Síntesis

En marzo de 1599 se radica la Orden Jesuítica en la naciente Córdoba de Nueva Andalucía. En 1610 crean el Colegio Máximo y años después, el Convictorio de San Javier, la Universidad y el Noviciado. Para sustento de toda esta estructura se gestan las Estancias siendo la de La Candelaria, creada en 1678, una de las más significativas. La misma comprendía las tierras que había recibido el Capitán García de Vera Mujica en carácter de Merced y que, a los 65 años, donará al Noviciado de la Compañía de Jesús. A esas 55000 hectáreas se sumarán otras propiedades abarcando una superficie que iba desde Soto hasta la Merced de San Antonio de la Sierra de Achala. El conjunto edilicio edificado en cuadro cerrado y que ha sobrevivido al paso del tiempo lo conforma: la capilla, un patio rodeado de las habitaciones que constituyen el convento y un segundo patio en torno del cual se ubican los talleres, depósitos, cuadras y corrales. Externamente, el tajamar, atahona, horno y huerta. La producción privilegiada era la de mulas. El 29 de noviembre de 2000 es declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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LA CANDELARIA - Estancia Jesuítica (PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD)

 

INTRODUCCION

En los primeros años de la década del setenta, visitamos en varias oportunidades la Estancia de La Candelaria. Estábamos haciendo un audiovisual sobre las construcciones jesuíticas en la Provincia de Córdoba, para exponer con motivo del IV Centenario de la fundación de la ciudad de Córdoba.

 

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Conversábamos, mate de por medio, con Doña Filomena Portela de Bazán, quien a mi pregunta, "Abuela, ¿no tiene miedo de vivir bajo este techo ... junto a estas paredes?" (la luz del sol penetraba mansamente por las grietas de ancho variable y el humo del brasero hacía dibujos en el aire); siempre respondía: "m'ijo, ésto no se cae mientras yo viva".

 

Imagen de Doña Filomena Portela de Bazán en La Candelaria

 

En 1897, con prólogo de Rubén Darío, se publica el libro "Tierra Adentro - Sierras de Córdoba" escrito por Ashaverus (seudónimo del escritor cordobés Amado J. Ceballos que, por entonces, era Inspector Nacional de Escuelas). La obra recopilaba las experiencias de viajes realizados por el autor al interior de las bellezas geográficas y costumbristas de la provincia mediterránea y que fuesen publicadas, a modo de salidas periódicas, en el diario La Nación de Buenos Aires. En su relato describe que al llegar a La Candelaria se encuentra con "... una suavemente ondulada altiplanicie de bastante extensión, sobre la cual se destacan la capilla y las dos únicas casas de las familias de Portela y Castro (estrechamente emparentadas), con sus cercos de piedra, con sus construcciones adyacentes, algunas de las cuales sirven para alojamiento de los concurrentes a la función religiosa anual y dos para escuela y habitación del maestro. Corta la altiplanicie por extremo occidental y de sur a norte un profundo, barrancoso y pintoresco arroyo, tributario del río de Candelaria que traza una breve curva en la extremidad NE del plano. Ese excelso arroyo (porque es realmente uno de los más altos de la región) tiene por adornos permanentes, musgos, gramas y totoras, y accidentales, las cabritas y otros cuadrúpedos que bajan al agua y alguna Rebeca o Diporah, o simplemente alguna doméstica de nuestros días que lava la ropa, llena el cántaro o arrea a retumbantes gritos la majada".

 

"Tierra Adentro - Sierras de Córdoba" de Ashaverus, 1897

 

En el dintel de la puerta, un "1693" grabado en la madera, da cuenta del inexorable paso del tiempo y una tronera junto a la cerradura de la puerta exhibe, con crudeza, la necesidad de usar un arma para, disparando desde allí, defender la propiedad y las personas frente a los reiterados ataques de los malones que siguieron mucho más allá de los tiempos jesuíticos. [Revista El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]

Antonio Lascano González, autor del libro "Monumentos Religiosos de Córdoba Colonial", alrededor de 1940-1941, acotaba, al cerrar su descripción de La Candelaria y refiriéndose a Doña Filomena y su esposo Martín, que ellos "... se preocupaban laudablemente por conservar inalterable este monumento, en la esperanza de que algún día entrara a engrosar el patrimonio de la Nación".

Unos diez años antes, otro grande de la arquitectura colonial argentina, el Arquitecto Ingeniero Juan Kronfuss describía, en una nota en el Diario "Los Principios" del 12 de noviembre de 1931, como "... el espíritu emprendedor de los misioneros jesuítas, buscando expansión a sus visiones románticas, abandonó la llanura e incursionando en la montaña, llevó a un rincón apartado de nuestras serranías, los prestigios de su orden y su fe. Allí, en la más pavorosa soledad, enclavaron la cruz y echaron los cimientos del primer templo que el cristianismo elevaba en aquellas comarcas para adoración de su Dios". Acceda a la nota completa haciendo click aquí.  

Pasaron muchos años, Doña Filomena ya no está. La Candelaria, efectivamente, no se cayó y superó las expectativas de ser Patrimonio Nacional para pasar a ser Patrimonio Cultural de la Humanidad, desde el 29 de noviembre  de 2000 junto a la Manzana Jesuítica de Córdoba y las Estancias de Santa Catalina, Jesús María, Caroya y Alta Gracia. La Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos con fecha 25 de octubre de 1941,  por decreto Nº 106.845 la había declarado Monumento Histórico Nacional. La Provincia de Córdoba, que había adquirido lo edificado con un terreno  de 7 ha, en 1982, la incluyó entre sus Bienes Protegidos por Decreto Nº 069 del 02 de febrero de 2000.

 

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LOS JESUITAS

¿Cómo sería nuestro país o mejor, el cono sur americano, si en 1767 Carlos III, presionado por múltiples factores, no hubiera cometido el error de expulsar a los padres jesuitas de los dominios españoles en América? La barbarie europea truncó una experiencia única en ese tiempo.

20 de marzo de 1599, el padre Juan Romero SJ toma posesión, en Córdoba de la Nueva Andalucía, de algunas pequeñas construcciones y la Capilla de Tiburcio y Valeriano, constituyendo este acto el inicio de la radicación de los hijos de San Ignacio de Loyola en estas tierras cordobesas; venciendo, de este modo, la marcada oposición de algunos españoles que conocían el recto accionar de esta Orden.

 

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Al poco tiempo crearán sus establecimientos educacionales. En 1610 el Colegio Máximo, en 1614 el Convictorio de San Javier, la Universidad y se agregará el Noviciado. Surgirán Las Estancias como apoyo económico de estas Instituciones; que, además, tenían como objetivo la evangelización en las grandes extensiones instruyendo a los aborígenes en cultura general y en las diversas tareas de laboreo e industrialización de productos.

 

 

En 1616. la Estancia de Caroya, en 1618 la Estancia de Jesús María, en 1622 la Estancia de Santa Catalina, en 1643 la de Alta Gracia, en 1678 la Estancia de La Candelaria y la Estancia de San Ignacio de los Ejercicios en 1725.

 

LAS TIERRAS

El Capitán García de Vera Mujica, recibía por merced real, en 1619, por orden del Gobernador Quiñones Osorio, las tierras que se extendían junto al río Guamanes hasta la Cordillera de Achala, las que constituyeron el origen de lo que se conoce como Estancia y Potreros de La Candelaria, en el Departamento Cruz del Eje de la Provincia de Córdoba. En repetidas oportunidades el Capitán solicitó más tierras que acrecentaran esa merced sumándose a otras heredadas. Al morir, en 1646, deja sus bienes en manos de su hijo mayor, Francisco Javier quien a los ocho años (1626) también había recibido una merced de tierras "... al sur de los Guamanes hasta el Cerro Grande de Achala con dos leguas a cada banda del río".

 

 

Francisco de Vera y Mujica alternó las tareas rurales con una gran variedad de obligaciones públicas en la Ciudad de Córdoba. En 1683, a los 65 años, ante el Escribano de su Majestad Antonio Quijano de Velazco, dona la mayor parte de las tierras que poseía al Noviciado de la Compañía de Jesús, en una extensión aproximada de 55000 hectáreas.

Un año después incorpora, también por donación de Vera y Mujica y luego de varios pleitos, las tierras de Polotosacate, con lo que completaría los campos que integraron la Estancia La Candelaria: desde Soto hasta La Merced de San Antonio de la Sierra de Achala uniéndose practicamente con las Estancias de Alta Gracia y Santa Catalina. Quedaba formada, así, una de las mayores concentraciones de tierra en su solo propietario.

En 1754 tenía aproximadamente doce leguas de norte a sur y cuatro leguas y media de este a oeste, según la mensura del Capitán Francisco de Medina, que es la más antigua que se conoce. Se medía con cuerdas de 50 varas de largo (41.78 m), lo que puede dar una idea de lo engorroso de la tarea ya que 12 leguas equivalen a 1436 cuerdas. Este latifundio tenía alrededor de 135 mil hectáreas.

 

LAS CONSTRUCCIONES

Los Padres Jesuitas, al tomar posesión de las tierras en 1683, se afincaron junto al río Guamanes, ampliando las pocas casas y pircas existentes, constituyendo el casco de la Estancia. La obra que cobró forma definitiva hacia las postrimerías del reinado de Carlos II El Hechizado poseía, además, varios puestos con sus respectivos encargados, con la particularidad que muchos de ellos eran negros.

 

 

 

Esta pequeña joya de las construcciones rurales jesuíticas tiene lo que todas las estancias, aunque en dimensiones menores y con características que la asemejan a un fuerte con capilla. Está edificada en cuadro cerrado, bastante amurallada. Tiene, lateral a la iglesia, un primer patio rodeado de las habitaciones que constituyen el convento y un segundo patio en torno del cual se desarrollan los talleres y depósitos, las cuadras y corrales. Más allá: tajamar, atahona, horno, huerta.

Al frente de la Capilla, después del atrio, una larga fila de ranchos albergan a la gente de trabajo.

 

 

Sobre el atrio, sobreelevado con respecto al terreno circundante, forman ángulo recto la portada del convento y la fachada de la capilla, en un barroco con adornos simples y bien proporcionados.

La puerta principal de dos hojas de algarrobo, está enmarcada por un perfecto arco de medio punto que genera un pequeño porche sobre el cual y hacia el interior se encuentra la tribuna del coro. Dos columnas sencillas, planas acornizadas, sostienen un tímpano en cuyo eje central se destaca una hornacina que alojaba una talla de la Virgen titular, patrona de los mineros.

 

Foto circa 1930

 

Archivo Fotográfico de Córdoba

(obsérvese el detalle de la presencia de las campanas y la talla de madera de la hornacina del frontis)

 

Talla de madera de la Virgen de la Candelaria y el Niño

 

La Virgen de la Candelaria y el Niño es una imagen tallada a cuchillo en quebracho colorado que debe asumirse como verdadera obra de arte tanto por su factura como por lo complejo de su realización. Al momento de la publicación de su imagen (foto de la izquierda) en la Revista "El Hogar" de 1934 y como consecuencia de la larga exposición a la intemperie exhibe múltiples deterioros; siendo el más relevante, la amputación de su brazo derecho a la altura del codo. Una vez retirada de la hornacina y llevada al interior de la Capilla se le efectuó una restauración, no del todo lograda, que le permitió recuperar dicho miembro (foto de la derecha). [Revista El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]

Rodolfo Gallardo, en 1995, resalta que "... en el imafronte hay una curiosa abertura a manera de aspillara que, internamente, corresponde al confesionario debajo del coro alto. Todo nos lleva a sospechar que mientras el cura se internaba en las profundidades de las almas que confesaban ante Dios sus faltas, no perdía la ocasión de mirar hacia el atrio, que era como acordarse del mundo y sus acciones. Un púlpito sobre el lateral izquierdo nos recuerda la importancia de la plática religiosa cobrando desde la tribuna la jerarquía de la Palabra Divina".

 

 

Las gruesas paredes se completan con importantes contrafuertes que, además, cumplían el objetivo de ser osarios donde se depositaban los huesos de los sacerdotes que fallecían durante el tiempo jesuítico. Todo estaba construído bajo las tradicionales concepciones de la Orden: piedra canteada combinada con ladrillos cocidos asentados en cal en sucesivas hiladas.

Al coro y campanario se llega por una escalera exterior que se encuentra en el patio principal.

El altar es de mampostería con un sagrario en su centro flanqueado, a ambos lados, por dos relicarios en madera tallada con incrustaciones de bronce. Dos columnas centrales lucen pinturas de uvas y hojas de parra. [Revista El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]

En 1995, Rodolfo Gallardo se ocupa de describir que "... el equipamiento se completa con un San Benito, imagen de candelero con aureola de plata; una Virgen de la Candelaria con cabeza, manos y Niño tallado y policromado con cabello natural y corona de plata; un San José; una Dolorosa; una figura de San Ignacio de óleo sobre madera que es la puerta de un tabernáculo para objetos de uso sagrado y ritual y un sin número de muebles y útiles de culto".

 

EL CAMINO

La Municipalidad de Tanti, con fecha 16 de mayo de 2000, aprobó la Ordenanza 024/2000, declarando de INTERES MUNICIPAL, el tramo de la Ruta Provincial nº 28 que atraviesa el radio municipal y conduce a la Estancia de La Candelaria; la cual ha sido declarada Monumento Histórico Nacional, por el Decreto nº 106945/41, según Ley Nacional nº 12665/41.

 

 

El Dr. G. Sarría, merced a su importante investigación efectuada en el Archivo Histórico Provincial, en su libro "La Candelaria, una explotación del siglo XVIII", da referencias del camino que conducía a la Estancia jesuítica a través de la Sierra Grande.

Según exp. 3.1756, legajo 26 Escribanía 2º, A.C.H. a Fs. 66 (hoja 46) se encuentran las preguntas propuestas por el padre Antonio Miranda, como Procurador de la Compañía y Representante del Colegio Máximo; la 9º y  la 10º sobre el camino de Córdoba a Salsacate afirmando ser "... el que pasa por San Roque y por la estancia de Don Juan Liendo el camino por donde desde esta ciudad van los pasajeros a dicho pueblo".

En la siguiente pregunta, pone la alternativa si saben que "... el camino que va desde la estancia San Antonio para el Puesto del Potrero, sea o haya sido, por qué cuesta iba dicho camino desde esta ciudad para pasar por la dicha estancia" (San Antonio).

El único testigo a quien se le recibió declaración en Córdoba el 26 de abril de 1757, fue Ignacio Quiñones, de ochenta años, algo desmemoriado según puede inferirse, pero al contestar a la 9º pregunta dijo "... que no ha conocido más camino real para ir de Córdoba a Salsacate que el que pasa por San Roque y por Tanti" y al responder a la 10º dice "... que nunca ha oído decir que el camino que sita la pregunta, fuese el camino real a Salsacate".

Quedó claro - dice el Dr. G. Sarría - que el camino de San Antonio, por el Potrero y la Quebrada fue camino para Salsacate; y que el Camino Real, en 1755, era el que por San Roque y Tanti subía a la Sierra.

 

 

LA EXPULSION

 

Las Providencias Generales dictadas para el Extrañamiento y Ocupación de Temporalidades de la Compañía de Jesús, en los Dominios de España, India e Islas Filipinas, Real Cédula, fue impartida por Carlos III (1716-1788), en El Pardo a 27 días del mes de febrero de 1767.

Según su real decisión "... he venido en mandar, se extrañen de todos mis dominios de España e Indias, Islas Filipinas y demás adyacentes a los religiosos de la Compañía de mis dominios , así sacerdotes como coadjutores o legos que hayan hecho la primera profesión, y a los novicios que quieran seguirles y que se ocupen todas las temporalidades de la Compañía en mis dominios; y para su ejecución uniforme en todas ellas doy plena y privativa autoridad y para que forméis las instrucciones y órdenes necesarias, según lo tenéis entendido y estimaréis para el más efectivo, pronto y tranquilo cumplimiento".

El Operativo Expulsión fue una demostración de eficiencia burocrática, destinada a una triste causa: truncar una obra de amor, que no obstante, le sobrevive.

Francisco de Paula Bucarelli, gobernador del Río de la Plata, prepotente, altanero, oportunista, ... fue el encargado de hacer cumplir, en esta parte de América, el Real Decreto de Extrañamiento, firmado por Carlos III, el 27 de febrero de 1767 en el Palacio del Pardo.

El 7 de junio, llegó la orden a Buenos Aires y el 11 de julio, el Comandante de la Infantería Antigua de la Ciudad y Puerto de Buenos Aires Fernando Fabro, al mando de 80 dragones "tomó" el Colegio Máximo de Córdoba y en su refectorio, el torpe y ladrón Fabro, mantuvo presos durante 11 días a 137 personas de la Compañía, del lugar y provenientes de las distintas estancias donde fueron apresados. En ningún punto del Río de la Plata, se trató a los jesuitas con tanta brutalidad.

El P. José Manuel Peramás en su obra "Diario del destierro", evoca que "... por la tarde, llegaron de la Candelaria [a Córdoba], estancia del Colegio á 22 leguas de la Ciudad, el P. Pedro Rodríguez y Hno. Antonio Carranza. Estos supieron antes lo sucedido, más ellos quisieron que les costase y trabajo. Luego que llegaron las tropas dijo el P. Misa y consumió al Señor, porque, aunque querían se pusiesen en camino sin esta diligencia, el P. les dijo que no se cansasen, porque no se partirías hasta consumir al señor, y se salió con la suya. Aquí por una casualidad hallaron 90 pesos, pues la estancia no era de las mejores".

En 44 carretas partieron el 23 de julio para Buenos Aires, embarcando en su puerto rumbo a Europa, el 19 de agosto. Habían pasado 145 días desde la firma del Decreto Real de Extrañamiento.

Nótese el tiempo transcurrido hasta la efectivización del mismo, en igual momento en todas las posesiones españolas en el mundo, sin que se filtrara el más mínimo detalle, conservando el absoluto secreto.

El saqueo y la destrucción ya estaban en marcha. La "leyenda negra" y el afán de borrar todo recuerdo de la obra jesuítica, también.

En octubre, el Sargento Mayor Don Diego de las Casas, juez en comisión, inventariador, subdelegado por el comandante Fabro, recorrió la estancia y por sus informes puede deducirse que visitó los puestos de: San Luis, de Santa Sabina, de las Minas, de Rumi Bola, del Yuspi y San José, de San Ignacio, de San Guillermo y de La Candelaria, este último a 1200 snm; donde pudo constatar la existencia del siguiente número de cabezas de ganado: 4021 mulares, 6686 vacunos, 5088 equinos, 3304 ovinos, 719 caprinos y 2 bueyes aradores.

Además, en los distintos puestos había 60 esclavos varones entre 74 años y 2 meses de edad y 94 esclavas mujeres entre 64 y 6 meses de edad.

El rey Carlos III, en su real cédula dada en Madrid el 27 de enero de 1769, ordena la venta de las temporalidades de los jesuitas. A través de la misma, establece que "... habiendo acreditado la experiencia la gravísima deterioración y menoscabo en que se constituyen los bienes de las temporalidades ocupadas a dichos regulares en fuerza de mi real pragmática sanción del 2 de abril de 1767, por los riesgos y contingencias en la mayor parte de su administración, especialmente en mis dominios de Indias por ser tan distantes".

En el extenso documento se enumeran 45 artículos donde se exponen las modalidades de las ventas, plazos, tasas, situaciones particulares de los distintos bienes, tiempo disponible y toda otra consideración que haga posible que los dividendos de las expropiaciones, pasen lo antes posible a manos de la corona.

Cuando las estancias saqueadas, vaciadas, pasaron a nuevas manos, los jesuítas ya están muy lejos y el Papa Clemente XIV, le daba el golpe de gracia ordenando, en 1773, la extinción de la Compañía de Jesús.

En 1782, la Estancia La Candelaria fue adquirida, en subasta, por el español José Isasa Ayesta, casado con la cordobesa María del Rosario Ponce de León y Carranza.

Don José falleció en 1798 habiendo labrado testamento dos años antes. Su primera esposa falleció en 1793 con poder para testar a favor de su marido; en una de sus cláusulas funda una capellanía laica de dos mil pesos sobre la estancia "La Candelaria", nombrando patrón de la misma a su hijo mayor y por muerte de éste por su orden a los descendientes los que, luego, se trabaron en pleito reclamando mejor derecho al patronazgo.  

Recurriendo al libro "Linajes de la Gobernación del Tucumán, Argentina" realizado por Arturo Lascano Colodrero rescatamos que fueron hijos del mencionado matrimonio, Salvador de Isasa y Ponce de León y María del Rosario Isasa y Ponce de León la que se casó con Francisco García oriundo de Galicia. Tuvieron seis hijos siendo la mayor Petrona García e Isasa que, en diciembre de 1818, se casó en Cruz del Eje con Martín Portela natural de Galicia quien fue dueño de la mitad de la Estancia "La Candelaria", parte por compra y parte por herencia de su señora esposa. (Acceda al árbol genealógico de Francisco de Isasa haciendo Click Aquí)

Aquí comienza la línea de particiones y herencias hasta llegar, en el siglo XX, en que la propiedad recae en manos de la familia Portela siendo los que precedieron a Doña Filomena Portela de Bazán, Don Francisco Portela y Don Santiago Portela. [Revista El Hogar Año XXX - n°1276 del 30 de marzo de 1934]

Más de doscientos años nos separan de aquel entonces, con un cúmulo de acontecimientos acaecidos en torno a ésta Orden; hoy los Padres Jesuítas están entre nosotros, desarrollando su obra de evangelización acorde a los tiempos que nos toca vivir y como siempre "... Omnia Ad Majorem Del Gloriam".

 

 

Imagen de marzo de 1973

 

Video - Década del ´70 y Años 2001 y 2005

 

 

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Ubicación

 

31º 05’ 54.14” Latitud Sur

64º 51’ 18.50” Longitud Oeste

Altura media: 1303 msnm

 

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • ASHAVERUS (seudónimo de Amado J. Ceballos): "Tierra Adentro - Sierras de Córdoba" - Imprenta Cooperativa, Buenos Aires, 1897 - Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.

  • BERGALLO, Juan Manuel. Itinerarios Culturales en las Estancias de Córdoba en Difusión y protección del Patrimonio religiosos en América Latina. Editorial de la Universidad Nacional  de Tres de Febrero, 2012.

  • BUSCCHIAZZO, Mario J. - Estancias Jesuíticas de Córdoba - Ed. Bond Hermanos, Buenos Aires, 1969.

  • FURLONG CARDIFF, Guillermo, S. J. - Arquitectos Argentinos durante la dominación hispánica - Editorial Huarpes, S.A. - Buenos Aires, 1945.

  • GALLARDO Rodolfo, (Ver Biografía) compilación de sus escritos – La Arquitectura en Córdoba y su Historia - Editorial Nuevo Siglo. Córdoba, 1995.

  • GRACIA, Joaquín, S. J. - Los Jesuitas en Córdoba – Editorial Universitaria Católica Córdoba. EDUCC – Córdoba, 2006.

  • LAZCANO COLODRERO, Arturo G. De: "Linajes de la Gobernación del Tucumán, Argentina" - Editorial Biffignandi - Córdoba, 1969.

  • LAZCANO GONZALEZ, Antonio - Monumentos Históricos de Córdoba Colonial - S. de Amorrortu e hijos - Buenos Aires, 1941.

  • NOEL, Martín En los senderos misionales de la arquitectura cordobesa. Documentos de Arte Argentino. Publicaciones de la Academia Nacional de Bellas Artes. Buenos Aires, 1942.

  • PERAMÁS, José Manuel, S.J. – Diario del Destierro - Editorial Universitaria Católica Córdoba. EDUCC – Córdoba, 2008.

  • Revista "El Hogar” N° 1276, Año XXX - 30 de marzo de 1934 - Ibero Amerikanisches Institut Preuβischer Kulturbesitz

  • SARRÍA, Gustavo- La Candelaria. Una explotación jesuítica del siglo XVII. Editorial “El Copista”. Córdoba, 1999.

  • KRONFUSS, Juán - Arquitectura Colonial en la Argentina - Editorial A. Biffignandi - Córdoba.

  • CAYETANO BRUNO - Historia de la iglesia en la Argentina - 1967.

  • Es permanente nuestro reconocimiento al Profesor de Historia de la Arquitectura, Arq. Rodolfo Gallardo (Ver Biografía), que se preocupó por la restauración de este Monumento, cuando todavía no se hablaba de Patrimonio de la Humanidad. Quizás estará conversando con el Padre Grenón (Ver Biografía) o tal vez con el Padre Furlong o a lo mejor con el Padre Dreidemie (Ver Biografía) sobre esta magnífica "movida" de las Estancias Jesuíticas.

 

 

 

 

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