En marzo de 1599 se radica la Orden Jesuítica en la naciente Córdoba de
Nueva Andalucía. En 1610 crean el Colegio Máximo y años después, el
Convictorio de San Javier, la Universidad y el Noviciado. Para sustento
de toda esta estructura se gestan las Estancias siendo la de La
Candelaria, creada en 1678, una de las más significativas. La misma
comprendía las tierras que había recibido el Capitán García de Vera
Mujica en carácter de Merced y que, a los 65 años, donará al Noviciado
de la Compañía de Jesús. A esas 55000 hectáreas se sumarán otras
propiedades abarcando una superficie que iba desde Soto hasta la Merced
de San Antonio de la Sierra de Achala. El conjunto edilicio edificado en
cuadro cerrado y que ha sobrevivido al paso del tiempo lo conforma: la
capilla, un patio rodeado de las habitaciones que constituyen el
convento y un segundo patio en torno del cual se ubican los talleres,
depósitos, cuadras y corrales. Externamente, el tajamar, atahona, horno
y huerta. La producción privilegiada era la de mulas. El 29 de noviembre
de 2000 es declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.
La Página Web "Capillas y Templos"
está registrada en la DNDA(Ver
detalle)
LA CANDELARIA -
Estancia Jesuítica (PATRIMONIO DE LA
HUMANIDAD)
INTRODUCCION
En
los primeros años de la década del setenta, visitamos en varias
oportunidades la Estancia de La Candelaria. Estábamos haciendo
un audiovisual sobre las construcciones jesuíticas en la
Provincia de Córdoba, para exponer con motivo del IV Centenario
de la fundación de la ciudad de Córdoba.
Conversábamos, mate de por medio, con Doña Filomena Portela de
Bazán, quien a mi pregunta, "Abuela, ¿no tiene miedo de vivir
bajo este techo ... junto a estas paredes?" (la luz del sol
penetraba mansamente por las grietas de ancho variable y el humo
del brasero hacía dibujos en el aire); siempre respondía: "m'ijo,
ésto no se cae mientras yo viva".
Imagen de Doña Filomena Portela de Bazán en La
Candelaria
En 1897, con prólogo de Rubén Darío, se publica el libro "Tierra
Adentro - Sierras de Córdoba" escrito por Ashaverus
(seudónimo del escritor cordobés Amado J. Ceballos que, por
entonces, era Inspector Nacional de Escuelas). La obra
recopilaba las experiencias de viajes realizados por el autor al
interior de las bellezas geográficas y costumbristas de la
provincia mediterránea y que fuesen publicadas, a modo de
salidas periódicas, en el diario La Nación de Buenos Aires. En
su relato describe que al llegar a La Candelaria se encuentra
con "... una suavemente ondulada altiplanicie de bastante
extensión, sobre la cual se destacan la capilla y las dos únicas
casas de las familias de Portela y Castro (estrechamente
emparentadas), con sus cercos de piedra, con sus construcciones
adyacentes, algunas de las cuales sirven para alojamiento de los
concurrentes a la función religiosa anual y dos para escuela y
habitación del maestro. Corta la altiplanicie por extremo
occidental y de sur a norte un profundo, barrancoso y pintoresco
arroyo, tributario del río de Candelaria que traza una breve
curva en la extremidad NE del plano. Ese excelso arroyo (porque
es realmente uno de los más altos de la región) tiene por
adornos permanentes, musgos, gramas y totoras, y accidentales,
las cabritas y otros cuadrúpedos que bajan al agua y alguna
Rebeca o Diporah, o simplemente alguna doméstica de nuestros
días que lava la ropa, llena el cántaro o arrea a retumbantes
gritos la majada".
"Tierra Adentro - Sierras de Córdoba"
deAshaverus, 1897
En el
dintel de la puerta, un "1693" grabado en la madera, da cuenta
del inexorable paso del tiempo y una tronera junto a la
cerradura de la puerta exhibe, con crudeza, la necesidad de usar
un arma para, disparando desde allí, defender la propiedad y las
personas frente a los reiterados ataques de los malones que
siguieron mucho más allá de los tiempos jesuíticos. [Revista
El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]
Antonio Lascano González, autor del libro "Monumentos Religiosos
de Córdoba Colonial", alrededor de 1940-1941, acotaba, al cerrar
su descripción de La Candelaria y refiriéndose a Doña Filomena y
su esposo Martín, que ellos "... se preocupaban laudablemente por
conservar inalterable este monumento, en la esperanza de que
algún día entrara a engrosar el patrimonio de la Nación".
Unos diez años antes, otro grande de la arquitectura colonial
argentina, el Arquitecto Ingeniero Juan
Kronfuss describía, en una nota en el Diario "Los Principios"
del 12 de noviembre de 1931, como "... el espíritu
emprendedor de los misioneros jesuítas, buscando expansión a sus
visiones románticas, abandonó la llanura e incursionando en la
montaña, llevó a un rincón apartado de nuestras serranías, los
prestigios de su orden y su fe. Allí, en la más pavorosa
soledad, enclavaron la cruz y echaron los cimientos del primer
templo que el cristianismo elevaba en aquellas comarcas para
adoración de su Dios".
Acceda a la nota completa haciendo click aquí.
Pasaron muchos años, Doña Filomena ya no está. La Candelaria,
efectivamente, no se cayó y superó las expectativas de ser
Patrimonio Nacional para pasar a ser Patrimonio Cultural de la
Humanidad,
desde el
29 de noviembre de 2000 junto a la Manzana Jesuítica de Córdoba
y las Estancias de Santa Catalina,
Jesús María,
Caroya y
Alta
Gracia. La Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares
Históricos con fecha 25 de octubre de 1941, por decreto Nº
106.845 la había declarado Monumento Histórico Nacional. La
Provincia de Córdoba, que había adquirido lo edificado con un
terreno de 7 ha, en 1982, la incluyó entre sus Bienes
Protegidos por Decreto Nº 069 del 02
de febrero de 2000.
LOS JESUITAS
¿Cómo
sería nuestro país o mejor, el cono sur americano, si en 1767
Carlos III, presionado por múltiples factores, no hubiera
cometido el error de expulsar a los padres jesuitas de los
dominios españoles en América? La barbarie europea truncó una
experiencia única en ese tiempo.
20 de
marzo de 1599, el padre Juan Romero SJ toma posesión, en Córdoba
de la Nueva Andalucía, de algunas pequeñas construcciones y la
Capilla de Tiburcio y Valeriano, constituyendo este acto el
inicio de la radicación de los hijos de San Ignacio de Loyola en
estas tierras cordobesas; venciendo, de este modo, la marcada
oposición de algunos españoles que conocían el recto accionar de
esta Orden.
Al poco tiempo crearán sus establecimientos educacionales. En
1610 el Colegio Máximo, en 1614 el Convictorio de San Javier,
la Universidad y se agregará el Noviciado. Surgirán Las
Estancias como apoyo económico de estas Instituciones; que,
además, tenían como objetivo la evangelización en las grandes
extensiones instruyendo a los aborígenes en cultura general y en
las diversas tareas de laboreo e industrialización de productos.
En
1616. la Estancia de Caroya, en 1618 la Estancia de Jesús María,
en 1622 la Estancia de Santa Catalina, en 1643 la de Alta Gracia,
en 1678 la Estancia de La Candelaria y la Estancia de San
Ignacio de los Ejercicios en 1725.
LAS TIERRAS
El
Capitán García de Vera Mujica, recibía por merced real, en 1619,
por orden del Gobernador Quiñones Osorio, las tierras que se
extendían junto al río Guamanes hasta la Cordillera de Achala,
las que constituyeron el origen de lo que se conoce como
Estancia y Potreros de La Candelaria, en el Departamento Cruz
del Eje de la Provincia de Córdoba. En repetidas oportunidades
el Capitán solicitó más tierras que acrecentaran esa merced
sumándose a otras heredadas. Al morir, en 1646, deja sus bienes
en manos de su hijo mayor, Francisco Javier quien a los ocho años
(1626) también había recibido una merced de tierras "... al sur de
los Guamanes hasta el Cerro Grande de Achala con dos leguas a
cada banda del río".
Francisco de Vera y Mujica alternó las tareas rurales con una
gran variedad de obligaciones públicas en la Ciudad de Córdoba.
En 1683, a los 65 años, ante el Escribano de su Majestad Antonio
Quijano de Velazco, dona la mayor parte de las tierras que
poseía al Noviciado de la Compañía de Jesús, en una extensión
aproximada de 55000 hectáreas.
Un
año después incorpora, también por donación de Vera y Mujica y
luego de varios pleitos, las tierras de Polotosacate, con lo que
completaría los campos que integraron la Estancia La Candelaria:
desde Soto hasta La Merced de San Antonio de la Sierra de Achala
uniéndose practicamente con las Estancias de Alta Gracia y Santa
Catalina. Quedaba formada, así, una de las mayores
concentraciones de tierra en su solo propietario.
En
1754 tenía aproximadamente doce leguas de norte a sur y cuatro
leguas y media de este a oeste, según la mensura del Capitán
Francisco de Medina, que es la más antigua que se conoce. Se
medía con cuerdas de 50 varas de largo (41.78 m), lo que puede
dar una idea de lo engorroso de la tarea ya que 12 leguas
equivalen a 1436 cuerdas. Este latifundio tenía alrededor de
135 mil hectáreas.
LAS CONSTRUCCIONES
Los
Padres Jesuitas, al tomar posesión de las tierras en 1683, se
afincaron junto al río Guamanes, ampliando las pocas casas y
pircas existentes, constituyendo el casco de la Estancia. La
obra que cobró forma definitiva hacia las postrimerías del
reinado de Carlos II El Hechizado poseía, además, varios puestos con sus respectivos encargados,
con la particularidad que muchos de ellos eran negros.
Esta
pequeña joya de las construcciones rurales jesuíticas tiene lo
que todas las estancias, aunque en dimensiones menores y con
características que la asemejan a un fuerte con capilla. Está
edificada en cuadro cerrado, bastante amurallada. Tiene, lateral
a la iglesia, un primer patio rodeado de las habitaciones que
constituyen el convento y un segundo patio en torno del cual se
desarrollan los talleres y depósitos, las cuadras y corrales.
Más allá: tajamar, atahona, horno, huerta.
Al
frente de la Capilla, después del atrio, una larga fila de
ranchos albergan a la gente de trabajo.
Sobre el atrio,
sobreelevado con respecto al terreno circundante, forman ángulo
recto la portada del convento y la fachada de la capilla, en un
barroco con adornos simples y bien proporcionados.
La
puerta principal de dos hojas de algarrobo, está enmarcada por
un perfecto arco de medio punto que genera un pequeño porche
sobre el cual y hacia el interior se encuentra la tribuna del
coro. Dos columnas sencillas, planas acornizadas, sostienen un
tímpano en cuyo eje central se destaca una hornacina que alojaba
una talla de la Virgen titular, patrona de los mineros.
Foto circa 1930
Archivo Fotográfico de Córdoba
(obsérvese
el detalle de la presencia de las campanas y la talla de madera
de la hornacina del frontis)
Talla de madera de la Virgen de la Candelaria
y el Niño
La
Virgen de la Candelaria y el Niño es una imagen tallada a
cuchillo en quebracho colorado que debe asumirse como verdadera
obra de arte tanto por su factura como por lo complejo de su
realización. Al momento de la publicación de su imagen (foto de
la izquierda) en la Revista "El Hogar" de 1934 y como
consecuencia de la larga exposición a la intemperie exhibe
múltiples deterioros; siendo el más relevante, la amputación de
su brazo derecho a la altura del codo. Una vez retirada de la
hornacina y llevada al interior de la Capilla se le efectuó una
restauración, no del todo lograda, que le permitió recuperar
dicho miembro (foto de la derecha). [Revista
El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]
Rodolfo Gallardo, en 1995, resalta que "... en el imafronte
hay una curiosa abertura a manera de aspillara que,
internamente, corresponde al confesionario debajo del coro alto.
Todo nos lleva a sospechar que mientras el cura se internaba en
las profundidades de las almas que confesaban ante Dios sus
faltas, no perdía la ocasión de mirar hacia el atrio, que era
como acordarse del mundo y sus acciones. Un púlpito sobre el
lateral izquierdo nos recuerda la importancia de la plática
religiosa cobrando desde la tribuna la jerarquía de la Palabra
Divina".
Las
gruesas paredes se completan con importantes contrafuertes que,
además, cumplían el objetivo de ser osarios donde se depositaban
los huesos de los sacerdotes que fallecían durante el tiempo
jesuítico. Todo estaba construído bajo las tradicionales
concepciones de la Orden: piedra canteada
combinada con ladrillos cocidos asentados en cal en sucesivas
hiladas.
Al coro y campanario se llega por una escalera exterior
que se encuentra en el patio principal.
El
altar es de mampostería con un sagrario en su centro flanqueado,
a ambos lados, por dos relicarios en madera tallada con
incrustaciones de bronce. Dos columnas centrales lucen pinturas
de uvas y hojas de parra. [Revista
El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]
En
1995, Rodolfo Gallardo se ocupa de describir que "... el
equipamiento se completa con un San Benito, imagen de candelero
con aureola de plata; una Virgen de la Candelaria con cabeza,
manos y Niño tallado y policromado con cabello natural y corona
de plata; un San José; una Dolorosa; una figura de San Ignacio
de óleo sobre madera que es la puerta de un tabernáculo para
objetos de uso sagrado y ritual y un sin número de muebles y
útiles de culto".
EL
CAMINO
La
Municipalidad de Tanti, con fecha 16 de mayo de 2000, aprobó la
Ordenanza 024/2000, declarando de INTERES MUNICIPAL, el tramo de
la Ruta Provincial nº 28 que atraviesa el radio municipal y
conduce a la Estancia de La Candelaria; la cual ha sido
declarada Monumento Histórico Nacional, por el Decreto nº
106945/41, según Ley Nacional nº 12665/41.
El
Dr. G. Sarría, merced a su importante investigación efectuada en
el Archivo Histórico Provincial, en su libro "La Candelaria, una
explotación del siglo XVIII", da referencias del camino que
conducía a la Estancia jesuítica a través de la Sierra Grande.
Según
exp. 3.1756, legajo 26 Escribanía 2º, A.C.H. a Fs. 66 (hoja
46) se encuentran las preguntas propuestas por el padre Antonio
Miranda, como Procurador de la Compañía y Representante del
Colegio Máximo; la 9º y la 10º sobre el camino de Córdoba a Salsacate afirmando ser
"... el que pasa por San Roque y por la
estancia de Don Juan Liendo el camino por donde desde esta
ciudad van los pasajeros a dicho pueblo".
En la
siguiente pregunta, pone la alternativa si saben
que "... el camino que va desde la estancia San Antonio para el
Puesto del Potrero, sea o haya sido, por qué cuesta iba dicho
camino desde esta ciudad para pasar por la dicha estancia" (San
Antonio).
El
único testigo a quien se le recibió declaración en Córdoba el 26
de abril de 1757, fue Ignacio Quiñones, de ochenta años, algo
desmemoriado según puede inferirse, pero al contestar a la 9º
pregunta dijo "... que no ha conocido máscamino real
para ir de Córdoba a Salsacate que el que pasa por San Roque y
por Tanti" y al responder a la 10º dice "... que nunca ha
oído decir que el camino que sita la pregunta, fuese el camino
real a Salsacate".
Quedó
claro - dice el Dr. G. Sarría - que el camino de San Antonio,
por el Potrero y la Quebrada fue camino para Salsacate; y que
el Camino Real, en 1755, era el que por San Roque y Tanti subía
a la Sierra.
LA
EXPULSION
Las Providencias Generales dictadas para el Extrañamiento y
Ocupación de Temporalidades de la Compañía de Jesús, en los
Dominios de España, India e Islas Filipinas, Real Cédula, fue
impartida por Carlos III (1716-1788), en El Pardo a 27 días del
mes de febrero de 1767.
Según su real decisión "... he venido en mandar, se extrañen
de todos mis dominios de España e Indias, Islas Filipinas y
demás adyacentes a los religiosos de la Compañía de mis dominios
, así sacerdotes como coadjutores o legos que hayan hecho la
primera profesión, y a los novicios que quieran seguirles y que
se ocupen todas las temporalidades de la Compañía en mis
dominios; y para su ejecución uniforme en todas ellas doy plena
y privativa autoridad y para que forméis las instrucciones y
órdenes necesarias, según lo tenéis entendido y estimaréis para
el más efectivo, pronto y tranquilo cumplimiento".
El
Operativo Expulsión fue una demostración de eficiencia
burocrática, destinada a una triste causa: truncar una obra de
amor, que no obstante, le sobrevive.
Francisco de Paula Bucarelli, gobernador del Río de la Plata,
prepotente, altanero, oportunista, ... fue el encargado de hacer
cumplir, en esta parte de América, el Real Decreto de
Extrañamiento, firmado por Carlos III, el 27 de febrero de 1767
en el Palacio del Pardo.
El 7
de junio, llegó la orden a Buenos Aires y el 11 de julio, el
Comandante de la Infantería Antigua de la Ciudad y Puerto de
Buenos Aires Fernando Fabro, al mando de 80 dragones "tomó" el
Colegio Máximo de Córdoba y en su refectorio, el torpe y ladrón Fabro, mantuvo presos durante 11 días a 137 personas de la
Compañía, del lugar y provenientes de las distintas estancias
donde fueron apresados. En ningún punto del Río de la Plata, se
trató a los jesuitas con tanta brutalidad.
El P. José Manuel Peramás en su obra "Diario del destierro",
evoca que "... por la tarde, llegaron de la Candelaria [a
Córdoba], estancia del Colegio á 22 leguas de la Ciudad, el
P. Pedro Rodríguez y Hno. Antonio Carranza. Estos supieron antes
lo sucedido, más ellos quisieron que les costase y trabajo.
Luego que llegaron las tropas dijo el P. Misa y consumió al
Señor, porque, aunque querían se pusiesen en camino sin esta
diligencia, el P. les dijo que no se cansasen, porque no se
partirías hasta consumir al señor, y se salió con la suya. Aquí
por una casualidad hallaron 90 pesos, pues la estancia no era de
las mejores".
En 44
carretas partieron el 23 de julio para Buenos Aires, embarcando
en su puerto rumbo a Europa, el 19 de agosto. Habían pasado 145
días desde la firma del Decreto Real de Extrañamiento.
Nótese el
tiempo transcurrido hasta la efectivización del mismo, en igual
momento en todas las posesiones españolas en el mundo, sin que
se filtrara el más mínimo detalle, conservando el absoluto
secreto.
El
saqueo y la destrucción ya estaban en marcha. La "leyenda negra"
y el afán de borrar todo recuerdo de la obra jesuítica,
también.
En
octubre, el Sargento Mayor Don Diego de las Casas, juez en
comisión, inventariador, subdelegado por el comandante Fabro,
recorrió la estancia y por sus informes puede deducirse que
visitó los puestos de: San Luis, de Santa Sabina, de las Minas,
de Rumi Bola, del Yuspi y San José, de San Ignacio, de San
Guillermo y de La Candelaria, este último a 1200 snm; donde
pudo constatar la existencia del siguiente número de cabezas de
ganado: 4021 mulares, 6686 vacunos, 5088 equinos, 3304 ovinos,
719 caprinos y 2 bueyes aradores.
Además, en los distintos puestos había 60 esclavos varones entre
74 años y 2 meses de edad y 94 esclavas mujeres entre 64 y 6
meses de edad.
El rey Carlos III, en su real cédula dada en Madrid el 27 de
enero de 1769, ordena la venta de las temporalidades de los
jesuitas. A través de la misma, establece que "... habiendo
acreditado la experiencia la gravísima deterioración y menoscabo
en que se constituyen los bienes de las temporalidades ocupadas
a dichos regulares en fuerza de mi real pragmática sanción del 2
de abril de 1767, por los riesgos y contingencias en la mayor
parte de su administración, especialmente en mis dominios de
Indias por ser tan distantes".
En el extenso documento se enumeran 45 artículos donde se
exponen las modalidades de las ventas, plazos, tasas,
situaciones particulares de los distintos bienes, tiempo
disponible y toda otra consideración que haga posible que los
dividendos de las expropiaciones, pasen lo antes posible a manos
de la corona.
Cuando las estancias saqueadas, vaciadas, pasaron a nuevas
manos, los jesuítas ya están muy lejos y el Papa Clemente XIV,
le daba el golpe de gracia ordenando, en 1773, la extinción de
la Compañía de Jesús.
En 1782, la Estancia La Candelaria fue adquirida, en subasta,
por el español José Isasa Ayesta, casado con la cordobesa María
del Rosario Ponce de León y Carranza.
Don José falleció en 1798 habiendo labrado testamento dos años
antes. Su primera esposa falleció en 1793 con poder para testar
a favor de su marido; en una de sus cláusulas funda una
capellanía laica de dos mil pesos sobre la estancia "La
Candelaria", nombrando patrón de la misma a su hijo mayor y por
muerte de éste por su orden a los descendientes los que, luego,
se trabaron en pleito reclamando mejor derecho al patronazgo.
Recurriendo al libro
"Linajes de la Gobernación del Tucumán, Argentina" realizado
por Arturo Lascano Colodrero rescatamos que fueron hijos
del mencionado matrimonio, Salvador de Isasa y Ponce de León y
María del Rosario Isasa y Ponce de León la que se casó con
Francisco García oriundo de Galicia. Tuvieron seis hijos siendo
la mayor Petrona García e Isasa que, en diciembre de 1818, se
casó en Cruz del Eje con Martín Portela natural de Galicia quien
fue dueño de la mitad de la Estancia "La Candelaria", parte por
compra y parte por herencia de su señora esposa. (Acceda al
árbol genealógico de Francisco de Isasa haciendo
Click Aquí)
Aquí comienza la línea de particiones y herencias hasta llegar,
en el siglo XX, en que la propiedad recae en manos de la familia
Portela siendo los que precedieron a Doña Filomena Portela de Bazán, Don Francisco Portela y Don Santiago Portela. [Revista
El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]
Más
de doscientos años nos separan de aquel entonces, con un cúmulo
de acontecimientos acaecidos en torno a ésta Orden; hoy los
Padres Jesuítas están entre nosotros, desarrollando su obra de
evangelización acorde a los tiempos que nos toca vivir y como
siempre "... Omnia Ad Majorem Del Gloriam".
Imagen de marzo de 1973
Video - Década del ´70 y Años 2001 y 2005
Ubicación
31º 05’ 54.14”
Latitud Sur
64º 51’ 18.50”
Longitud Oeste
Altura
media: 1303 msnm
Fuentes de consulta:
ASHAVERUS (seudónimo de Amado J.
Ceballos): "Tierra Adentro - Sierras de Córdoba" -
Imprenta Cooperativa, Buenos Aires, 1897 - Biblioteca
Virtual Miguel de Cervantes.
BERGALLO, Juan Manuel. Itinerarios
Culturales en las Estancias de Córdoba en Difusión y
protección del Patrimonio religiosos en América Latina.
Editorial de la Universidad Nacional de Tres de Febrero,
2012.
BUSCCHIAZZO, Mario J. - Estancias
Jesuíticas de Córdoba - Ed. Bond Hermanos, Buenos Aires,
1969.
FURLONG CARDIFF, Guillermo, S. J. - Arquitectos
Argentinos durante la dominación hispánica - Editorial
Huarpes, S.A. - Buenos Aires, 1945.
GALLARDO Rodolfo, (Ver
Biografía) compilación de sus escritos – La
Arquitectura en Córdoba y su Historia - Editorial Nuevo
Siglo. Córdoba, 1995.
GRACIA, Joaquín, S. J. - Los Jesuitas en
Córdoba – Editorial Universitaria Católica Córdoba.
EDUCC – Córdoba, 2006.
LAZCANO COLODRERO, Arturo G. De: "Linajes de la
Gobernación del Tucumán, Argentina" - Editorial
Biffignandi - Córdoba, 1969.
LAZCANO GONZALEZ, Antonio - Monumentos
Históricos de Córdoba Colonial - S. de Amorrortu e hijos
-Buenos Aires, 1941.
NOEL, Martín En los senderos misionales
de la arquitectura cordobesa. Documentos de Arte
Argentino. Publicaciones de la Academia Nacional de Bellas
Artes. Buenos Aires, 1942.
PERAMÁS, José Manuel, S.J. – Diario del
Destierro - Editorial Universitaria Católica Córdoba. EDUCC
– Córdoba, 2008.
Revista "El Hogar” N° 1276, Año XXX
- 30 de marzo de 1934 - Ibero Amerikanisches Institut
Preuβischer Kulturbesitz
SARRÍA, Gustavo- La Candelaria. Una
explotación jesuítica del siglo XVII. Editorial “El
Copista”. Córdoba, 1999.
KRONFUSS, Juán - Arquitectura Colonial
en la Argentina - Editorial A. Biffignandi - Córdoba.
CAYETANO BRUNO - Historia de la iglesia
en la Argentina - 1967.
Es permanente nuestro reconocimiento al Profesor de Historia de la
Arquitectura, Arq. Rodolfo Gallardo (Ver
Biografía), que se preocupó por la
restauración de este Monumento, cuando todavía no se hablaba de
Patrimonio de la Humanidad. Quizás estará conversando con el Padre Grenón
(Ver Biografía) o tal vez con el Padre Furlong o a lo mejor con el Padre
Dreidemie (Ver Biografía) sobre esta magnífica "movida" de las Estancias
Jesuíticas.