Síntesis

La Capilla Virgen del Carmen, Departamento San Alberto, Córdoba (Argentina) se levanta en tierras identificadas como Altaptina que ocupaban los comechingones. El Escribano Juan Nieto fue el primero en recibir estas tierras en carácter de Merced. Más tarde la propiedad pasó a manos de la Compañía de Jesús, luego al Capitán Gregorio Díez Gómez y en 1689, deviene en propietaria Ana María Bustos y Albornoz sumando Panaholma con Altaptina. Al dividirse el condominio, el título de Altautina correspondió a Antonio Bustos y Albornoz y en 1728, lo delega en Sebastián Ortega.

Las tierras la heredan las hijas quienes la fraccionan y venden a distintos nuevos propietarios. Cuando José Agüero deviene en dueño, dona las tierras para la construcción de la Capilla y el Cementerio. Las obras fueron realizadas por Juan Vilches bajo la supervisión del Cura Brochero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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CAPILLA VIRGEN DEL CARMEN

 

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El antiguo pueblo aborigen Altaptina, habitado por los comechingones, aparece en documentos legados por los españoles desde mediados del siglo XVI. En lengua camiare se llamó Pisiscara. Por los conquistadores sabemos que en esos tiempos los caciques dominantes en Altaptina eran Balta Navie y Haica Navi.

Víctor Barrionuevo Imposti, en el capítulo XV del tomo I de su obra "Historia del valle de Traslasierra", consigna que, "... en 1598, el escribano Juan Nieto recibió en Merced grandes extensiones de tierras en el valle transerrano".  Las mismas comprendían "... los parajes de Nono y Tilahanén, que incluían las tierras de Canchisaca (también conocida como Chanquinchona), Pisiscara (o Altaptina), Paha (tal vez, entre Altaptina y 'el río de los Sauces abajo'); Tilahenén (Río de los Sauces, donde sale de la sierra); Soconda (al sur de Ciénaga de Allende) y otras más".

Después de que fueran propietarios la Compañía de Jesús y el Capitán Gregorio Díez Gómez, quedan en manos de Ana María Bustos y Albornoz como dueña inequívoca de la estancia de Panaholma y el Potrero de Altaptina. Esto es en el año 1689.

En división de condominio el Potrero de Altaptina, que pasó a llamarse Altautina, le correspondió al licenciado Antonio Bustos y Albornoz, quien en 1728 lo vendió a Sebastián Ortega, en el sector denominado "El Potrero de Altautina".

En fecha 31 de marzo de 1746, Ortega declara en su testamento, que está casado con Feliciana Mercado y nombra a sus cinco hijas como herederas. Menciona nombres de los distintos parajes que integran su estancia Altautina: "El Saucecito", "El Divisadero", "La Cuesta", "Los Altos de Chaquinchuna", "El Rincón", "Cerro Blanco", "Cuesta del Quebracho".

Le heredaron sus hijas Ana, Amadora, María, Flora y Josefa; de quienes, por ventas parceladas o bienes hereditarios, pasaron a otros dueños.

En 1887, don Carlos Agüero, se presenta ante el Juzgado Civil de 2° Nominación de Córdoba, solicitando la mensura de su propiedad llamada "Estancia del Carmen".

 

Distribución de tierras a fines del siglo XVII - Víctor Barrionuevo Imposti

 

El 1 de abril de 1866, el cura y vicario con asiento en Villa del Tránsito, presbítero Francisco Ignacio del Rosario Aguirre (1823-1892) que, desde 1862 hasta 1869, estaba a cargo del Curato de San Alberto con asiento en El Tránsito, envió un oficio al Canónigo Honorario de Córdoba Dr. David Luque (1828-1892), comunicándole que don José Agüero, vecino de Altautina, ofrecía en donación un terreno en dicho paraje con destino a la construcción de una capilla y en las cercanías, una parcela de terreno donde radicar un cementerio. Los vecinos, por su parte, se comprometían a hacer los aportes necesarios para la construcción del proyecto.

En el escrito, el sacerdote califica "... el gesto como piadosa confesión y considera viable el propósito, dado que las capillas en la región se hallan a muchas leguas de distancia". Agrega que "... la construcción es sólida, siendo sus murallas de piedra y cal con techo cubierto por tejas, lo cual permite erigirla en Capilla".

Brinda las medidas de la pieza, "... siendo su largo de diecisiete varas [14,70 m] y su ancho, de siete varas [6,06 m]".

El Presbítero Aguirre le solicita al señor Obispo que se le conceda la licencia correspondiente, permitiendo la habilitación de la Capilla y del Cementerio, facultándolo para proceder a las bendiciones y sirviéndose tomar en cuenta los bienes donados, acceda a sus peticiones.   

Con fecha 17 de abril de 1866, el Obispo le responde al padre Aguirre que, "... en vista de lo solicitado y llevando a cabo tan importantes donaciones, documente en forma fehaciente esas disposiciones que don José Agüero realiza a favor de la Iglesia, acerca de la sala para Capilla y el terreno destinado para Cementerio". Le solicita que de mayores precisiones con respecto a la ubicación del terreno contiguo, si es posible la construcción de habitaciones para los curas y si se encuentra solo o con otras edificaciones en un patio común. Además, apela a que don José Agüero salve todos los obstáculos para la viabilidad de los ofrecimientos.

El historiador Domiciano Osvaldo Herrero rescata que, el día 30 de julio de 1866 y ante el Juzgado de Primera Instancia de San Pedro a cargo de Don Pedro Puertas, Don José Agüero y su esposa Jesús (SIC) Romero hicieron donación de un terreno con una casa, ubicado en su estancia, a favor de la Capilla de Altautina, a erigirse en ese lugar. En el mismo acto, donaron un terreno contiguo a la futura capilla, siendo sus medidas "... ochenta y cinco varas de largo, de sud a norte, por setenta varas de ancho, de naciente a poniente".

A lo largo de tres años se trabajó en la casa recibida, a fin de adecuarla a su nuevo destino adicionándole, además, una sacristía. Las tareas le fueron encargadas a don Juan Vilches.

El mismo Herrero suma que, "... asimismo, se disponía de los ornamentos y vasos sagrados indispensables, lo cual permitiría el desenvolvimiento del culto normalmente".

 

El Cura y Vicario Interino de la Villa del Tránsito Francisco Ignacio Aguirre es quien encaró las tareas necesarias para la ejecución de la primera capilla. El 3 de abril de 1869 y para proceder a bendecirla, el sacerdote le solicita la pertinente licencia al Obispo Dr. D. José Vicente Ramírez de Arellano (1858-1873).

En paralelo, le remite adjunto los documentos que acreditan la donación de la sala para capilla, el del terreno destinado para plazoleta, el del otro terreno comprado para panteón y lo referente al lote donde se construirá la habitación para los sacerdotes.

Estimamos que, a partir de mayo de 1869, se debió haber realizado el acto oficial de bendición de la Capilla a cargo del padre Aguirre, descontando el seguro júbilo que habrá tenido con gran repercusión en las comarcas transerranas.

Obispo Dr. D. José Vicente Ramírez de Arellano

 

A fines de este año, el Cura José Gabriel Brochero llega a San Pedro para hacerse cargo del Curato. A partir de entonces, ejercería su ministerio sacerdotal en la capilla de Altautina. Al respecto, el historiador Herrero describe que "... el eco legendario de su labor en este paraje, llega a nuestros días, con la emoción de sus añoranzas".

El Cura Brochero, desde San Pedro y acompañado por un peón, inició su primer viaje por el valle transerrano, tomando el "penosísimo camino" de herradura por la Cuesta de Altautina; éste era el único camino que comunicaba el Departamento San Alberto de sur a norte. Se dirigía con destino a Ambul, donde debía ubicar al Padre Francisco Aguirre para que le haga entrega del Curato de San Alberto que tenía a su cargo y que debía dejar, al haber sido nombrado Rector del Seminario Menor de La Rioja.

La senda era sumamente tortuosa y empinada, cruzando de tanto en tanto por acequias que carecían de puentes y por zonas muy arboladas que invadían el trazado de la huella.

 

Imagen tradicional del Cura Brochero, su firma y de su mano, borrador del camino de la Cuesta de Altautina

 

Es el mismo Cura Brochero quien recuerda que en un momento perdieron la senda; la complicada circunstancia la rememorará más tarde, diciendo que, "... en el año ’69, iba hacia Ambul, buscando al cura que me entregara el curato según nota que llevaba y, viéndome desde su casa que iba extraviado con mi peón, me salió al través con su comedida madre y me dijo: 'Va usted mal. Venga con nosotros, descanse en casa y luego le doy un vaqueano que lo lleve a Ambul'. Desde los últimos días del ‘69 le debo servicios a la señora Zoraida". [Los Principios, 02/02/1922] (Acceso al discurso completo).

Al momento de llegar a Altautina, fue recibido por sus flamantes feligreses que muy gustosos le hicieron conocer la pequeña Capilla de reciente construcción y que, por especial pedido del donante del terreno, habían colocado bajo la advocación de la Virgen del Carmen.

 

Algarrobo blanco (Prosopis alba)

 

La pequeña villa estaba formada por un grupo de familias que construyeron sus viviendas al costado del camino, al igual que la Capilla. El centro de reunión vecinal era un centenario algarrobo blanco (Prosopis alba) que aún vive y que, según cuenta la tradición oral, bajo su sombra, el Cura Brochero escuchaba las confesiones de sus feligreses.

En un artículo del Diario "La Voz" se describe que "... Altautina creció congregando alrededor de este algarrobo caballadas y vacadas, oficiando asimismo de posta para viajeros, reuniendo destinos, soledades, rumbos y anhelos. El añoso y ancho algarrobo, imperturbable frente al tiempo que nada perdona, sigue siendo para Altautina ese gigante bonachón que agrupa a la gente, ahora a salvo y para siempre de la tala indiscriminada a que fueron sometidos sus pares desde comienzos del siglo XX, hasta diezmarlos, como lamenta el escritor villadolorense José María Castellano (1924-2013) en su novela testimonial 'Réquiem por el árbol' de 2004".

Bajo "El Árbol Dulce", tal como lo llaman, una placa recuerda que, por decreto de fecha 8 de mayo de 1878, el Gobierno de la Provincia de Córdoba estableció una posta en Altautina designando Maestro de Posta a don Magín Peralta.

Al respecto, Herrero expresa que, "... ubicada en torno al viejo algarrobo, fue un alto en el camino transitado por tropas de carretas, las diligencias, los chasquis mensajeros, los viandantes lugareños y las tropas de ganados, hacia distintos rumbos de nuestra geografía".

 

Una vez hecho cargo del Curato de San Alberto, el Cura Brochero dirigió la obra de reconstrucción de la Capilla. Durante esos tiempos de trabajo, detrás de la capilla, el sacerdote se había construído una rústica pieza de lajas apiladas donde se guarecía cuando debía permanecer más de un día. Es lamentable que, dado su valor histórico, la misma no haya sido conservada.

 

Precaria vivienda utilizada por el Cura Brochero

"Un largo camino evangelizador: el Obispado de Cruz del Eje" - Liliana de Denaro

 

Liliana de Denaro en su libro "Un largo camino evangelizador: el Obispado de Cruz del Eje" consigna que Brochero, "... en sus frecuentes travesías y para asistir espiritualmente a los enfermos o acercarse a sus feligreses, descubrió que crecía un bosque de álamos y decidió utilizar su madera para techar la casa de ejercicios y el colegio. Entonces convocó a los vecinos para realizar una expedición al lugar y arrastrar los troncos hasta el lugar de la obra".

Brochero organizó verdaderas mingas con los vecinos que, hacha en mano con decidido empeño y voluntad, aprovechó los bosques de quebracho y algarrobo para transformarlos en vigas y tirantes para los techos de la Casa de Ejercicios Espirituales y Colegio de Niñas de Villa del Tránsito. La capilla de Panaholma muestra en su techo y en el entrepiso del coro alto el uso de este maderamen.

 

Cuesta de Altautina. Los primeros años de la Capilla.

 

En 1870 debió trabajar el Cura Brochero en el camino de herradura de la Cuesta de Altautina, como parte de la única vía de comunicación que recorría de norte a sur el departamento San Alberto, era muy necesario para la tarea de evangelización y el transporte de los materiales.

Años después y en una carta al Jefe Político D. Severo Cortés de fecha 25 de diciembre de 1910, el mismo sacerdote apuntará que "... en el primer año de mi Vicaría en San Alberto hice el camino de herradura para dejar los dos penosísimos caminos que encontré en Altautina cuando vine". Posteriormente, por iniciativa del Pbro. José Martínez, Brochero se esforzó para transformarlo en camino de ruedas, por lo que recurrió a las autoridades provinciales buscando el apoyo necesario para la obra. Conseguido éste, "... se principió la obra y se terminó con toda felicidad en pocos meses, quedando algunos inconvenientes penosos, especialmente en el trayecto de la Cuesta del Agua de los Bueyes".

 

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La primera referencia a la Capilla Ntra. Sra. del Carmen dentro del Curato de San Pedro fue a mediados del año 1872 en que asistió al lugar el "ayudante" Pbro. Facundo Bejaramo. 

En el libro de Bautismos de San Pedro, quedó registrado que Brochero bautizó en la Capilla del Carmen en noviembre de 1873, 16 de enero de 1874, 25 de julio de 1874 y 14 de octubre de 1875.

En el año 1880, ante el paulatino deterioro del templo a causa del paso de los años, Brochero decide reconstruir la capilla.

Un vecino de Villa Dolores fue el artesano que fabricó las campanas. De origen chileno, Don Fructuoso Mercado tenía su herrería frente a la Plaza Mitre, y en la campana mayor se estampó el año 1881 correspondiente a la fecha de su fabricación. Según historiadores transerranos, ambas campanas fueron trasladas a lomo de mula hasta su emplazamiento final en la Capilla.

Dentro de la mensura realizada por el agrimensor Justo P. Balmaceda en el año 1886, se deja constancia que "... allí se encuentra la Capilla de Nuestra Señora del Carmen". [A.H.P.C. Civil 2º, Año 1887, leg.3, exp. 3]

En el frontispicio del templo se podía leer la fecha "1896", ésto se debía a que, en ese año, el templo fue refaccionado ampliando sus dimensiones. Más adelante los vecinos decidieron reducirlo a una sola nave.

Dada la gran extensión del Curato de San Alberto, con la falta de caminos que dificultaban la atención de los feligreses y ante reiterados pedidos, el Obispo Fray Juan Capistrano Tissera (1884-1886) accedió a la disminución de su territorio, creando el Curato de Tránsito por decreto del 4 de agosto de 1885, designando al frente del mismo al Pbro. José Gabriel Brochero. [Cf.  A.A.C. Libro de Autos, 1867-1905, F.69/70]

Altautina quedó dentro del Curato de San Pedro Apóstol, junto a las Pedanías de San Pedro (sede), Carmen y San Vicente, razón por la cual quedó fuera de la jurisdicción del Cura Brochero haciéndose cargo el Pbro. Facundo Bejaramo desde el 1º de mayo de 1885 hasta el 9 de junio de 1887. El Pbro. José López cubrió un interinato de pocos días, sucediéndole el padre José Domingo Martínez, desde el 25 de julio de 1887 hasta el 17 de septiembre de 1902.

 

 

El Departamento de San Alberto, creado en diciembre de 1858, en el gobierno de Mariano Fragueiro (1858-1860), con sus 3.327 km2, actualmente está dividido en siete pedanías: Ambul, Carmen, Nono, Panaholma, San Pedro, Tosca y Tránsito. La Pedanía Carmen, que tomó su nombre de la Virgen Ntra. Sra. del Carmen, tiene como cabecera el Pueblo de Altautina.

 

 

Su arquitectura.

 

Está ubicada a la vera de la Ruta Provincial 305. Su fachada, muy simple, está orientada al sur-suroeste, retirada 8,50 m de la línea de vereda. Una verja de mampostería y reja metálica produce frontalmente el cierre del predio.

 

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El imafronte está constituido por un plano rectangular horizontal sobre el que se asientan dos espadañas y el hastial. Ambas espadañas, aunque no se manifiesten en fachada como iniciadas desde el suelo, están por fuera del ancho de la nave. En el eje de simetría, un portal de madera de dos hojas batientes con doce tableros, esta bordeado por una moldura que supera el dintel plano, en arco de medio punto. A ambos lados un zócalo fue terminado en igual color que la referida moldura.

 

 

El lado superior del rectángulo esta bordeado por una pequeña cornisa igual a la del tímpano del hastial.  Las espadañas tienen el vano terminado en arco de medio punto, alojándose en el de la derecha las campanas de 1881. Ambas espadañas terminan con un tímpano coronado en su cúspide por sendas cruces forjadas en hierro.

La capilla esta resuelta en una sola nave de 15,46 m de largo por 4,09 m de ancho. Esta techada con una estructura formada por 8 cabreadas de par y nudillo reforzado y seis correas sobre las que se toma la cubierta de chapas de zinc pintadas. La estructura está a la vista teniendo su cumbrera a 6,84 m del nivel de piso.

En el paramento oeste están las aberturas que proporcionan luz al recinto: dos rajas y una ve. El paramento este solo tiene el vano de ingreso a la sacristía.

 

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En el presbiterio, sobreelevado 40 cm y con una profundidad de 4,15 m, está el retablo de mampostería donde 4 columnas circulares generan tres calles, cada una con su hornacina bordeada con una moldura, alojándose en ellas las respectivas imágenes. En la central, la Patrona Virgen Nuestra Señora del Carmen, del lado de la epístola; San José y el Niño y del lado del evangelio, San José del Rosario Brochero.

A la derecha, un vano con arco de medio punto rebajado comunica con la sacristía que tiene 6,96 m de largo por 3,92 m de ancho. En esta abertura puede medirse el espesor del muro: 1,22 m.

 

 

El techo está formado por vigas de algarrobo canteado a hachuela y chapa de zinc; el piso es de ladrillones y tiene puerta y ventana a la explanada que esta en el lateral este de la capilla.

El montarás caserío de Altautina en traslasierra, al costado de las rutas principales, casi sin vecinos permanentes, se escapa del mapa en respetuoso silencio con una paz total.

 

Datos complementarios.

  • 150 aniversario.

    Con motivo del 150 aniversario de la Capilla y por expediente 1885-D-2019 del 17/04/2019, la Cámara de Diputados de la Nación lo recordó con beneplácito. (Ver dicha Resolución)

     

  • Declaración de Monumento Histórico Nacional.

    Bajo Exp. 3261-D-2019, se presentó el proyecto de Ley para la declaración de Monumento Histórico Nacional. En el sumario se indica: "Declarar Monumento Histórico Nacional a la Capilla de San Vicente, la Capilla del Carmen de Altautina, la Capilla de Ciénaga de Allende, la Capilla de San Pedro y la Capilla de Nuestra Señora del Rosario de Panaholma". (Ver dicho Proyecto de Ley)     

 

Coordenadas.

Latitud: 31º 47’ 24,15" S

Longitud: 64º 09’ 57,88" O

Altitud media: 673 msnm

Google Earth y foto aérea de Miguel Corte

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • BARRIONUEVO IMPOSTI, Víctor: "Historia del Valle de Traslasierra" Tomos I y II - Dirección General de Publicidad de la Universidad Nacional de Córdoba, Córdoba, 1953. (1)

  • BRONDO, Héctor: "Altautina: un caserío que se escapa del mapa" - Diario "La Voz del Interior" - Córdoba, 8 de noviembre de 2015.

  • DE DENARO, Liliana: "Tras las huellas del Venerable Cura Brochero" - Corintios 13 - Córdoba, 2007.

  • DE DENARO, Liliana: "Un largo camino evangelizador: el Obispado de Cruz del Eje" - Editorial Centro de Estudios Brocherianos - Córdoba, 2016.

  • Diario "La Voz": "Algarrobo Blanco de Altautina" - Suplemento "Temas" - Córdoba, 17 de agosto de 2008.

  • Diario "Los Principios": "Un discurso de Brochero" - Córdoba, 2 de febrero de 1922.

  • Google Earth.

  • HERRERO, Domiciano Osvaldo: "Capilla Nuestra Señora del Carmen" - "Cuadernos de Historia" n°3 - Junta Municipal de Historia de Villa Dolores - Villa Dolores, 2002. (2)

  • HOGAN, Luis: "Las andanzas del Cura Brochero" - Revista "Todo es Historia" n°20 - Buenos Aires, diciembre 1968.

  • Redacción "La Voz": "La piadosa confesión que se transformó en capilla" - Córdoba, 8 de noviembre de 2015.

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Las fotos aéreas son gentileza de Miguel Corte

 

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