La Iglesia de San Borromeo en Los Surgentes, Departamento Juárez Celman, Córdoba (Argentina) se asienta en
el camino obligado de quienes, viniendo de Buenos Aires, buscaban llegar
a Córdoba o a Mendoza. Ese camino que nació a poco de la conquista, se
conoció como 'Camino Real' ubicando en este sitio una de sus Postas
conocida como 'Cabeza de Tigre'. Distintos viajeros describen la zona: Sourryère de Souillac,
Francisco de Amigorena, John Miers, Robert Elwes, Samuel Haigh, Hermann
Burmeister, Alexander Gillespie, etc. Con la llegada del ferrocarril a
mediados del siglo XIX, toda la zona toma empuje. Estas tierras son
adquiridas por franceses que integraban la compañía denominada 'Sauberán
y Cia.' formada por los hermanos Carlos y Pedro Sauberán, Pedro
Capdevielle y Juan Basset. En 1911 se lotea y vende. En 1915 se inicia
la construcción de la Iglesia que se concluye en pocos años; en 1926 se
define el Curato de San Carlos Borromeo; separándose, en lo religioso,
el Pueblo Sauberán - Los Surgentes de Cruz Alta. En 1928 un ciclón
derrumba la iglesia. En 1931 se emprende la edificación de la actual que
se bendice en ese año y que, en 2010, fue declarada, en conjunto con El
Centro Cívico, Monumento Histórico Provincial.
La Página Web "Capillas y Templos"
está registrada en la DNDA
(Ver detalle)
SAN CARLOS BORROMEO
Los inicios
Mapa de Corneille Wytfliet (1598); resaltados: Córdoba,
Fuerte de S. Espirito y el Río Carcarana
Cuando Concolorcorvo, en 1771, deja atrás Esquina de la Guardia,
ingresa a la jurisdicción de Córdoba del Tucumán. De su relato
volcado en 1773 bajo el título "El lazarillo de ciegos
caminantes" extraemos interesantes consideraciones sobre las
características del entorno que el cronista va descubriendo a lo
largo de las siete leguas transitadas desde dicha Esquina hasta
Cabeza de Tigre.
"A la salida del
Carcañar o llámese de la Esquina de la Guardia, da principio a
la provincia del Tucumán ... la de más extensión que acaso tiene
el mundo ... que todos dividen en el pueblecito poco distante
del oeste nombrado la Cruz
Alta adonde no hay necesidad de entrar ... siguiendo el
Camino Real de los correos por la jurisdicción de Córdoba,
costeando el Río Tercero por la banda del oeste. Este río es muy caudaloso, de aguas turbias y mansas, algo
salado y con bastantes peces que cogen los muchachos por mera
diversión, dejándolos en las orillas, porque sus naturales, sin
embargo de que la carne no está tan abundante como en los pagos
de Buenos Aires, no los aprovechan, ni aún los perros lo quieren
comer. Por la una y otra banda está bordeado de sauces, chañares
y algarrobos. Los pastos no son tan finos como los de Buenos
Aires, pero son de más fuerte alimento de los ganados. Los
caballos y bueyes son fuertes y de mucho trabajo. Una y otra
banda están pobladas de algunos pequeños criadores, que también
cogen trigo y cebada. La fruta más común es el durazno.
Muchachos, mujeres y hombres, aunque no sepan nadar, pasan este
río en caballos, que son diestrísimos. Conducen forasteros de la
una a la otra banda en un cuero de toro en figura de una canasta
cuadrilonga, por el corto estipendio de dos reales, sin perder
cuasi nada el barlovento, porque los caballos son tan diestros
que siempre presentan el pecho a la corriente, y en cada viaje
llevan dos hombres con su aderezo de caballos, pellones y
maletas. Así como a la India Muerta y a
Fraile Muerto
se dice comunmente porque algún tigre mató a una india o a un
fraile, se dice también que la Cabeza de Tigre es porque un
hombre mató a una fiera de este nombre y clavó su cabeza en
aquel sitio".
Josef Reseguín nació en 1742 en Tarrasa (España) y con tal solo
15 años ingresó en la Real Escuela Militar de Matemáticas
establecida en Barcelona. En 1780 ubicado en Montevideo y con 38
años recibe, de manos del Virrey Juan José de Vértiz, el ascenso
a Teniente Coronel de los Dragones de Buenos Aires. Un año
después inicia una marcha de 20 días rumbo a La Plata en el Alto
Perú para asumir el cargo de Gobernador Intendente del Puno y
proceder a sojuzgar el levantamiento de Tupac Amaru y Tupac
Katari. Copiando la ruta que previamente había transitado
Concolorcorvo deja constancia, en varios escritos, las vivencias
de dicho largo viaje. Uno de esos documentos datado con fecha 24
de julio de 1786 lleva por título "Examen de postas de las
jurisdicciones de Córdova, San Tiago del Estero y San Miguel del
Tucumán". De dicho material y al referirse a la Posta de
Cabeza de Tigre, rescatamos que "... es una posta nutrida de
suficientes caballos y reforzada por tapia y zanja para mayor
seguridad".
Angel García Rodríguez en su
tesis "Influencias de las redes de transportes en
la historia de los asentamientos humanos en la
Argentina" incorpora el "Mapa Topográfico -
Facsimil de la época de la formación del Virreynato"
donde se detalla, con el nº 16 en la Carrera del
Perú, la Posta Cabeza del Tigre ubicada a 7 leguas
de la Posta de Esquina de la Guardia (nº15) y a 5
leguas de la Posta de Saladillo (nº 17).
En 1784, el astrónomo francés José
Sourryère de Souillac partió de Buenos Aires con destino a Santa
Cruz de la Sierra y dejó precariamente e inconcluso el relato
del camino recorrido que, en 1838, es publicado bajo el título
"Itinerario de Buenos Aires a Córdoba". Extraemos de su
texto los siguientes párrafos:
"De los Desmochados a la
Guardia de la Esquina hay 10 leguas cortas ... esta guardia
divide las jurisdicciones de Santa Fe, de la Vera Cruz, y de
Córdoba del Tucumán. De la Guardia de la Esquina a la posta del
difunto Gutiérrez, hay 10 leguas: a las 3 leguas se llega a un
pantano hoy transitable, (que llaman el Saladillo) e
inmediatamente a un lugar que llaman la
Cruz Alta; a las 7
leguas se hallan varios ranchos de estancias y chacras, que
denominan la Cabeza del Tigre. Desde este paraje el terreno es
arenisco (pero no llega a guadales) y poblado de bosques y
árboles de todos tamaños; cuando desde Buenos Aires apenas se
ven algunos duraznos en las inmediaciones de los ranchos: siendo
hasta aquí todo el terreno gredoso, y la capa de la tierra
negra, cosa de uno a dos pies; más adelante la
superficie es de arena, y lo interior, tierra negra. A las 4
leguas di con un grande arroyo, llamado el Saladillo (bien que
algunos me persuadieron que era el Río Cuarto, que entra en el
Tercero) y como manifestaba traer mucha agua, me paré por ser
tarde: la noche muy obscura y dicho río pantanoso".
El historiador José Ignacio Avellaneda rescata el documento que,
bajo el título "Descripción de los caminos, pueblos, lugares
que hay desde la Ciudad de Buenos Ayres a la de Mendoza, en el
mismo reino", fue escrito por el
Comandante de Frontera y de las
Armas del Partido de Cuyo José Francisco de Amigorena y
fechado en Mendoza el 6 de febrero de 1787. El mismo es un
relato pormenorizado del camino transitado por el expedicionario
donde se da cuenta, no solo de las características de la ruta,
los caminos secundarios y las distancias, sino que también
aporta una importante y valiosa información sobre la geografía
en general, los asentamientos poblacionales y sus recursos de
subsistencia. De dicho diario de viaje extraemos un fragmento
donde se consigna que, una vez dejada atrás la Posta de Esquina
de la Guardia pasan en cercanías de
Cruz Alta mientras ponen
rumbo a la siguiente Posta:
"A la Posta de la Caveza del tigre
(se pagan 7 leguas): Una Milla de la Posta se halla el
Puente que llaman de la Esquina en un Estado bien fatal,
sin Puente levadiza ni Puertas, el foso cegado, o casi,
parejo con lo demás. La muralla que de tapia ya se viene
al suelo, como también las Paredes (que es lo que queda)
de un edificio interior destinado para cuartel de la
Guarnición: Esta se compone de 6 Infantes Veteranos
mandados de Buenos Ayres cuyo Cavo hace de Comandante, y
están con tal incomodidad, por el mal estado del Cuartel
que cuando llueve apenas hay sitios dentro de el donde
poder colocarse los fusiles de modo que no se mojen: Nos
parece que un solo Cañonazo disparado dentro del fuerte
será bastante para que parte de el se venga á dar a
tierra. Solo un pedrero havia montado cuando pasamos. Al
amparo de este Fuerte viven 30 o 40 personas mui pobres
repartidas en siete Ranchitos, las quales se mantenían
de la Cria de algunos Animales, pero ahora que los
Indios se los han llevado, se verán precisados a
mendigar, avandonando estos parajes para salvar las
vidas. Aquí acaba la Jurisdicion de Santa Feé, y
principia la de Cordova [dato incorrecto ya que el
límite se ubica en la Posta anterior de Esquina de la
Guardia]. Una legua delante se vé al Sur el Camino de
la Casa que llaman del difunto Tamie que solia tener
mucha Hacienda pero yá los Indios llevaron este mes de
Octubre ultimo toda la que havia, matando, y cautivando
al mismo tiempo cuantos pudieron de los Dueños. Otra
legua larga mas adelante entre el Rio, y el camino está
el pueblo llamado de la
Cruz Alta; ... cuatro
leguas ay hasta la Posta y no se encuentra en ella
Poblado alguno ni Animales. Consta aquella de un Rancho,
y su Cocina cercado todo últimamente de una Muralla de
Adoves aunque sin puertas ni Armas para su defensa.
Havia aqui tres o cuatros Ranchos cuyos dueños se
mantenían con la Cria de Animales, pero como ahora
arrasaron todo los Pampas, tratan de reparar el Rio, y
mudarse al Norte. El Mro de Posta salvo (con) la fuga de
la vida y con una cortísima porción de caballos que se
les huyeron a los Indios, y volvieron a la querencia,
sigue sirviendo la Posta; pero cesara sin duda al primer
rumor de otra imbasion".
Si su interés es acceder al relato
específico que abarca el trayecto transitado dentro del
territorio cordobés,
haga click aquí.
Por el contrario, si su deseo es tomar
contacto con la integralidad del documento y por ende,
de todo el viaje,
haga click aquí.
Integrando un equipo de especialistas y financiados por el
estado español, el geológo y minero alemán Anton Zachariah
Helms viajó entre 1788 y 1789 a Sudamérica con el objetivo
de optimizar, con novedosas tecnologías de la época, la
explotación de los ricos recursos en plata descubiertos en
nuestras tierras. Durante su viaje vuelca sus experiencias las que
serán publicadas en un libro bajo el título
"Viaje desde Buenos Aires a Lima por Potosí";
en el mismo deja consignado que "... desde Esquina de la
Guardia a Cabeza del Tiguere [así consta en el original]
hay veintiun millas. Cabeza del Tiguere está junto al Río
Tercera [así consta en el original] cuyo lecho es de
granito molido. Desde Cabeza del Tiguere hasta Saladillo hay
veinticuatro millas. La mayoría de las estribaciones de la zona
están totalmente cubiertas de salitre natural como si fuese
escarcha".
Portada y fragmento del libro de Anton Zachariah Helms
Walter B. L. Bose en su artículo "Córdoba, centro de las
comunicaciones postales en las Provincias Unidas del Río de La
Plata" consigna que viniendo de Córdoba hacia Buenos Aires,
a cinco leguas de la Esquina de Lobatón
"... sobre el lado Sud del Río Carcarañá, estaba la Posta Cabeza
de Tigre cuyo Maestro de Postas era Don Laureano Maldonado a
quien el 26 de junio de 1797 reemplazó Don José Ramón Rivarola.
Este fue 'apeado de su empleo por faltas en el cumplimiento de
su deber' el 3 de enero de 1805; siguiéndole Venancia Galbán
quien también fue 'apeado de su empleo por un robo de ganados'
en 1808 siendo reemplazado por Matías de León el 1 de abril de
ese año".
En 1806, una vez
controlada la primera invasión y obtenida la rendición de las
tropas inglesas, se debieron tomar una serie de decisiones sobre
como proceder con los prisioneros. En primera instancia, se los
confinó en los parajes de San Antonio de Areco, a unos 120 km de
Buenos Aires; en los primeros meses de 1807, se opta por
trasladarlos al interior, más precisamente al Valle de
Calamuchita. Dentro del batallón movilizado se encontraba el Capitán
Alexander Gillespie quien describe, en un largo escrito a modo
de diario de viaje, la naturaleza y geografía de nuestro
interior así como
los hábitos, costumbres, miedos y sueños de los habitantes
locales. Esa obra se convertirá en un libro que será publicado en Londres
en 1818.
El 30 de marzo de 1807, el Regimiento 71 provisto de recursos
económicos y víveres,
parte del Santo de Areco e inicia, en carretas y a través de las
peligrosas pampas, el largo camino a Córdoba. La memoria
recopilada por el Capitán nos da cuenta que, el 17 de abril, su "... senda
fue costeando el río bien habitado, y por un campo cortado en
lomas, montes y llanos y un pasto todavía lujuriante. A las doce
llegamos a un pueblito llamado Cabeza de Tigre, situado sobre el
Tercero, donde el cauce de ese río se componía de un granito
veteado, y a unas siete leguas de Guardia de la Esquina [en
el límite entre las actuales Provincias de Santa Fe y Córdoba].
Muchos arroyitos de gusto salobre se pasaron en el camino a este
pueblito que se compone solamente de pocas casas. Tres
serpientes se agarraron en el día, dos verdes y una con un ratón
en la barriga; la otra era púrpura oscura, de cerca de dos pies
de largo, con anillos en el cuerpo de un claro color paja
bermellón, alternados a distancia uno de otro de una pulgada.
Los árboles se veían en el curso del río estaban generalmente en
pendientes suaves y tenían un follaje verde oscuro semejante al
del olivo, pero no tenían frutos. El ganado ahora disminuía a la
mirada y una superficie de arcilla blanquizca cubría un estrato
de sal". [Acceda al relato completo del viaje por
territorio cordobés, haciendo
Click Aquí].
Las postas funcionaban como aceitado sistema de auxilio de los
viajantes suministrando refugio para el descanso, alimentación y
apoyo logístico en lo que concierne a la provisión de animales
de refresco. Todo el servicio tenía determinados costos
preestablecidos. En este tenor es interesante un documento que
extraemos de los "Apuntes históricos de Salta" donde,
bajo el título "Expediente de la Intendencia de Córdoba sobre
gastos causados por los milicianos de Salta", se consigna un
"... recibo otorgado al Maestro de Posta por orden del
Comandante Don Eufrasio Agüero, 88 p. por caballos de silla y
seis que ocupan los carruajes. En la posta Cabeza del Tigre, 18
de junio de 1807. Auxilios dados por el vecindario. Dos reses, a
tres pesos cada una".
A lo largo del lustro 1819/1824, el botánico
e ingeniero inglés John Miers, realiza varias expediciones a Sudamérica
interesado por motivaciones científicas. De resultas de
sus relevamientos nacen dos volúmenes que fueron publicados en
Londres en 1826 bajo el título "Travels in Chile and La Plata
- 1819/1824". Al recorrer sus páginas nos encontramos
con apostillas sobre su paso por la Posta Cabeza de
Tigre.
"A cuatro leguas de
Cruz Alto[así consta en el original] está la Posta de
Cabeza del Tigre, una choza miserable, ubicada en
medio de una cerca de cactus; junto a ella hay
varias chozas miserables dispersas, el Maestro de
Posta cuenta con un recinto cuadrado de buen tamaño,
una pared de ladrillos secados al sol de unos ocho
pies de altura constituyen la construcción de la
pequeña vivienda dentro de la cual se refugian los
habitantes buscando protección cuando los indios
asedian. Unos meses antes de mi llegada, un grupo de
indios montados aparecieron al amanecer, a la
distancia de un cuarto de milla. Ante la primer
alarma toda la gente se refugió en este lugar
cerrado luego que la mayor cantidad de ganado, como
se pudo, fuese recogida y conducida a una zona
vecina segura. Los indios, a medida que se acercaban
y conforme no podían sortear el cerco con los
caballos se contentaron con tomar cuantos caballos y
mulas pudiesen. Las vacas destinadas al ordeñe no se
dejan que vaguen por miedo a la depredación india y
así se logran conservar mientras que la carne de
mula la asumen como excelente para alimentarse. El
alojamiento aquí es bastante miserable; el viajero
que pasa por este sitio debe familiarizarse con lo
sucio y repugnante del lugar y su gente; tenga la
certeza que se ha superado el límite de la miseria y
la barbarie y que tanto el alojamiento como su
tarifa no pueden ser peores".
John Miers y fragmento de su obra
En el
libro
"Viajes por América del Sur" editado en
Londres en 1825, el viajero inglés Alexander Caldcleugh Beatson (nacido
en Londres, Inglaterra en 1795 y fallecido en
Valparaiso, Chile en 1858) vuelca con minuciosidad de
detalles su experiencia; recorriendo sus páginas nos
encontramos que, siendo el 1º de marzo de 1821 y una vez
dejado atrás el pequeño conglomerado de
Cruz Alta, se
dirige hacia Cabeza de Tigre distante cuatro leguas,
apuntando que "...
perdimos el camino al oscurecer y a las nueve de la
noche llegamos a una de las mejores postas del camino;
no tenía pulgas y la patrona era una mujer de muy buenos
modales. Había muchas plantas de tunas, de doce pies de
altura, más o menos, que daban una flor blanca. Rodeaban
la casa algunos árboles pequeños y en los alrededores el
campo estaba cubierto de matorrales; el agua era muy
buena. Durante estos últimos días habíamos podido comer
zapallos, que se consumen mucho y me resultaron muy
agradables porque ya se me hacía difícil alimentarme
únicamente de carne. Los gastos hechos en los distintos
lugares donde había pasado la noche, fueron
insignificantes; la remuneración más apropiada consistía
en un poco de yerba para la patrona de la casa que me la
retribuía siempre ofreciéndome lo mejor que podía
disponer".
En 1823, el escritor inglés Robert Proctor llega al país con el
objetivo de cruzarlo en procura de Chile y de allí, al Perú. Al
regresar a su país, todas las notas acumuladas a lo largo del
viaje se incorporan a un libro al que títuló "Narraciones del
viaje por la Cordillera de los Andes".
Del mismo, extraemos
lo siguiente: "Salimos por la mañana muy temprano, y
trasponiendo el terreno alto donde está el villorrio de
Cruz Alta,
llegamos por la tarde al Saladillo, en cuyas márgenes
está 'Cabezo del Tigre' [en "castellano" en la
versión inglesa del libro]. Las orillas del río estaban
bellamente adornadas con sauces, que, después de larga y
total ausencia de arbustos, daban al paisaje aspecto
interesante. La corriente era regularmente ancha y
profunda, barrosa y salobre como lo indica su nombre;
nace en una de las grandes lagunas saladas que abundan
en el país. Las orillas son muy altas y como el agua era
demasiado honda para pasar en el punto donde alcanzamos
el río, nos vimos obligados a costearlo algunas leguas
hasta llegar a vado; allí los pasamos sin gran
dificultad y subiendo a terreno alto, llegamos al
villorrio Saladillo compuesto de pocos ranchos muy
diseminados en una especia de campo comunal; allí había
otra guardia contra invasiones de indios".
A principios de la segunda década del siglo XIX, el comerciante
Samuel Haigh reitera un viaje por nuestras tierras, de los
mismos hay dos trabajos publicados en los años siguientes, uno
es "Bosquejos de Buenos Aires, Chile" editado en 1829
mientras que el segundo, "Bosquejos de Buenos Aires,
Chile y Perú", corresponde a 1831. Del primero
de ellos extraemos una reseña que tiene que ver con la zona de
Cabeza de Tigre; el autor apunta que "... de la Arroya del
Medio [así se consigna en el original] a la
Esqueno de
Balesteros[así se consigna en el original], las
postas son muy miserables a lo largo de todo el camino. Este es
el territorio en disputa entre los indios salvajes de las Pampas
y los Gauchos; por esa razón las postas de Tigre, Cabeza del
[así se consigna en el original]Cruz Alta, Saladillo,
Fraile Muerto están todas fortificadas para resistir los
sanguinarios ataques de los indios. El modo de fortificación
merece un comentario sobre su singularidad. Higueras tunas, que
crecen a la altura de veinticinco a treinta pies, son plantados
muy juntas, en forma circular, y dentro de este recinto los
habitantes de la aldea encuentran refugio; a veces hay una zanja
alrededor de estas defensas. Como los indios solo están armados
con arcos, flechas y largas lanzas no pueden causar ninguna
preocupación. los gauchos suelen tener mosquetes y con ellos
disparar desde detrás de sus fortalezas vegetales gracias a que
caballos y hombres no pueden sortear este obstáculo".
Fragmento del libro "Sketches of Buenos Ayres
and Chile" de Samuel Haigh
Haigh se extiende sobre la cotidianeidad de la dura vida en la
zona; en su libro, reproduce que los lugareños le cuentan que
"... los indios suelen cabalgar haciendo círculos muy cerca de
la zanja, profiriendo fuertes gritos y ruidos a modo de desafío
mientras dibujan cientos de trucos sobre sus caballos. Estos
animales son considerados lo mejor de las pampas, los crían y
cuidan mejor que los gauchos, nunca montan a las yeguas que
destinan solo para la cría o como alimento de sus amos salvajes
a quienes acompañan en las largas expediciones de merodeo. Con
esta estrategia, los indios sorprenden a los cristianos tanto
por la velocidad de sus movimientos sino, además, por no sufrir
hambre durante las extensas travesías. Los fuertes conservan aún
algunos restos deteriorados de los pertrechos y muebles de la
época de los españoles, algún cañón pequeño vetusto y doblado
que, de intentar utilizarlo, convertiría en víctima al mismo
artillero. La precariedad de las defensas hace que los indios,
por menor que sea su número y con solo apelar a la sorpresa
nocturna, logran con facilidad su objetivo destruyendo una aldea
entera y su población, matando a todos sin hacer distinción
entre ancianos y niños; solo los más pequeños y las mujeres se
convierten en cautivos; capturan caballos y ganado y tras de sí,
dejan un páramo incendiado. Los gauchos cuentan historias
horribles y atroces respecto a estos ataques cuyas secuelas se
evidencian con solo observar las chozas convertidas en negras
ruinas. Dentro de este mundo salvaje, los gauchos no
evidenciaban diferencia alguna en su proceder degollando cuellos
con la misma perversidad. En una cabaña llamada Candelaria vi a
dos niños indios que habían sido tomados cautivos cuando sus
padres y toda la tribu que los acompañaba habían sido
masacrados. Los críos, uno de los cuales tendría unos siete
años, habían sido tomados como propios, se los veía totalmente
desnudos, con piel cobriza, estómagos hinchados como sapos,
piernas cortas y chuecas, cabeza redonda, bocas anchas en
exceso, pelo grueso de una negritud que competía en intensidad
con el negro de sus ojos; decididamente, eran muy feos, nunca
había visto dos monstruos tan horribles".
Hacia 1824,
camino a Chile, el futuro
Papa Pìo IX transita estos caminos. El relato de este viaje
lleno de viscisitudes se editó en Roma en 1827 bajo el título "Storia delle Missioni Apostoliche
dello Stato del Chile. Colla descrizione del viaggio dal
vecchio al nuovo mondo fatto dall´autore". Del original
del mismo extraemos unos párrafos
donde se consigna
que, luego de haber dejado atrás la Crociada (así consignado
refiriéndose a Cruz Alta)
"...el terreno continúa siendo gredoso y no mejora
hasta las cercanías de la siguiente Posta que se llama Cabeza de
Tigre por un tigre que fue ultimado y se mantuvo lo que en
lengua española se dice 'cabeza' expuesta durante largo tiempo.
Esta es una buena Posta que cuenta con un pequeño cañón para su
defensa el que puede ser girado en todos los sentidos. Aquí
comienza a costearse el Río Tercero que es bastante grande. Las
orillas de este río son arcillosas y rojizas [en el original
usa el término 'cardellinoso' asociable al pájaro 'cardellino']
y, después de las del Paraná son las primeras que se
presentan cubiertas de conjuntos de árboles a modo de
bosquecitos los que se cuentan en pequeñísimo número".
Desde Francia, a fines de 1825, parten dos embarcaciones que
atracarán en Chile, se trata de
la Fragata La Thetis y la Corbeta L'Esperánce. Un grupo de su
tripulación inician, el 26 de enero de 1826, un largo camino con destino
final en Buenos
Aires cruzando la cordillera por el Paso del Río Blanco. A
mediados de febrero arriban a la Posta de Cabeza de Tigre. El
relato de la travesía es asumido por el Teniente de Navío de
La Thetis Conde Edmond de la Touanne con la tutela y
autorización del Capitán de Navío Barón de Bougainville. La obra
será publicada en París, varios años después,
en 1837 bajo el título "Itinéraire Valparaiso et de Santiago
de Chile a Buenos Aires para les Andes et les Pampas".
El cuadro donde se refleja el detalle del itinerario recorrido, en el espacio
reservado al tramo desde Punta del Agua hasta Arroyo de en Medio,
se deja constancia que "... Cabeza del Tigre [así
consignado en el original] es una Posta rodeada por un foso y
empalizada de cactus".
Mapa de John Arrowsmith - 1834
La Armada de Estados Unidos organiza una expedición astronómica
que recorre, durante 1852 y 1853, dos veces el camino que une
Buenos Aires con Chile. El Teniente James Melville Gilliss,
responsable del proyecto, recopila toda la información acumulada
que incluye y la vuelca en una obra que se publica en 1855 bajo el título "The U. S. Naval Astronomical
Expedition to the Southern Hemisphere during the years 1849 to
1852". La travesía de 1852 consistió en realizar el
viaje de oeste a este; la etapa por el interior del territorio
cordobés, la hacen acompañando al Río Cuarto, el Saladillo, el
Río Tercero y el Carcarañá. De dicho texto extraemos que "...
Saladillo está situada cerca de la unión de los ríos Tercero y
Cuarto; este último es mucho más pequeño en este punto que en el
sitio donde lo habíamos cruzado anteriormente. Cerca de la Punta
del Sauce se extiende formando lagunas y pantanos y una gran
parte de su agua se evapora o se absorbe en el suelo. Lo que
llega al Tercero está impregnado de sal hasta el punto de ser
inútil para el riego o la bebida. El Tercero es una corriente
más considerable. Se vacía en el Paraná, y solo en estaciones
muy secas es demasiado salado como para usar. Cruzamos el Río
Cuarto donde tenía quince yardas de ancho, dos pies de
profundidad, y tenía una corriente de aproximadamente dos millas
por hora, y de allí avanzamos junto a la orilla sur del Tercero,
sobre la pampa, hasta la casa de Posta de La Cabeza del Tigre,
donde nos detuvimos para la siesta. A mitad de camino pasamos
una Posta llamada Esquina de Lovaton. La Cabeza del Tigre está
mejor fortificada que la mayoría de las postas que habíamos
conocido. Está rodeada por dos cercos y un seto de cactus
intermedio, con otro seto de cactus y una zanja que rodean a la
totalidad. Además de la posta, hay una o dos cabañas fuera de
las fortificaciones. El clima es muy opresivo. Termómetro 93°F
[unos 34°C] en
el lugar más fresco. Este día, por primera vez, me vi
obligado a usar la autoridad con el arriero que argumentó que
sus animales sufrían en sus cascos por el calor del suelo,
atento a lo cual sugirió detenerse para la siesta en un sitio
del camino donde no había refugio ni leña con la cual cocinar
nuestra cena. Todo ésto, aún cuando la posta estaba a la vista,
a no más de una legua y media. Frente a esta situación me vi
obligado a amenazarlo con no pagarle el precio estipulado a su
llegada a Rosario. El secreto del asunto era que el hombre era
exageradamente avaro, por lo cual invariablemente prefería
acampar lejos de las postas con la intención de evitar la
obligación de tener que pagar".
Diego Barros Arana
El pedagogo liberal chileno Diego
Barros Arana, considerado en su país como el más
importante intelectual e historiador del siglo XIX, era
en 1858 el Director del diario La Actualidad; desde el
mismo realizaba una fuerte y enfervorizada oposición al
gobierno de Manuel Montt; éste, con el objetivo de
acallarlo, inicia una persecución sobre su persona que
obliga al escritor a buscar refugio al otro lado de la
cordillera en el exilio argentino. Los últimos días de
diciembre de aquel año inicia el largo viaje con destino
a Rosario donde, por entonces, vivía su hermana mayor.
En una libreta de apuntes fue volcando apostillas de
dicho periplo; de la misma rescatamos que "... el 14
de enero de 1859 pasamos por los pueblitos de San
Jerónimo o Fraile Muerto y el Saladillo de Rui Díaz y
alojamos en la Posta de Cabeza de Tigre. El 15, salimos
a las dos de la mañana y pasamos por las últimas postas
cada una de las cuales tienen un recuerdo histórico.
Todas tienen una especie de fortificación porque están
rodeadas de fosos y quiscos que crecen con mucha rapidez
para defensas contra los indios".
Durante los años '60 del siglo XIX se inician y consolidan las
redes ferroviarias en Córdoba; este proceso genera un radical
cambio de la fisonomía poblacional de la provincia. Carolina
Peralta en su trabajo "La gran mutación - La urbanización del
siglo XIX: 1810-1914" concluye que " ... antes de la
llegada del ferrocarril más del 70% de la población, se
concentraba en los departamentos Norte, Oeste, Capital y Centro
de la Provincia producto del coloniaje. Después del arribo del
ferrocarril los departamentos del sur y este se incorporan, y la
situación se invierte, más del 70% de la población se distribuye
en la zona opuesta produciéndose una completa inversión
demográfica, donde solo la capital conserva su peso porcentual".
Veinte años antes, en 1840 el Gobernador de la Provincia Don Manuel López
había impulsado un censo donde se consignó un registro pormenorizado de los
datos personales de los habitantes así como su ubicación
definida como departamento, partido, estancia, lugar o chacra.
En algunos casos los censistas agregaron los datos de ocupación
y la propiedad de ganado. Con ese cúmulo de información se
construyó un mapa de la provincia que utiliza Carolina Peralta
como sustento de sus conclusiones en el trabajo anteriormente
mencionado.
Mapa de 1840 incluído en el Anuario Estadístico -
Edición Bicentenario 2016 donde se observa una mayor
concentración de población en el norte, oeste, capital y centro
de la provincia previa a la llegada del ferrocarril y que se
invertirá luego del avance de la red férrea (la línea diagonal
es una inclusión de nuestra autoría)
A lo largo del período 1857 - 1860, el científico prusiano Karl
Hermann Konrad Burmeister realiza un pormenorizado relevamiento
de la Confederación Argentina. Luego, su trabajo es volcado en
un imprescindible manual de consulta que se editará bajo el
título "Viaje por los Estados del Plata". Su
paso por Córdoba se realiza durante fines de febrero de 1857; el
trayecto lo recorre utilizando un carretón de dos ruedas y una
pequeña escolta aportada por Urquiza. Según su relato, luego de
Cruz Alta y de transitar cuatro leguas manteniendo dirección
norte llegó a "... una estanzuela conocida como Cabeza de
Tigre. El camino era bueno, el suelo como antes, bien cubierto
de pasto corto, sin ninguno de los yuyos altos, y al parecer muy
fértil. A mitad del camino, se ofreció un bonito panorama con
horizonte color violeta y una silueta boscosa: eran las márgenes
del Carcarañá, pobladas de arboleda. En la posta ... fui muy
bien atendido, cuando le mostré al estanciero que en el mapa que
llevaba de la obra de Woodbine Parish figuraba su estancia con
el nombre correcto".
"Viaje por los Estados del Plata" -
Germán (Hermann) Budmeister
Todo ese enorme espacio territorial vecino al Carcarañá lucía
con bosques que no necesitaban ser talados, por ejemplo, para
alimentar hornos de ladrillos ya que la escasa población apelaba
a la construcción con la técnica del adobe; por otra parte, el
sustento de los pocos habitantes se cubría con pequeñas huertas
y una ganadería basada en animales cimarrones (equinos y
vacunos) que, dejados por los españoles, se reproducían
libremente sin esfuerzo alguno. En esta etapa según María del
Carmen Corigliano en su trabajo "Ecología histórica de la
subcuenca del Río Carcarañá" se incorporan álamos, manzanos,
higueras, nogales y durazneros en las estancias, las postas y
los pequeños poblados.
La posterior ampliación de fronteras desplazando a las
comunidades indígenas hacia el sur impulsan la ganadería que se
vuelve controlada y pastoril privilegiando los colonos criollos
el ganado bovino mientras que las estancias administradas por
ingleses se dedican a lo ovino. María del Carmen Corigliano
amplía que, en lo previo a la llegada del ferrocarril y una vez
consolidado el mismo "... existía una incipiente agricultura
precapitalista, en especial en la zona del Tercero. En 1868 en
[toda la zona aledaña a] Fraile Muerto se cambia la
ganadería por la agricultura. Esto constituyó un avance
significativo del trigo, si se tiene en cuenta que en las
postas, hasta esa época, se comía carne y algunas verduras pero
no había pan". La misma autora afirma en su trabajo que se
impulsa un proceso de desmonte con el objeto de liberar espacio
para destinarlo a la agricultura eliminándose "...
algarrobos, chañares, espinillos, molles", se tala el
ñandubay para utilizarlo en postes de alambrados y finalmente,
se aprovechan los distintos tipos de maderas en la nueva red
férrea fabricando con ellos "... traviesas, vagones y
calzadas ... importándose de Inglaterra todo lo que era de
hierro".
Este proceso significó un notable movimiento de
migración interna desde el nordoeste de la provincia hacia el
sudeste, como así también desde la vecina provincia de Santa Fe
donde el aumento del valor de sus campos obligaba a la búsqueda
de precios más económicos en Córdoba y por último, debe sumarse
el auspicio de la llegada de inmigración extranjera. En
conclusión, la
explosiva modificación demográfica generada en el sudeste
cordobés propició que, con
rapidez, crecieran las minúsculas comunidades preexistentes y, en paralelo, nacieran nuevos
pueblos.
Mapa de Echenique de 1866 incorporado en la
investigación de Juan D. Delius:
"Reseña acerca de los campos que
circundan la antigua estancia Monte Molina, Saladillo,
Córdoba" - Obsérvese la
individualización del Fuerte de Barreras (entre las Postas de
Cabeza de Tigre y Lobaton) y el espacio reservado para el
tendido férreo
Pueblo Sauberán - Estación Los Surgentes
Antonela Ramponi Reschini en su trabajo dedicado a Sanford y Los
Molinos (ubicadas en la zona de lo que era la Posta de Los
Desmochados en la provincia de Santa Fe) bajo el título
"Déficit identitario" da cuenta que, tras la conquista del
desierto "... en la zona de Sanford y Los Molinos, tres
grandes estancieros eran propietarios de la totalidad de las
extensiones de tierras: Domingo Leguizamón, Manuel Pesoa y la
Sociedad entre Sauberán [hermanos Carlos y Pedro] y Pedro Capdevielle
[cuñado de los Sauberán]". Según la autora, estos últimos, "... arribados de su Francia natal
en 1884, constituyeron en
1889 la sociedad 'Sauberán y Cia.' que se amplió en 1895 con la
incorporación de Don Juan Bazet [en algunos casos se lo
identifica como Basset] llamándose 'Sauberán y
Capdevielle', dedicada principalmente al comercio de granos y
explotación agrícola". La sociedad en muy pocos años y de
resultas de numerosas compras, conforma un significativo
patrimonio territorial en las provincias de Santa Fe y su
vecina, Córdoba.
Carlos Sauberán
Marta Nuñez en su libro "Trascurso histórico de Los
Surgentes" vuelca una descripción de Carlos Sauberán
basándose en "... un órgano periodístico de la época". Según dicha particular versión, el empresario
francés "... era un caballero, como amigo y principalmente
como protector más decidido de sus numerosos subalternos. Don
Carlos, afectuosa denominación con que se le trataba en el
vastísimo círculo de sus relaciones, no era como podría
suponerse un hombre orgulloso, dado su cuantiosa fortuna.
Francés de origen, con inteligencia poco común, y hábitos
sencillos, discurría siempre con la bonhomía de su carácter
franco y expansivo y convincente y eficaz cuando terciaba en un
debate de esos tan comunes en sociedad. A su iniciativa se debió
el desarrollo que se dio en la región a la siembra del maíz, y
los que dudaron de su éxito, cuando Sauberán dedico sus campos a
ese cultivo fueron los primeros en reconocer que su previsión
salvo del desastre agrícola a los que recargaban sus campos de
trigo y lino solamente. Generoso y desprendido, como buen
francés, es de los que figuraban siempre en primera fila en todo
lo que refería a iniciativas en Villa Casilda y es tradición de
su casa de comercio, que los que permanecieron en ella durante
algunos años labraron allí su bienestar, proporcionalmente al
caudal de competencia que aportaron".
Muchos años después, en 1932, el Sacerdote Juan Carole que sería
el responsable de la Parroquia de Los Surgentes desde su primer fundación
opinaría de un modo muy diverso.
Hilda Augusta Schiavoni, en su trabajo integrado al "Civitatis Mariae",
rescata palabras del Párroco donde clasifica a Carlos Sauberán
como "... una persona carente de sentimientos religiosos".
Juan D. Delius en su minucioso trabajo titulado
"Reseña acerca de los campos que
circundan la antigua estancia Monte Molina, Saladillo,
Córdoba", incluye un mapa de Warner de 1903 que es
relevante para esta reseña ya que en el mismo, a pocos años de iniciarse el
loteo de la zona, no figura aún el nombre de Sauberán. Como se
puede observar, los terrenos están identificados como de
propiedad de N. Casas (por Nazario Casas) e incluyen lo que en
el Mapa de Echenique aparece como Fuerte de Barreras (hacia
principios del siglo XIX, el mismo ya era una ruina) y su
correlato posterior como Campo de Barreras. Para los primeros
años del siglo XX las propiedades habían sido heredadas por los
hijos ya que, según Deluis, "... Nazario Casas había
fallecido en un duelo en 1890".
Mapa Warner 1903
En el trabajo de Delius se consigna que en 1908 todas estas
tierras que incluían la identificación de Colonia Los Surgentes
(nombre atribuído a Nazario Casas en 1888) ya
eran propiedad de la Sociedad que conformaban Sauberán, Capdevielle y Bazet. La adquisición a los herederos del total de
estas propiedades es una progresiva secuencia de compras
iniciadas en 1903.
Mapa Peralta 1905 donde la Estancia "Las Cañas"
figura con el nombre de Sauberán como propietario
El 4 de noviembre de 1911 "Sauberán y Capdevielle" pone en
marcha un loteo y venta de
terrenos de su propiedad que será la simiente de la nueva comunidad. La publicidad
aseguraba que "... el Pueblo 'Carlos Sauberán' Colonia y
Estación 'Los Surgentes Línea Rosario - Casilda - Cruz - Los
Surgentes y Córdoba' se está formando con los auspicios de su
inmenso porvenir, por su situación privilegiada, sus aguas
riquísimas a los 10 m y a 80 m los surgentes, rodeado de
extensas colonias, cuyos productos, por el puente proyectado y
su gran camino, tendrán acceso a la Estación 'Los Surgentes' por
ser el punto más próximo de embarque. El trazado del Pueblo
'Carlos Sauberán' está hecho de acuerdo a las exigencias
modernas, plaza, avenida y calles amplias, lotes muy bien
ideados para casas de negocios o veraniegas, por su proximidad
(2 km) al Río Tercero o Carcarañá, se obtiene arena a 1$ el
metro y los ladrillos a bajo precio en los hornos existentes".
En los planos que diseñaban el pueblo ya se preveía, con
claridad, la ubicación de la futura iglesia.
Archivo Arquidiocesano de Córdoba - AAC - Cajas
de Parroquias - Los Surgentes - Carpeta 5, Folios 13
En el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba en sus Series
Notariales 1, 2, 3 y 4 correspondientes al período 1882-1925
encontramos dentro del Catálogo de Planos realizado por el
Licenciado Eduardo Gould que, a Folios 484 y 485 del 10 de mayo
de 1914 y refrendado por el Escribano Adscripto Valentiniano
Peralta, se incorporan los planos del Pueblo Carlos Sauberán -
Estación Los Surgentes (correspondiente al Departamento Marcos
Juárez, Pedanía Cruz Alta), identificando como "Partes" a Carlos
Sauberán vecino de Casilda (Provincia de Santa Fe). En el
apartado titulado como "Asunto" la ficha consigna lo siguiente:
"Pueblo Carlos Sauberán - Estación Los Surgentes: Plano del
pueblo Sauberán ubicado al Sur de la estación de Los Surgentes,
ramal Casilda a Dalmacio Vélez, FF.CC. Central Argentino. La
avenida Liniers divide a la población de Norte a Sur y, en la
parte central, se hallaba la plaza San Carlos. En la manzana 29,
se había reservado un lote para iglesia; en la 25, uno para
comisaría; en la 36, otro para "colegios"; en la 37, otro para
Municipalidad; en la 38, otro para juzgado y registro civil; y
en la 47, otro para hospital. En uno de los esquineros del
plano, se halla dibujado el pueblo y las "quintas" las cuales se
extendían tanto al sur de la población como cruzando las vías.
Observaciones: El pueblo se hallaba ubicado en una parte del
campo conocido como "Los Surgentes", ubicado al Sur del río
Tercero-Carcarañá; y, además, aparecen delineados la estación,
el galpón de carga, el molino y un tanque de agua e incluso
sendas máquinas a vapor tirando vagones".
El mismo Carlos Sauberán cederá en 1914 otros lotes de su
propiedad para la radicación del cementerio de Los Surgentes a
unos kilómetros hacia el oeste del pueblo en cercanías del Monte
de los Papagayos donde, poco más de un siglo antes, había sido
fusilado Liniers.
A la derecha, imagen actual del
mismo.
Foto de la segunda década del siglo XX
correspondiente a la Avenida/Boulevard Liniers
(agradecemos el generoso aporte de Gimena Spurio y del
equipo de "Caminos y Pueblos")
La Parroquia
Hilda Augusta Schiavoni consigna en su trabajo de recopilación
histórica integrado al "Civitatis Mariae - Historia de la
Diócesis de Villa María"
que "... el Presbítero Antonio Trías presentó los
planos de la Iglesia el 5 de abril de 1915 ante el Ilustrísimo y
Reverendísimo Sr. Arzobispo de Córdoba Dr. Fray Zenón Bustos y
Ferreira". La carta en cuestión expresa que "... tiene el
honor de proponer a la aprobación ... el plano de la Iglesia que
se proyecta levantar en el Pueblo Carlos Sauberán, Estación Los
Surgentes, si es de su conformidad". (Acceda al documento
original haciendo
CLICK AQUI).
Conjuntamente con dicha carta el Presbítero Antonio Trías envía
otra carta al Monseñor Eduardo Ferreyra, Secretario del Obispado
de Córdoba donde le menciona el envío de los planos de la
Iglesia que se aspira construir en Los Surgentes para lo cual,
"... ruégole apure su aprobación pues queremos empezar la
obra cuanto antes". Lo curioso de este otro texto es que
Trías dedica buena parte de su contenido a tomar posición sobre
una grave denuncia expuesta en "Patria degli italiani",
publicación destinada a la colonia italiana, referida a un caso
de abuso que involucraba a un sacerdote de la zona y una niña de
12 años. (Acceda al documento original haciendo
CLICK
AQUI).
Los dos documentos anteriores corresponden al Archivo
Arquidiocesano de Córdoba - AAC - Cajas de Parroquias - Los
Surgentes - Carpeta 5, Folios 10 y 11.
En relación a este periódico, Mariana
Baravalle en "La prensa y la inmigración en la
Biblioteca Nacional Argentina" consigna que "...
el diario 'La Patria degli Italiani' nace, en octubre de 1893,
en reemplazo de 'La Patria' siendo cercano a la tradición
republicana. Defendía el anticlericalismo, la preservación de la
italianidad, la libertad de trabajo, el comercio y la
emigración. Una o dos veces por semana publicaba los nombres de
los barcos llegados al puerto de Buenos Aires con la respectiva
lista de pasajeros".
Según Schiavoni en "Civitatis Mariae", unos meses
después, "... el 3 de julio de 1915, el Sr. Sauberán escribió al
Obispo diciendo que tal como le había prometido le adjuntaba un
plano del pueblo. En el mismo hacía figurar un terreno de 60 por
65 metros destinado para la Iglesia del Pueblo ya escriturado al
Gobierno de la Provincia de Córdoba, para lo cual se comprometía
en dejar una calle de 10 metros de ancho para que el terreno del
templo fuera totalmente independiente del lindero a 'cuatro
calles'".
En muy pocos años de labor, la iglesia estaba concluída siendo por ese tiempo, Fray Zenón Bustos, el Obispo
provincial y el Cura Párroco Don Antonio Trías que, asignado a
Cruz Alta, asumía autoridad sobre la parroquia del Pueblo
Sauberán.
Obispo de Córdoba Fray Zenón Bustos y firma del
Cura Párroco Antonio Trías de Cruz Alta
En agosto de ese mismo año 1916 encontramos al padre Antonio
Trías navegando de España rumbo a Buenos Aires a bordo del Vapor
Correo Infanta Isabel de Borbón. Una carta escrita por el Padre
Félix Barañera da cuenta que el 20 de dicho mes se oficia una ceremonia
que, relatada con
lujo de detalles, da cuenta del bautizo de unos sesenta niños en
medio del Océano Atlántico por parte de Antonio Trías "... cura de Cruz Alta, Diócesis de Córdoba
(Argentina), sirviéndole el Sr. Capellán de Presbítero
Asistente, mientras el sexteto ejecutaba escogidas piezas de
Gounod y de Wagner". Continúa el autor de la misiva
asegurando que "... nunca la marcha real española me pareció tan
majestuosa como aquella mañana, al escucharla tan lejos de la
patria, cuando se alzaba la Hostia Santa entre el azul del mar y
el azul del cielo".
A partir de 1923 y durante tres años se oficiaron continuos
reclamos epistolares reclamando la autonomía de la Parroquia del
Pueblo Sauberán y luego Los Surgentes por fuera de la
dependencia de Cruz Alta. El Sacerdote Gerardo Nis, recién
asumido, era el que, por entonces rechazaba frente a diversos
interlocutores y con distintos argumentos la solicitud de los
habitantes del naciente pueblo. Sus argumentos mutaban de
proponer "... enviar un sacerdote ayudante a la Parroquia de
Cruz Alta para poder servir en las 15 leguas del Decanato y
atender mejor a los pueblos que la formaban sin desatender a
Cruz Alta cuyo movimiento iba en aumento ..." o atribuir a
solo "... dos señores los que instaban a los colonos y
población sobre la necesidad de hacer de Los Surgentes una
Parroquia engañándolos movidos por intereses particulares".
Una de esas personas a quienes Nis acusaba de impulsor de la
propuesta no era otro que Carlos Sauberán.
Para noviembre de 1924 existe una carta que, firmada por Luis
Carignano, es dirigida al Reverendo Vicente Alvarez donde el
firmante funda su reiterada solicitud en el hecho que el mismo
pueblo había asumido una particular animosidad hacia el anterior
Parroco Trías de resultas de su negativa a aceptar la nueva
Parroquia; por tanto, la comunidad de Pueblo Sauberán había
tomado la decisión de desistir concurrir a los
oficios en la vecina Cruz Alta. El texto incluye una dura
amenaza: "... el pueblo se negará a pagar la subvención y dar
la correspondiente limosna al Vicario Conservador ...",
agregando estar dispuestos a celebrar "... las misas y
funerales en otros pueblos". Es interesante esta carta
porque en la parte superior izquierda, de modo
manuscrito, queda asentado un texto duro y escueto:
"No se concede".
(Archivo Arquidiocesano de Córdoba - AAC
- Cajas de Parroquias - Los Surgentes - Carpeta 5,
Folio12)
Son varias las cartas de Carlos Sauberán que Schiavoni rescata en
su trabajo "Civitatis Mariae", una de ellas es
la del 15 de diciembre de 1924 donde el fundador del pueblo
reconoce "... ser consciente de haber herido intereses ...",
recuerda"... haber donado un terreno de abundantes
dimensiones ..." y evaluó "... contar con los fondos
necesarios que ya alcanzaban los 70000$". Otra de las
misivas es de marzo de 1925 donde Sauberán promete a Monseñor
José Luque "... contribuir con dinero y su esposa con un
altar principal, obligándose a hacerse cargo del enrejado y de
los portones de hierro".
El 11 de agosto de 1925, el Poder Ejecutivo representado por el
Presidente Dr. Marcelo Torcuato de Alvear y su Ministro del
Interior Dr. Angel Gallardo remite al Congreso de la Nación la
documentación relevada a lo largo de un año en respuesta al
pedido que el Poder Legislativo, con fecha 30 de julio de 1924,
había solicitado requiriendo la información detallada de las
"... asociaciones, congregaciones, corporaciones u órdenes
religiosas existentes en el territorio de la República".
Dentro del voluminoso material nacional se incluye, con fecha 4
de setiembre de 1924, la respuesta del Vicario General José A.
Luque referida a la Provincia de Córdoba; en la misma, se ven consignados los nombres de
los sacerdotes Gerardo Nis (argentino) y Juan G. Carole
(francés). La Cámara de Diputados, en su Sesión Ordinaria del 21
de agosto de 1925 procede al tratamiento de dicho material.
(Acceda a dicho material haciendo
CLICK AQUI).
Hasta los habitantes de Juárez Celman se sumaron al pedido con
nuevos argumentos; la solicitud, del 21 de febrero de 1926,
estaba firmada por un número interesante de vecinos.
Acceda a
la misma, haciendo
CLICK AQUI. (Archivo Arquidiocesano de
Córdoba - AAC - Cajas de Parroquias - Los Surgentes - Carpeta 5,
Folio 13 Y 14)
El 8 de mayo de 1926 finalmente es creado el Curato de San
Carlos Borromeo escindiéndolo de Marcos Juárez, Cruz Alta y
Leones.
El 8 de junio de 1926 se realiza una nueva modificación fijando los límites definitivos del
nuevo
Curato de San Carlos Borromeo referenciado en el Pueblo Sauberán
- Los Surgentes. El documento lleva la firma
del Vicario Capitular Juan A. Taborda en su carácter de Pro
Secretario. Será Juan Gustavo Carole, nacido en Francia en 1881
y radicado en el país con su familia desde muy jóven, quien se hará cargo de la
nueva Parroquia a partir del 16 de junio de aquel año.
(Archivo Arquidiocesano de Córdoba - AAC - Cajas de Parroquias - Los
Surgentes - Carpeta 5, Folio 17)
Hilda Augusta Schiavoni recupera, en su investigación
incorporada en "Civitatis Mariae - Historia de la
Diócesis de Villa María", los detalles de la
celebración efectuada ese 16 de junio. Según su relato el
sacerdote Juan Gustavo Carole al hacerse cargo del nuevo Curato
describe ante los feligreses congregados "... su regocijo y
su responsabilidad, enumera su obligación ante los fieles y
menciona a personajes bíblicos y santos emitiendo en latín
eclesiástico palabras por éstos proferidas; usó vocativos frente
al Obispo, agradeció su presencia y solicitó su bendición".
Presb. Juan G. Carole
El diario cordobés "Los Principios" reconstruye los sucesos del día
consignando que "... Los Surgentes, ha sido honrado con la visita, del
ilustrísimo señor obispo doctor Luque, visita que ha provocado diversos actos
celebrados en honor de su Señoría; y teniendo en cuenta que el fin de su presencia
era elevar esta capilla a sede parroquial, su visita fue por demás grata. El
Obispo llegó a la población el día 15 de junio; recorriendo luego el pueblo a
pie a lo largo del bulevar Liniers, en compañía de casi todos los habitantes de
Los Surgentes, entre acordes de marchas triunfales, estampidos de bombas, toque
de campanas del Templo y expresiones de alegría de los feligreses. Las calles,
edificios públicos, comercios y casas de familias se habían embanderado
profusamente para la ocasión. Al entrar el Obispo y su comitiva al Templo la
niña Elda Bertello pronunció, según el cronista, un discurso ofreciendo al
prelado una artística canasta de rosas. Ya dentro del recinto de la nueva
Parroquia, el R.P. Juan G. Carole dio la bienvenida al Obispo y a continuación
se impartió la bendición episcopal a todos los presentes en el templo y fuera de
él. La Comisión de Señoras y Señoritas surgentinas, presidida por María Esther
Medina presentaron sus saludos al Obispo entregando una ofrenda floral".
En su trabajo, Hilda Augusta Schiavoni, da un
detalle del interior de la iglesia; una cuidada ornamentación
que los ojos de los fieles que ocuparon "... los 25
bancos", llevarían por siempre en su memoria; más aún,
como consecuencia del aciago destino que, en poco tiempo,
convertiría en recuerdo la novel parroquia.
Según la investigadora "... diez candelabros de tres
luces.." iluminaban el conjunto permitiendo apreciar que
"... el Altar Mayor, donado por Carlos Sauberán
[también es el aportante de la Pila Bautismal de mármol
blanco], era de estilo gótico, de cinco metros de alto y
exhibía las imágenes de San Carlos Borromeo al centro
flanqueado por el Sagrado Corazón y la Inmaculada
Concepción". Un Altar Lateral incluía "... la imagen
de San Antonio". Otro Altar, considerado provisorio,
lucía "... un grande y artístico Cristo y las imágenes a
tamaño natural de la Dolorosa y San José". El conjunto
se completaba con un "... armonio, un Vía Crucis, un
púlpito, dos confesionarios y una campana en la sacristía ya
que la iglesia no tenia torre". Otras imágenes que,
posteriormente, se fueron sumando dentro del ámbito recoleto
son: "... San Juan Bautista, Nuestra Señora de la
Guardia, San Lorenzo y un Niño de Praga".
La vida del nuevo edificio estaba ya signada; desde lo edilicio
adolecía de profundas falencias constructivas. De hecho, eran
permanentes las advertencias sobre la fragilidad que incluían
hasta la posibilidad del derrumbe. Fundamentalmente las
filtraciones hacían dudar sobre la estabilidad y durabilidad de
la obra obligando a pensar, de modo recurrente, distintos planes
de restauración que a lo único que conducían era a multiplicar
gastos sin que se accediera a soluciones definitivas que
brindaran sensación de seguridad hacia el futuro.
Schiavoni reconstruye el esfuerzo económico realizado por Carole
y numerosos fieles para financiar el proceso de restauración
realizado por el constructor Marchesi de Cruz Alta. Según el
estudio incorporado en "Civitatis Mariae", se
procedió a "... revocar todo el lado sur por dentro y por
fuera con cal, pórtland y cerecita. Además se innovó al pintar
el interior de la Capilla y se refaccionó también el frente".
Las tareas se concluyeron hacia fines de 1927 con un costo total
de "... 3500$, de los cuales 2000$ fueron donados por Carlos
Sauberán y el resto con la dádiva de vecinos y colonos".
Un mes después, en esas renovadas condiciones, llegó el ciclón
de la fatídica noche del 17 de enero de 1928; el mismo año que,
unos días antes, había comenzado con un fenómeno similar que
había arrasado a Pilar y General Rodríguez en la Provincia de
Buenos Aires; el mismo trágico año que se cerraría, en
noviembre, con otro meteoro que castigaría gravemente a Villa
María y Villa Nueva en Córdoba.
La tragedia del 17 de enero de 1928
A
las 23 horas de aquel día se desencadena un ciclón que arrasa
Los Surgentes y destruye la Iglesia San Carlos Borromeo. Tan
solo unos pocos minutos duró el fenómeno; suficiente tiempo para
condenar a escombros el esfuerzo de varios años de la naciente
comunidad asentada sobre la vieja Posta Cabeza de Tigre.
Diario "Democracia" del 18/01/1928
Noticia aparecida en el Diario "Los Principios"
del
18 de enero de 1828,
al día siguiente de producido el ciclón
Diario "Los Principios" (26/01/1928)
"Los Surgentes, 24 de enero de 1928. ¡Nuestra pluma tiembla y se
estremece al escribir estas líneas! La amada Iglesia Parroquial
no existe más. ¡Ha caído barrida por el furioso vendaval. De
ella no ha quedado más que el frente y el fondo para que viendo
su extensión pueda el ánimo así medir mejor la inmensidad del
desastre!
¡Escombros que llegan al alma! ¡Ruinas que despedazan el
corazón!
¡Cuántas horas amables hemos pasado en su interior! ¡Cuántas
veces nuestro espíritu acongojado ha encontrado al pie de sus
altares ánimo y valor! ¡Cuántas veces nuestro corazón
sintiéndose flaquear en la ruda e ininterrumpida lucha y labor
parroquial, postrábase humildemente a los pies de Jesús
Sacramentado recuperándose sus energías y fortaleciéndose con
nuevo vigor!
¡Oh mi predilecta iglesia! ¡Cuánto te he amado! ¡Cuántos
sacrificios no he realizado por hacerte hermosa y bella!
¡Cuántas vigilias y cuidados me has robado para mantenerte
siempre joven y esbelta; ¡y ahora, solo veo en ti, ruinas,
escombros, desolación!
Eran las 23 horas del martes 17 del presente mes. Un calor
sofocante y aplastador quitaba a los ánimos todo descanso y todo
reposo al cuerpo; y ni la más pequeña brisa movía las livianas
hojas de los árboles. De pronto, se levanta del sud una grisácea
nube, la que a medida que avanza va cambiando de color. Y del
gris pasa al azulado oscuro y de éste al amarillo débil para
tornarse rapidamente en un verde eléctrico. Cuando subitamente
déjase ver del todo rojo, y el vendaval, se desencadena. Al
colocarse la nube con vertiginosa rapidez sobre Los Surgentes,
cambia su rojo color para convertirse en un negro profundo y la
lluvia comienza con precipitación a caer. El vendaval acrece su
fuerza cada vez más y más hasta llegar a ser un huracán ciclópeo
imposible de imaginar la mente humana. La población queda a
oscuras por cortarse los cables eléctricos. Se oye el chasquido
de los zincs que vertiginosamente vuelan por los aires. Los
techos son con calidad infantil arrancados de su lugar, y
arrojados a gran distancia. Y así, en medio de la lluvia que
ferozmente se precipita, de la absoluta obscuridad que reina,
del huracán que con horrorosa majestad muestra su poder, óyose
un estrépido ensordecedor algo que derrumbándose pesadamente
azota el suelo. ¡Oh cielo santo! ¡La iglesia parroquial ya no
existe más!
Dos minutos duró el furor de la naturaleza. ¡Cuán miserable y
débil es el hombre ante su poder y su ira!
Y
pocas horas después, levántase el sol radiante, fuerte y hermoso
como siempre. Parecía que su luz era más clara, más nítidos sus
rayos, más enérgico su poder.
¡Qué irrisión! ¡No alumbraba más que escombros y ruinas! Altares
destrozados se ven en confuso montón; imágenes cortadas, rotas,
diseminadas en trozos; el impresionante Santo Cristo tendido
largo a largo con los brazos desmesuradamente extendidos
proclamando su reino de dolor. Sobre un montón de hierros, que
antes fuera una artística gótica ventana, se veía hermosamente
serena y maravillosamente intacta la imagen amada de Nuestra
Señora de la Guardia, la que a pesar de su tamaño y peso fue
hallada cual si ella allí descansada y tranquilamente se hubiese
colocado. Siguiendo en la búsqueda, de pronto se ve una pequeña
e infantil carita: era el Niño de Praga. Se mueve un enorme
block de ladrillos, retírase una pesada viga de hierro y como
riéndose, con los bracitos en alto bendiciendo déjase ver su
preciosa imagen. Sano, intacto. Ni uno de sus diminutos dedos.
Nada falta. Todo está. ¡Oh, prodigioso Niño de Praga! ¡Ahora los
niños te amarán más! ¿Qué habrá sido de la artísticamente bella
imagen del protector y patrono San Carlos?
Por ninguna parte se la ve. Se la buscó con insistencia
encontrándosela debajo del destruído altar mayor. Leves y
pequeñas rasgaduras, apenas si dan señales de haber sido
despedida de su alto sitial de honor. Las campanas, arrancadas
con violencia de sus sólidos pilares, cayendo sobre el techo de
la sacristía le hicieron grandes aberturas rompiendo sus fuertes
tirantes.
El sagrado y hermoso púlpito a cien metros de su lugar veíase
completamente destrozado. La bella Pila Bautismal de soberbio e
inmaculado mármol, dejaba ver desparramado sus pedazos. Todo lo
demás: bancos, confesionarios, armonium, candelabros,
via-crucis, cuadros, repisas, floreros de artístico cristal,
todo sepultado bajo las paredes muertas. ¡Qué desolación! ¡Qué
ruina!
¡Pero, aún vive la esperanza! Queda aún la fe de todos los
buenos habitantes de este pueblo y colonia. La buena voluntad,
fuerte y enérgica de los fieles para iniciar la construcción de
la nueva Casa de Dios, la que se levantará más fuerte, más bella
si cabe, más hermosa aún. Nadie se negará a contribuir con su
óbolo, demostrando así que es más fuerte la energía del alma
cristiana que el poder destructor de la naturaleza.
La vista en Dios, la energía en la voluntad, el entusiasmo en el
corazón ... y un nuevo templo, una hermosa iglesia coronará los
esfuerzos de todos los habitantes de Los Surgentes. ¡Sursum
corda! ¡Arriba los corazones! ¡Nada de desmayos; nada de
debilidades, nada de quejumbrosas frases que fatigan el
espíritu! Unión, constancia, buena voluntad; y los fieles, con
santo orgullo podrán decir a los viajeros: aquí un furioso
huracán derrumbó nuestro templo. Mirad ese que gallardamente se
levanta, nuevo, flamante, hermoso. Lo hemos construído nosotros.
¡Sursum corda! ¡Arriba los corazones!
Tras los primeros días de total desasosiego, las consecuencias
inmediatas que el hecho provocó incluyó desde el negar buena
parte de la deuda contraída con el constructor; la convocatoria
a una nueva comisión que estuviese dispuesta a iniciar la
construcción de un nuevo templo; la muy baja predisposición de
la comunidad a aportar nuevos recursos para el proyecto; el organizar un ahorro a partir de la venta de todo aquello que
pudiese ser recuperado y vendible; el alquiler, hacia mediados
de mayo, de un local donde se trasladó el altar mayor restaurado
y uno nuevo dedicado a Santa Teresita de modo de poder continuar
con la actividad religiosa. En este caso, según lo consignado
por Schiavoni en su trabajo incorporado en "Civitatis Mariae",
el salón elegidoestaba en "... la esquina oeste de la Plaza San
Carlos, tenía veinte metros por once y pertenecía al Sr. Domingo
Galiano".
Siendo Juan Carole el lógico convocante, las primeras reuniones
se realizaron a partir de febrero de 1928; solo unas pocas
semanas habían pasado tras la infausta noche. La centralidad de
esos encuentros, como era de esperar, no solo incluían al
Sacerdote sino que, también, a Carlos Sauberán; ambos como
Presidentes Honorarios de la nueva Comisión gestada con un único
objetivo, reconstruir la iglesia del pueblo.
Durante el invierno de 1929 y con la obra ya plasmada en un
plano, se tomó la decisión de buscar un presupuesto para su
construcción; el proceso licitatorio se puso en marcha. Según
Schiavoni, en su investigación incluída en el "Civitatis Mariae",
el proyecto "... de estilo colonial, se trazó con la torre al
costado, ventanas de rejas, techo de tejas españolas, la puerta
de entrada a un lado del frente. En el costado sud se ideó una
galería de pilares coloniales conducente al coro".
Una larga colección de intrigas, tiranteces y malversaciones que
involucraban a Juan Carole, Carlos Sauberan, la Comisión Pro
Templo, la Municipalidad, su Consejo Deliberante e incluso a los
administradores del dinero; pusieron, a lo largo de dos años, en
crisis la realización de la nueva Iglesia. Aconsejamos
remitirnos a la puntillosa descripción de los hechos que se
sucedieron durante ese período al "Civitatis Mariae -
Historia de la Diócesis de Villa María - Los Surgentes, San
Carlos Borromeo"
donde Hilda Augusta Schiavoni los expone de un modo
elocuente.
De nuestra parte diremos que finalmente, a mediados
de junio de 1931, se inician los trabajos que
concluyen hacia octubre de dicho año con un costo
final que rondaron los venticinco mil pesos. Será el
4 de noviembre de 1931 el día elegido para la
bendición de la nueva casa religiosa. Además del
Párroco Juan Carole estaban presentes, como
oficiantes de la ceremonia, el francés Obispo de
Córdoba Monseñor Fermín Emilio Laffite (foto a la
derecha) y numerosos sacerdotes de las localidades
vecinas.
Según Schiavoni en su trabajo, la misa fue
interpretada "... por 25 voces acompañadas por
armonio de ocho registros Hiuhel de origen alemán, dos violines y un saxofón".
Su arquitectura
Durante
años, la arquitectura religiosa en el país se había movido entre
modelos academicistas, góticos y románicos, que tenían infinidad
de variantes e influencias. A ello se había agregado en la época
de la construcción de este templo, la idea del neocolonial,
buscando imitar lo realizado en tiempos de la colonia pensando
que era una forma de recuperar las raíces autóctonas. Los
diseñadores entendían que seguir esos lineamientos era lo que
correspondía a la función “templo”, como había modelos para
otras funciones: los museos debían parecerse a lo griego, las
casas urbanas a lo francés, las de veraneo a lo pintoresco y las
estaciones de ferrocarril a las construcciones inglesas.
Ubicada
sobre la calle Carlos Souberan 375 y frente a la plaza San
Carlos, declarada Monumento Histórico Provincial como parte
integrante del "Centro Cívico de Los Surgentes" según la ley Nº
9778 del 21 de abril de 2010, el Ingeniero Roberto Menvielle,
proyectista del templo, optó por hacerlo en un estilo
típicamente neocolonial hispánico. El constructor Ángel Curti de
Rosario, ganador de la licitación, estuvo cargo de la
construcción, empleando ocho meses para la ejecución de la
primera etapa; faltando torre, galería sur y sacristía.
El
imafronte orientado al oeste, ostenta el clásico frente blanco
con todas las salientes pintadas color amarillo ocre. Está
compuesto por dos cuerpos bien definidos, el que corresponde a
la nave y el de la torre campanario adosada del lado de la
epístola.
En el
eje de simetría del primero, un portal de madera de dos hojas
batientes con seis tableros, termina en arco de medio punto y
esta bordeado por una moldura en sus jambas y dintel.
Forma
un conjunto de gran presencia en la composición, exornado por
pilastras, a cada lado, las que sostienen un arquitrabe
pronunciado, sobre el cual se desarrolla un tímpano en arco
rebajado. Toda la portada en color amarillo terracota se destaca
sobre el plano blanco de los muros de fachada.
En el
centro del hastial, que culmina en una grácil cornisa
curvilínea, está la ventana coral en forma de cuadrifolio con
moldura de borde, vidrios repartidos y rejas.
Cercano
a los laterales del cuerpo principal se colocaron sendas
pilastras con basa y capitel, éste último a la altura del
comienzo de la cubierta de la nave. Todo el conjunto descansa
sobre un zócalo, también, color terracota.
La
torre campanario, de sección cuadrada, se desarrolla en tres
estratos, con pilastras de borde. En el centro del primero y el
segundo tramo, tienen una ventana vertical con reja de hierro
que termina en arco rebajado con moldura de borde y decoración
bajo alfeizar. Ambos espacios se utilizan como depósitos de
elementos de culto de la iglesia.
El
tercer tramo, de menor sección, tiene las pilastras peraltadas y
curvas, simulando contrafuertes, que terminan en una cornisa de
igual factura a la de los otros tramos. Cuatro vanos terminados
en arco de medio punto permiten el paso del sonido de las dos
campanas, una de 120 kg y la otra de 430 kg.
Culmina
el conjunto con un cupulín revestido con azulejos en cuadrillé y
la cruz de hierro forjado.
La
fachada norte está ritmada por seis pilastras que generan cinco
espacios de los cuales cuatro son iguales y el de los pies, de
mayor ancho. Todos están asentados en un zócalo similar al de la
fachada principal. Cada uno de los cuatro tramos iguales, tiene
una abertura simulada, vertical, con dintel en arco rebajado y
reja. En la parte superior una ventana de menor dimensión,
permite una excelente iluminación al templo. El cierre de este
rectángulo horizontal, está dado por la colectora de aguas del
techo del templo.
La
fachada sur, interna, esta formada por una galería de 15m de
largo por 3,20 de ancho, con gruesas columnas circulares que
sostienen un techo con una sola agua, cubierto de tejas.
El
templo tiene una nave rectangular de 30 m de largo por una
anchura de 10,50 m. Su techo es a dos aguas con cabreadas y
cubierta de tejas españolas El presbiterio es de planta semi
hexagonal con techo piramidal a una sola agua, recubierto con
tejas españolas.
Los
muros laterales de la nave tienen superpuestas anchas pilastras,
entre las cuales se general las capillas. La imposta queda
ritmada en tramos horizontales en los capiteles de pilastras y
en arco rebajado en las capillas.
En la
capilla del tercer tramo del muro norte, bajo un altar que
exhibe con centralidad un Cristo Crucificado de importante
tamaño, se encuentra una urna de cristal con el Cristo Yacente;
todo fue recuperado de la primera iglesia, al igual que el
confesionario del tramo siguiente.
El muro
de cabecera, que limita el presbiterio, continúa la imposta
sobre la banda resuelta en arco escarzano.
El
altar, post conciliar, es de una simplicidad subyugante. La mesa
es acompañada por dos hornacinas en los muros del ábside. Del
lado de la epístola contiene la imagen del santo patrono San
Carlos Borromeo y del lado del evangelio las imágenes de San
José con el Niño y la Inmaculada Concepción. Todas provienen de
los primeros tiempos del templo.
En la
nave, distribuidas en las distintas capillas se conservan las
imágenes inventariadas en 1943, siendo las más significativas:
el Sagrado Corazón, la Virgen de la Guardia, Santa Teresita, San
Antonio de Padua, María Auxiliadora y la Virgen de la Merced.
Video - Año 2018
Vieja postal de Los Surgentes
Antigua foto de la Municipalidad y Comisaría
(agradecemos el generoso aporte de Gimena Spurio y del equipo de
"Caminos y Pueblos")
Estación de Los Surgentes (en la actualidad, fuera de servicio)
Foto correspondiente a las primeras décadas del
siglo XX de la Estación de Los Surgentes
(agradecemos el generoso aporte de Gimena Spurio y del equipo de
"Caminos y Pueblos")
Anuario Guía del Diario "Córdoba" - Balance de
gestión municipal del Intendente Quartiero Vaccarini (1940)
Catalina y Juan José - 1810 (*)
"Hagamos un alto; total, cualquier lugar es malo para morir"
(Padura,
Leonardo)
Catalina Vargas sigue sintiéndose sola; pero no inmóvil ni muda.
Tras la polvareda que la diligencia deja mientras se aleja, la
mujer corre y grita. Nadie la ve, nadie la oye. El peso de las
monedas guardadas bajo su falda y la impotencia, la agotan
rápido.
Todo es inútil, bañada en transpiración y lágrimas vuelve al
envejecido molle
donde se había sentado mientras esperaba que repararan la rueda
rota del carruaje, regresa a ese mismo lugar desde donde vio
como subían cada uno de los pasajeros para reiniciar la marcha.
Todos, menos ella. Todos junto a Lucrecia, su hermana muerta.
¿Muerta?
Lejos de Buenos Aires, más lejos aún de Córdoba; Catalina está
abandonada en ninguna parte, tratando de retener sueños de una
vida rodeada del lujo virreinal que, ahora y en un instante, se
le escurren en el ya inaudible y lejano sonido de cascos.
Un carancho se posó a unos metros; se cruzaron las miradas,
ambas teñidas de sangre. Se midieron hasta que Catalina tomó una
piedra cercana y se la arrojó. El pajarraco levantó vuelo para,
tan solo, alejarse por unos pocos metros; desde una rama segura,
amenazante, la siguió estudiando.
Catalina cerró los ojos, sintió que se adormecía; el carancho
bajó del árbol y caminó hacia ella. Deshechas sus faldas, las
monedas quedaron desparramadas sobre la tierra.
Pasó el tiempo; poco o tal vez, mucho. Muy poco o quizás,
muchísimo.
Hay un ahora, un tiempo presente en el que algo parece ser
distinto; hay sonidos que se escuchan a lo lejos: galopes,
relinchos, gritos que se aproximan.
Cincuenta húsares desprolijos y sucios se detienen en el lugar.
Los caballos resoplan agobiados y, agradecidos, buscan reparo
bajo la sombra de algunos algarrobos viejos.
Catalina observa a los recién llegados; sus labios se
despiertan, resquebrajados y llagados, en algo parecido a una
sonrisa. Quien parecía conducir al grupo, desmonta y se le
aproxima sorprendido, desconcertado. ¡Cómo no estarlo frente al
hallazgo de una mujer sola en el medio de tanta pampa vacía!
– ¿Qué hace aquí? – preguntó el hombre.
– ¡Espero! Joaquín y su familia me esperan; con seguridad
ustedes son los que, por mandato de él, han venido a buscarme,
¿verdad? – la mujer habló fría, distante; los vasallos del
Virrey no merecían, de una dama como ella, un trato mejor o
distinto.
– ¿De qué Joaquín me habla, Señora?
– Del Virrey del Pino, ¿de quién otro?
– ¿Del Virrey del Pino? Señora, ha de estar usted confundida.
Joaquín del Pino hace varios años que ya no es Virrey; en
realidad, ya no hay Virreyes.
Al hombre le pareció que los ojos de la mujer se extraviaban
frente a sus palabras. Pensó que, tal vez, el hecho de haber
quedado sola entre tanto abandono la hacía desvariar. Sin
embargo Catalina, recuperando la compostura frente al insolente,
inquirió enérgica.
– ¿Cómo osa usted desconocer a los Virreyes?
– No soy yo, Señora. Somos nosotros, es el pueblo todo quien lo
ha resuelto. Seguramente usted sabrá que, luego de las
invasiones, las cosas han empezado a ser diferentes. Los sucesos
de los últimos meses, coincidirá conmigo, no son otra cosa que
el inicio de una nueva historia para estas tierras.
– ¡Por favor! No trate de engañarme, no se de qué invasiones y
de qué nueva historia me habla. Yo lo que necesito es que usted
cumpla con las órdenes del Virrey y me lleve a Buenos Aires.
Hace ya mucho que me están esperando por lo que no es justo que
los del Pino sigan preocupados por mi.
– Lo lamento Señora, no puedo satisfacer lo que usted me pide.
Hemos sido enviados a Córdoba por mandato de la
Revolución y debo dar cumplimiento a esas órdenes estrictas. Lo
único que puedo ofrecerle es escoltarla hasta una posta segura;
quizás le convenga Esquina de la Guardia o Cabeza de Tigre.
– ¿Invasiones? ¿Revolución? ¿Posta segura? Pero, ¿con quién
se cree que está hablando? Me ocuparé de hacérselo saber al
Virrey y usted pagará las consecuencias de estas ofensas.
El hombre optó por el silencio, giró y le dio la espalda a la
mujer. Pensativo, regresó lento hacia su grupo que, peleándole
al frío de aquel agosto de 1810, tomaban mate sentados alrededor
de un pequeño fuego.
– ¿Seguimos, Juan José?
– Amigo Domingo, tomémonos unos momentos más; cuando caiga la
tarde, reiniciaremos la marcha. Entre indios, bandidos y contra
revolucionarios, todo el camino será demasiado peligroso;
estemos atentos, no sea cosa que terminemos siendo huesos
abandonados como los de la infeliz que está junto al molle.
Fernando Fader - “Diligencia cruzando el
arenal”
Oleo sobre tela (1908)
(*) De modo irreverente,
en el texto ficcional anterior, juego a darle
continuidad al cuento que, escrito por Manuel Mujica Lainez,
llevaba por título "La galera - 1803".
Aldo Campana
DATOS COMPLEMENTARIOS
Posta Cabeza de Tigre / Los Surgentes, un sitio para tres tragedias
El fusilamiento de Liniers
Mariano Moreno, al despedir a Juan José Castelli, le recomienda:
“Vaya usted doctor, que como los revolucionarios franceses
han dicho alguna vez, cuando lo exige la salvación de la patria,
debe sacrificarse sin reparo hasta el ser más querido”. La
orden se cumple en proximidades de la Posta de Cabeza de Tigre, Liniers es fusilado en el Monte de Los
Papagayos el 26 de agosto de 1810.
Del libro "La Reconquista y Defensa de Buenos Aires
1806-1807" extraemos que, de la indumentaria que portaba
Santiago Liniers al momento de su fusilamiento, se retiró una
hebilla que fue dejada, para su conservación y guarda, en la
Capilla de Cruz Alta.
Dicho accesorio era uno de un par que el Cabildo de Buenos Aires
le había obsequiado en carácter de reconocimiento por su vital
responsabilidad en la recuperación de la Ciudad. Dicho galardón,
junto con otros objetos, le habían sido entregados bajo "...
oficio del 4 de abril de 1807".
En esta obra, impresa en 1947 por el Instituto de Estudios
Históricos sobre la Reconquista y Defensa de Buenos Aires, se
consigna que de dicha Iglesia al cumplirse el siglo del trágico
hecho, la reliquia fue retirada por
"... el Obispo de Córdoba, Monseñor Zenón Bustos ... y por
él regalada a la Sra. Anchorena de Ortiz Basualdo en abril de
1907 y luego, por Don Luis Ortiz Basualdo a Tomás J. de Estrada",
quien la conserva al momento de la publicación de este texto.
Hebilla de Santiago de Liniers -
"La Reconquista y Defensa de Buenos Aires
1806-1807"
El robo del Acta de la Independencia
"De hecho, Grimau debió realizar la travesía a Buenos Aires sin
custodia y el sable que portaba estaba quebrado, le faltaba
parte de la hoja. Durante la escala que hizo en la ciudad de
Córdoba, tomó contacto con el gobernador de la provincia, el
artiguista José Javier Díaz, quien le cedió un soldado para que
lo acompañara en calidad de custodio. Grimau aceptó de inmediato
ya que el camino, sobre todo en Santa Fe, se tornaba peligroso y
con su medio sable daba ventaja. Sin embargo, la custodia dejaba
mucho que desear. El acompañante ni siquiera tenía un cuchillo.
Cuando ya circulaban por el sur de Córdoba, Grimau y su inútil
compañero se toparon con 'el inglés Joice' o 'el inglés García',
soldado de Artigas a quien acompañaban dos hombres más. El
inglés había viajado a Córdoba y a Santa Fe a cumplir una misión
encomendada por el caudillo: boicotear el Congreso. A Grimau
estos viajeros le resultaron sospechosos. 'Desde ese momento
intenté adelantar mis marchas, por la desconfianza que
naturalmente me causó el traje y modales de dichos individuos,
pero la falta de cabalgaduras me demoró mi salida', contaría
luego el oficial.
No tuvo más remedio que viajar con esos tres sujetos que le
seguían el rastro. 'Inmediatos ya a la Posta de Cabeza de Tigre,
divisamos un carruaje en el que iba el señor diputado Del Corro
y un doctor Molina, con cuyo motivo creí oportunidad de
desprenderme de tal compañía y pretexté alcanzar a aquellos
señores'.
***
El Chasqui de la Patria se alejó del grupo a distancia prudente,
bajó del caballo y se dirigió a unos yuyales para resolver
necesidades fisiológicas. En ese complicado instante le pusieron
un trabuco en la espalda, además de amenazarlo con un facón y lo
obligaron a entregar los papeles que transportaba. El inglés y
sus secuaces huyeron con las actas sustraídas"
Fragmento de "Historias de corceles y de
acero (de 1810 a 1824)" de Daniel Balmaceda
La masacre de Los Surgentes
Durante la madrugada del 17 de octubre de 1976, miembros
policiales del Servicio de Informaciones de la Jefatura de
Policía de Rosario, trasladan a siete detenidos a quienes
fusilan en un camino rural próximo a Los Surgentes. Los
asesinados son: María Cristina Márquez, Cristina Costanzo,
Analía Murgiondo, Sergio Abdo Jalil, Eduardo Felipe Laus, Daniel
Oscar Barjacoba y José Antonio Oyarzábal.
Ubicación
32º 59’ 07,43” latitud sur
62º 01’ 15,47” longitud oeste
Fuentes de consulta:
Padura,
Leonardo: "La transparencia del tiempo" - TusQuets
Editores - 2018 (Fragmento).
Sourryère de Souillac, José: "Itinerario de Buenos Aires a
Córdoba" - 1838.
Concolorcorvo:"El lazarillo de
ciegos caminantes"
- 1773.
Helms, Anton Zachariah: "Viaje desde Buenos Aires a Lima
por Potosí" - Londres - 1806.
Miers, John: "Travels in Chile and La Plata - 1819/1824"
- Londres - 1826.
Haigh, Samuel: "Sketches of Buenos Aires and Chile"
- Londres - 1829.
Gillespie, Alexander: "Buenos Aires y el interior" -
Biblioteca Argentina de Historia y Política - Hyspamérica -
Buenos Aires, 1986.
Caldcleugh Beatson, Alexander: "Travels in South America
during the years 1819/20/21 - Londres 1825. (1)
Mujica Láinez, Manuel: "La galera - 1803" (1936)- Cuento incluído en "Misteriosa Buenos Aires" -
Editorial Sudamericana, 1950. (2)
Proctor, Robert:
"Narraciones del viaje por la Cordillera de los Andes y
Residencia en Lima y otras partes del Perú en los años
1823-1824 " - Vaccaro - Buenos Aires - 1920. (3)
(1)
(2)
(3)
García Rodríguez, Angel:
"Influencias de las redes de
transportes en la historia de los asentamientos humanos en
la Argentina" - Facultad de Ciencias Económicas (UBA) -
Biblioteca Digital de la Facultad de Ciencias Económicas (UBA)
- 1988.
Sallusti, Giuseppe:
"Storia delle Missioni Apostoliche
dello Stato del Chile. Colla descrizione del viaggio dal
vecchio al nuovo mondo fatto dall´autore" - Tomo Secondo
- Roma, 1827
Carole, Juan G., Cura Párroco:
"La catrástofe de Los
Surgentes" - Diario Los Principios - jueves 26 de enero de
1928.
Schiavoni, Hilda Augusta: "Civitatis Mariae - Historia de la
Diócesis de Villa María - Los Surgentes, San Carlos Borromeo" -
2006.
"Mapa de 1840" - Anuario Estadístico - Edición
Bicentenario 2016.
Gould, Eduardo: "Catálogo de Planos - Archivo Histórico
de la Provincia de Córdoba" - Series Notariales 1, 2, 3
y 4 correspondientes al período 1882-1925.
Nuñez, Marta: "Trascurso histórico de Los Surgentes" -
Municipalidad de Los Surgentes - 1992.
Anales de la Universidad de Chile - Notas de Barros Arana:
"Itinerario de viaje en 1859".
Magaz,
María del Carmen y Sorroche Cuerva, Miguel Angel en su carácter
de Director y Co-Director de un equipo de investigadores de la
Universidad del Salvador y la Universidad de Granada: "Patrimonio y paisajes culturales en el Camino Real a Buenos
Aires".
Gilliss, James Melville:
"The U. S. Naval Astronomical
Expedition to the Southern Hemisphere during the years 1849
to 1852" - Washington - 1855.
de Amigorena, José Francisco:
"Descripción de los
caminos, pueblos, lugares que hay desde la Ciudad de Buenos
Ayres a la de Mendoza, en el mismo reino - 6 de febrero de
1787" - Presentación de José Ignacio Avellaneda -
Cuadernos de Historia Regional N°11 Vol IV Abril 1988 -
Universidad Nacional de Luján (EUDEBA)
(Acceda
al documento completo).
Teniente de Navío de La Thetis Conde Edmond de la Touanne
con la autorización del Capitán de Navío Barón de
Bougainville: "Itinéraire Valparaiso et de Santiago de
Chile a Buenos Aires para les Andes et les Pampas" -
París - 1837.
Corigliano, María del Carmen: "Ecología
histórica de la subcuenca del Río Carcarañá" -
Departamento de Ciencias Naturales - Universidad de Río
Cuarto - Córdoba - 2009.
Padre Barañera, Félix: Carta al R. P. Provincial Rdo. Ramón
Lloberola - 27 de agosto de 1916.
Diario "Patria degli italiani".
Diario "Democracia": 18/01/1928 - Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez -
Municipalidad de Rosario.
Diario "Los Principios": Córdoba, varios números de
enero de 1928
Instituto de Estudios Históricos sobre la Reconquista y
Defensa de Buenos Aires: "La Reconquista y Defensa de
Buenos Aires 1806-1807" - Editores Peuser - Buenos
Aires, 1947.
Baravalle, Mariana: "La prensa y la inmigración en la
Biblioteca Nacional Argentina" - Hemeroteca de la BNA.
Balmaceda, Daniel: "Historias de corceles y de acero (de
1810 a 1824)" - Editorial Sudamericana - 2017.
Peralta, Carolina: "La gran mutación - La urbanización
del siglo XIX: 1810-1914" - Geografía Urbana de Córdoba
- UNC.
Congreso Nacional - Diario de Sesiones de la Cámara de
Diputados - Año 1925 - Sesión Ordinaria del 21 de agosto de
1925.
Bose, Walter B. L.:
"Córdoba, centro de las
comunicaciones postales en las Provincias Unidas del Río de
La Plata" - Labor de los Centros de Estudios de la UNLP
- 1942.
Walter B. L. Bose
Cornejo, Atilio: "Apuntes históricos de Salta" -
Publicaciones del Instituto San Felipe y Santiago de
Estudios Históricos de Salta - 1937.
Ramponi Reschini, Antonela: "Déficit identitario" -
ArtyHum, Revista Digital de Arte y Humanidades - n°32, enero
de 2017.
Delius, Juan D.:
"Reseña acerca de los campos que
circundan la antigua estancia Monte Molina, Saladillo,
Córdoba" - Konstanz, Alemania.
Burmeister, Karl Hermann Konrad - "Viaje por los Estados
del Plata" - Academia Nacional de Historia, Buenos
Aires, 2008.
Agradecemos el generoso aporte fotográfico de Gimena Spurio
y del equipo de "Caminos y Pueblos".
Centro Cívico que rodea la Plaza San Carlos
- Emblemático conjunto arquitectónico neo colonial español de Los
Surgentes