SAN
VICENTE DE MASAYACO
Después
de recorrer 4,4 km por la ruta 16 que une Deán Funes con Tulumba,
a 2.500 mts. a la izquierda, por camino de tierra, se llega a la
Capilla de San Vicente de Masayaco. Su blanca silueta se divisa
desde lejos recortada sobre una loma, al pie de las sierras de
Sauce Pungo.
Los terrenos sobre los que se asienta fueron legados en
propiedad a la nieta del desobediente fundador de Córdoba de
nombre Teresa y su esposo, el maestre de campo Juan de Perochena
y Torres, en 1696. Años después, pasó a ser propietario el
alférez Juan de Nieva y Castilla. Fueron sus descendientes los
que alrededor de 1750 construyeron una capilla bajo la
advocación de San Vicente Ferrer
De acuerdo a un testamento de 1721, al sur del templo actual,
existía un oratorio cuyas ruinas fueron encontradas. Este sitio
se encuentra próximo al llamado Camino Real, a pocos kilómetros
de la antigua Posta de Intihuasi con su capilla bajo la
advocación de la Inmaculada Concepción.
Ambas no pudieron risistir el paso del tiempo.
Esta región denominada de Los Pozos, perteneció al
parcelamiento de la merced de tierras “El Tambo”, conjuntamente
con sus vecinas al norte, llamadas de “Masayaco” o “Masayacu”,
hoy San Vicente.
Aproximadamente en el año 1830 se comenzó a construir esta
capilla en honor a San Vicente Ferrer, en el mismo lugar en que
se encontraba un antiguo templo construido en 1750.
Es el historiador Luis Q. Calvimonte quien narra,
referencias dadas por una anciana del lugar, de apellido Cejas y
que entrevistara alrededor de 1980: “… luego de hallar la
imagen de San Vicente en la copa de un algarrobo, haciendo sonar
una campanilla, los vecinos decidieron alojarla en alguna
vivienda; sin embargo, el santo volvía al árbol. Esto fue
interpretado como su voluntad, de que allí se edificara una
capilla…”.
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La misma Nelly Cejas, hoy agrega: “… cuanto
lamento no haber previsto la conservación de ese árbol, que se
encontraba en el lugar donde está la placa que lo recuerda". Añora
las épocas en que en torno al 5 de abril, día del Santo Patrono
se hacía la Novena, a la que concurrían los fieles de la
comarca. La mayoría han ido muriendo, otros a buscar trabajo
quien sabe a donde y los pocos que se han afincado en la zona,
ya no les interesa al formación de comunidad junto a la Capilla,
que fue el centro en torno al cual giró la vida de los lugareños
en pasados siglos.
Cuenta que ”... Don Gómez y don Romano hachuelaron toda la
tirantería del techo, Don Tiburcio Coronel era el que se
encargaba de quemar las cal que extraía del campo de la familia
de Eduardo Coronel, los ladrillos los quemaba
la familia Cejas…Todos colaboraban… Donde más donaciones
conseguían era en Tulumba, unos aportaban un par de cueros,
otros una bolsa de lana o algún animalito que después vendían y
con eso iban comprando los materiales, eran muy unidos…”.
La capilla es de líneas muy austeras, su planta es rectangular
de 18,30 m de largo por 4,40 m de ancho, cabreadas de
algarrobo, alfajías y bovedillas, techo a dos aguas con
cobertura de chapas onduladas galvanizadas. Los muros de
ladrillos tienen un espesor de 0,63 m.
Tiene torre campanario a la derecha, que culmina en forma
piramidal y sobre el basamento posee una hornacina plana
terminada en arco de medio punto. La escalera exterior al coro
alto está a la izquierda. La fachada, orienta al oeste,
prácticamente carece de ornamentos. Solo dos columnas planas
adosadas en los bordes del plano principal y un cornisamento que
acompaña la pendiente del techo a dos aguas. Puerta doble de
madera, en cuyo dintel se puede ver 1893, presumiblemente la
fecha de terminación; y una pequeña ventana coral sobre ella,
completan los elementos del imafronte. Posee sacristía de 6,00
m por 4,00 m, del lado del Evangelio, con puerta doble al
exterior y comunicación con la nave, a través de un vano con
arco de medio punto. El techo es de una sola agua con escasa
pendiente Iguales materiales a los de la nave, a menor altura.
El piso de la nave es de cemento alisado color rojo y el de la
sacristía de ladrillones de la época de construcción.
En el altar cuatro columnas planas con base y capitel, enmarcan
tres hornacinas. En la central, preside el Santo Patrono, San
Vicente Ferrer, imagen de vestir. Actualmente, por razones de
seguridad y por el deterioro del techo, la imagen ha sido
retirada de su lugar, La antigua imagen de Nuestra Señora del
Rosario, se encuentra en una hornacina lateral, dentro del
presbiterio, el cual está demarcado por dos pilastras de
mampostería, terminadas a modo de tapa, con alisado cementicio
color rojo.
La pequeña imagen del Santo Patrono (la que aparecía en el
árbol) tiene unos 40 cm de alto y es de las llamadas “de
bulto”. “El santo paseandero o fiestero que andaba de casa en
casa”; así se lo identificaba, ya que los vecinos
acostumbraban a llevarlo a sus domicilios para el rezo de la
novena. Como el traslado se acompañaba con bombos, cajas y
petardos, daba lugar a verdaderas fiestas populares.
Exteriormente, un muro cribado de ladrillos delimita un espacio
que hace las veces de atrio y permite generar un cerramiento en
tres de sus lados.
Coordenadas:
Latitud: 30º 24’ 53,48" S
Longitud:
64º 17’ 30,37"
O
Fuentes de consulta:
-
CALVIMONTE, Luis Q. – Las antiguas Capillas y devociones
religiosas en el norte de Córdoba – Junta Provincial de
Historia de Córdoba, Córdoba, 2006.
-
CALVIMONTE, Luis Q. y MOYANO ALIAGA, Alejandro - El antiguo
Camino Real al Perú en el Norte de Córdoba; Editorial El
Copista, Córdoba, 1996
-
A Nelly Cejas y a su prima Alicia, quienes hace más de treinta
años velan por el mantenimiento de la Capilla, les agradecemos
las atenciones recibidas.
Agradecemos el aporte fotográfico de Hipólito
Amadeo Avila Vázquez
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