El Oratorio de Nuestra Señora de la Merced se ubica en Yacanto,
Departamento Calamuchita, Córdoba (Argentina). Las tierras son recibidas
como Merced a fines del siglo XVI por Manuel de Fonseca Contreras y su esposa Leonor de Tejeda Mirabal fundadora del Monasterio de Santa
Teresa de Siena de Córdoba. Estas extensiones serán adquiridas por la
Compañía de Jesús sumándolas a la Estancia de San Ignacio de los
Ejercicios Espirituales. Luego de la expulsión de los Jesuitas la
estancia es adquirida por José Antonio Ortiz del Valle en 1772. En 1861 la propiedad pasa a manos de Eulogia Irusta quien erige la capilla y la vuelve pública en 1877. Es de una
sola nave rectangular de 14 por 4,5 m con paredes de adobe y sacristía
del lado de la epístola. Al frente, luce dos contrafuertes revestidos en
piedra. En 1939, tras numerosos cambio de dueños, es adquirida por José Marrero quien procede a
demarcar la actual población de Yacanto de Calamuchita.
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CAPILLA DE LA MERCED
El Oratorio de la Merced comienza a funcionar como Capilla
pública en 1877. La inquietud que lo convirtió en realidad
correspondió a Doña Eulogia Irusta (viuda de Don Luis Villagra)
quien la hace construir en la Estancia que la familia
Villagra había adquirido en 1861.
La posterior donación a la iglesia católica incluirá una superficie de tierra para
cementerio y para la
construcción de ámbitos que pudiesen recibir a los
peregrinos que venían desde las serranías a profesar su
devoción a la Virgen de Nuestra Señora de la Merced en su
novena.
El
inicio de su vida pública puede detectarse en las Actas de
Bautismo del Curato de San Agustín. Libro 15, Años
1862-1877 del Archivo del Arzobispado de Córdoba y acta de
bautismo de Yacanto, donde dice:
“En esta nueva Capilla de Yacanto a veinte y nueve de
abril del presente año (1877). Yo el Cura y Vicario puse
Oleo y Crisma a José Manuel de seis meses doce días, hijo
legítimo de José Manuel Carranza y Aurora Medina. Fueron
padrinos Don Carranza y Clementina Carranza. Conste Adolfo
Villafañe (cura).
La
capilla es de una sola nave rectangular, de 4,50 m de ancho por
14,00 m de largo, con paredes de adobe de 0,70 m de espesor.
Tiene sacristía, del lado de la epístola, con techo bajo de
hormigón a una sola agua, siendo la dimensión en planta de 4,50
m por 4,50 m, conectada a la nave por una abertura con arco de
medio punto. Tiene salida al exterior.
La nave tiene piso de cemento alisado color rojo, techo de
madera asentados en vigas simples bajo cubierta de chapa de zinc
a una sola agua con escasa pendiente y caída libre. Las paredes
están encaladas en color blanco.
El
altar es de mampostería donde se destacan dos importantes
columnas que enmarcan la hornacina que aloja a la Virgen de la
Merced. El sagrario de madera policromada, es de muy bella
factura y de mucha antigüedad.
Dos contrafuertes frontales que fueron revestidos, en dudosa
concepción, con piedra del lugar con juntas sobresalientes,
enmarcan la fachada, que es un rectángulo plano vertical,
orientado al norte.
Sobre este plano, un frontis curvo bordeado por una cornisa de
igual sección que la anterior, flanqueado por dos pináculos,
hace las veces de espadaña con dos orificios que culminan en
arco de medio punto y alojan sendas campanas. El conjunto
remata en una cruz labrada en hierro forjado.
En el eje de simetría, que organiza esta fachada, la puerta de
ingreso es de dos hojas de madera con cuatro tableros y culmina
en arco de medio punto.
Un
artefacto de iluminación que, durante mucho tiempo, lucía en el rectángulo de la fachada
fue retirado recientemente con el consecuente embellecimiento de
la imagen visual del conjunto.
LAS TIERRAS:
Son los primigenios pobladores los que aportan las raíces del
nombre Yacanto. Se atribuiría a la conjunción de "Yam" (tal como
se llamaba, según la leyenda, a un poderoso cacique) y "canta"
(que podría interpretarse como el título de mando). En síntesis
"Yamcanta" podría dar respuesta al nombre que finalmente tomaría
la zona.
En los últimos años del siglo XVI y en carácter de merced las
tierras son recibidas por el General Manuel de Fonseca Contreras
quedando en las manos de su esposa Doña Leonor de Tejeda Mirabal
al momento de su fallecimiento. Es ésta quien funda el
Monasterio de Santa Catalina de Siena hacia 1613 para luego donar
todos los bienes a esta novel Congregación que la conserva tan
solo por tres años ya que luego la vende al Capitán Hernando de
Tejeda Mirabal.
Será la Compañía de Jesús quien sume estas tierras de Yacanto, tras adquirirlas, a
la Estancia de San Ignacio de los Ejercicios Espirituales;
convirtiéndose así en la de mayor superficie de toda Córdoba.
En el año
1767, luego de la expulsión de los Jesuitas, se realiza un
inventario de bienes y una mensura de esta propiedad que sería
vendida más tarde. La mensura estuvo a cargo de Don Dalmacio
Vélez (padre de Dalmacio Vélez Sarsfield) y del Juez Subdelegado
Don Diego de Las Casas quien también estuvo a cargo del
Inventario, según consta en un documento: “Compañía de Jesús,
mensura e inventario de bienes de la Ea. San Ignacio, serie
Escribanía 2, legajo 40, expediente 12, año 1767”. Archivo
Histórico de Córdoba.
El puesto
de Yacanto se describe de la siguiente forma: “Así mismo
describen los contadores haber pasado al puesto llamado Yacanto
que está al cargo de Félix Vicente y en la misma conformidad
habían tomado la razón siguiente. Primeramente Setecientos
quarenta Yeguas de dos años para arriva con los padrillos
correspondientes. Doscientas ochenta y quatro mulas de edad.
Setenta y dos … de dos años. Ciento treinta y dos cavallos
mansos. Veinte y quatro potrillos y potrancas de año. Quince
burros, trece mulas mansas. Un mil diez y nueve bacas.
Trescientos veinte y seis terneras y terneros de año. Un mil
quinientos veinte obejas blancas. Así mismo tiene el puesto dos
corrales de piedras grandes y un transcorral”.
Toda la Estancia de San Ignacio (incluída Yacanto) pasaría a integrar los bienes de
José Antonio Ortiz del Valle hacia 1772.
En 1841/42
se realiza la sucesión de María Gregoria Ortiz, hija de J. A.
Ortiz del Valle y viuda de Pedro Nuñez (dueño de la Ea. Santa
Rosa). Según consta en el documento “partición y adjudicación de
bienes de María Gregoria Ortíz. Serie Escribanía 2. Legajo 138.
Expediente 14”. Archivo Histórico de Córdoba. Se trató de un
juicio sucesorio complejo que finalizó 25 años después de la
muerte de M. G. Ortiz. Para el año que concluyó el juicio (1842)
dos de sus seis hijos ya habían muerto, quedando como herederos
algunos de sus nietos, por esa época menores de edad, debiéndose
nombrar curadores de bienes y se contó con un defensor de
menores en el juicio.
Los bienes
a repartir fueron: Ea. Los Cocos 264$. Ea. Santa Bárbara 528$
(en esa época esta propiedad según consta en los documentos
presentaba problemas por la “indiada” vecina. Ea. Santa Rosa
2450$. Ea. Yacanto 1079$. Ea. San Miguel 1041$. Ea. Altos de San
Ignacio 1415$.
El 14 de
diciembre de 1861, dos de las herederas de María Gregoria Ortiz,
Francisca Antonia Núñez (hija) y Mercedes Prado Núñez de Baños
(nieta, era una de las menores durante el juicio sucesorio)
venden la Ea. Yacanto a Antiloquio Villagra.
En 1894 hay
registro de una mensura de la propiedad de Antiloquio Villagra,
la Estancia Yacanto. Según consta en Documento Serie Civil 2,
Legajo 15, Expediente 6 del Archivo Histórico de Córdoba. Se
utiliza como antecedente la mensura realizada por Dalmacio Vélez
en 1767, y se define la propiedad de esta Estancia lindando al
sur con El Durazno, al norte con Estancia San Miguel, al
naciente con Estancia Atum Pampa y al poniente con las cumbres.
Las medidas fueron de una legua y media de frente y tres leguas
y media de fondo (a vuelo de pájaros).
Según
testimonio de Doña Layda Alvarez de Villagra (única descendiente
de la familia Villagra en la zona), el casco de la Ea. Yacanto
se constituía de una hilera de habitaciones con una galería en
común hacia el poniente y sus paredes estaban pintadas en rosa.
Con motivo de las funciones religiosas de la Iglesia de la
Merced comenzaron a surgir primero las llamadas pulperías, que
funcionaban sobre carros y luego negocios, siendo el primero el
que funcionó en una de las habitaciones del casco.
La
actividad principal de la Estancia era la ganadería bovina y
ovina. Debido a la gran extensión de campos se ocuparon
numerosos a los que se les fue retribuyendo con parcelas de
campos. Este fue el modo en que fueron surgiendo las divisiones
de la tierra con el consiguiente asentamiento de familias y la
formación del poblado.
Casco de la Estancia donde funcionará la primera
escuela (Demolido en 1949)
La Capilla vista desde el Casco de la Estancia
Será finalmente José Marrero quien la compra en 1939, definiendo
el trazado de la actual Villa el que es aprobado dos años más
tarde bajo el nombre de Yacanto de Calamuchita fijando
diferenciación con la homónima de San Javier.
Hacia 1949
se demuele el casco de la Estancia de la que solo se conservan
algunas ruinas en lo que hoy es la sección Parque Marrero
Hermanos.
Imagen de 1987 donde se observan las tareas de
construcción de los cuerpos aledaños
2019 - La nueva imagen de la Capilla
Video - Año 2019
24 de setiembre - Día de Función
Datos complementarios:
Latitud :
32º 06´S
Longitud :
64º 45´W
Altitud :
1150 m
Fuentes de consulta:
BENSO, Griselda - SIGNORILE, Analía - "La
Estancia Jesuítica de San Ignacio de Calamuchita" -
Ediciones del Boulevard, Córdoba, 2004
MAYOR, Sergio - "Historias y leyendas de
Calamuchita" - Educor, 1995
MAYOR, Sergio - "Cuentos y relatos
serranos" - Editorial Artesanía Gráfica, Santa Rosa de
Calamuchita, 1991
SANCHEZ, María del Carmen - "Voces y
Senderos de Villa Yacanto de Calamuchita" - Dondegente,
Laboulaye, 2012
SIGNORILE, Analía - BENSO, Griselda - "En
Calamuchita, pueblos de indios y los primeros españoles" -
Imprenta Rojo, Santa Rosa de Calamuchita, 2000
Agradecemos al Sr. Héctor Marrero la
atención dispensada y la provisión de información y
fotografías.