue a pulirlas como
Cincinato indiferente al asombro de los lictores que
le llevaban las insignias de emperador romano. Con
la tranquilidad serena de las almas estoicas, que
renuncian al goce de ls arcos de triunfo, el Dr. de
la Torre se puso a cortar leña. Trocó, cual
Guillermo II, su trono por un hacha. Cuenta quien le
vio en su agreste soledad que, desde el amanecer
hasta la noche, sus hachazos vibraban en el monte.
Sus 60 años de hombre sano y robusto ardían en su
labor con el mismo brío de sus años mozos ...
Más tarde tuvo un socio. Compró hacienda. Crió
vacas. Ensanchó sus dominios. Sembró trigo y
alfalfa. Enriqueció en seis años aquella tierra
inculta.
A veces salía solo, a caballo, en silencio,
galopando como si hubiera querido divertir al
caballo. Con frecuencia, se detenía en los ranchos
para hablar con los criollos y aceptarles un mate
... Poco a poco, el cabello transformósele en nieve
y la barba, también".
[Acceda al texto completo haciendo
click aquí] |
Paz echando a Cincunegui
Unos pocos años antes de la construcción del Oratorio, el 10 de
enero de 1830, "... fue el día destinado para este inopinado
ataque que se verificó con la mayor simultaneidad, sin embargo
de la dificultad que opuso un terrible temporal que nos acometió
en las cumbres ...", recuerda Paz en sus Memorias, cuando se
refiere al accionar de sus huestes en la sierra y continúa
diciendo que "... la campaña de la sierra, sin que se
empeñase un combate en forma, pues no doy ese nombre a
innumerables pequeños encuentros en que fueron escarmentados en
todas direcciones los insurrectos (montoneros) fue de la más
grande importancia. Una gran extensión de territorio quedó
pacificada; los habitantes laboriosos y pacíficos a quienes se
brindó con la más completa seguridad, volvieron a sus casas y
aún a sus faenas, las autoridades que se establecieron pudieron
ejercer sus funciones ...".
Nada cuenta el memorialista de la imposición del terror: "...
Se sacaron ojos, cortado manos, arrancado lenguas para infundir
respeto en la población serrana fuertemente federal; en las
cabeceras de departamento fueron lanceadas juntas cincuenta
personas ...".
En
sus "Memorias de un Soldado", Domingo Arrieta, asegura
que se debió llegar a verdaderos extremos para poder sosegar a
los insurrectos de la sierra: "... Indecible es lo que
padecimos en esta campaña y las grandes necesidades y miserias
que experimentamos y cuán inútiles eran los esfuerzos que
continuamente hacíamos para atraernos la buena voluntad y
establecer la tranquilidad entre aquellos habitantes; todo era
en vano y no parecía sino que aquellos hombres tenían el diablo
en el cuerpo, según lo irritados que se manifestaban contra
nosotros, pues además de privarnos absolutamente de todo
recurso, que nos hacían perecer de hambre, y de tenernos en
alarma continua con sus tiroteos y correrías, nos asesinaban sin
remedio alguno a cuanto soldado nuestro podían pillar ...".
Fue
en esta campaña cuando el Gral. Paz al invadir el curato
transerrano, arma causa criminal contra el cura Cincunegui y lo
hecha del curato, acusándolo de refugiar a las montoneras
federales partidarias de Quiroga y Bustos, en su estancia de
Pinas, hecho que, a pesar de la filiación unitaria del cura, era
cierto. Les dio trabajo a los montoneros en Pinas construyendo
la represa grande de la estancia, todavía hoy en pie. Al
retornar los federales al valle, en julio de 1831, el cura fue
restablecido a cargo del curato de Pocho.
El
Maestro de Artes Basilio Antonio Cincunegui del Castillo
(1777-1841) presbítero y vicario del curato de Pocho, era hijo
de un vasco llamado Dn. José Antonio Cincunegui Castelu que se
radicó en la zona y casó con una hacendada local, Doña Ángela
del Castillo Oviedo; la que a su vez, estaba vinculada con la
familia de quien construyó la Capilla de las Palmas.
El
cura, hace constar en su testamento, firmado en Las Palmas, el 3
de diciembre de 1840, en el "... artículo 5°) Item. En la
estancia de Pinas que me fue donada por mis finados tíos Don
Gervasio y Doña Trinidad Salguero, erigí a mi costa un Oratorio
Público y le adorné con todos los utensilios necesarios para el
culto divino en beneficio público, con el titulo y advocación de
nuestro padre San Roque. Declaro para que conste ...".
La
construcción se estima que fue realizada en 1835.
De las Tierras
El
actual departamento Minas, antes y después de la llegada de los
españoles, era habitado por los indios Thicas o Ticas de estirpe
comechingona.
En
1579, en el pueblo de Niclistaca era cacique Toniche haguan. En
la misma zona de Pinas, en el pueblo de Ouicho era cacique
Ouicho hoyopan; y en el pueblo de Tanechin era cacique Tanechin.
En
la misma fecha, en lo que hoy es Pinas, existía un pueblo
indígena de Pinagasta, donde era dueño y señor el cacique Maca
toya yapan. En el pueblo de Tala Henen, era cacique Talan
metocan. Ellos fueron los verdaderos dueños de la tierra.
Con
fecha 7 de noviembre de 1833 y con la firma de Basilio Antonio
de Cincunegui, en un documento que presenta el cura, a fin de
que se le otorgue posesión de la Estancia de Pinas, hecho que
ocurre el 26 de febrero de 1834; se puede ver el historial de
los propietarios de Pinas desde el primigenio Calderón, hasta
llegar a manos del presbítero mencionado: "Dn. Basílío
Antonio Cincunegui de este Obispado y cura propietario de la
feligresía de Pocho ante Vd., como mejor proceda y haya lugar en
derecho me presento y digo: que en años pasados heredé de Don
Gervasio Salguero una suerte de la estancia de Traslasierra
conocida con el nombre de Pinas, cuyos títulos con los que se
halla garantido mi dominio y propiedad eran consignados en la
cláusula del testamento en que me nombra heredero y en el
documento que bajo el N° 10 presento en debida forma ...".
Dice luego, que esta suerte de tierras fue enajenada (en 1740)
por su "inmemorial propietario" el Capitán Don Francisco
Calderón a Dn. José González y pasa a determinar sus límites y
colindantes.
En
carta certificada Don José Martínez, vecino de la ciudad de
Córdoba, en ese momento, Sota sindico del convento de N.S.P. San
Francisco, dice que "... Don José González, vecino de
Traslasierras de esta jurisdicción, deja por misas al dicho
convento su estancia llamada Pinas que fuera antes de Francisco
Calderón ...".
Como el mencionado convento no tiene intención de conservar las
tierras, antes bien prefiere venderlas, para que con el
producido se puedan atender las necesidades urgentes y
verdaderas que posee, decide enajenarlas.
"... Por lo tanto por ser yo a quien le toca el hacer y celebrar
este contrato de venta como Administrador Mayordomo y Síndico de
Su Santidad en cuyo nombre la hago y otorgo y conozco por esta
presente carla en la mejor vía y forma que de derecho hay lugar
que vendo por juro de heredad para ahora y siempre jamás al
Señor Mtro. D. Diego Salguero (de Cabrera) Chantre dignidad de
esta Santa Iglesia Provisor y Vicario de la Santa Cruzada
Ejecutor del Breve de Su Santidad y Examinador Sinodal ..."
[fin de los títulos].
Se
fija el precio en doscientos plata moneda corriente y cuarenta y
dos fanegas de trigo puestas en Río Segundo. Esto ocurrió el 4
de marzo de 1758.
Don
Diego Salguero de Cabrera, Deán de esta Santa Iglesia, traspasa
en dominio y derecho la suerte de tierras a su sobrino D.
Mariano Salguero de Cabrera; "... para qué en todo tiempo
conste la transacción referida y en su virtud las posea como
cosa suya propia con dominio absoluto a ellas así dicho a mi
sobrino como a todos sus sucesores ...".
Del
matrimonio formado por D. Mariano Salguero de Cabrera y Doña
Flora Oviedo, ésta en segundas nupcias, nacen Gervasio y
Trinidad Salguero de Cabrera Oviedo, quienes al fallecer
solteros y sin hijos, dejan la estancia de Pinas, como herencia,
a su medio sobrino nieto el presbítero Cincunegui. Ocho años
después, en 1830, se radica en la estancia que en ese momento
contaba con unas 105.000 hectáreas.
Del testamento
De
la lectura del testamento del cura Cincunegui, surgen
interesantes previsiones con respecto al Oratorio.
Fue
voluntad del cura, dejar la Estancia de Pinas, como capellanía
Eclesiástica, para que sirva de suficiente título "... para
el caso de que alguno de mis descendientes de apellido de
Cincunegui se ordene y en el ínterin que esta se verifica será
manejada y gobernada dicha Capellanía por Patrones legos que
adelante nombraré, los cuales patrones se harán cargo de ellas
después de un prolijo inventario ...".
Dispuso que el Patrono Eclesiástico o lego de la Capellanía,
debía hacer una función con víspera y procesión el día diez y
seis de Agosto para el patrono principal San Roque y otra de
igual clase el ocho de Septiembre, para Nuestra Señora de la
Divina Pastora que se halla colocada en el mismo Oratorio,
pagando seis pesos por cada función según costumbre de este
curato.
Dispuso que el Patrón de la Capellanía estuviera obligado, con
los productos de la misma, a la reparación del Oratorio y sus
utensilios, como asimismo de la huerta y demás edificios.
Recibiría como pago anual por su trabajo, la tercera parte de
los productos de la Capellanía.
En
el artículo 13° nombró por Patrón a su sobrino Don Pedro
Echegaray. En caso de muerte o renuncia le sucederán Don Manuel
Rueda, en primer lugar; luego Benito Cordeyro y tercero, Don
Laureano Castro.
En
numerosos artículos subsiguientes, detalla los bienes que deben
heredar sus parientes y criados, más aquellos que surgieron de
otros testamentos en que había sido albacea. En el paraje de Las
Palmas en tres días del mes de diciembre de mil ochocientos
cuarenta, Basilio Antonio Cincunegui, otorgó y firmó. [Acceda al
testamento haciendo
Click Aquí]
En
el mismo lugar, falleció el 6 de marzo de 1841. Presumiblemente,
su cuerpo fue enterrado a la derecha del altar de la
Capilla de Las Palmas.
Relato de un viaje
frustrado … “mà non troppo”
James Burke |
¿Qué
tienen que ver …?
Así comenzaba un programa de televisión gestado por la
londinense BBC. El mismo se exhibía,
como minúscula expresión cultural, los sábados por la noche en
nuestra televisión vernácula durante los últimos años de la
dictadura cívica militar que, demás está decir, no se privó de
proceder a censurarle algunos textos que le resultaban incómodos.
“Conections”,
así se llamaba en su lengua original; “Relaciones”, en su
traducción “made in” Argentina.
Su conductor, el historiador científico James Burke, enfundado en ajustados
claros pantalones “oxford” de interminables botamangas “pata de elefante”
y campera al tono con cuello cuyas puntas llegaban hasta los
hombros
era la vívida imagen de la estética pop de fines de los ’70,
década en que fue elaborada esta propuesta televisiva.
El presentador en cuestión iniciaba su trabajo deambulando lento
por las típicas praderas verdes del norte inglés mientras iba
soltando su monólogo de presentación que comenzaba, inexorable,
con la pregunta:
“¿Qué
tienen que ver …?”.
Pidiéndole permiso a aquel programa y en la certeza que utilizar
un poco de aquella línea conceptual no significa plagiarlo sino,
en todo caso, hacerle un válido y modesto homenaje, procedemos a
desafiar a nuestro lector con el siguiente interrogante: ¿qué
tienen que ver la Europa de fines del siglo XVI con el derrotero
displicente de los planetas a través del universo, con
las ruinas de un oratorio solitario y perdido en los llanos
polvorientos y desérticos de la frontera entre Córdoba y La
Rioja y con el recientemente
designado papa
Francisco?.
En “Relaciones” el secreto del magnetismo que terminaba
atrapándonos residía en el misterio que se ocultaba entre los
pliegues de la pregunta inicial. Si hemos logrado generar el
mismo efecto, el objetivo primigenio de este texto ha sido
logrado.
Dicho lo anterior,
juguemos juntos la fantasía de intentar construir un capítulo de
aquella vieja serie pero en renovada versión siglo XXI.
Tras la primera
escena y ya formulada la pregunta de rigor, un émulo de Burke
se aleja dándonos la espalda; la imagen se esfuma lenta para
luego volver, nítida, presentando a nuestros ojos la gris
formación de una serranía donde la silueta de un camino arenoso
se disuelve en la saliva de una negra, granítica y desdentada
boca.
La cámara expone
el paisaje lentamente mientras la voz en off del conductor
nos describe la situación:
-"Estamos en
Argentina, más precisamente sobre la ruta 28 de Córdoba en el
tramo que se conoce como Camino de los Túneles. Estamos viajando
hacia el oeste siguiendo a un par de argentinos que, con sus
esposas, intentan encontrar los restos de un viejo oratorio
ubicado en una estancia privada conocida como Pinas la que se
asienta en las áridas y sufridas tierras de las vecindades de la
frontera de esta provincia mediterránea con La Rioja. ¡Los
invito a seguirlos!"
Como resultado de
un hábil trabajo de computación, la lente gira y vuela por el
aire hasta sumergirse, vertiginosa, en el interior del túnel donde
los fotogramas y una camioneta se dejan llevar solidarios hacia
una luz que, al final, ciega, absorbe y deglute.
La cámara acompaña a los viajeros hasta llegar a los miradores
desde donde se aprecian, con nitidez, los llanos que se
extienden más allá del fin de la abrupta y serpenteante bajada
del camino.
Mientras la camioneta avanza, la voz del locutor describe:
-"El valle que observamos contiene en su interior a la
Reserva conocida como Chancaní. La falta de lluvias define las
condiciones de vida del lugar; es así que la fauna, la flora e
incluso los pocos humanos que la habitan se adaptan sufridamente
a las adversas condiciones de la zona. Una amarillenta y arenosa
tierra deberá ser recorrida, ahora, por los visitantes a lo
largo de una interminable recta cuya profundidad visual
concluirá en dibujar una perfecta perpendicularidad con el
horizonte. A ambos lados del camino, la mirada de los viajeros
se vestirá con la imagen de una vegetación achaparrada, espinosa
y tapizada de polvo el que al respirarlo, áspero, lastimará
agrio el fondo de sus gargantas. Tras largos veinte kilómetros
de marcha un cartel identifica que el destino se encontraba
próximo."
La tónica del programa
se sustenta en la premisa que los hechos de la historia se producen como
consecuencia o respuesta inevitable a disímiles circunstancias que
activan o potencian mecanismos que, en muchos casos, son
impensados o impredecibles. Los conectores en la evolución de la
historia son eslabones que, no necesariamente, han
de responder a la línea científica secuencial esperable o cuanto
menos, previsible. Esos nexos son los
que, en concreto, la serie televisiva identifica como "Connections" o
"Relaciones".
Volvamos al relator:
-"Habíamos dicho que la región no era propicia en lluvias;
más aún, hacía varios meses que no se tenían noticias siquiera
de una mísera llovizna. El eslabón que alteraría la historia
estaba agazapado esperando y con él, el cambio de planes.
Nuestros viajeros desconocían que durante buena parte de la
madrugada anterior se había producido una larga y torrencial
tormenta que había anegado el camino que, más adelante, habrían
de recorrer. Con no menor dificultad lograron sortear el primer
lodazal; lo mismo hicieron con un segundo y con un tercero para
luego rendirse frente a un lago que cubría de bote a bote el
camino a lo largo de un trayecto de no menos de 40 metros. La
profundidad y la arenosidad del fondo significó el fin del
viaje. Había que regresar, no había alternativa. Hacerlo,
significó abrirle la puerta a una historia inesperada".
Las imágenes televisivas no les pierden pisada; el espectador
escuchará los diálogos y la indignación de los viajantes. La
cámara sobrevuela la camioneta y se mete en su interior
ventilando sus gestos y desilusiones hasta que algo aparece a la
izquierda del camino. Algo que había pasado desapercibido a la
ida. Un cartel grande, azul y con un largo texto impreso. El
lente se le aproxima más no lo suficiente de modo de ofrecer una imagen nítida
del contenido del mismo. Se detienen, motivados tan
solo por la curiosidad de encontrar un cartel en medio de la
nada. Le toman una foto y leen apenas unas líneas aisladas para
luego continuar con el viaje reservándose tomar contacto con
todo el contenido una vez llegados de regreso. Se olvidan del
cartel y de los pocos renglones leídos.
Mientras la camioneta se aleja vestida con una cortina de
polvo, el locutor sonriendo nos hace conocer esas misteriosas
pocas líneas:
-"Poema de Giordano Bruno a sus verdugos. Decid, ¿cuál es mi
crimen? ¿Lo sospecháis siquiera? y me acusáis, ¡sabiendo que
nunca delinquí! Quemadme, que mañana donde encendáis la hoguera,
levantará la historia una estatua para mi."
Nuestro doble de Burke deja flotando un silencio y añade:
-"Y así serà".
La cámara ahora salta a una habitación donde uno de nuestros
buscadores de capillas amplía, en su computadora, la imagen tomada del cartel de
modo de poder leer todo el texto con detenimiento. A medida que
avanza en la lectura menos comprende sobre cual sería la razón
para colocar ese cartel con ese contenido en ese lugar desolado.
¿Un enigma o simplemente un eslabón roto dentro de las códigos
propios del programa? En paralelo con sus pensamientos, la cámara
que filma la escena juguetea con los brillos de
los ojos del lector y con aquellos multicolores que emanan de la pantalla
hasta diluirse dentro de ella para, luego, transitar vertiginosa
por el túnel de la historia y detenerse, finalmente, en una
callejuela terracota de la Roma de fines del siglo XVI. Los
estrechos pasajes se cubren de romanos atentos al bando que anuncia el
ajusticiamiento en la hoguera de un monje dominico por herejía,
será en Piazza dei Fiori. Las imágenes nos trasportan, ahora, a
los hechos que, unas horas antes, sucedía en el
interior del Palacio del Santo Oficio en pleno Vaticano donde la
Santa Inquisición con la presidencia del Cardenal jesuita
Roberto Belarmino declara su sentencia el 8 de febrero de 1600
sobre el desafiante Giordano Bruno.
San Roberto Belarmino |
Tras más de ocho años de prisión el
reo, sin retractarse de sus ideas, escucha su condena y murmura:
"Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al
recibirla". En la edición del programa se le entremezclan
fragmentos de la película de Montaldo de 1973 donde esta frase
se resume en un duro y escueto "¡avete più paura voi!"
("¡vosotros tenéis más miedo!") cobrando, el momento, una fuerza
cinematográfica que conmueve.
Nuestro émulo de Burke interviene en off mientras las imágenes
nos muestran a Bruno camino al cadalso.
-"La historia privilegió que Giordano Bruno había cometido
herejía al sustentar que la Tierra, en consonancia con Copérnico,
no era el centro del universo. Como éste, el monje dominico
aseguraba que eran los planetas los que giraban en torno al Sol.
Pero Giordano iba más allá, sostenía que el universo era
infinito, con numerosas estrellas soles, planetas y otras vidas;
contradiciendo, así, la centralidad de la tierra tal el
sustento filosófico y dogmático de la iglesia católica de
entonces. Para aquella
iglesia podía ser motivo más que suficiente para la condena; sin embargo, el
causal más grave fue la negación de la centralidad de Roma. Giordano sustentaba que la relación entre
Dios y los hombres no
necesitaba de intermediarios por lo tanto la iglesia de humanos
no tenía razón alguna de existir. En este punto y siguiendo de
modo simple los razonamientos filosóficos de Bruno, invitamos al
espectador a reflexionar sobre lo siguiente: si Dios está
en todas partes, si Dios todo lo sabe y lo ve, si Dios puede
tener contacto directo con cada creyente, si Dios es el que
puede saber si el arrepentimiento del pecador es genuino, si Dios
es el único capaz de perdonar, si Dios detenta el
poder de hacer oir su voz al arrepentido exculpando sus errores; si todo es así
tal los principios dogmáticos de la iglesia; entonces, las
preguntas definitivas a hacerse son: ¿cuál es la razón para que existan
intermediarios?, ¿para qué curas, obispos y papas?, ¿para qué
capillas y catedrales?, ¿para qué santos de madera y yeso? Esos
por qué lo terminaron condenando. Frente a la muerte, fiel y consecuente con sus principios,
no aceptó siquiera que le entregaran un crucifijo al momento de ser
quemado vivo."
Las imágenes, en consonancia con el relato, comulgan con la pira
encendida que convierte en cenizas el cuerpo del monje. El
espectador observa como la Piazza dei Fiori se desvanece y reaparece en su
versión actual donde la estatua de Giordano Bruno emerge, tal su
premonición, imponente en el centro de la misma.
La cámara toma altura dejándonos, desde
lo alto, una última visión de la plaza; gira sobre si misma y descubre el Río Tiber al que,
veloz, comienza a recorrer hasta encontrarse con la fiereza del Castel
Sant´Angelo al que rodeará para luego sumergirse en una marea
humana que, por la Via Conciliazione, se dirige al Vaticano.
El locutor acompaña las imágenes con su voz:
-"Ustedes se preguntarán qué fue de la vida del Cardenal
jesuita Roberto Belarmino. Años más tarde, presidirá el tribunal
que juzgará a Galileo Galilei quien logra evitar el mismo fin
que Giordano renunciando públicamente a sus propias convicciones
científicas asignándole a las mismas la mera condición de
hipótesis sin pruebas ni sustento. Durante el papado de Paulo V,
el Cardenal es designado director de la Biblioteca Vaticana,
cargo que ocupará hasta su muerte a los 79 años. Fue
beatificado, canonizado y declarado Doctor de la Iglesia a
principios de la década del ´30 del siglo XX bajo el papado de
Pio XI."
Los murmullos llegan nítidos, se escucha la algarabía de la
multitud que festeja que tenemos nuevo papa. Se trata del
jesuita Francisco.
Se escucha a nuestro Burke
avanzar con la biografía del inquisidor:
-"El papa Paulo VI creará en 1969 un título honorífico que
llevará el nombre de San Roberto Belarmino."
El nuevo papa asoma al balcón y una ovación inunda todos los
rincones de la Plaza San Pedro, las columnas de Bernini parecen
inclinarse sobre la muchedumbre en gesto de abrazo. La lente
recorre los rostros de la gente hasta congelarse en los ojos de Francisco.
Nuestro relator se suma con sus palabras a las nuevas imágenes:
-"El electo papa es el Cardenal Jorge Bergoglio, Arzobispo de
la ciudad de Buenos Aires, Argentina y cuenta, además, con el
Título de Honor San Roberto Belarmino".
Con los ojos de Francisco en primer plano la imagen se va
diluyendo para, luego, recuperar nitidez con aquel cartel grande
y azul que, en una lejana,
desértica y solitaria región, brinda un homenaje a Giordano
Bruno. Nuestro buscador de capillas observa el cartel que le
devuelve la pantalla del televisor y se pregunta:
-"¿Quién lo puso y por qué?".
Fin del programa.
Biografía de Giordano Bruno incorporada al cartel
Datos complementarios:
Parque Nacional Pinas.
Fue creado por Ley N° 27435 del 21 de marzo de 2018. Se
encuentra entre el cordón montañoso de las Sierras de Pocho y la
región de los Llanos Riojanos, en el límite con la Provincia de
La Rioja, al norte de la Ruta Provincial 28 ocupando parte de
los Departamentos de Minas y Pocho.
El mismo tendrá una superficie de 105.000 ha.
El área que ocupa es la antigua Estancia Pinas que perteneciera
a Lisandro de la Torre (1868-1939); luego, al Banco Español y
del Río de La Plata y por último, adquirida por Feliciano
Manubens Calvet (1904-1981).
Por Ley N° 10481 del 20 de setiembre de 2017, el Gobierno de la
Provincia de Córdoba lo declara de utilidad pública y sujeta a
expropiación para, luego, entregárselo a la Administración de
Parques Nacionales.
Estado actual.
El 12 de noviembre de 2017, el diario "La Voz" publica un
artículo dando cuenta de la dramática situación en la que se
encuentra la vieja e histórica capilla.
"En 1833, en su Estancia Pinas, el cura Basilio Antonio
Cincunegui comenzó la construcción de un oratorio en honor a San
Roque. Lo hizo detrás de '... la casa, enfrontada a la sierra,
que detenta la fisonomía de un rancho grande techado con tejas
rojas', al pie de las montañas de Guasapampa, en pleno Chaco
Seco, según refiere Raúl Larra en su libro 'Lisandro de la
Torre, vida y drama del solitario de Pinas'.
El biógrafo del legislador santafesino cuenta también en ese
trabajo que cuando Lisandro de la Torre toma posesión definitiva
del latifundio, en 1917, '... recibe una iglesia abandonada y en
decadencia, cuyo valor de monumento se aplica en conservar'.
Pero luego aclara que, '... contra ese deseo de él trabajan
los paisanos del lugar, siempre dispuesto a remover las paredes
de la capilla en busca de hipotéticos tesoros'.
En relación con el accionar vandálico, Larra cita párrafos de
una carta que Lisandro de la Torre le escribió a su mayordomo en
los que le cuenta la gracia que le causaba ver como los
buscadores de tesoros se pasaban la vida escarbando en el valle
en procura de hallar riquezas enterradas sin que jamás se
tuviera noticia de un éxito al menos. 'La mayor destrucción del
oratorio de Pinas proviene de los que buscan tesoros', sentencia
en la misiva el remitente.
Antes, una tempestad que se abatió sobre ese rincón de las
sierras había hecho volar el techo de chapa y parte de la
tirantería de madera dura que lo soportaba. También un incendio
terminó con la sacristía por el piso. Una crónica de 1941
describe la penosa situación en que se encontraba el oratorio.
Apunta que las ruinas mostraban entonces los arcos y sus ojivas
desnudos.
Ya para esa época, hacía rato que no se realizaban las
tradicionales peregrinaciones del 16 de agosto y el 8 de
septiembre, en honor al patrono San Roque y a Nuestra Señora de
la Divina Pastora, respectivamente.
Tampoco había ni ecos remotos de los servicios religiosos que
se oficiaban. Hoy de la capilla sólo queda en pie, a duras
penas, una columna de la fachada sobre un montón de escombros".
Imagen que acompaña la nota del diario
"La Voz"
Foto obtenida por la Municipalidad en 2021
Coordenadas.
31° 10' 24,11" S
63° 31' 18,97" O
Elevación: 256 msnm
Fuentes de consulta:
-
CASTELLANO, Ernesto S.: "Tradiciones del oeste cordobés" -
Gráfica Libaak - Villa Dolores, 1983.
-
FERRARI RUEDA, Rodolfo de:"Historia de Córdoba" -
Biffignandi Ediciones. Córdoba, 1964.
-
LARRA, Raúl: Lisandro de la Torre: Vida y drama del
solitario de Pinas - Ediciones Claridad S.A., Buenos
Aires, 1942.
-
ORGAZ, Gustavo: "En la Estancia de Pinas" - Diario
Comercio y Justicia - Córdoba, 14 de noviembre de 2017.
-
SOIZA REILLY, Juan José: "El silencio del Dr. Lisandro de
la Torre" - Revista
“Caras y Caretas" - Año XXXIII - N°1654 del 14 de junio de 1930.
Biblioteca Nacional de España.
-
Diario "La Voz": 12 de noviembre de 2017.
-
Revista "La Bomba": Año I N°11 - Biblioteca Argentina
Dr. Juan Alvarez - Municipalidad de Rosario, 3 de junio de
1894.
-
Agradecemos especialmente al Sr. César Gastón Torres Vera por
interesarnos en el tema y por los aportes realizados.
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