Síntesis

La Iglesia Santuario del Señor de la Buena Muerte ubicada en Reducción, Departamento Juárez Celman, Córdoba (Argentina). En 1691 se concreta la primera Reducción de indios pampas obra de misioneros jesuitas (Calatayud y Caballero). En 1751 será la Reducción de San Francisco de Asís bajo la Orden Franciscana. En 1795 Francisco Domingo Zarco demarca el pueblo, construye la capilla dedicada al Señor de la Buena Muerte que se ocupa de comprar, recupera el fuerte y concreta un canal de riego desde el Arroyo Chucul. La historia del lugar ha sido recuperada por el Párroco Juan B. Fassi a través del 'Heraldo de Reducción'.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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SANTUARIO DEL SEÑOR DE LA BUENA MUERTE

(LH - Lugar Histórico - Dec. 3076/1970)

 

 

Siglo XVII

Los naturales del sur y sudeste de la Provincia de Córdoba del Tucumán

 

La zona próxima al Río Quinto es asumida, en carácter de encomienda, por Juan de Mitre quien dejará constancia de población de naturales en dicho espacio territorial. Más al norte, sobre el Río Cuarto será Gerónimo de Cabrera y sus descendientes quienes se apropian de esas tierras donde trasladaron a indios pampas y comechingones reducidos.

En cuanto a los naturales del lugar, Carlos A. Page en su trabajo "El Padre Francisco Lucas Caballero y su primera experiencia misional con la reducción de indios pampas" rescata de las Cartas Anuas del período 1641-1643 las experiencias de un misionero con respecto a los indios pampas. Según dicho texto, se asegura que "... se pintan muy feamente principalmente los viudos y mucho más las viudas, y huyen de todo lo que es devoción y culto de Dios ... andan desnudos sólo envueltos en unos pellejos ... cada parcialidad tiene su hechicero, que es como su médico que los cura ... las mujeres para ser queridas se punzan con unas espinas largas, punzones, que para el efecto tienen dentro de la nariz y en otras partes más delicadas y destilan la sangre en un mate, calabaza, y con otros ingredientes hacen un betún con que se untan el cuerpo, y esto lo hacen principalmente las doncellas con lo cual los hombres se enloquecen, y se pierden por ellas ... también usan por valentía pasar toda una flecha por el pellejo del vientre, que como lo traen siempre al aire pueden hacer esa prueba y de estas hacen otras mil crueldades".

Ana Buteler de Antelme en su libro "El Cerro Potociorco. Ecos de Música y Vida" contrapone el sedentarismo de los naturales comechingones con la actitud nómade de los pampas; la autora atribuye a los españoles la identificación con este nombre a diversos grupos poblacionales basándose en que "... pampa, en la lengua quichua, significa llanura". La autora los describe en permanente movimiento "viviendo de la caza y la recolección ... en la zona sud de Córdoba, San Luis, Santa Fe y norte de La Pampa". Estos, debieron afrontar la doble situación del proceso de "integración forzada" bajo el contexto de la reducción y el asedio y persecución de las distintas comunidades afincadas al sur de las mismas, tanto desde nuestra actual Patagonia como del otro lado de la Cordillera, lo que hoy es el sur de Chile. Esta comunión poblacional que incluía a Araucanos y Puelches se sintetizaron bajo la etiqueta de Mapuches, siendo una fracción de estos últimos los que, según Buteler de Antelme, "... al mando de su cacique Carripilún ... se asientan en el norte de La Pampa y el sur de San Luis y Córdoba". Amplía la autora asegurando que esas familias se identifican como "... Rancucheles, que significa 'gente de los carrizales' ... nombre que fue derivándose para llegar a transformarse en Ranqueles".

Del mismo trabajo de Carlos A. Page mencionado con anterioridad extraemos que, en 1644, un nuevo reconocimiento en la zona de nuestro interés da cuenta que "... algunos de estos indios han pedido ser bautizados por los Padres ... condescendieron al ruego de aquellos bajo la condición de que se reuniesen en un lugar fijo, a su gusto, para que los Padres los pudieran visitar y adoctrinar cada año. No les gustó la condición y así se quedaron en su infidelidad".

Las ideas reduccionistas propiciadas por los conquistadores necesitaban que los pueblos originarios aceptaran un drástico cambio de sus hábitos de vida: asumir el sedentarismo renunciando al nomadismo bajo cuyas pautas se mivilizaban, de modo permanente, acarreando sus tolderías mientras acompañaban el desplazamiento de las manadas de los avestruces y venados que les eran necesarios y suficientes para alimento y abrigo; mientras que, los algarrobos, les aportaban sus frutos para harina y elaboración de bebidas.

Inés Isabel Farías en su estudio "Historia y Archivos de la Villa de la Concepción del Río Cuarto, 1747-1934" recopila documentos que describen la situación previa existente en esta zona: "En 1641, la región es visitada por el Obispo del Tucumán Fray Melchor Maldonado de Saavedra; cuyos informes así como los posteriores del Obispo Fray Manuel Mercadillo ... revelan un desolador panorama". Según esos escritos, el territorio en cuestión "... tiene sesenta a setenta leguas de longitud y treinta a cuarenta de latitud; en todo no hay más que un cura que, aunque anda siempre al galope, deteniéndose en algunas partes a confesar, decir misa y enseñar, aún no podrá hacerlo dos veces al año, con que viven de necesidad sin conocer a Dios ni a su Santa Fe". Es el Padre Pedro Grenón quien rescata a los Sacerdotes Lucas Quesa (Quessa o Quiesa, para otros autores) y Pedro Ibáñez de la Compañía de Jesús como de los primeros en transitar por estas tierras, con pobres resultados.

 

Fines del Siglo XVII

Los Jesuitas Calatayud y Cavallero en El Espinillo sobre la margen sur del Río IV

 

Ignacio Costa en su trabajo "La reducción jesuítica de los indios pampas en El Espinillo (1691)" consigna que el entonces Gobernador de Tucumán Tomás Félix de Argandoña y Alicante, el 5 de diciembre de 1687, le escribía al Rey Carlos II dando cuenta de lo extenso de los territorios bajo su jurisdicción lo que tornaba compleja su adecuada administración. La solicitud proponía "... una división de los mismos además de un aumento de los misioneros". En su misiva, el Gobernador juzgaba que quienes "... más se adaptaban para llenar ese vacío pastoral era la Compañía de Jesús".

Del trabajo de investigación de Martín Ramiro Simonassi que lleva por título "Abriendo fronteras en el sur cordobés: el cacique Ignacio Muturo y el padre Francisco Lucas Cavallero" rescatamos de la misiva de Argandoña que el Gobernador "... pide, ruega y encarga ... se digne mandar señalar dos religiosos, sus súbditos, para que luego y sin dilación, con pretexto de misión vayan a reconocer el estado de dichos indios pampas ... y vayan a sacarles para que vivan en política y vida sociable, y se les acuda con lo posible, reservando la donación de tierras y demás que su Magestad previene en su Real cédula, de la cual y este oficio se dará noticia".

Ignacio Costa da cuenta que, el 3 de abril de 1691, el Gobernador, "... obedeciendo a una cédula real sobre la conversión de los indios pampas, resolvió establecer oficialmente una reducción de tales indios en el paraje de El Espinillo ... en el testamento de Jerónimo Luis de Cabrera hecho poco antes de morir en 1689 ... dejaba una legua a todas partes o todo viento para los indios pampas, por ser tierras de indios pampas de que fue encomendero dicho difunto".

El mandamiento emanado, varios años antes, desde la corona europea estipulaba que se debía propiciar la "... reducción en población y que se le asignen clérigos doctrineros o religiosos de la mayor satisfacción, si los hubiese, a costa de los encomenderos", mientras que, "... con los indios infieles, que estén levantados y hacen hostilidades, se deberá proceder a la conquista pacificándolos con la fuerza de las armas".

Aceptado que fue que sea la Compañía de Jesús que se hiciese cargo de la misión, se le elevó el consiguiente pedido al Rector Padre Hernando de Torre Blanca quien, el mismo 3 de abril de 1691, aceptó la tarea designando "... al experimentado padre Diego Fermín Calatayud [o Fermín Diego de Calatayud] en calidad de Superior y al padre Lucas Cavallero [o Francisco Lucas Cavallero] que habían catequizado indios durante muchos años". Según el trabajo de Ignacio Costa la Compañía imponía a los designados la explícita tarea de "... enseñanza, trabajo y hasta el martirio".

Respecto a El Espinillo podemos decir que eran unas tierras que estaban en disputa entre José de Cabrera Velasco (heredero de Jerónimo Luis de Cabrera) desde su Estancia de Río IV y Francisco Diez Gómez asentado en tierras de la Estancia Punta del Sauce (actual La Carlota). El bisnieto del fundador de Córdoba se dirige al Gobernador del Tucumán Don Antonio de Vera y Mujica solicitando el reconocimiento de sus posesiones del Río Cuarto que, oportunamente asumidas en carácter de Merced por su padre y abuelos, se extendían desde La Punta (hoy San Luis) hasta Melincué y desde el Río Quinto hasta el Saladillo. Poco antes de morir, en su testamento de 1689, manda separar del cuerpo de bienes "... el paraje El Espinillo que está en el Río Cuarto, a una legua de todas partes de dicho Espinillo por ser tierras de dicho Pueblo de Indios Pampas, de que fue Encomendero dicho difunto, que hacen dos leguas de ancho y dos de largo, tasada la legua en dicho cuerpo de bienes, a doscientos ochenta pesos".

Según Pablo Cabrera en "Tiempos y campos heroicos" se saldó la situación habilitando el ingreso de la misión bajo el compromiso de, una vez resuelto el litigio, "... reintegrar más tarde el precio del inmueble a la parte que saliese vencedora". El autor sustenta que el proyecto se realiza cumpliendo con "... todas las formalidades canónicas y en armonía enteramente con las instrucciones impartidas a este respecto por la Corona".

Paulina Alvarez, en su trabajo "Dos sitios históricos en la región del Río IV (1689-1699)", conjetura que "... el pedido de evangelización por parte de los indígenas y la fundación de la reducción formaron parte de una estrategia que buscó impedir que sus tierras fueran ocupadas por estos estancieros y, de la misma manera, evitar ser forzados a entrar a su servicio".

Respecto a los elegidos podemos decir que Calatayud había nacido en la región de Navarra (España), tenía 48 años, era Profesor en el Colegio de Córdoba y que desistió de la opción de asumir como rector motivado con concretar este proyecto misional junto al joven Sacerdote Cavallero de casi 30 años.

En cuanto a la biografía de Francisco Lucas Cavallero, será Juan Patricio Fernández quien publica en 1726 la "Relación Historial de las Misiones de los Indios Chiquitos, que en el Paraguay tienen los Padres de la Compañía de Jesús" a través de la cual, podemos acceder a un relato minucioso de la vida del Misionero.

 

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De esta "Relación Historial ..." extraemos que el Sacerdote Lucas Cavallero nació en "... Villamear, lugar de Castilla la Vieja. Sus padres eran ... acomodados de bienes de fortuna. Pasó los primeros años de su niñez en casa de un tío suyo, sacerdote". Cuando éste falleció, el aún infante Lucas "... pasó a vivir a casa de otro tío suyo, también sacerdote; ... aprendió los primeros rudimentos de la Gramática en el Colegio de San Ambrosio de Valladolid ... donde se aficionó a la Compañía ... y hechos los exámenes pasó al Noviciado de Villagarcía, Seminario de Varones Apostólicos ... Encendióse luego en deseos fervorosos de ser uno de los señalados para pasar á Indias". La biografía da cuenta que "... los Superiores ... le concedieron licencia y ... en compañía de otros 70 Misioneros se dio en Cádiz a la vela". Durante el viaje fallecieron ocho discípulos y, tras pasar por Buenos Aires, Lucas Caballero continuó a Córdoba del Tucumán donde completó sus estudios.

Si bien las gestas misionales de Calatayud, Cavallero y de distintos jesuitas se venían haciendo en la zona desde hacía algunos años bajo el nombre de "misiones de los ríos" ya que involucraban a los Ríos Tercero y Cuarto; el objetivo, perseguido en este caso, era fijar una presencia permanente en dicho territorio con el mandato que "... entrasen y predicasen [a los naturales y españoles] el Santo Evangelio ... y se ocupasen de confesiones y bautismos".

El trabajo de Ignacio Miguel Costa en "La reducción jesuítica de los indios pampas en El Espinillo (1691)" ordena, de modo cronológico, los hechos apuntando que "... el 5 de Mayo de 1691 el Gobernador Argandoña dispuso la asignación de tierras en el paraje El Espinillo entre Punta del Sauce [actual La Carlota] y la Concepción del Río Cuarto". Esta entrega implicaba que "... los indios hubiesen sido reducidos [y contaran con] tierras y aguadas suficientes para formar la reducción y dejar a salvo los derechos de los propietarios". Del mismo autor, en este caso del libro "Reducción y el Señor de la Buena Muerte", accedemos a que el Gobernador manda a los encomenderos, "... bajo la pena de quitarles la encomienda, no impidan ni interfieran en la reducción; antes bien, personalmente la fomenten y les den a los religiosos el sustento que necesiten".    

En setiembre de 1691, completados estos pasos y con la presencia, en el territorio previsto, de los dos sacerdotes Calatayud y Cavallero seleccionados por el Provincial Jesuita Pedro Lauro Núñez, quedó constituída de modo formal, "... la Reducción de Indios Pampas en El Espinillo [donde] merodeaban numerosas tribus de indios muturos, taluhets, diluhets y otras comunidades conocidas con el nombre genérico de Pampas". El proyecto involucraría a unos 600 indios como potenciales a ser reducidos.  

Sabrina Lorena Vollweiler en su trabajo de investigación bajo el título "Nombres y rótulos étnicos en la región pampeana durante la segunda mitad del siglo XVII" da cuenta que "... en la zona del río Cuarto, en el paraje del Espinillo cercano a Punta del Sauce, entre 1689 y 1692 vivieron los caciques Ignacio Muturo, Pascual, Manuel, Jacinto, Bravo, Sanemte y Jaime. Ellos fueron los interlocutores del jesuita Francisco Lucas Caballero en distintos momentos de los cinco viajes que realizó desde la ciudad de Córdoba hacia el río Cuarto, para emprender una reducción junto con su compañero Fermín Calatayud. En el escrito que redactó al finalizar la experiencia reduccional denominó a los integrantes de los grupos con los que había interactuado de manera genérica como pampas y registró información de los pensamientos y estrategias de algunos de ellos por lo que podemos aspirar a reconocer con mayor precisión sus grupos de pertenencia. En el primer viaje al río Cuarto [o Chocancharava], Cavallero identificó el lugar a donde había llegado, [río abajo y sobre la costa sur] cercano a Punta del Sauce, como [fracción de la Estancia] Mula-Corral, perteneciente a la hacienda de Jerónimo Luis de Cabrera. A partir del segundo viaje, mencionó el puesto de El Espinillo como el lugar en donde se encontraban algunos caciques, paraje que sería elegido para instalar la reducción".

El Padre Pablo Cabrera en su "Tiempos y campos heroicos", basándose en las memorias del mismo Padre Lucas Cavallero, relata que a poco de arribar "... el binomio de apóstoles [Calatayud y Cavallero] al paraje denominado Mula-Corral, presentóseles un indio trayéndoles una gallina y otras cositas. Preguntáronle los padres que pedía por aquello y él les respondió que nada; que les traía a los padres ese obsequio solo por el amor que les profesaba. Le preguntaron como se llamaba y cuál era el género de su vida. Contestó que se llamaba Ignacio Maturo y que era cacique de una cuadrilla de indios pampas que vagaban por ahí ... pidioles Maturo que se los bautizase [y se le respondió] que en otra ocasión cuando los hayamos doctrinado". Continúa Cabrera describiendo que, durante esas primeras avanzadas exploratorias, los Sacerdotes tomaron contacto con el cacique Bravo quien necesitó de los oficios de Maturo como interprete para manifestar su voluntad de no aceptar ser reducido ya que "... era libre, no tenía amo y ni pizca de gracia le hacía el vivir en reducción".

A través de un trabajo de Carlos A. Page publicado en la "Revista de la Junta Provincial de Historia de Córdoba" bajo el título "La relación del P. Francisco Lucas Cavallero sobre la formación de la reducción jesuítica de indios pampas en Córdoba (15-07-1693)" tomamos conocimiento de la imprescindible crónica escrita por Lucas Cavallero y que nos permite reconstruir las experiencias vividas por los sacerdotes jesuitas en la zona de El Espinillo. (Acceda a la Relación)

 

Fines del siglo XVII

Los Jesuitas abandonan el proyecto en El Espinillo

 

El sacerdote Juan Bautista Fassi en "El Heraldo de Reducción" nos deja un epílogo donde no escatima en usar pinceladas épicas; según su pluma, asegura que, ".. aquí, cual faro de luz en medio del desierto, se yergue la Cruz redentora y numerosas tribus se aprestan a rendirle pleito homenaje … es cierto que la misión no se sostuvo por mucho tiempo, debido a que la horda de tierra adentro, siempre sedienta de sangre y de botín, arremete contra sus neófitos y todo lo asola. El propio Cacique Bravo, que formaba parte de la misión, cae acribillado en la lucha y con la muerte del Cacique principal expira la misión pero no por eso la reducción del Espinillo deja de formar una página brillante en la historia de la civilización argentina”.

Retomando la lectura del trabajo "Dos sitios históricos en la región del Río IV (1689-1699)" realizado por Paulina Alvarez extraemos que "... los motivos que los padres habrían esgrimido para justificar el abandono se destaca la costumbre de ingerir alcohol de los indígenas, su falta de disciplina para el trabajo y las hostilidades constantes (que incluyen emboscadas y asesinatos) entre grupos reducidos y no reducidos".

En la "Relación Historial de las Misiones de los Indios Chiquitos", Juan Patricio Fernández ubica a Lucas Cavallero cumpliendo con su gestión de misionero en Córdoba para luego pasar a "... la conversión de los indios pampas que confinan con este obispado, la cual empresa procuró seguir con todo empeño porque le traspasaba el corazón la pérdida de tantas almas metidas en las tinieblas de la gentilidad ... no es fácil referir cuanto sudó y trabajó para reducir a estos infieles, pero todo en vano, porque rehusaron obstinadamente recibir el santo bautismo y reducirse á vida política, con que se vio precisado a abandonarlos totalmente por no perder á un tiempo la vida y los deseos que ardían en su pecho".

Según Inés Isabel Farías en su trabajo "Historia y Archivos de la Villa de la Concepción de Río IV" se asegura que "... la presencia de los jesuitas no prospera debido a las guerras entre los Pampas, más pacíficos y afianzados en la región, y los ranqueles, dueños indómitos del desierto, cuyos ataques, frecuentes y devastadores, obligaron a los misioneros a dejar el lugar". Si bien, estas situaciones existieron y pueden haber sido la razón y sustento del abandono del proyecto; no debe ser descartada la posibilidad de un cambio de la estrategia misional diseñada desde el corazón y autoridad de la Compañía de Jesús.

Otro actor crucial en esta historia es José de Cabrera y Velazco, heredero de estas tierras tras la reciente muerte de Jerónimo Luis de Cabrera (III). Según el historiador Luis Martínez Villada, el nuevo propietario era "... odiado por los indios, por encomendero y por varón riguroso, temido por su bravura, acechado en sus estancias para matarle, acometido y herido gravemente en una 'vaqueada' era el adelantado contra los pampas". Portador de esa oscura personalidad, enceguecido por los deseos de venganza y deseoso de recuperar ese espacio para sí apoderándose de los indios reducidos de los que se consideraba dueño, conspiró con todos los modos a su alcance para que la empresa fracasase.

En concreto, poco más de un año después de su llegada, el 4 de agosto de 1692, los jesuitas abandonan el lugar, primero hacia Punta del Sauce donde encuentran un efímero y precario refugio; para luego, poner distancia hacia Cruz Alta.

Dos años después, una epidemia de sarampión asoló la zona diezmando la población indígena. Solo las anuales visitas de misioneros jesuitas lograron mantener una muy precaria expectativa que el proyecto evangelizador, tal vez, pudiese ser recuperado. La realidad demostró que debía pasar mucho tiempo hasta que los franciscanos reflotaran la intentona.

 

Siglo XVIII

Llegan los Franciscanos a El Espinillo sobre la margen sur del Río IV

 

Iniciado el siglo XVIII, Lucas Cavallero es asignado a un nuevo destino en la actual Bolivia; será en la región de Mojos o Moxos poblada, entre otras comunidades, por los Chiquitos y los Chiriguanos.

Durante las primeras décadas del nuevo siglo eran por demás usuales las incursiones de portugueses a los territorios de la Provincia del Paraguay desde Brasil con la intención de atrapar indios para esclavizarlos. Pedro Lozano en su primer Carta Anua (documento inédito rescatado en un trabajo de Pedro Miguel Svriz Wucherer) describe uno de esos acontecimientos ocurrido en la Reducción ubicada en torno al Colegio Jesuítico de Tarija que terminó con el triunfo de los chiriguanos quienes "... echaron en cara a los Padres la especie de haberlos juntado en pueblo sólo con el fin de poder entregarlos con más facilidad a los Lusitanos. Llegó el alboroto a tal grado que, llenada su cabeza por esta idea falsa, e instigados por algunos cristianos de mala ley, asaltaron la casa de los misioneros y su iglesia y las quemaron. Escaparon con vida los dos misioneros Felipe Suárez y Lucas Cavallero ... y se marcharon a la más feliz de los indios Chiquitos".

 

 

Mapa de Jan Jansson (1653) donde se referencia la Región de Moxos y los territorios poblados por los Chiquitos y los Chiriguanos

 

Dos detalles del mapa de la Misión de la Región de Mojos de la Compañía de Jesús en el Perú (1713) donde se pueden individualizar las zonas habitadas por los Chiquitos y los Chiriguanos

 

Años más tarde el Padre Lucas Cavallero perderá la vida en manos de los indios Chiriguanos.

Según Ignacio Costa en su trabajo, "... en 1731 ... fue erigido el Curato de la Concepción del Río Cuarto ..."; el mismo, nutrido de indios pampas reducidos, estaba conformado por cinco capillas; una de las cuales, años más tarde, será la que los Franciscanos gestarán en el Espinillo.

En relación a la sustitución étnica, Ignacio Miguel Costa en "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" da cuenta que "... a mediados del siglo XVIII los pampas todavía hablaban su propia lengua, pero la lengua araucana era la más pulida y la que con más generalidad se entendía en estas regiones. Para completar el panorama de los araucanos, se puede decir que en la zona del Río IV y partiendo desde el sur de ella, se abrieron camino los ranqueles bajo el cacique Yanquetruz".

A partir de 1734 una profunda sequía y el agotamiento del ganado cimarrón, propició que se comenzara con la cría sistemática de animales. Necesitados de tierras para el pastoreo y con la excusa civilizatoria se inició un avance hacia el sur en procura de nuevos territorios y como consecuencia, deviene el desplazamiento forzado de las comunidades indígenas que no aceptaban la reducción, más allá de las fronteras.

La presión que, desde el sur patagónico, ejercían las comunidades araucanas originarias de Chile sobre los pampas empujó a éstos hacía el norte concentrándolos contra el Río V y luego, sobre la margen sur del Río IV y al nordeste, contra el Río Salado en la actual Provincia de Buenos Aires. Este proceso de "araucanización" tuvo una etapa de convivencia razonable aunque no duradera; los ranqueles del sur terminaron sometiendo y mestizándose con los pampas. De estos últimos, quienes se opusieron, terminaron rindiéndose e integrándose a las reducciones propuestas por los españoles. El mestizaje, ahora, será con los europeos quienes incorporan a los "indios amigos" no reducidos en variadas tareas de servidumbre. Bajo esas condiciones, se dan los primeros actos de bautismo de niños y en menor medida, de adultos.  

Del trabajo de investigación "Tratados de paz con los grupos indígenas" realizado por Lidia R. Nacuzzi y Carina P. Lucaioli podemos rescatar un Tratado datado en 1742 que instaba a propiciar la paz entre los caciques Bravo (identificado como "... maestre de campo de toda la sierra") y Mayupilquia. Atento que el primero junto a los suyos, por haberse acogido a reducirse, eran considerados vasallos del Rey y dado que el segundo y su grupo se sumaban a esa condición se acordó entre ambos que debía imperar una relación armoniosa entre ambas familias para lo cual "... se han de olvidar las diferencias pasadas que hubo entre el cacique Bravo y la casa del cacique Mayupilquia y con cualquier otro indio de la reducción".

Pablo Cabrera, en su trabajo "Tiempos y campos heroicos", atribuye a Juan Victorino Martínez de Tineo asumiendo la Capitanía General de Tucumán en reemplazo de Esteban de León, los "... benéficos resultados del punto de vista de la seguridad de las fronteras y del servicio espiritual de las mismas". Si bien, con su pluma, el sacerdote describe al nuevo responsable de la Gobernación como "... hombre de dotes administrativas excepcionales, bravo, emprendedor, activo, enérgico, capaz de sobreponerse a todas las dificultades sin arredrarse nunca ante ellas". Es obvio que estas palabras ocultan, con elegancia, aquellos métodos que implicaban el uso de la violencia y la crueldad. Continúa el sacerdote consignando que, luego de su entrada al Primero en 1750, "... con resultados óptimos y dejando señalizadas sus huellas de pacificador por haber establecido Reducciones y de fuertes, solidamente asegurados los últimos y puesta aquellas bajo el régimen apostólico se los jesuitas, ensayó lo propio con éxito en las fronteras de Córdoba, reforzando los presidios y adhiriendo con cálida simpatía y prestándola el sello de su investidura y su óbolo material, a la obra eminentemente civilizadora, inaugurada en plena región pampeana, el 15 de marzo de 1751".

Según Pablo Cabrera "... el Gobernador Martínez de Tineo, con solo agitar en las manos un pliego signado por su nombre y su espada invencible ... [permitió a] aquel ínclito gobernante la erección de la cristianidad pampa del Espinillo".

Pérez Zavala y Tamagnini, en su investigación "Dinámica territorial y poblacional en el Virreinato del Río de la Plata", ponen a los Franciscanos haciéndose cargo de la Reducción; según extraemos de dicho texto "... en 1751, el obispo de Córdoba del Tucumán, atendiendo a una petición efectuada por indios pampas dispuestos a reducirse en tierras que les habrían sido cedidas antiguamente por Cabrera, estableció en el paraje de El Espinillo la Reducción de indios pampas de San Francisco de Asís".

Durante 1751, Pedro Miguel de Argandoña Pastene Salazar era el obispo de Córdoba del Tucumán, jerarquía a la que había accedido en 1748; su participación y la de la Orden Franciscana a través de su Provincial Fray Antonio de Rivadeneyra fueron, sin duda, claves para el apoyo a la conformación y afianzamiento de la reducción de indios pampas instándolos a conformar poblado. El comisionado designado como Comandante General fue Juan Calderón quien será, además, el responsable de cumplir con la misión de entregar las respectivas tierras.

Extraemos del libro "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" de Ignacio Miguel Costa, que el funcionario Calderón estaba acompañado por "... el Cura y Vicario de la Concepción de Río IV Pedro Jerónimo Aguilar, el Juez Eclesiástico del Partido o Curato José de la Rosa, el Cura doctrinero de la nueva reducción Padre Francisco Dávila y vecinos distinguidos del Curato".

Una carta de Fray Francisco Dávila a su Superior es por demás elocuente y descriptiva de ese momento fundacional de la Reducción bajo la tutela franciscana; rescatada por Pablo Cabrera en "Tiempos y campos heroicos" el Sacerdote expresa que "... fui gustoso al empleo de las almas y habiendo llegado al paraje, a catorce o quince de marzo de 1751, se les dio posesión de tierras para dicho pueblo. Finalizada esta función, que se hizo con la solemnidad que pedía, me instaron a que me retirase con ellos o me volviese a la Casa más cercana. Más, viendo yo que de mi retiro pudiera acontecer algún desvío en el rebaño, forcejeé a quedarme debajo de un árbol, fiado en la Providencia Divina y conjuntamente, para hacerme amigable, entrándome en sus mismas tolderías, sin asco, pues el mal olor ya se les percibe desde alguna distancia por sustentarse de animales inmundos. Los halagué como pude, aquellos dos o tres primeros días, hasta quitarles la esquivez y con ellos mismos hice en término de ocho días mi casita, para vivir con ellos y con más facilidad doctrinarlos". (Acceda al texto completo)

En 1752, el Gobernador Martínez de Tineo manda construir el Fuerte de Punta del Sauce (actual La Carlota) y lo coloca bajo la Dirección del Teniente del Rey José de Matos y Molina asignándole 40 soldados y artillería con el objeto que funcione como defensa de la zona en general y de la Reducción del Espinillo en particular. La Comandancia General continuó, hasta 1755, en manos del Maestre de Campo Juan A. Calderón cuando es reemplazado por Miguel de Arrascaeta.

Por su parte, el Misionero Fray Francisco Dávila se dedica con todo su esfuerzo al proyecto en El Espinillo hasta su muerte en 1757.

El 9 de setiembre de 1767, se produce un ataque indio contra el Fortín de Punta del Sauce (actual La Carlota; el malón deja un tendal de muertos que incluye a la tropa asignada al Fuerte y a su Comandante General Miguel de Arrascaeta y Ferreyra propietario, desde 1757, de la Merced de 700 mil hectáreas donde se asentaba el bastión. (Acceda al documento de entrega de la Merced a Miguel de Arrascaeta)

Un relevamiento de 1774, al momento del reemplazo del Doctrinero Francisco Ferreyra (muy criticado por su gestión) por Manuel de Nuestra Señora de la Paz Madail, evidencia el precario estado de la Reducción aún cuando se consigna un número significativo de cabras, ovejas, caballos, yeguas y mulas.

Del trabajo de Sonia Tell que lleva por título "Córdoba Rural, una sociedad campesina (1750-1850) rescatamos que en 1775, como estímulo para atraer pobladores a la frontera y mantener buenas relaciones con los "indios amigos", "... el Cabildo de Córdoba ordenó el traslado de familias de ociosos al Fuerte de Punta del Sauce [actual La Carlota] a los que se les ofreció quedarse con el ganado cimarrón que lograran capturar".

En ese mismo año, dentro de dicho espíritu y bajo la gestión del Doctrinero Paz Madail, las históricas cuatro leguas cuadradas asignadas en un principio a la Reducción ("... una legua a todas partes desde dicho Espinillo por ser tierra del pueblo de los indios pampas"), son aumentadas con dos leguas cuadradas más. Así quedaba constituía una zona con fronteras limitadas por el Río IV y el arroyo Chucul.

Gracias a ésto, la precaria Reducción tenía la posibilidad abierta de avanzar sobre la margen norte del Río IV donde la tierra era más favorable para la siembra y apta, además, para la construcción en adobe. El espacio sobre el sur del Río IV ofrecía características guadalosas inviable para los cultivos e inútil para garantizar la vida útil de las viviendas; por otra parte, ese territorio estaba tapizado con unas hierbas tóxicas para los animales, saturadas de vizcacheras y sin defensa natural alguna a los recurrentes malones provenientes del sur. La entrega definitiva de estos territorios se concretó en 1777.

Volviendo al libro "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" de Ignacio Miguel Costa, accedemos a un inventario de 1779 que da cuenta que en la Reducción, además de un oratorio, cuenta con "... una ramada con paredes de adobe que serviría de cocina, diez ranchos de paja embarrada, tres de ellos inservibles y un fuerte de palo en pique". Se suman, fuera de lo edilicio, "... lanzas, grillos, cepos, palas, azadas, una reja de arado".

Para ese mismo año, sin contar los habitantes europeos, Reducción sumaba 73 indios convertidos contando adultos y niños de ambos sexos. Ese pequeño grupo poblacional estaba concentrado sobre la margen sur del Río IV.

Las investigadoras Graciana Pérez Zavala y Marcela Tamagnini en su trabajo "Dinámica territorial y poblacional en el Virreinato del Río de la Plata" consignan que la línea defensiva en el sur cordobés sobre el camino conocido como Camino de las Pampas "... abarcaba más de 100 leguas en sentido este-oeste ... y hasta mediados de la década de 1780 ...  estuvo custodiada por los fuertes de Las Tunas [en funciones desde 1779], Comandancia de La Punta del Sauce [fortín original de la época de Miguel de Arrascaeta y Ferreyra desde 1757 a 1767 y reactivado a partir de 1772 por decisión del Gobernador de Tucumán Juan V. Martínez de Tineo] y Santa Catalina [activado en 1778]".

Valentina Ayrolo en su libro "Funcionarios de Dios y de la República ..." consigna que el emprendimiento de El Espinillo "... se extinguió en 1783 a causa de las constantes invasiones indígenas y de la poca ayuda que recibieron los religiosos por parte del gobierno". De hecho, ni siquiera habían podido concretar el traslado a la margen norte del Río IV.

El Obispo Zenón Bustos (1905-1925) describirá, un siglo y medio después, que las batallas en la zona de la Reducción "... eran las más cruentas de la frontera, contra los neófitos convertidos y los cristianos de toda la frontera. En el primer decenio de fundada esta Reducción, fue asaltada y desolada, arrebatándole todos sus bienes. La restablecieron los padres y fue de nuevo desolada, así marchó entre luchas frecuentes, hasta que la vida se les hizo imposible".

Al Gobernador Intendente de Córdoba del Tucumán Marqués de Sobre Monte se le atribuye el intercalado de nuevas fortificaciones, consignando que, "... a partir de 1785, la línea quedó configurada por los fuertes y fortines de Concepción del Río Cuarto, San Bernardo, Reducción, San Carlos, Pilar, Punta del Sauce y San Rafael". Las historiadoras aseguran que dichos enclaves defensivos se ubicaron sobre "... poblados preexistentes ligados a encomiendas (inicialmente de los Cabrera), a las postas y a capillas y oratorios del Curato de Río Cuarto".

Vivian Giner rescata, en el texto "Reducción (pueblo de Córdoba, Argentina)" incorporado en "Raíces, Revista Digital de Genealogía", algunas estadísticas poblacionales que obtiene de la lectura de distintos obras como "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" de Ignacio Miguel Costa y el "Heraldo de Reducción" de Monseñor Juan Bautista Fassi. La autora consigna que "... el censo de 1788 del Curato de Río Cuarto proporciona las siguientes cifras: españoles 1186, indios 811, mulatos, zambos y negros libres 1213; negros esclavos 312. Total: 3624 (casi un tercio de la población era india). Desde esa época, los indios pampas se fueron extinguiendo lentamente y mestizándose con los españoles".

 

Fines del Siglo XVIII

Francisco Domingo Zarco y la Reducción de Jesús María sobre la margen norte del Río IV

 

Siguiendo con su estrategia que implicó la creación, en 1786, del pueblo de Nuestra Señora de la Concepción; en 1789, el Intendente Gobernador de Córdoba del Tucumán (1783-1797) Marqués Rafael de Sobre Monte, propuso al Rey que, en torno al Fuerte y Presidio de Punta del Sauce, se gestase un asentamiento al que sugiere llamar Carlota incentivando, así, la radicación poblacional en la zona. Adjunto al proyecto, el funcionario encomendó la realización de un mapa que, con la llamativa inversión de los polos, expone la ubicación geográfica de la comunidad a crear en cercanías de los ríos IV y Saladillo, fijando a Reducción como limite oeste.

 

 

En 1794 el Funcionario provincial asigna la categoría de Villa a Nuestra Señora de la Concepción (actual Río Cuarto) y en 1797, a La Carlota. Cada una de ellas comienzan a contar con Cabildo propio.

Previo a terminar su mandato en la Provincia Mediterránea y antes de asumir como Virrey, el Marqués de Sobremonte eleva al Rey un balance de su gestión donde, al referirse a la frontera sur, deja constancia que "... en el Fuerte de La Carlota ... hice una relación para que fuese la villa cabeza de aquel partido; hoy consta con 926 personas, tiene algunas calles arregladas y corre dinero con motivo de ... proveer de boyadas a las tropas de Mendoza, su terreno es salitroso y expuesto a vientos comunes en las pampas. Siguiendo la frontera Río IV arriba en el Fortín de San Carlos establecí otro pueblo que titulé La Luiciana y consta de 178 personas, es terrenos útiles de pastos ... continuando la línea en el paraje nombrado la Reducción, bajo otro fortín, se está formando uno por dirección de Don Francisco Domingo Zarco avecindado allí y tiene 153 personas [corría el año 1795 cuando Zarco, en dicho paraje y sobre la margen sur del río, se pone a trabajar; a poco de iniciado su empeño decide reubicar su proyecto sobre la margen norte del Cuarto construyendo un Fortín con trinchera, demarcar el pueblo bajo el nombre de "Reducción de Jesús María", construir un canal de regadío desde el cercano arroyo Chucul a 2,5 leguas al norte e iniciar la erección de una capilla consolidada y firme a la que dotará de la imagen del Señor de la Buena Muerte que se venera hasta la actualidad] ... sigue uno más antiguo nombrado San Bernardo con 242 pobladores y concluye la línea en el nombrado La Concepción del Río IV que está para construirse de nuevo; terreno fertilísimo y que consta de 452 habitantes". Según el autor del informe toda la línea defensiva, con cabecera en Punta del Sauce, está bajo el mando "... del Capitán de Caballería de Extramuros Don Simón de Gorordo con un sueldo de 600 pesos anuales". Hacia el este de Punta del Sauce en dirección a Buenos Aires, estaban "... el Fuerte de San Rafael de Loboy y el de Asunción de Las Tunas".

 

Firma de Don Francisco Domingo Zarco

 

El Párroco Juan B. Fassi vuelca, en el primer número de "El Heraldo de Reducción", un dibujo de lo que, a su juicio, sería el fuerte de La Reducción luego de la reconstrucción. Si nos atenemos a la descripción que, del mismo, hacen los astrónomos estadounidenses que pasan hacia 1850 por la zona veremos que, el esquema realizado por el Sacerdote, adolece de la falta de una acequia o foso rodeando el fortín.

El coloreado y edición fue realizado por www.capillasytemplos.com.ar

 

En lo que hace al pueblo propiamente, Zarco adquiere a Francisco Garay una fracción de tierra de medio cuarto de legua a ser destinado a alfalfares, plantas y tahonas, las que dona a la Concepción de Río IV para aumentar la superficie a destinar para la nueva y actual Reducción. Para 1799, la administración de justicia administrativa fue asumida por el vecino Pedro Nolasco Moyano en carácter de Alcalde; será él quien, años después, pedirá el reconocimiento como propietario de mercedes en la zona.

Recurramos al Párroco de Villa María Pablo Colabianchi para acceder a la semblanza del Comandante del Fortín Reducción Francisco Zarco que el Sacerdote le tributa, el 3 de mayo de 1925, al momento de descubrir la placa de bronce que lo homenajea. Su lectura deberá enmarcarse en los condicionantes que regían, y aún pautan, el relato histórico escrito por los triunfadores; de hecho, la matriz de la exposición, como se verá, se encuadra dentro de las pautas estigmatizantes de los naturales de la zona mientras se eleva a mito, las bondades y obras de Francisco Zarco y de los colonizadores del espacio territorial.

Párroco de Villa María Pablo Colabianchi e imagen en bronce del Capitán Francisco Domingo Zarco tal como se lo recrea en la placa homenaje adjunta y realizada en el Establecimiento Horta y Cia. de Buenos Aires

 

El "Heraldo de Reducción" es el vehículo imprescindible que nos permite acceder al contenido de dicha presentación. El acto se realiza en el atrio de la iglesia, bajo un clima desfavorable y con la presencia de una nutrida concurrencia. Una banda, venida de La Carlota, entona la Marcha de San Lorenzo dando lugar, completada la ejecución, al Sacerdote Colabianchi y su discurso. (Acceda al mismo haciendo Click Aquí)

En 1797, el Rey Carlos IV aprobó la designación de Villa tanto de la Carlota como de la Concepción del Río IV.

Ernesto Olmedo y Marcela Tamagnini enriquecen su trabajo "La frontera sur de Córdoba a fines de la Colonia" recuperando el mapa de la zona y su configuración defensiva tal como era durante los últimos años del siglo XVIII. En él, podemos observar con claridad la distribución de la línea de fortines con una avanzada en Santa Catalina.

 

 

Primeras décadas del Siglo XIX

Esfuerzos para la consolidación de Reducción

 

En 1803 Francisco Zarco es nombrado con el grandilocuente título de Teniente de la Octava Compañía de las Milicias Disciplinadas de Voluntarios de Caballería de Córdoba y en 1810, frente a los sucesos de la Revolución de Mayo, se lo suma al proyecto emancipador para lo cual, Cornelio Saavedra y Mariano Moreno, le confieren el cargo de Capitán en reconocimiento a sus "... sobresalientes méritos, reconfortables circunstancias y distinguidos esfuerzos en beneficio de la causa de la Patria".

Revisando nuevamente el libro de Sonia Tell que lleva por título "Córdoba Rural, una sociedad campesina (1750-1850), la autora nos aporta una decisión política que genera un punto de inflexión que modifica, de modo sustancial, la situación en la zona. Es así que, para 1813 en los campos situados al norte del Río IV en general y del Fuerte de Punta del Sauce en lo particular, "... a los 'indios amigos' se les permitía potrear en dichos territorios para llevar a los toldos haciendas 'bagualas orejanas' para su subsistencia, a condición que entregaran aquellas de marca conocida a sus legítimos dueños o a sus apoderados en la citada villa por la cual se les ofrecía una corta compensación pecuniaria".

El Sacerdote Quirico Porreca en su trabajo "Apuntes históricos ..." describe al pueblo de Reducción "... como próspero y floreciente antes de la independencia ... pero fue decayendo por la amenaza constante que sufrían sus pobladores de los indios ranqueles, abandonadas las fronteras por el gobierno nacional que se revolvía en las luchas civiles". Asegura, además, que otra de las razones para que los últimos franciscanos españoles asignados al Hospicio de Reducción tomen distancia de este destino se explica en la conservación de su adhesión a la Corona. 

A lo largo del lustro 1819/1824, el botánico e ingeniero inglés John Miers, realiza varias expediciones a Sudamérica interesado por motivaciones científicas. De resultas de sus relevamientos nacen dos volúmenes que fueron publicados en Londres en 1826 bajo el título "Travels in Chile and La Plata - 1819/1824". De su pormenorizado relato extraemos que, iniciada la segunda quincena de un otoñal abril, luego de dejar atrás la posta/fortín de "Algarrovas" (textual en el original refiriéndose a Los Algarrobos) y tras un pago de 7,50 dólares por la reposición de caballos, los viajeros iniciaron la marcha en dirección a Reducción.

Hemos realizado la traducción de las páginas que el autor dedica a todo el trayecto desde Los Algarrobos hasta Río Cuarto y en especial, lo referido a su detención en Reducción y San Bernardo; referencias que hemos identificado sobre el mapa que incluímos a continuación y que, en 1810, apuntaba a una demarcación de los curatos de la zona. (Acceda al texto traducido)

 

John Miers y "Travels in Chile and La Plata - 1819/1824" e inicio del texto dedicado a Reducción y sus cercanías

 

Un mapa de 1832 atribuído a John Dower, Cartógrafo del Reino Unido, identifica a la población como "La Reducción":

 

 

En el trabajo "Malón, ración y nación en las pampas", sus autores dan cuenta que desde mediados de la década de 1820 y hasta 1880 se implementaron políticas rotuladas como "Negocio Pacífico de Indios". Dichas estrategias fueron instrumentadas desde el gobierno nacional centrado en Buenos Aires y en menor medida, desde las distintas gobernaciones. Las respectivas autoridades pactaban con los Caciques más representativos plazos de no agresión que debían garantizar que no se realizarían "maloqueos" (malones contra las nuevas y frágiles comunidades asentadas en proximidades de las fronteras del sur que implicaban robo de animales y toma de cautivos) a cambio de la entrega a los pueblos originarios de "raciones" que incluían dinero, cabezas de ganado, caballos y "vicios" (licores, hierbas, tabaco, vino, ropa, azúcar, accesorios para ornamentos, etc). La metodología estaba legalizada e incorporada dentro del marco de los presupuestos tanto nacionales como, en menor medida, de los estados provinciales que se involucraban en este mecanismo. Durante esta etapa, las distintas misiones franciscanas jugaban, en estas inestables fronteras, un papel fundamental en la gestión e intermediación. En la zona de transición entre el Río IV y el V, sobresalió en esta función Fray Marcos Donati y el Padre argentino Moisés Alvarez.

Si bien estos pactos se tradujeron en períodos o áreas geográficas donde se pudo garantizar un cierto grado de paz, este pacífico estado no fue todo lo permanente que se hubiese deseado. De hecho, el no cumplimiento o la demora en la entrega de dichos "regalos" traía aparejado nuevos ataques o represalias contra los asentamientos poblacionales; el consecuente malón era concretado por pequeños grupos que no se alineaban, no reconocían a la conducción del cacique que había firmado el pacto o pretendían más de lo que les correspondía en el reparto dentro de su comunidad.

Aunque las provocaciones ranqueles no tenían la envergadura de otras etapas históricas, el final de la estrategia usada hasta entonces tuvo que ver con la necesidad de ampliar la tierra útil en beneficio de nuevos actores y ambiciosos terratenientes (entre ellos el mismo General Roca que adquiere propiedades próximas al Río IV) que impulsaron procesos de expansión y apropiación territorial utilizando a las fuerzas armadas como artífices de un plan de exterminio encubierto en el hipócrita eufemismo de "Conquista del Desierto". Es por esta razón que, los proyectos franciscanos son mirados con malos ojos y asumidos como un estorbo para la sangrienta avanzada "civilizadora".

A mitad del siglo XIX, una expedición astronómica organizada por la Armada de Estados Unidos recorrió Sudamérica y en particular, el camino de Chile a Buenos Aires. El Teniente James Melville Gilliss, responsable del proyecto, vuelca los resultados de los relevamientos científicos realizados en una obra que se editó algunos años después bajo el título "The U. S. Naval Astronomical Expedition to the Southern Hemisphere during the years 1849 to 1852". La travesía de 1852 implicó atravesar el territorio cordobés acompañando el Río Cuarto, pasar por Reducción y de allí, con rumbo norte, acceder al Río Tercero para luego, en comunión con dicho río, transitar hacia el este en procura del Río de la Plata.

 

 

El 26 de diciembre de aquel año, el contingente de investigadores abandona la Villa del Río Cuarto. En primera persona, el autor reconstruye esa etapa del camino consignando que partieron "... a las 4 de la tarde y viajamos hasta las 10, cuando nos detuvimos para pasar la noche. A una distancia de unos veinticinco millas de la Villa del Río Cuarto pasamos por el pequeño pueblo de "La Reducción", y desde allí nos desviamos del río y seguimos un camino que conduce más directamente que cualquiera de los dos caminos principales. Desde la Villa del Río Cuarto hay tres caminos: la ruta principal de postas que, tomándola en dirección nordeste, nos conduce hasta encontrarnos con el camino que viene de Córdoba a orillas del Río Tercero; acompañando al mismo y continuando hacia el este, accedemos a su confluencia con el Saladillo y luego el Carcarañá; la segunda opción, implica continuar junto al Río Cuarto hasta que éste se confunde con el Saladillo y por éste, convergemos al Río Tercero y Carcarañá; la tercera que, en definitiva, fue nuestra elección consistió en, desde La Reducción, cortar camino a través del campo. De los tres, el más seguro es el primero; luego, el que se transita junto al Río Cuarto hasta Punta del Sauce, ya que cuenta con postas y fuertes que brindan amparo frente a los indios; mientras que el último, implicó el desafío propio del cruce del territorio desértico. La Reducción está fortificada del modo usual, con una acequia y un muro".

Continuando con el texto del Teniente James Melville Gilliss vemos que incorpora información del Fuerte de la Reducción, sobre "... su población que se da en la tabla estadística del departamento".

 

 

Tabla de la Población y etc, de los distintos Pueblos y Villas del Departamento de Río Cuarto,

en la Provincia de Córdoba, suministrado por Don Martín Queñón, Jefe Político del Departamento

 

La información consignada da cuenta de "... una capilla; 32 casas; 84 jefes de familia; 107 niños; 42 mujeres; 227 ejemplares de ganado vacuno; 279 yeguas; 1814 ovejas; 6 plantaciones de maíz indio y ninguna inversión comercial".

Los expedicionarios dejan atrás La Reducción en dirección nordeste hasta que, al hacerse de noche, acampan junto a un vado sobre "... el arroyo llamado Las Chilcas o más al norte, Chucul [este es el nombre con el que, en la actualidad, se identifica a dicho arroyo]. Según el autor, "... en este sitio, la corriente es poca y media milla hacia el sur se expande en pantanos y lagunas, que son notoriamente salados y plagados de aves silvestres. También se encuentran leones [SIC] y tigres. Estos, al igual que todo aquello que no sea domesticable, los lugareños los unifican bajo el nombre de 'bichos', una palabra que podríamos asociarla con 'alimañas' tal como usan decir los habitantes del sudoeste de Estados Unidos".

Para esta época, mediados del siglo XIX, la línea defensiva del sur cordobés estaba conformada por cuatro fuertes separados, uno de otro, por poco más de diez leguas; se trataba de los de La Carlota, Reducción, Santa Catalina y San Fernando, siendo Río IV la sede de la Comandancia General. Por su parte,  el fuerte de Achiras era el control necesario para el tránsito a San Luis, Mendoza y Chile. Cada uno de estos asientos militares contaban con una dotación variable de efectivos no siempre numerosa ni bien pertrechada e incluso, mal alimentada.

 

Segunda mitad del Siglo XIX

La expansión militar hacia el sur

 

Por Ley del 24 de noviembre de 1858 y haciendo omisión del antiguo asentamiento reduccional indígena así como de la presencia de descendientes de aquellas primigenias comunidades e incluso del nombre de la villa misma, se procede a declarar estas tierras como fiscales llamándose a subasta pública y fijándose una base de 150$ por legua cuadrada. Una de esas leguas será reservada para radicación de población.

El 23 de noviembre de 1864, el General Juan Andrés Gelly y Obes, en su carácter de Ministro de Guerra y Marina de la Nación Argentina, le envía una comunicación al Inspector y Comandante General de Armas General Wenselao Paunero, en la que le informa que debía recibir y ponerse a las órdenes del General Interino Emilio Mitre quien llevaba el mandato de su hermano y Presidente de la República Bartolomé Mitre para que procediese a evaluar la situación en la frontera sur de San Luis, Córdoba y Mendoza. Una vez completada dicha auditoría, el General Mitre debía, a su buen entender, recomendar qué fuertes debían ser removidos, cuáles reforzados y dónde levantar nuevos. Poco más de un mes después el General Mitre tras hacer una recorrida desde Melincué hasta Río IV eleva a sus superiores un plano acompañado de un documento con sus propuestas las que serán aprobadas en marzo de 1865.

En lo que involucra al territorio entre La Carlota y el "villorrio" [textual del autor] de la Reducción, el General Emilio Mitre sugiere el emplazamiento de dos nuevos fortines que, sumados a toda la línea defensiva bajo el mando del Coronel Manuel Baigorria, se instalarían equidistantes entre sí en Los Algarrobos y Las Terneras. Por otra parte, en sus sugerencias, impulsa el avance militar hacia el Río V.

(Acceda al intercambio de comunicaciones) (Acceda al Mapa de Emilio Mitre)

 

Wenceslao Paunero - Juan Andrés Gelly y Obes - Emilio Mitre

Acceda al Mapa

 

En 1869, el Ministro de Guerra y Marina de la Nación Coronel Martín de Gainza redacta la introducción de la Memoria anual. De dicho texto extraemos que, habiéndose ocupado el Río V, "… se  ha conquistado una gran extensión de tierra para la civilización y el trabajo, con esta operación, corregidas las irregularidades de la línea actual, desminuyendo en muchas leguas su frente, habremos recuperado en la provincia más rica de la República un área inmensa de tierra que, para mengua de la civilización, había tenido que ceder a los salvajes del desierto".

El Coronel fundaba estos conceptos en los informes que habían sido redactados por el Comandante en Jefe de la frontera Sud y Sud Este de Córdoba, Lucio V. Mansilla. Del documento correspondiente al 2 de marzo de 1869, una vez completada la inspección de la línea fronteriza, dejada atrás la guarnición de Río IV y en lo que respecta a la zona que nos ocupa, extraemos lo siguiente: "… llegué a la Reducción (ocupada por los españoles) cuya guarnición confiada al Capitán Octavio Moreno, oficial apto y moral, ha mejorado notablemente de condiciones. Cuando entré a la plaza encontré la guarnición formada y tuve ocasión de observar su aspecto militar y aseo". En este punto, cabe consignar que desde Reducción se guarnecía con fuerzas propias a los fortines de Terneras y Algarrobos que se asentaban equidistantes en el espacio entre Reducción y la Villa de La Carlota.

 

Guarnición de los Fortines de Reducción y Carlota en 1869

Lucio V. Mansilla

 

 

En la "Memoria del Ministerio de Guerra y Marina" de 1872 se da cuenta que desde 1869, "... la 1° línea ya había avanzado hacia el sur y se ubicaba sobre el Río V [integrada por los nuevos fortines de 3 de Febrero, Sarmiento, Necochea, Izarrábal y otros intermedios]; al norte y detrás de ésta, quedaba la 2° línea de la que, el Fuerte de La Reducción era parte. Dicho eje se completaba, al este, con el Fuerte de La Carlota distante a 15,5 leguas y al oeste, con el Fuerte de Villa de la Concepción de Río IV a 12,5 leguas [para llegar a esta ciudad, yendo de este a oeste, se debía cruzar el Río IV en el Paso del Durazno a cinco leguas de Reducción]". Según este informe militar, el fortín de La Reducción se emplazaba "... en la banda norte del Río IV, siendo un cuadro con foso y ranchos, guarnecido con un oficial y quince individuos de tropa de esta frontera teniendo buenos campos y abundancia de agua".

 

Ultimo cuarto del Siglo XIX

Fomento de la colonización y consolidación de Reducción

 

En 1873 el ferrocarril, desde Villa María, había llegado a Río Cuarto. En 1876 es aprobada la Ley Avellaneda de Inmigración de resultas de la cual el país vivía una masiva llegada de nuevos colonos. Las zonas, altamente productivas, se fueron poblando paulatinamente; de hecho, dos nuevas colonias, por entonces, se estaban delineando en inmediaciones de La Carlota. El futuro y consecuente desarrollo impulsaba la necesidad de gestar nuevas propuestas de mejoras para optimizar el movimiento tanto de la producción como de las comunicaciones humanas.

En 1877, por disposición de la Municipalidad Principal del Departamento de Río Cuarto, se nombra Síndico Municipal al ciudadano Juan P. Maldonado con el mandado de mensurar a La Reducción, dividir la superficie reservada de una legua cuadrada o "... veinte cuadras a cada viento" y asignar dichas parcelas entre sus pobladores o cualquiera que quisiese habitar en el lugar. En el centro de dicho cuadrado se guarda un espacio a destinarse como plaza. A través de "El Heraldo de Reducción" accedemos a la Ordenanza de fecha 15 de junio de 1877 de la Municipalidad del Departamento de la Ciudad de la Concepción del Río Cuarto que impulsa y fija las pautas para la demarcación del plano topográfico del Pueblo de la Reducción. (Acceda al documento)

Será en agosto de 1877 que, con la firma de Manuel Tissera, se le informa al Ministro de Gobierno Don Miguel Juárez Celman que se ha procedido a firmar un contrato con Don Alejandro Roca para que establezca un servicio de correo de dos viajes redondos por mes entre Río Cuarto y La Carlota pasando por Reducción. por tal tarea el concesionario recibirá una retribución de 24 pesos fuertes por mes y un punitorio de 40 pesos fuertes en caso de incumplimiento injustificado o sin aviso previo. 

Con el objeto de hacer converger ramales secundarios a la estación de la ciudad de Río Cuarto, el 9 de setiembre de 1881 se trata en Sesión ordinaria de la Cámara de Diputados la propuesta de instalación de un tramway que uniese Río Cuarto con La Carlota pasando por Reducción. Este servicio, con los años y traccionado con pequeñas máquinas a vapor, lograría alguna presencia en diversas ruralidades provinciales.

 

 

La exposición frente al Pleno fue responsabilidad de Carlos S. Tagle quien sintetizó la necesidad que, incapaz de poder ser solventada por la Provincia, sea la Nación quien pusiese los recursos necesarios para afrontar esta obra atento a que "el Departamento de Río IV es uno de los más grandes por su extensión  y sus campos son tan fértiles ... que se hace necesario facilitar las vías de transporte y comunicación". Más adelante se ocupó de describir la significancia de estas comunidades fundándose en que "la ciudad de Río IV tiene entre diez y doce mil almas, Reducción mil y tantas y La Carlota, dos mil y tantas; por consiguiente, son demasiado importantes para que se les provea de una vía tan fácil y tan cómoda como para que sus productos puedan hacer competencia con los del litoral". (Proyecto Exp. 67-d-1881 - Carlos S. Tagle)

En la 66° Sesión del 19 de setiembre de 1881, se resuelve que el proyecto sea pasado a la Comisión de Obras Públicas para su análisis y aprobación; el mismo Diputado Carlos S. Tagle se hará cargo de la defensa del mismo aún cuando lo propio correspondía al informante de la Comisión de Obras Públicas que, ese día, se encuentra ausente. En una reducida discusión se terminan aprobando los tres artículos que constituyen la norma puesta en discusión. La obra sería de unos 20 a 24 leguas lo más próximas posibles al Río IV, adecuado para el transporte de carga y pasajeros y con un costo que debería rondar los 1000 pesos fuertes.

 

Acceda al detalle de la Sesión haciendo Click Aquí

 

Con el visto bueno de la Comisión de Obras Públicas se inicia su tratamiento en la Cámara de Senadores en su Sesión n°31 del 1 de agosto de 1882 donde el resultado fue adverso basado a su elevado costo (aquí, ya se lo estima en unos 5000 pesos fuertes) y su baja rentabilidad atento que preveía una traza cuyo trayecto era mayoritariamente por territorios desérticos con muy baja población.

 

Acceda al texto del tratamiento de este proyecto haciendo CLICK AQUI

 

Para 1885, Reducción con 800 habitantes, pasa a contar con administración municipal por resolución avalada por Decreto Provincial.

Por Ley del 23 de julio de 1888 se procede a asignar un Juez de Paz al Departamento Juárez Celman al que se divide en cinco Pedanías, las que son: La Carlota (Cabecera Departamental), Reducción, Carnerillo, Chucul y La Amarga. Un Jefe Político se deberá hacer cargo de la administración de los Departamentos dependiendo directamente del Gobernador; según la normativa "... estos funcionarios no gozan de sueldo alguno y son personas de posición holgada y de reconocida honorabilidad ... tienen bajo sus órdenes ... los jueces de paz y agentes policiales".

En lo que compete a Reducción sus límites geográficos quedaron definidos del siguiente modo: al Norte, el Arroyo Chucul; al Este, los extremos este de los Lotes 03 y 11 de la serie F y los Lotes 55, 60, 66 y 93 de la seria A en contacto con la Pedanía de La Carlota; al Sur, los extremos sur de los Lotes 49, 50, 51, 52, 53, 54 y 55 de la serie A en contacto con la Pedanía de La Amarga; al Oeste, con el Departamento Río Cuarto.

Será en 1889 que la empresa ferroviaria S.S.F.C. obtiene la concesión para extender la red que une Villa Constitución con La Carlota tendiendo un ramal desde ésta hasta Río Cuarto brindando dos servicios semanales; al hacerlo se inaugura la Estación de Las Acequias que se convertirá, a unos 16 km, en la más cercana a Reducción. En conjunto con este avance, el telégrafo llega a Reducción.

 

Corrían los primeros días de abril de 1893 cuando desde el Departamento de Gobierno de la Provincia de Córdoba, con las firmas del Gobernador mitrista Manuel D. Pizarro y su Ministro Tomás J. Luque, se resuelve designar, por Decreto, a José Ferreyra como Comisario General del Departamento Juárez Celman y como subalternos, a sendos sub Comisarios a cargo de las Pedanías de Laboulaye y Reducción; en este último caso el nombramiento recaerá en Emilio Noroña.

A mediados de octubre de ese mismo año, el Gobernador y su Ministro refrendan un nuevo Decreto que designa una Comisión de Fomentos que, integrada por tres miembros en calidad de Presidente, Secretario y Tesorero, se deberán hacer cargo de la "administración, higiene, moral, instrucción primaria, ornato, alumbrado público y viabilidad vecinal" de Villa Reducción. La resolución encuentra fundamento en lo reducida que es la población de la Villa que hace innecesaria la constitución de una institución Municipal. Los designados serán Manuel de la Lastra como Presidente, mientras que Genaro Carbó cumplirá las funciones de Secretario y la responsabilidad sobre la Tesorería recaerá en Eustaquio Díaz.

 

Al año siguiente, el 3 de julio de 1894, un decreto provincial firmado por el nuevo Gobernador Julio Astrada que asumió tras la renuncia de Pizarro, empodera a nuevos miembros en la Comisión de Fomento de Reducción. En este caso, los designados serán: Juan G. Montenegro como Presidente, Miguel Quijano oficiará como Secretario y las funciones presupuestarias recaerán en Pedro Ordoñez en carácter de Tesorero.

 

 

A finales del siglo XIX, la Pedanía de Reducción, a más de su incipiente urbanidad, ya contaba con algunas estancias o parajes habitados que se identificaban como Cacique Bravo, Chantada, Dolores, Hipódromo y Valentina.

El Censo de mayo de 1895 concluye que, el Departamento Juárez Celman, con una superficie de 12500 km2, tiene 7923 habitantes contabilizados. En el caso específico de Reducción solo consigna que la comunidad, como otras, tiene una población superior a los 100 habitantes. De modo mayoritario, la producción del Departamento se centra en la cría de ganado bovino y ovino; mientras que, en lo que respecta a lo agrario, alfalfa, trigo y maíz.

Con fecha de 29 de abril de 1899, la "Revista Caras y Caretas" edita su número 30 en el que se le ha reservado un pequeño espacio a la procesión del Cristo de la Buena Muerte. El texto que acompaña la foto indica que dicho acto religioso se realiza en el "Santuario de Santa María de la Reducción" y que los asistentes presentes son vecinos de "Jesús María". Estas identificaciones deben asociarse con los nombres asignados por Zarco al momento de darle vida al pueblo. Extraemos del texto de la publicación que "... este pueblito, donde se conserva aún el templo que en 1630 [SIC] fundaron los jesuitas en el corazón ranquelino, poseé un Cristo de la Buena Muerte, cuya fiesta se celebra en los días del 24 de abril al 8 de mayo con toda la pompa que, allá, es posible. Los habitantes miran a ese Cristo como a su providencia y se conserva el recuerdo de las horas amargas que ayudó a pasar cuando los indios en el tropel del malón sembraban el espanto entre los atemorizados pobladores. El santuario es hoy un lugar de peregrinación, al que concurren en la actualidad numerosos fieles".

 

El siglo XX

Los primeros años

 

El 27 de abril de 1900 el Diario "Los Principios" publica, bajo el título "El Señor de la Buena Muerte", una nota donde advierte al "... viajero que ha recorrido quince, veinte o más leguas por las baldías y dilatadas pampas sin encontrar un oasis en que recuperar sus gastadas fuerzas, no deja de ser agradable la primera mirada que dirige a Reducción. De suelo feraz, rico en arboledas, asentado a las márgenes del Río IV, rodeado de magníficos establecimientos de campo que son prez y honra de la Provincia de Córdoba, Reducción sale de lo vulgar y común de nuestros pueblos de campaña. Circundado, como está, de relativas montañas y colinas, su topográfica estructura y situación parece indicar que algo extraordinario encierra en su seno". 

Transcurrida la primera década del siglo XX, se aceleró la presencia de colonos que le daban vida y producción a nuevas estancias; es así que nos encontramos, entre otras, con Santa Genoveva, San Ramón, San José, Santa Clara, Santa Susana, Altos Verdes, El cincuenta, Alejandro Roca, Las Terneras, El Laurel, La Juanita, La Toscana, etc.

El 19 de julio de 1919 se publica en la Revista "Caras y Caretas" un texto del escritor Martiniano Leguizamón quien, bajo el título "El himno de los gauchos", reconstruye el festejo del 25 de mayo en Reducción de un grupo de gauchos que habían venido, todos juntos a él montados a caballo o subidos a unos pocos autos haciendo flamear banderas argentinas, desde Río IV. Según su relato, en caravana "... entramos al solitario caserío, una vetusta fundación jesuítica perdida entre los médanos arenosos de las barrancas del Río IV, que solo despierta del letargo secular cuando llegan los promesantes a las fiestas de su santo milagrero, el Señor de la Buena Muerte. El pobre rancherío, de adobe crudo y techos de paja con cercos de tunas, dormía silencioso; ningún signo indicaba el día de la fiesta magna. En la casa municipal, en la iglesia ni en la plaza, se veía una sola bandera; y las sencillas gentes asomando a las puertas de sus míseras viviendas, nos miraban cruzar asombrados por aquella algazara inusitada". El autor, a la gente del lugar, las describió poéticamente como "... mujeres de cara morena, ojos sombríos y trenzas de azabache ... y a los hombres de rostro de bronce, alta el ala del sombrero y con ponchos de colores".

Caben aquí algunas apreciaciones sobre el relato de Leguizamón quien se ve sorprendido por la ausencia de banderas frente a la "... magna fecha". No debería causar sorpresa cuando, de un modo tan supino, un avezado escritor de la época puede llegar a desconocer la postergación de ese país real. Seguramente, nueve años después, deben continuar en sus retinas las imponentes celebraciones del centenario conmemoradas en la ciudad de Buenos Aires cuando una minoría oligárquica festejaba con obscena ostentación dándole la espalda a una nación que, de modo mayoritario, se encontraba sumida en lo profundo de las pobrezas.

El autor, mientras sustenta e idealiza un determinado estereotipo gauchesco al que identifica como "... hijos de la tierra" y que, un siglo después, perdura inalterable con su afín "hijos de la patria", apela a su pluma para diferenciarlos y contraponerlos con otro modelo de clase al que describe como "... un puñado de agitadores desconocidos y sin arraigo que propiciaban, por esas praderas unos pocos días antes, el trapo rojo de la huelga".

Queda muy claro que, a través de su pluma, el escritor manifiesta su rechazo y prejuicio a la revolución comunista que había estallado en Rusia y cuya ideología diseminaba su ideario, velozmente, por el mundo. Un auto, jinetes y caballada ornados en plata y una orquesta de tango bien porteña, irrumpiendo en medio de aquellos seres descartados en la miserabilidad del desierto, son la patética imagen de su contradicción que, con seguridad, el cronista aún no ha sabido comprender. (Acceda al texto completo)

 

Martiniano Leguizamón y su relato "El himno de los gauchos" - Caras y Caretas n°1085

 

En 1925 se gestiona frente a la Gobernación de Córdoba la construcción de un puente sobre el Río IV apuntando a la integración de ambas bandas territoriales y así, un mejor acceso al tren que circulaba al sur de Reducción y a la estación más próxima de Las Acequias. Para 1928 las obras, con un costo de 50000$, se inician; no fueron pocas las dificultades, crecidas más allá de lo esperado obligaron a redefinir el largo del mismo aumentando su longitud, situación que obligó a una reformulación del presupuesto y una significativa demora en los trabajos.

 

Proyecto de obra del puente sobre el Río Cuarto - "El Heraldo de Reducción"

 

Primeras etapas de la obra - "El Heraldo de Reducción"

 

Foto de "El Heraldo de Reducción"

 

El puente es inaugurado el 22 de julio de 1934; después de los varios años que insumió el proyecto, la alegría duró, tan solo, unos pocos meses. El 19 de octubre, una significativa crecida arrastró parte de la obra aislando una vez más a Reducción del cercano ferrocarril.

 

Fotos de "El Heraldo de Reducción"

 

Para esos años el pueblo de Reducción ya tiene una configuración bien definida; de "El Heraldo de Reducción" extremos el boceto de la planta urbana donde se puede observar la ubicación del Santuario sobre la calle Capitán Francisco Zarco frente a la Plaza San Martín, la nomenclatura de las calles y la ubicación del puente sobre el Río IV.

 

 

De "El Heraldo de Reducción" de 1936, rescatamos las imágenes de tres puentes sobre el Arroyo Chucul que, impulsados por la gestión del Párroco Juan B. Fassi, facilitaban la conexión de Reducción con Olaeta, Perdices y Charras.

 

 

El censo de 1947 transparenta que el pueblo seguía sin tener un crecimiento significativo; de hecho, le asigna a Reducción un número un poco mayor a 1100 pobladores; de los cuales, el 51% eran varones.

El 30 de julio de 1947, el Diputado Raúl Casal eleva a su respectiva Cámara del Congreso Nacional la solicitud del tratamiento de una "... inversión de $800000 m/n en la construcción de un murallón de contención, boca/toma y canal de riego sobre el arroyo Chucul, en la localidad de Reducción". Según el funcionario el "... enmarcado del arroyo Chucul en una zona agrícola de verdadera importancia, podría ser la base de una zona floreciente y rica ya que con el aprovechamiento científico de sus aguas, se aseguraría la producción agrícola de una vasta zona. Con esta obra se logrará evitar los desbordamientos, en casos de crecida y se podrán regar unas 2000 hectáreas que, dedicadas a la agricultura y a la producción intensiva en quintas y chacras, se transformarán en un verdadero vergel". (Acceda al Expediente 725-d-1947)

 

 

La primera capilla

 

Volviendo a las investigación de Ignacio Miguel Costa "La reducción jesuítica de los indios pampas en El Espinillo (1691)" accedemos que en el poco más de un año que la reducción estuvo activa no quedan constancias fidedignas sobre que una capilla fuese construída aunque se da por seguro "... que se reunieron los materiales para levantarla".

De la relación escrita por el Padre Lucas Cavallero extraemos que los pampas que respondían al Cacique Pascual "... eran los únicos que trabajaban en cortar madera y cañas para la iglesia y el pueblo, para las que ya había algunos materiales y en lo que había trabajado muy bien mi compañero [se refiere al Padre Calatayud]". Esta mención reafirma que el escaso y conflictivo tiempo en que los jesuitas estuvieron en El Espinillo no fue suficiente como para consolidar una capilla.

Hay una sucesión de fechas claves que se sustentan en publicaciones de los Sacerdotes Juan Fassi y Pedro Grenón: para 1751, con el apoyo del Obispo de Córdoba del Tucumán Don Miguel de Argandoña y la participación de la Orden Franciscana y el Sacerdote Francisco Dávila con su ayudante Cura José Soto, se impulsa y consolida la "Reducción de indios pampas San Francisco de Asís en el paraje del Espinillo". En una carta de agosto de 1751, el Doctrinero Francisco Dávila se refiere a la "... congoja que sobreabunda y en ver que faltan medios para formar una capillita". (Acceda al texto completo)

Hubo que esperar al siguiente año para que estuviese ya levantada una pequeña y precaria capilla, la que será visitada por el Obispo en 1753.

Para 1756, el recinto religioso estaba en ruinas. A la falta de recursos se suma las constantes incursiones de los indios que, viniendo del sur, castigan de modo intermitente toda la zona hasta el Río Tercero.

Existen documentos que acreditan, para esos años, actuaciones que certifican nacimientos, casamientos y defunciones efectuadas en la Capilla de la Reducción. Dichas constancias se enviaban, de modo periódico, a la cabecera en Río Cuarto.

Mojones de la historia ubican al Sacerdote Ferreyra como responsable del Curato con sede en Río IV a partir de 1757 hasta 1774 cuando deja dicha responsabilidad, con numerosas y graves acusaciones sobre su gestión, en manos del Fraile Manuel de Nuestra Señora de la Paz Madail.

Entre los graves cargos que se le atribuyeron al Doctrinero Francisco Ferreyra, rescatamos lo que Ignacio Miguel Costa incluye en su trabajo "La Iglesia en la zona del Río Cuarto. Apuntes históricos hasta el siglo XIX"; según el autor "... la ganancia de la venta de los veintisiete bueyes no se empleó en concluir la iglesia cuyas paredes estaban arruinadas". Continúa Costa asegurando que "... faltaban diez sillas, un cofre, un órgano, diez armas de fuego, un sable, una espada y un carretón que fue hecho con la madera destinada a la iglesia y que se llevó el Padre Ferreyra al partir".

Cayetano Bruno en su "Historia de la Iglesia en la Argentina" da cuenta que, en 1777, Madail es desplazado de su responsabilidad misional y reemplazado por José Blas de Agüero. Las razones se sustentan en que el sacerdote apartado tenía una "... actitud nada conveniente", razón por la cual "... los indios andan lo más prófugos y dispersos, o ya sea porque el Padre no es tan suave como debía ser para gobernar a unos pobres neófitos, o ya sea porque éstos le han tomado aversión o demasiado temor".

Dos años después, el Gobernador Andrés Mestre releva, en el lugar, tan solo 46 personas reducidas y algo más de 20 dispersas en las cercanías. La autoridad provincial redacta un manifiesto describiendo que los naturales después "... de tantos años que se hallaban en reducción, no guardasen todavía la sociable vida correspondiente a la cristiandad que profesaban, sin tener hasta la ocasión presente una iglesia ni capilla".

Rescatamos del libro "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" de Ignacio Miguel Costa un inventario de 1779 que da cuenta de "... un oratorio de ocho varas de largo y cuatro de ancho con paredes de adobe crudo, techo de varazón, caña y torta". En carácter de ornamentos y utensilios de culto se cuentan "... cálices y vinajeras de plata, casullas de raso, tafetán, terciopelo y damasco, albas de bretona, amitos de cambray y cíngulos de tisú, todas telas de segunda mano".  

Para los primeros años de la década de 1780, las comunicaciones de servicios prestados en Reducción se ven interrumpidas, intuyéndose que los misioneros abandonaron la zona y los pocos vecinos afincados en el lugar buscan cubrir las diligencias religiosas en la cercana capilla de San Bernardo o en el mismo Río Cuarto.

 

La iglesia construída por Francisco Domingo Zarco

 

Tal como hemos apuntado anteriormente, en 1795, Don Francisco Domingo Zarco recibe el mandato de hacerse cargo del asolado fortín existente en la zona de Reducción de indios pampas. Puesto a trabajar primero sobre la costa sur del Río IV y luego, sobre la margen norte del mismo, el Comandante reconstruye un fuerte, demarca la ciudad, edifica la capilla y se ocupa de la adquisición del Cristo que, prácticamente, se puede decir que es el que ha llegado hasta nuestros días.

En relación a la Iglesia, Zarco la levanta a unos seis metros al sur de la ubicación de la actual y sus medidas eran de unas 25 varas de largo por ocho de ancho. En ese ámbito se coloca en sitio privilegiado el Cristo comprado el que, frente a los permanentes malones, se lo asume como Santo Protector identificándolo como "Señor de la Buena Muerte". Dicha imagen de 1,83 m de largo y un ancho similar propio de sus brazos extendidos. Tallada en madera maciza, representa al Cristo crucificado, yacente y en agonía; tal como es usual en las funciones de los Viernes Santos. La cruz original que lo sostenía era de verde palo rollizo con un largo de 3,25 m y 1,72 m de ancho. Otra particularidad es que los brazos estaban articulados mediante goznes de hierro recubiertos de un artilugio similar a un fuelle de cabritilla.

Junto a la capilla se ubicó el cementerio cumpliendo con los hábitos propios de la época.

Si bien no hay datos precisos de la fecha de inauguración de la capilla, el Padre Fassi, tras analizar la documentación existente, concluye que debió ser "... entre el 29 de enero de 1801 (fecha del último entierro que se llevó a cabo en San Bernardo) y el 27 de noviembre del mismo año (fecha de la disposición del Obispo Angel Mariano Moscoso nombrando al Cura Julián Sueldo a servir en San Bernardo, Santa Catalina o Reducción)".

En 1804, con el rango de Vice Parroquia, se acreditan 11 bautismos en la Capilla de la joven comunidad la que ve incrementar su población hasta 1811 cuando alcanza su máximo para la época; comenzando, luego, una lenta decadencia llegando a tener, de acuerdo al censo provincial de 1813, tan solo 418 habitantes donde la mitad eran españoles o hijos de españoles.

La ya mencionada Vivian Giner, en el texto "Reducción (pueblo de Córdoba, Argentina) sustentado en diverso material bibliográfico, describe que "... a lo largo del Siglo XVIII existían diversas tribus de indios amigos ..." a los que caracteriza como "... inofensivos". Según la autora, en 1805, el Alcalde de Villa de la Concepción (actual Río Cuarto) solicita al Gobierno de Córdoba "... una subvención para mantener a tanta gente que gravaba la economía de la Villa".  Por entonces, de acuerdo a Vivian Giner, "... en los libros parroquiales se encontraban Bautismos de indios, de un hijo de indio, matrimonios entre indios o de indios con cristianos".

Un proyecto de distribución de los Curatos de 1810 muestra al Curato de Reducción donde el pueblo aparece identificado así como también, una Capilla designada como "Del Señor - Vice Parroquia".

 

Mapa del Proyecto de 1810 de distribución de los Curatos

 

Para el tiempo de la Revolución de Mayo, los Misioneros abandonan Reducción y se trasladan al Convento de San Lorenzo en Santa Fe quedando, la iglesia, sin presencia misional presente durante varios años. Los actos propios y necesarios para el dogma eran garantizados por el mismo Zarco; en "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" de Ignacio Miguel Costa consigna que, cuándo se accede a documentos de bautismos, casamientos y defunciones de la época, "... se tropieza con el nombre de Zarco en calidad de padrino para los actos más solventes de la vida del cristiano". El Curato había conferido tal responsabilidad, además, a "... Pedro Nolasco Moyano y Toribio Vergara".

 

Un muy interesante documento de 1811, confirma el doble rol del Capitán Zarco como fundador de Reducción y responsable delegado en funciones dogmáticas así como, también, de la existencia de la Capilla. El mismo da cuenta que "... en esta Vice Parroquia de Jesús María [Reducción] a 10 de setiembre de 1811, yo el Cura y Vicario Pedro Guzmán [primer Cura de Reducción] puse óleo y crisma a María del Espíritu Santo de Allende y Pascuala Mansilla y feligresas del Curato, a quienes bautizó privadamente el Fundador Capitán del Ejército Don Francisco Domingo Zarco, aprobado por casos de necesidad. Lo firmo para que conste: Licenciado Pedro Ignacio Guzmán".

 

Es interesante detenernos en Pedro Nolasco Moyano ya que su grado de participación en la construcción de la capilla encuentra respuesta en una carta por él escrita en 1813. Según su propia pluma asegura ser "... uno de los primeros pobladores, vecino ha más de 16 años del Pueblo de la Reducción de Jesús María del Río Cuarto, donde he trabajado en la Capilla sus primeras maderas sin ser de mi facultad y sin otro interés que el lleno de su adelantamiento ... todo en ausencia e instrucciones de su Fundador Francisco Domingo Zarco".

Américo A. Tonda, en su artículo "El Obispo Orellana y los curatos rurales" concluye que, para mediados de la segunda década de ese siglo XIX, nuestra extensa zona de estudio estaba "... formada por un solo curato con su iglesia principal en la Villa de Concepción, otras seis villas con sus respectivas iglesias, diez pueblos con oratorios y once caseríos sin local para el culto". Entre esas villas, se contaba Reducción.

A partir de 1814, Zarco estaba radicado en Córdoba donde vivirá sus últimos años de vida quedando, el Juzgado de Reducción, a cargo de Vicente Sársfield quien lo mantiene informado del precario estado de las construcciones de la comunidad pidiéndole que interceda ante las autoridades superiores en procura de ayuda económica. 

Para 1816, el anciano Mayordomo de la Capilla y Juez de Reducción Pedro Nolasco Moyano, le requiere al Gobernador lo libere de la responsabilidad del cuidado del Recinto religioso y además, que le provean recursos para atender a su recuperación edilicia (materiales y mano de obra) dado el importante deterioro del mismo. El funcionario justificó su pedido en su propia limitación física y económica.

Se presume que el Capitán Francisco Domingo Zarco fallece en 1819 o 1820.

Se descuenta que la solicitud de Nolasco Moyano debió haber sido aceptada ya que, recién en 1830, se hizo necesaria una solicitud para otra nueva restauración. Para este fin y en particular, se utilizaron recursos dinerarios que estaban puestos en guarda en la Capilla ubicada en el Fuerte de San Carlos, emplazado en la línea de avanzada. Un malón había arrasado con el fortín e hizo retroceder hacia Reducción a sus habitantes; la decisión de no reconstruir ese mojón militar, liberó esos fondos que fueron aprovechados en trabajos en la casa del Santo Cristo.

En 1838 se realiza un inventario, al menos registrado. La Capilla de Reducción cuenta con: un Señor grande de Agonía de bulto; un Señor de la Columna de bulto; rostro, manos y pies de un San Pedro; cabeza, manos y pies de un Jesús Nazareno; San Juan Evangelista, en armazón; Nuestra Señora de Dolores, en armazón.

Será Don Cayetano Fernández quien, con una cuadrilla de trabajadores y la ayuda de sus propios hijos, se aboca a una nueva reconstrucción de la Capilla. El esfuerzo se corona el 10 de setiembre de 1844 en que vuelve a ser bendecida y abierta a la comunidad por el Párroco Mayorga.

 

Anteriormente ya nos hemos referido a la expedición astronómica organizada por la Armada de Estados Unidos que, en 1852, pasó por La Reducción. El Teniente James Melville Gilliss, responsable del proyecto y autor del informe "The U. S. Naval Astronomical Expedition to the Southern Hemisphere during the years 1849 to 1852" aporta, en un gráfico con información provista por el Jefe Político del Departamento, el dato de la existencia de una capilla en el Fuerte de la Reducción. El aporte es así de escueto que no permite inferir en qué estado de conservación se encontraba. Según el gráfico, para la época y sobre la ruta del sur de Córdoba, las capillas más vecinas a Reducción eran las Villa de la Carlota y la de Villa de la Concepción (actual Río Cuarto).

 

La tradición oral, que guarda estrecha similitud con tantas otras, asegura que, a mediados del siglo XIX, la guarnición militar que estaba a cargo de la línea defensiva en la zona y atento a que profesaban devoción por el Cristo de Reducción deciden realizarle una fiesta especial por los favores que la tropa sentía que había recibido. El relato recopilado del "Heraldo de Reducción" nos da cuenta que deciden que el sitio más adecuado para el homenaje debía ser en la ciudad de Río Cuarto. En buen número se presentaron en la precaria capilla de Reducción y luego de un intento, no lograron sacar la imagen del recinto. Recurriendo a más manos, en un segundo intento, pudieron sacarlo y colocarlo sobre una carreta. Según el texto "... sucedió que al llegar a una cuadra de la plaza donde el camino arranca hacia el oeste, se empacaron los bueyes, y de allí no dieron más un paso adelante hasta que descargaron la imagen del Santo Cristo". Asumiendo que lo que ocurría era el resultado de la voluntad de que " ... la Santa Imagen quería quedarse en el lugar ... y en medio del regocijo del vecindario que contempla estupefacto un hecho tan insólito, la vuelven a colocar en su pobre Capilla".

De 1866 son los primeros documentos donde se identifica a la Capilla como "Vice Parroquia de Nuestro Señor de la Buena Muerte de Reducción".

 

Se consolida el Santuario del Cristo de la Buena Muerte

 

En 1868, cuando los Franciscanos se hacen cargo de la Parroquia de Río Cuarto, toman el control de la Capilla de Reducción que, según los documentos históricos estaba "... en ruinas, desmantelada y que no poseía otro tesoro más que el Santo Cristo". Excepto el mismo, la mayoría de las imágenes habían sido llevadas a Río Cuarto.

La Cruz, por deteriorada, es reemplazada en 1870, por la madera dura actual. Por esos años, la imagen se conservaba y protegía en casas particulares

De la documentación recopilada, concluímos que el Padre Quirico Porreca será el responsable de darle cierta funcionalidad al precario ámbito para poder realizar alguna digna celebración hasta tanto se pudiese construir una nueva capilla.

Será, recién en 1877 que tomaron la decisión de poner en marcha la obra. Con tal fin, asumió el Padre Ludovico Quaranta la responsabilidad del proyecto siendo los padres Antonino Cardarelli y Aurelio Patrizzi quienes pondrán su esfuerzo en la recolección de aportes económicos a lo largo de los Departamentos de Tercero Arriba y Abajo.

Capilla Vieja

Cristo de la Buena Muerte, Dolorosa y San Juan

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Diversos vecinos colaboraron tanto en el impulso recaudatorio como sumando su propio aporte pecuniario; entre ellos, Ambrosio Olmos, Federico Freytes, José Oliva, Manuel Espinosa, Bautista Guevara, Juan de Dios Toledo y en particular, Francisco Baigorri quien aportó buena parte de los materiales y luego, por muchos años, devino en el Mayordomo de la iglesia.

En 1878 se colocó la piedra fundacional y dos años después, el templo estuvo listo para ser bendecido.

En 1880, se abrieron las puertas a la pequeña comunidad de Reducción, lo que hoy es la nave central del Santuario.

Para el momento de la inauguración, "... son adquiridas imágenes de la Dolorosa y San Juan [debió tomarse esta decisión ya que las originales estaban en guarda en Río IV y, recién en 1936, lograron ser devueltas a su hogar histórico] ... así mismo, don Alejandro Roca dona las dos campanas que prestaron su servicio hasta estos últimos años".

Nueve años después, en 1889, se suman las figuras de "... San Antonio y San Francisco de Asís".

La obra insumió, sumada la construcción y ornamentación, un total de poco más de 21000$ de la época. La lacónica conclusión de sus gestores es que, "... para aquellos tiempos y en Reducción, era lo más que se podía pedir".

 

Sacerdotes Quirico Porreca, Ludovico Quaranta, Antonino Cardarelli y firmas de los dos últimos

 

Durante la etapa de 1877-1880 y mientras la nueva capilla se iba convirtiendo en realidad, las distintas actividades religiosas se efectuaban en la precaria vieja edificación dejándose constancia de los distintos sacramentos en los respectivos libros de actas donde se asentaban los consiguientes registros de Bautismos, Matrimonios y Defunciones.

A la izquierda, vemos las tapas de uno de esos libros que abarca el período de 1877 hasta 1882.

El mismo incorpora, también, oficios concretados en la nueva construcción religiosa ya inaugurada.

 

Primeras Actas de Defunciones, Bautismos y Matrimonios de 1877 realizados en la Capilla de Reducción

(Acceda al tamaño original)

 

Esta primer acta del matrimonio de Juan González y rubricada por Ludovico Quaranta, tiene la particularidad y curiosidad que se desconoce el nombre tanto de la cónyuge como así también, de los correspondientes a los padres de ambos.

En 1892, se dividió la Parroquia de Río IV quedando Reducción, con la administración del Párroco Juan Alonso, dependiendo de La Carlota. Durante su gestión que se extendió desde el 17 de setiembre de 1892 y el 13 de julio de 1905, extendió en 10 metros la nave central en la zona del ábside donde ubicó un nuevo altar con el Cristo en sitio privilegiado.

 

Altar tras la ampliación de la nave central en la zona del ábside

Diario "Tribuna" del 29 de abril de 1926

 

El diario "Los Principios" del 29 de abril de 1900 confirma los avances en las obras impulsadas por el Párroco; con el copete "Ecos de la Campaña, el Señor de la Buena Muerte en Reducción", relata que el Sacerdote Juan Alonso en comunión como los miembros de "... la Comisión Permanente, Lastra, Montenegro y Moyano ... terminaron el año pasado la nave que mira al Sud, costando la suma de nueve mil pesos, no debiendo causar admiración si se tiene en cuenta que aquí todo cuesta el doble. El mil ladrillos que en cualquier parte pueden hacerse por nueve o diez pesos aquí no lo hacen por menos de diecinueve. En este año han logrado levantar el nuevo Presbiterio a la altura de siete metros; de consiguiente que alargar la iglesia y elevarla más, pronto muy pronto la veremos convertida en bellísima realidad".

La responsabilidad sobre la Iglesia es continuada por el Párroco Pastor Isla, desde 1905 hasta 1908; durante ese período se dedicó a elevar la nave central del templo, construir el cielorraso y completar los detalles faltantes de la nave lateral sur.

Para la época, el 3 de mayo de 1907, el religioso franciscano y Obispo de Córdoba (1905-1925) Monseñor Zenón Bustos y Ferreyra eleva la Iglesia de Reducción a la categoría de Santuario Diocesano. Al hacerlo describe al Santo Cristo como "... un lucero aparecido en la oscura y larga noche de amarga pesadilla de aquellos tiempos".

 

Obispo de Córdoba Zenón Bustos y Ferreyra

 

Cuando el 6 de julio de 1908 el Párroco Juan B. Fassi se hace cargo del Santuario y se inicia una sucesión de obras relevantes. En 1914 y en paralelo a los trabajos sobre la misma iglesia, el conjunto se complementa con un edificio de dos pisos que, identificado como "Hospicio" u "Hospital de Peregrinos", está ubicado detrás del templo y permite darle acogida y albergue a más de 300 peregrinos con, en su origen, una cocina donde acceder a alimentos con bajo costo.

El sacerdote, además, realiza una encomiable tarea de recopilación histórica del territorio donde se erguían La Carlota (su primer destino pastoral en la zona), Reducción y Río Cuarto. Su tarea de investigación la fue volcando en una publicación anual que llevaba por título "El Heraldo de Reducción" y que, sin interrupción, se imprimió desde 1925 hasta 1949.

      

Párroco Juan B. Fassi, Vicario de La Carlota y Rector del Santuario Diócesis de Reducción

y el N°1 de 1925 de "El Heraldo de Reducción"

 

Rescatamos del N°1 del "Heraldo de Reducción" de fecha 03 de mayo de 1925 un texto del Párroco Juan Bautista Fassi que describe como, en lo edilicio, fue evolucionando la antigua Capilla. Según el sacerdote, la misma "... resultaba impotente para contener la muchedumbre que acude en esta época desde todos los ámbitos del país y la modestia de su ornato no estaba de acuerdo con la celebridad del Santuario". A lo largo de las últimas décadas, a la estructura original, se le sumaron "... dos grandes naves laterales, se ha reformado el frente del templo y levantado un airoso campanario que se divisa desde lejos y en la inmensidad de la pampa parece un dedo misterioso que señala el cielo". El interior fue enriquecido con "... un Via Crucis en relieve, un hermoso púlpito ... numerosas arañas, bonitos altares, un buen piso de mosaico extranjero y una gran cantidad de bancos reclinatorios". Con las transformaciones, el templo dejó atrás paredes teñidas con "... colores disonantes y chillones"; la nueva realidad es "... sobria y elegante de exquisito gusto religioso".

 

Firma del Cura Párroco Juan B. Fassi

 

También se adquirieron solares vecinos con el objeto de garantizar la existencia de tierras libres que permitiesen futuras ampliaciones.

Un texto publicado en el diario "Tribuna" de la misma época aporta algún detalle complementario como que el campanario cuenta "... con tres campanas", donadas por Alejandro Roca. Amplía, consignando que "... también se han introducido notables mejoras en las dependencias del Santuario con la construcción de nuevas piezas y la adquisición de algunos terrenos anexos. Obra notable por su finalidad y los servicios que presta es el edificio llamado 'Hospital de Peregrinos' construído como albergue de éstos que en él cuentan con las comodidades apetecibles. La instalación de un molino a viento y la de una máquina generadora de electricidad, que surten de agua y luz al Santuario".

 

A mediados de la década de 1920, por iniciativa del Sr. José Riesco y su familia, se impulsó una recaudación con el objeto de adquirir un reloj a instalarse en la torre de la iglesia.

Con este destino específico, el mismo fue construído en la Casa Miroglio Hnos. de Torino (Italia) y se convirtió en uno de los primeros de la República de tales características.

Toca las horas y las medias a repetición; tres veces por día, durante la mañana, medio día y al atardecer, suena el Ave María con 87 toques de campana.

 

 

 

Izquierda: Imagen de 1930 del frente de la Iglesia con las placas que perduran al día de hoy. Una, en recuerdo a Francisco Zarco colocada en 1925 y a derecha, la dedicada al Ejército de Frontera colocada en 1910

 

A la derecha del Santuario se ha inaugurado, en 1931 y en reemplazo de la anterior, la nueva Casa Parroquial con suficientes comodidades para brindar alojamiento al Obispo y los numerosos Sacerdotes que suelen asistir con motivo de los tiempos de funciones y colaborar con el Párroco en las tareas propias de esos días festivos. El edificio, según "El Heraldo de Reducción", es "... de dos pisos. La distribución que se le ha dado acaso no sea según las más refinadas leyes de la arquitectura; pero se ha buscado la comodidad de los que deban habitarla, teniendo en cuenta las condiciones del lugar y época de la fiesta. Para evitar las molestias del viento, tierra y frío, que suelen abundar en esas circunstancias, será una casa muy abrigada".

 

Boceto de la nueva Casa Parroquial - "El Heraldo de Reducción"

 

Inauguración de la nueva Casa Parroquial en 1931 - "El Heraldo de Reducción"

 

Cayetano Bruno, autor del libro "Historia de la Iglesia en la Argentina", donde encontramos una foto

de la Capilla de Reducción con un enrejado que enmarcaba y cerraba el atrio

 

 

La blanca bóveda de la nave central se enriqueció con grandes medallones pintados donde lucen "... los santos que más han distinguido en la devoción hacia Jesús Crucificado".

 

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En lugar central del conjunto resalta una significativa obra del pintor Carlos Camilloni; el fresco, realizado por el artista, sintetiza la historia de Reducción. El Párroco Juan B. Fassi así describe el mural en el "Heraldo de Reducción": "... la vieja capilla [de llamativa similitud con la Capilla de Candonga] aparece a orillas del río, el atrevido fortín, las humildes viviendas de Reducción, los indios se acercan turbulentos y amenazadores, ávidos de masacre y de botín. En las alturas, rodeado de luz, aparece el Santo Cristo vibrante de dolor y de pasión; de la herida de su costado brota un rayo de luz que hiere el corazón de los indios que huyen despavoridos o caen rendidos en actitud de adoración".

 

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Mural de Carlos Camilloni

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Izquierda: detalle del Mural de Camilloni - Derecha: Capilla de Candonga

 

Desde 1888, los primeros tiempos del Santuario, el cuidado del mismo recayó sobre un grupo de vecinos que se hicieron cargo de la recaudación de recursos así como la responsabilidad de asumir la organización de los encuentros anuales en homenaje al Santo Cristo de Reducción. Esta Comisión se identificó y reconoce al día de hoy como "La Cofradía". Cuenta con los favores y privilegios conferidos por la Archicofradía Primaria de Roma. Sus miembros se identifican como los "Heraldos de la Devoción del Santo Cristo y Guardianes de su Honor". Con el correr de los años, los socios de la Cofradía se multiplican integrándose, por centenas, adherentes desde las más diversas comunidades de Córdoba, de Argentina y del extranjero.

Apelando al primer número de 1926 del "Heraldo de Reducción" accedemos a una fotografía de los miembros de la Comisión Directiva de aquellos años.

 

 

El 11 de noviembre de 1932, por Decreto del Obispo de Córdoba Férmín E. Lafitte, se erige "... canónicamente la Parroquia del Santo Cristo, cuyo territorio queda desmembrado de la Parroquia de La Carlota". Como complemento del mismo acto, se designa Párroco a Juan Bautista Fassi quien, hasta ese momento, oficiaba de Sacerdote en la Parroquia de La Carlota con responsabilidad sobre el Santuario de Reducción.

Monseñor Fermín E. Lafitte

 

A principios de 1936, por gestión del Presbítero Juan B. Fassi frente al recientemente designado Obispo Diocesano de Río IV Monseñor Leopoldo Buteler, son recuperadas las imágenes de La Dolorosa y San Juan Bautista que integraban la ornamentación de la antigua capilla de Reducción y que, frente al largo proceso de construcción del actual Santuario, habían sido dadas en guarda en Río Cuarto. Dichas representaciones habían quedado marginadas en la decoración de la nueva Catedral de la Ciudad. Tal como hemos consignado anteriormente, al momento de la bendición del templo en 1880, por no contar con ellas, se debió recurrir a la compra de un par de sustitutos.

 

Monseñor Leopoldo Buteler y foto al momento de la recuperación de las imágenes para el Santuario

 

Con distinta suerte y teniendo por objetivo obtener fondos para completar las obras del Santuario y proveer de recursos para su ampliación y mantenimiento general, en la década del '40 del siglo XX, se solicitan subsidios al Estado Nacional mediante diversos proyectos puestos a consideración del Congreso Nacional. De entre los mismos, rescatamos los siguientes:

El presentado, el 7 de agosto de 1942, por el Diputado Clodomiro Carranza mediante Expediente 1173-d-1942 donde solicita que se destine "... la cantidad de cien miel pesos moneda nacional (100000 $m/n) para la construcción de la Iglesia Santuario en la localidad de Reducción"; funda su pedido "... en dos razones de carácter distinto: una social y otra de carácter histórico"; concluye en su presentación, asegurando que su construcción "... se levantaría virtualmente en un lugar poblado de sugestiones históricas llenando una sentida necesidad en un acto de justicia". (Acceda al Expediente 1173-d-1942)

El 22 de noviembre de 1946 el Cura Párroco Juan Bautista Fassi inicia el Expediente 1309-p-1946 "... apoyando el pedido de subsidio formulado por el Obispado de Río IV". El Sacerdote, en un largo texto, expone minuciosas y documentadas razones históricas para que la solicitud del Obispo Leopoldo Buteler sean consideradas y avaladas. (Acceda al Expediente 1309-p-1946)

El Diputado Raúl M. Casal, ya mencionado con anterioridad, pone a consideración de su respectiva Cámara el Expediente 1205-d-1947; lo ingresa el 20 de agosto de 1947 solicitando una "... inversión de $300000 m/n para construcción del Santuario de la Reducción y $150000 m/n para la reparación y ampliación de la Iglesia de la Reducción". Respalda su pedido en los cruentos hechos históricos acaecidos en la frontera sur de Córdoba y en la necesidad de homenajear aquellas circunstancias y el "... sacrificio de los seres anónimos en aras de la grandeza del mañana de nuestra querida patria. Es por ello, que las grandes civilizaciones, levantaron monumentos de dureza tal que perdurarán a través del tiempo y de los siglos, para poder mostrar a las generaciones venideras el asombro de su grandiosidad. Cuando más grandioso es el monumento, sirve más a los fines de su destino. Duro es decirlo, pero grato a la verdad debemos reconocerlo". (Acceda al Expediente 1205-d-1947)

 

Carátulas de cada uno de los Expedientes anteriormente mencionados

 

Los cambios en la liturgia durante la segunda mitad del siglo XX obligaron a una remodelación del ábside y en consonancia, la readecuación de un nuevo altar. Otra decisión, tomada en 1969 y de suma trascendencia, consiste en que el Cristo, por su deterioro, permanezca dentro de la capilla y se utilice una replica durante las procesiones anuales.

A partir de 1975 se realiza un delicado trabajo de restauración del Santo de la Buena Muerte. Remitiéndonos al libro "Reducción y el Señor de la Buena Muerte" de Ignacio Miguel Costa podemos rescatar el detalle de las tareas efectuadas sobre la reliquia por la especialista Perla Echenique bajo la supervisión del Licenciado en Arte Héctor Schenone. A modo de síntesis, la obra tenía graves daños producto de la invasión de la carcoma que había llegado a "... vaciar, zonas enteras, por ejemplo la mano derecha y debilitar toda la consistencia de la madera". La afectación causada por la polilla había encontrado zonas propicias para su ingreso en los lugares donde el estuco se había desprendido observándose profundas fisuras, por ejemplo en "... la espalda que iba desde los hombros hasta el final del paño, otras en la cabeza y en ambas piernas, la mano derecha a la que le faltan dos dedos". Se privilegió el ataque a la carcoma para luego recuperar los estucos y la aplicación de una nueva pintura respetando los colores originales. En particular "... en los fuelles que cubren las articulaciones de los brazos, se cambiaron las cabritillas de que están hechos y se los incorporó al conjunto de la pintura". Significativo de resaltar es que los clavos originales fueron conservados siendo "... auténticos, martillados, del Siglo XVIII".

 

 

Datos complementarios:

 

Plaza San Martín

 

Frente al Santuario se abre una extensa plaza que, identificada como San Martín, le da perspectiva visual y fotográfica a la arquitectura del conjunto edilicio. Dicho espacio sirve, además, para que los contingentes de profesantes encuentren la necesaria comodidad al momento de conmemorarse la fiesta anual.

 

 

Sobre esta amplia superficie se reconoce el busto que le rinde homenaje al Párroco Juan Bautista Fassi; el pequeño monumento no solo recuerda su memoria y obra sino que, también, guarda los restos mortales del Sacerdote que tanto hizo por esta comunidad en particular y por toda la zona en general.

 

A lo largo de su vida religiosa deben enumerarse una larga lista de obras. Las mismas se inician con las llevadas adelante en la región de Canals, su primer destino. Estando allí, se ocupa de recuperar la capilla de la cercana Arias que, si bien existía, estaba en grave estado de conservación. En paralelo, construye de modo integral la iglesia de Canals donde él tenía asiento. Para 1908, se traslada a La Carlota donde construye el ala sur, el campanario, instala campanas y el reloj público. Ya nos hemos referido en extenso a su obra en Reducción tanto en lo que concierne al Santuario como a la Casa Parroquial, el Hospital de Peregrinos, la Biblioteca y Santería. A todo ésto, debe agregarse la gestión y concreción del puente sobre el Río IV en dirección a Las Acequias, varios de menor porte sobre el arroyo Chucul y el tendido de la red vial que une La Carlota con Río Cuarto pasando por Reducción. En 1950, se lo designa Monseñor en reconocimiento a su trayectoria.

 

Decreto 3076/70

 

El 11 de mayo de 1971 se publica en el Boletín Oficial el Decreto 3076 del 30 de diciembre de 1970 que, iniciado por el Ministerio del Interior del gobierno de Facto del General Roberto Marcelo Levingston, declara Lugar Histórico al solar donde se alza la Iglesia Parroquial de Villa Reducción. A la fecha de la publicación en el Boletín Oficial, el Poder Ejecutivo estaba a cargo del General Alejandro Agustín Lanusse.

 

 

Coordenadas:

33º 12’ 10,63" S

63º 51’ 48,32" O

Elevación: 266 msnm

 

Atrio del Santuario en setiembre de 1935 - "El Heraldo de Reducción"

 

 

 

Fuentes de consulta:

  • Alvarez, Paulina: "Dos sitios históricos en la región del Río IV (1689-1699). Información histórica y Expectativas arqueológicas" - V y VI Jornadas de Investigadores en Arqueología y Etnohistoria del Centro Oeste del País - Universidad Nacional de Río IV, 2007.

  • Ayrolo, Valentina: "Funcionarios de Dios y de la República. Clero y política en la experiencia de las autonomías provinciales" - Editorial Biblos, Buenos Aires, 2007.

  • Bechis, Marta: "Piezas de Etnohistoria del sur sudamericano" - Consejo Superior de Investigaciones Científicas - España, 2008.

  • Boletín Oficial - Ministerio de Obras Públicas - 24 de febrero de 1947.

  • Boletín Oficial - Ministerio del Interior - 11 de mayo de 1971.

  • Bruno, Cayetano: "Historia de la Iglesia en la Argentina" - Editorial Don Bosco, 1968.

  • Buteler de Antelme, Ana: "El cerro Potociorco. Ecos de la Música y Vida" - Talleres Barchiesi SRL - Río Cuarto, 2010.

  • Bustos, Zenón: "Documentos de fundación de Reducción de San Francisco de Asís de indios pampas de Río Cuarto" - Córdoba, 1916.

  • Cabrera, Pablo: "Tiempos y campos heroicos" - Revista de la Universidad de Córdoba - Año 14 N° 1 y 2 - Marzo/Abril 1927 y Año 14 N° 3 y 4 - Mayo/Junio 1927

  • Cámara de Diputados de la República Argentina - Distintos Expedientes - Proyectos de Ley.

  • "Compilación de Leyes, Decretos y demás disposiciones de carácter público dictadas en la Provincia de Córdoba en el año 1893" - Imprenta "La Italia" - 1894.

  • "Compilación de Leyes, Decretos y demás disposiciones de carácter público dictadas en la Provincia de Córdoba en el año 1894" - Imprenta "La Italia" - 1895.

  • Congreso Nacional, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación: "60° Sesión Ordinaria del 9 de setiembre de 1881".

  • Congreso Nacional, Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados de la Nación: "66° Sesión Ordinaria del 19 de setiembre de 1881".

  • Congreso Nacional, Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores de la Nación: "31° Sesión Ordinaria del 1 de agosto de 1882".

  • Congreso Nacional Argentino - Comisión Especial de Límites del Senado: "Documentos y Datos sobre límites interprovinciales" - Imprenta Alemana - Buenos Aires, 1877.

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El Padre Cabrera en su despacho clasificando algunos objetos antiguos

Foto de Arturo Francisco

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  • Vollweiler, Sabrina Lorena: "Nombres y rótulos étnicos en la región pampeana durante la segunda mitad del siglo XVII" - Centro de Investigaciones Sociales - Consejo de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) /Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES). Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) - 2020.

 

 

Hermosa imagen panorámica de 1930 - "Reducción y el Señor de la Buena Muerte", Ignacio Miguel Costa

 

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