La Iglesia Parroquia Nuestra Señora de Monserrat se ubica en Colonia Caroya, Departamento Colón, Córdoba (Argentina).
La misma se construyó cumpliendo con una
promesa realizada a la Virgen por los habitantes, en su mayoría
inmigrantes italianos del Friuli, para que los libere de la
epidemia de cólera de 1886. La obra tuvo el apoyo del Párroco José Bonoris. Los
colonos se habían radicado a partir
de 1878 alentados por la Ley 817 de inmigración que fue impulsada por el
Presidente Nicolás Avellaneda y aprobada en 1876. Por esos años, la
Asociación Agraria Friulana publicaba en Italia crónicas firmadas por Gabriele
Luigi Pecile con la visión de los hacendados del nordeste italiano con
respecto al proceso de emigración hacia Argentina y a Colonia Caroya en
particular. Los primeros años de la Colonia están descriptos en el
Informe del Comisario Emilio Achaval. La Iglesia es de tipo basilical
con influencia románica de tres naves. Los murales son creación de
Carlos Camilloni y ejecución de Ferdinando Ferraris.
La Página Web "Capillas y Templos"
está registrada en la DNDA
(Ver detalle)
NUESTRA SEÑORA DE MONSERRAT
Los años previos
Para
un conocimiento específico referido a la historia de la Estancia
de Caroya recomendamos hacer
click aquí.
4
de setiembre de 1812, primer Decreto de Inmigración
"Siendo la población el principio de la industria y el
fundamento de la felicidad de los estados, y conviniendo
promoverla en estos países por todos los medios posibles, há
acordado el gobierno expedir y publicar el siguiente decreto:
1°. El gobierno ofrece su inmediata protección á los individuos
de todas las naciones y a sus familias que quieran fixar su
domicilio en el territorio del estado, asegurándoles el pleno
goce de los derechos del hombre en sociedad, con tal que no
perturben la tranquilidad pública, y respeten las leyes del
país. A los estrangeros que se dediquen a la cultura de los
campos, se les dará terreno suficiente; se les auxiliará para
sus primeros establecimientos rurales; y en el comercio de sus
producciones gozarán de los mismos privilegios de los naturales
del país. A los que se apliquen por sí solos o en compañías en
beneficio de minas de oro, plata, y otros metales se les
repartirán gratuitamente las suertes baldías que puedan cultivar
en los minerales que elijan; se les permitirá la introducción de
los instrumentos necesarios para la explotación de minas, libre
de todo derecho, conforme a lo prevenido en decreto de 26 de
febrero del presente año; y podrán extraer los productos de su
industria del mismo modo que los naturales del país. Y para que
este decreto se cumpla en todas sus partes, comuníquese a
quienes corresponda, publíquese en la gazeta ministerial y
archívese en la secretaria de estado. Firmas: Bernardino
Rivadavia, Manuel de Sarratea, Feliciano Antonio Chiclana".
Bernardino Rivadavia, Manuel de Sarratea y
Feliciano Antonio Chiclana
Algunas iniciativas
En
Buenos Aires, el 19 de agosto de 1856, se repartió entre casas
de comercio, sociedades y habitantes notables una circular
firmada por el empresario irlandés radicado en nuestro país
Tomás Armstrong acompañado por un pequeño grupo de adherentes:
Gervasio Rozas, Manuel José Cobo, Francisco P. Moreno y Jorge
Pernau. En el volante se invitaba a colaborar en la construcción
de un fondo con el objeto de constituir un centro de protección
para los inmigrantes. La suscripción proponía un aporte de 200$
por única vez destinado a la recuperación y acondicionamiento de
una propiedad que el Gobierno Nacional había cedido en la zona
de Palermo. A dicha suma, el compromiso voluntario implicaba,
además, 30$ por mes para utilizarse en la manutención de quienes
habitasen dicho sitio. [Acceda
al Volante]
Tomás Armstrong
La
respuesta fue inmediata y muy favorable para que se constituyera
la Comisión propuesta delegándole, a la misma, la potestad y
responsabilidad en la administración del dinero recaudado y su
consiguiente gestión; las crónicas de la época dan cuenta que
uno de los primeros en firmar fue "... Don Domingo Antonio de
Achával, vecino acaudalado que gozaba en esta metrópoli de alto
concepto".
El
paulatino y firme aumento de las corrientes inmigratorias
implicó que los esfuerzos de la Comisión conducida por Armstrong
y de otras similares fuesen, en poco más de una década,
superadas por la más que exigente realidad. Es así que será el
Estado quien decide sumarse en la responsabilidad de sostener y
fomentar la obra de dichos actores atento que redundaba, de modo
evidente, en un beneficio para la Nación.
Con
este objetivo se dicta, con fecha 10 de agosto de 1869 y la
firma del Presidente Domingo F. Sarmiento, el Decreto 7523 que
le da un carácter orgánico y una metodología unificada de
funcionamiento a una Comisión Central que concentrara en una
sola estructura todos los esfuerzos puestos en la administración
del movimiento inmigratorio en general y el Asilo de
Inmigrantes, en particular. La norma designaba a los primeros 15
miembros de dicha estructura, la metodología para la nominación
de sus autoridades, la duración de sus mandatos y el detalle de
las atribuciones que le eran delegadas. [Acceda
al Decreto]
Ley 817 de Inmigración y Colonización (Ley Avellaneda de 1876)
A principios de la década del '70 del siglo XIX se procede a
tender la línea férrea que uniría Córdoba con Tucumán; luego de
varios años de trabajo, ésta quedará habilitada durante el
último trimestre de 1876. La
Estancia de Caroya y
Jesús María serán eslabones
de dicha red.
La
tradición asegura que durante una de las visitas a las obras de
construcción de dicha red el entonces Presidente Nicolás
Avellaneda, reunido con partidarios políticos y familiares en la
zona de Sinsacate, es motivado para que impulse una ley nacional que
fomente la inmigración selectiva y con ellos, la colonización
del país en general y de
esas extensas y despoblabas tierras cordobesas, en particular.
El
proyecto firmado por el Presidente de la Nación y por su
Ministro del Interior Simón de Iriondo es presentado, el 4 de
agosto de 1875, por el Diputado Alcobendas en la Cámara de
Diputados. Durante la sesión de dicho día y presidida por el Dr. Benjamín de la Vega,
se resuelve enviarlo para su tratamiento a la Comisión de
Legislación.
Nicolás Avellaneda y Simón de Iriondo
Alejandro Fernández en su pormenorizado trabajo "La ley
argentina de inmigración de 1876 y su contexto histórico"
refiere que la legislación buscaba evitar los errores del pasado
cuando la aceptación espontánea de extranjeros significaba que
se "... invierten sumas considerables sin examen, sin
calificación, sin averiguar siquiera si el inmigrante ha de ser
un poblador útil, que con su trabajo aumente la producción del
país y contribuya al fomento de la riqueza pública". En la
presentación ante la Cámara se asegura que el proyecto "...
previene este mal, pues sin incluir la inmigración espontánea se
procura elegirla buscándola en el norte de Europa y otros países
del Sud donde es tan fácil encontrarla en condiciones más
adecuadas que aseguren para nosotros los resultados buscados".
Fernández en su investigación concluye que el objetivo se
lograría a partir de concretas y específicas acciones del
Estado: "... el adelanto de pasajes marítimos a las familias
dispuestas a instalarse como agricultores en las colonias, la
donación gratuita de tierra o venta a largos plazos, el traslado
gratuito desde el puerto de desembarco hasta el lugar elegido y
el adelanto por un año de víveres, semillas, útiles y animales
de labor y de cría". Si bien no existía proscripción
explícita se alentó determinados orígenes, "... especialmente
la llegada de los provenientes del norte de Europa,
subvencionando para ello a determinadas líneas de vapores".
En el paper se deja claro que la nueva ley preveía la
intervención del "... Departamento General de Inmigración en
la selección y traslado de agricultores ... la mensura y el
loteo consiguientes le corresponderían a la futura Oficina de
Tierras y Colonias ... y la gestión sucesiva de cada
emprendimiento quedaría en manos de un Comisario Administrador
designado por el Poder Ejecutivo ... la totalidad del gasto se
financiaría mediante emisión de títulos de deuda pública".
Originariamente, se preveían utilizar tierras de carácter
nacionales; sin embargo, de resultas del tratamiento se habilitó
a las Provincias o particulares que, dispuestos a ofrecer
tierras propias, puedan sumarse con su oferta territorial
recibiendo, en este caso, ayuda del Estado Nacional.
El
proyecto de ley encontraba un contexto favorable ya que las
alianzas políticas del Presidente Avellaneda auspiciaban su tratamiento
favorable, de hecho la oposición representada por el ex
Gobernador y actual Senador por Santa Fe, Nicasio Oroño, había
perdido el poder de su Provincia al ser desplazado en una
maniobra ejecutada por Mariano Cabal quien tomaría el cargo de nuevo
Gobernador con el auspicio y apoyo del Ministro
del Interior Simón de Iriondo. Por otra parte y en lo que se
refiere al contexto externo, la legislación coincidía con decisiones similares llevadas adelante por
Brasil y Uruguay; además, contaba con el vital aporte de los
editoriales de los influyentes diarios "La Tribuna" que
adhería al espíritu de selección de los inmigrantes y "La
República" que aseguraba que era la ley más importante de la
presidencia de Avellaneda ya que se "... acababa el tiempo de
la inmigración que llegaba al país atraída por una prensa
halagadora y por unos agentes inescrupulosos y que, a falta de
otra alternativa, terminaban radicándose en las ciudades
ocupándose en la construcción de casas o líneas de tranvías".
La
oposición al proyecto, como puede descontarse, fue encabezada
por el Senador Oroño quien, rechazando su espíritu centrado en
el intervencionismo estatal, propiciaba continuar con la
inmigración espontánea con la salvedad que, a diferencia del
pasado, ésta debía ser seleccionada y fomentada desde la
inversión privada local o por venta de terrenos estatales a los
inmigrantes dispuestos a adquirirlas. La idea de Oroño incluía
direccionar hacia el norte del país a los españoles, italianos y
franceses convocados y privilegiar la llegada de colonos de la
Europa anglosajona para que ocupen territorios del sur
argentino.
En
lo que respecta a las tierras que se destinarían a la creación
de la Colonia que nos ocupa en este espacio, es muy interesante
el debate que se produce sobre los mismos al momento de
definirlos como Nacionales o Provinciales (recordemos que la
Estancia de Caroya integraba el patrimonio de la Universidad
Provincial de Córdoba cuya nacionalización fue decidida en 1856,
veinte años antes del tratamiento de la Ley de Inmigración). Tras arduas
discusiones, se impone la posición oficial de considerar
de propiedad Nacional a los terrenos circundantes a la Casona y
que, disponer de ellos, no significaba una injerencia en la
autonomía provincial ni afectación de la Constitución cordobesa; a los interesados en profundizar en el tema,
los invitamos a acceder al
Debate Completo de la Ley.
Finalmente, la Ley 817 de
"Inmigración y Colonización" es
aprobada en la Cámara de Diputados en la Tercera Sesión de
Prórroga del 6 de octubre de 1876.
Alejandro Fernández en su trabajo "La ley argentina de
inmigración de 1876 y su contexto histórico" concluye que la
norma, "... con la supresión del artículo
17 que disponía la devolución del importe del pasaje entre los
destinos de Argentina y Estados Unidos desde el puerto de
procedencia, ... confirma las
obligaciones del Estado
argentino respecto del alojamiento, manutención y traslado al
interior de los inmigrantes, las de las compañías navieras en
cuanto a las condiciones de seguridad e higiene de los barcos,
las funciones del Departamento General de Inmigración y las de
los agentes radicados en Europa. El derecho a los pasajes
transatlánticos o a los anticipos sobre su costo quedaba acotado
a los agricultores contratados para las colonias de la República
(es decir que no se lo suprimía por completo), al igual que
acontecía con los víveres, herramientas y animales durante los
primeros tiempos de instalación, la Oficina de Tierras y Colonias tendría a su cargo la
subdivisión y mensura de las tierras aptas para colonizar
y el Departamento de Inmigración enviaría las
familias seleccionadas. Sin excluir la
inmigración espontánea, la Ley dejaba un margen
considerable a la intervención estatal. Los agentes del gobierno buscarían y seleccionarían a
los candidatos en sus países de origen, luego éstos serían
trasladados por compañías de navegación supervisadas y en parte
subsidiadas, a su arribo los inmigrantes serían alojados,
mantenidos y trasladados hasta los lugares en donde estarían
preparadas las tierras para ser trabajadas y,
según cumpliesen las condiciones estipuladas, para que las
recibiesen en donación o las adquiriesen a un precio módico".
En marzo de 1878, con los colonos ya ubicados en la Estancia y
apelando a la falta de claridad del artículo 13 de la Ley de
creación de Colonia Caroya, se
procede a detener la mensura de los terrenos con el objeto que
el Congreso fije pautas bien definidas respecto a la potencial
inclusión de la
prospera superficie sembrada de terrenos circundantes al casco
de la misma. Esto da lugar a un intercambio de notas
entre Carlos Bouquet, Ministro de Hacienda de la Provincia de Córdoba,
y Bernardo de Irigoyen en su carácter de Ministro del
Interior de la Nación; que luego, se continuó con el nuevo
Ministro Saturnino Laspiur quien asumió en abril de ese año. La
Provincia propone que se retenga la mayoría
de las 300 a 400 cuadras ricas y cultivadas propias de la
Estancia con el argumento de destinarlas a la construcción de
una Quinta Agronómica y una Cabaña Modelo a ser aprovechada por
los estudiantes del Colegio Monserrat así como también, la
posibilidad de la ampliación de Jesús María. [Acceda
a las mismas haciendo click aquí]
La propuesta avalada por el Senado pasa a la Cámara de Diputados
quien la trata en su
sesión n°23 del 3 de julio de 1878. En la
discusión afloran distintas argumentaciones, por ejemplo: lo
indebido de entregar tierras productivas, ya sembradas, de alto
valor (unos 2000$) y segura renta a los colonos a cambio de un
exiguo pago (100$ en dos o tres años) para devenir en
propietarios de las mismas generando, en la práctica, una
sustancial pérdida económica para el erario público; que el
espíritu de la ley madre estaba pensado para que los colonos,
con su esfuerzo, reconvirtieran en fértiles aquellos territorios
menos promisorios, por ejemplo aquellos limitados de riego; que
aún las tierras de las zonas menos beneficiadas podían, con
voluntad, ser muy aptas para viñedos, mora, actividad pastoril
con jagüeles o producción de leña destinada al ferrocarril sin
necesidad de ceder a la entrega de los mejores terrenos. En
contraposición se sostenía que era inviable un proyecto
colonizador si se reducía a entregar solo las tierras
improductivas y secas lo que, destruía automáticamente el
sentido de la ley misma y haría inviable, de modo inmediato,
cualquier asentamiento poblacional. De resultas de la discusión
parlamentaria se concluyó en ratificar la propuesta que venía
del Senado que, si bien aceptaba
la reserva de un área que tendría como centro la Estancia,
procedía a limitarla fijándole una superficie que no debía
exceder las 100 hectáreas.
Mientras en Argentina se alentaba la inmigración, en Italia se
trataba de evitarla.
Lorenzo Prencipe y Matteo Sanfilippo en su trabajo "Per una
storia dell'Emigrazione Italiana: Prospettiva Nazionale e
Regionale" describen los distintos intentos de proyectos de
ley que fueron llevados adelante para
desalentar o impedir el proceso emigratorio atento que el mismo
se había convertido en un excelente negocio para las compañías
de navegación, las agencias de reclutamiento, las empresas
aseguradoras y las sociedades que promovían la colonización en
distintos destinos del mundo. Los autores refieren al respecto,
que "... el 10 de marzo de 1876 los Ministros Finali
(Agricultura), Cantelli (Interior) y Vigliani (Justicia)
presentan un proyecto de ley que propone la instauración de una
licencia para ejercitar la profesión de agente, el depósito de
una caución, la posibilidad que el Gobierno impida la
inscripción de emigrantes hacia determinados países, penas para
los agentes clandestinos y para quienes suministren información
falsa a los migrantes; el proyecto no llega a tratarse. El 22 de
noviembre de 1877, el Ministro del Interior Nicotera presenta un
proyecto asociado a la Seguridad Pública obligando a los agentes
a estar inscriptos con una licencia. Al año siguiente, el 6 de
junio de 1878, Marco Minghetti y Luigi Luzzatti sugieren superar
las normas policiales y proponen instituir un Oficio sobre
emigración a través del Ministerio de Agricultura, Industria y
Comercio. También esta vez la Legislatura hará caer el proyecto.
Vuelve a ser presentado en la siguiente Legislatura incluyendo,
esta vez, el nombramiento de un Inspector y de un Oficio de
vigilancia sobre la emigración y la publicación de un resumen
anual de las condiciones de los emigrados. El proyecto también
cae al final de las sesiones parlamentarias". [Acceda
a este proyecto que es publicado por "Giornale di Udine"
en su edición del martes 11 de junio de 1878]
Deberán pasar
varios años para que otro proyecto sea llevado a discusión, será
el 15 de diciembre de 1887 cuando Francesco Crispi diseña e
impulsa una nueva ley. Según Prencipe y Sanfilippo reitera
similares contenidos que los anteriores: "... obligación de
una licencia para los agentes, pago de una caución, penas para
las actividades clandestinas y otros abusos".
En marzo de
1888 ingresa un contraproyecto basado en "... la libertad de
emigrar y de hacer emigrar". Este vuelco en el razonamiento
es respaldado por el Obispo Giovanni Battista Scalabrini de
Piacenza quien, con una carta abierta, critica las bases
policíacas de los proyectos basados en "... la voluntad de la
aristocracia agraria preocupada por la pérdida de mano de obra".
El razonamiento del Obispo se puede sintetizar en que "... el Estado debería limitar los costos de la partida
ocasionados por los agentes de emigración, evitar la emigración
a sitios peligrosos o privados de reales posibilidades laborales
... protección para los emigrantes no solo previo a la partida
sino que, también, después de su llegada a destino, mediante patronatos
para tal fin, instituyendo escuelas y hospitales en el
extranjero, aumentando el número de cámaras de comercio fuera de
Italia".
Beato Giovanni Battista Scalabrini
(Obispo reconocido por Pío XII como "Padre de los
Emigrantes")
La ley aprobada finalmente en diciembre de 1888
termina teniendo carácter policial sin hacerse eco de los deseos
de Scalabrini. Los años siguientes es sometida a diversas
modificaciones hasta que, en enero de 1901, el espíritu de
varias ideas del Obispo se observan incorporadas en la nueva
legislación: "... el nombramiento de un inspector de emigración en
los puertos; la institución en el exterior de una oficina de
protección, información y asesoramiento laboral; la nominación
de inspectores viajantes para informar al Gobierno sobre la
situación de los emigrados; la eliminación de agentes y sub
agentes de emigración; la institución de ayuda en los puertos
para tutelar a los migrantes". Para esta última función se
incorpora la creación del Comissariatto Generale
dell'Emigrazione (CGE).
Del mismo pormenorizado trabajo de Prencipe y Sanfilippo podemos extraer interesantes
datos que son elocuentes en relación al proceso emigratorio
italiano. Según el estudio de los investigadores "... entre
1876 y la Primera Guerra Mundial (1914) los emigrados son
alrededor de 14 millones. En los primeros diez años de este
período (1876-1886) la mayoría recala en otros países de Europa
y luego de 1886 el porcentaje mayor busca destino en América. La
primera zona preferida fue la de Sud América hacia donde se
dirige el 23% del total. Esta cifra, de por sí relevante, se
vuelve más significativa si se piensa que los dos únicos
destinos más elegidos eran Brasil con un 36% del total y
Argentina recepcionando un 54%". A pesar que las
posteriores crisis latinoamericanas desalientan este destino
privilegiando, en su lugar, los países de América del Norte,
sorprende saber que hacia 1905 solo en la Ciudad de Buenos Aires
estaban ya radicados unos 250 mil italianos y que se acercan a
los veinte
millones los que eligieron nuestro país computando la totalidad
de los siglos XIX
y XX.
Año
Destino
N° de Emigrantes
1876
Argentina
3461
1877
Argentina
5733
1878
Argentina
8645
1879
Argentina
13197
1880
Argentina
12003
1881
Argentina
15899
1882
Argentina
22997
1887
Argentina
52383
1888
Argentina
64223
1889
Argentina
69008
Del
mismo estudio extraemos la siguiente tabla que refleja el
número real de emigrados de la Región Friuli - Veneto Giulia hacia
distintos destinos fuera de Italia durante el período 1876- 1884.
Ley sobre colonización de la estancia "Caroya", Córdoba
La demarcación de las tierras
Marta
Núñez en su libro "Colonia Caroya, cien años de
historia" consigna que "... el 16 de octubre de 1877 el
Consejo de Obras Públicas comisionó al Agrimensor Estanislao
Rojas para realizar la mensura judicial. Mas Rojas no pudo
efectuar la operación judicial y por la repartición respectiva
se le dio orden de hacerla extrajudicialmente ajustándose al
trazado de la futura Colonia, dentro de los límites aceptados y
reconocidos por los linderos que eran, por el norte, la línea
divisoria con 'La Florida' propiedad de Vicente Agüero
prolongada con su intersección con la línea del Ferrocarril a
Tucumán; por el poniente la línea del Ferrocarril hasta el
encuentro con la línea este-oeste de los señores Piedras
propietarios y poseedores de la Estancia 'La Guardia' y la línea
norte-sud de los propietarios citados anteriormente pudiendo
extender la Colonia hacia el sud-este, que es hacia donde corren
los campos de Caroya. El Agrimensor trazó los lotes regulares
desde el 1 al 36 dejando sin trazar los lotes irregulares que
resultaban sobre la Estancia 'La Guardia' y 'La Florida' en
previsión de los perjuicios que podía ocasionar pues estas
propiedades no se destinaron".
Los
lotes y su mensura se definirán respetando las pautas
contenidas, de una manera clara y específica, en los sucesivos
artículos que conforman la Ley sobre colonización de la estancia
"Caroya" expuesta más arriba con la única salvedad del artículo
13 que, por su formulación, obligará a una debida interpretación
posterior.
El
Comisario de la Colonia Emilio Achaval en su informe anual
correspondiente a 1878 y que
eleva en enero de 1879 al Comisario General de Inmigración Don
Juan Dillon da cuenta que "... pocos datos se tenían sobre el
estado y la naturaleza de las tierras, incierta su deslimitación,
aún más incierta la riqueza de aguas para riego; y sobre todo
nada se sabía sobre cuales de dichos terrenos convendría
destinar a colonia agrícola. Además, el Gobierno de la Provincia
de Córdoba, avanzaba todavía pretensiones sobre la propiedad o a
lo menos sobre derecho de conservar parte de las tierras o
verlas destinadas a algún fin de interés provincial más
inmediato. Así fue que la Comisaría General al comunicarme mi
nombramiento de Comisario me encargaba, ante todo, de ayudar al
perito agrimensor que ya se encontraba sobre el sitio en la
delineación de los terrenos, como también de los estudios de las
aguas para riego. Yo por mi parte me cercioraba de las
verdaderas intenciones del Gobierno Provincial. Más el primer
trabajo no podía proceder con toda la exactitud necesaria, por
no ser resuelta todavía la cuestión de ubicación de la Colonia;
y el segundo hacía preciso el estudio y obras de personas del
arte, y la previa resolución de unas cuestiones, desde tiempo
existente, sobre propiedad de unos terrenos limítrofes,
ricamente provistos de agua". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Es
así que durante marzo, Guillermo White en su carácter de
administrador de la Colonia realizó una serie de estudios
concluyendo hacia abril que, para la primera distribución, se
destinarían los terrenos que, irrigados por el río Carnero, se
extendían hacia el este de la Casona de Caroya a partir de las
vías del ferrocarril en dirección a
Tronco Pozo; mientras que
se preservaba, para la Estancia, tierras ubicadas hacia el
oeste.
Emilio Achaval, en su
recapitulación anual concluye más adelante, que "... la Colonia
de Caroya presenta la forma siguiente: A - Un triángulo
rectángulo, cuyo vértice mira al noroeste y tiene sobrepuesto un
apéndice de tres lotes en forma de rectángulo y el Colegio
encima. B - Un rectángulo sobre el centro de la hipotenusa del
triángulo. El F. C. del Norte corta el triángulo muy cerca del
vértice por una extensión de tres kilómetros dejando tres lotes
hacia el Colegio. La distancia del Colegio hasta el último lote
trazado es de 9 kilómetros, la de un cabo al otro de la
hipotenusa mide 11 kilómetros. Los lotes trazados son en número
de 203, de 25 hectáreas cada uno, con las cuatro resacadas del
Colegio por ley del 3 de julio de 1878 [acceda
al debate parlamentario de este tema] forman una superficie de 5075
hectáreas".
En el informe
de Emilio Achaval, se presenta un cuadro donde se explica la distribución de
los terrenos bajo el siguiente criterio: "... de los 203 lotes
trazados, 133 están concedidos a los colonos, 7 están ocupados
por los antiguos arrendatarios o moradores hijos del país, 4 del
Colegio y 59 quedan por concederse. Todos los lotes están en las
mismas excelentes condiciones por respecto a la clase de
terreno, pero hay alguna diferencia por respecto al trabajo de
roturación y la falta de riego. La mayor parte han sido o son
montes más o menos espesos y en perfecta llanura, con declive de
este a oeste, unos pocos están atravesados por pequeñas
elevaciones o por barrancas, sin que estos accidentes presenten
dificultades al cultivo". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Dentro de "Colonia Caroya, cien años de
historia", Marta Núñez se extiende con que el mismo
Agrimensor Estanislao Rojas será el que proceda "... al
ensanche de la Colonia Caroya y a deslindar las 100 hectáreas
mandadas a reservar alrededor de la Casona. Los trabajos de
deslinde se iniciaron el 6 de noviembre de 1878". Esta
ampliación conocida como "Ensanche de Rojas"
suma fracciones desde los originales 1 a 36 hasta el número 50.
En concreto y según las palabras volcadas por Emilio Achaval en
su informe anual correspondiente a 1878, "... a la Colonia
quedaron asignados los mejores terrenos de la Estancia de Caroya,
sea por respecto a la naturaleza, como por respecto a la
facilidad y abundancia del trigo y a la proximidad del
ferrocarril de la estación de Jesús María, habiéndose abandonado
la idea de trazarla a dos o tres leguas de distancia y seguida
la opinión respectivamente manifestada por mi, así como las
justas insistencias de los primeros colonos". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
El 19 de junio de 1882, con las firmas de Julio Argentino Roca
en su carácter de Presidente de la Nación y su Ministro del
Interior, Bernardo de Irigoyen se dispone una Resolución por la
cual se efectúa la concesión de cien hectáreas de tierras en la
estancia Caroya a la Municipalidad de Jesús María.
[Acceda
al respectivo documento]
Luego, en 1883 y atento que había colonos que se iban instalando
más allá de los predios ya definidos, se procedió a una nueva
incorporación de más superficie hasta el lote número 60.
Según Marta Núñez, en este último caso la tarea se encomendó al
Agrimensor Félix Sarría para lo cual "... el 27 de febrero de
1883, el Ministro del Interior Bernardo de Irigoyen se dirigió
al Gobernador de Córdoba Dr. Marcos Juárez Celman enviándole las
instrucciones formuladas por la Oficina Central de Tierras y
Colonias".
El Padre Pedro Grenón en su trabajo "Biografía de Ignacio
Duarte Quiróz y su obra" bajo el título "Intervención de
Baigorry" aseguraque, "... aunque no conste en
expediente alguno, es un hecho la intervención que ha tenido
Alfredo Baigorry delineador General del Departamento de Obras
Públicas, pues existe en la Municipalidad de Caroya un plano
conocido con su nombre ... y el cual ha servido para expedir los
títulos ... es el único que armoniza el replanteo conciliando
los títulos, los hechos y las mensuras practicadas por Rojas y
Sarría. Este plano consiste en la subdivisión de lotes de 25
hectáreas separadas por calles de 12,5 m de ancho en la Colonia
Vieja".
El 11 de octubre de 1887, el ahora Presidente de la República,
Miguel Angel Juárez Celman firma, conjuntamente con su Ministro
del Interior Eduardo Wilde, la Ley 2009 autorizando el remate de
tierras fiscales de la Estancia Caroya. La individualización y
medidas de los lotes puestos en subasta serán consignados en un
posterior Decreto de fecha 7 de noviembre que llevará la firma
del mismo Presidente y del Director del Departamento de
Instrucción Pública Filemón Posse atento que los recursos
obtenidos debían ser utilizados en la construcción de Escuelas
Normales y la refacción del Colegio Nacional en la Ciudad de
Córdoba. [Acceda
al respectivo documento]
Una década después, un Decreto de fecha 24 de marzo de 1897
comisiona a Pío León para que entregue las escrituras de
propiedad a los colonos que han cumplimentado con todas las
obligaciones convenidas; y luego, el 19 de julio de 1897, un
nuevo Decreto nombra al Ingeniero Poncio López Saubinet para que
efectúe el replanteo de la Colonia bajo la normativa definida
por la Oficina Nacional de Geodesia. Estos dos Decretos llevarán
la firma del Presidente José Evaristo Uriburu. [Acceda
al respectivo documento]
Presidentes J. A. Roca, M. A. Juárez Celman y J.
E. Uriburu
La llegada de los inmigrantes
Víctor J. Braidot en su libro "Avellaneda nel tempo"
explica que los motivos que propiciaron la masiva inmigración
desde la zona friulana de Italia, de modo fundamental, se
sustentaban en "... razones sociales ya que todo el
territorio friulano estaba en manos de pocos y grandes
terratenientes bajo cuyo control trabajaban las familias de los
pueblos en pequeñas fracciones de tierra, con instrumentos muy
precarios y pagando impuestos elevados. No había inversiones ni
transformaciones. Faltaban escuelas y posibilidades de aprender
nuevas técnicas ... el pueblo vivía con una economía muy
reducida, casi unicamente de subsistencia ... otra de las
razones era la falta de alimentos ... todo el territorio
friulano vivía solo gracias a dos sectores: la cría de gusanos
de seda y los viñedos; ... estos sectores entraron en crisis ya
que la seda comenzó a importarse desde oriente o reemplazada por
hilados más resistentes y los viñedos se tornaron improductivos
por falta de inversión y actualización de una actividad basada,
de modo exclusivo, en el trabajo artesanal". El autor
encuentra también razones en el naciente proceso promovido por
la Revolución Industrial que alentó la emigración desde los
campos hacia centros industriales donde la mano de obra era
fuertemente convocada generando que los campesinos con sus
básicos oficios se reconvirtieran en obreros con nuevas
tecnologías y especializaciones.
En los últimos meses de 1877, distintos vapores postales parten de Génova. Se
trataba de los navíos Sud América, Europa y Nord
América que, ofreciendo salidas cada 1° de mes y un descuento
del 40% en el precio del pasaje, soltaban amarras del puerto
italiano en dirección a Buenos Aires donde atracarían, según su
publicidad, 13 días después; como la navegación implicaba una
dura travesía plagada de circunstancias inesperadas, rara vez,
se cumplían esos plazos.
Las escalas previstas incluían Gibraltar, Cádiz, San Vicente,
Río de Janeiro y Montevideo. La empresa era la "Sociedad de
Navegación Giovanni Battista Lavarello & Co." que, por la época,
brindaba el servicio en buques mayoritariamente de madera a vapor y vela
con una centena de comodidades asignadas a
primera y segunda, mientras que la más numerosa tercera clase
de unas 800 plazas tendría garantizado, según sus promociones, de un
servicio diario de vino, pan y carne fresca. Esta compañía, con
el tiempo, sería el origen de la futura y prestigiosa "La Veloce".
El escritor Edmundo De Amicis, que supo ser pasajero del Nord
América cruzando el inmenso mar hacia Buenos Aires, dejará en su
libro "Sull'Oceano" una acabada descripción tanto del
viaje como del "gran aluvión migratorio" como eligió
llamarlo. Según su inspirada pluma una multitud de miserables
lucían "... rostros y ropas de todas partes de Italia,
robustos trabajadores de ojos tristes, viejos andrajosos y
sucios, mujeres embarazadas, muchachas alegres, muchachones
achispados, villanos en mangas de camisa ... como la mayor parte
habían pasado una o dos noches al aire libre, amontonados como
perros en las calles de Génova, no podían tenerse en pie,
postrados por el sueño y el cansancio. Obreros, campesinos,
mujeres con niños de pecho, chicuelos que tenían todavía sobre
el pecho la chapa de metal del asilo donde habían transcurrido
su infancia ... sacos y valijas de todas clases en la mano o
sobre la cabeza; fardos de mantas y colchones a la espalda y
apretado entre los labios el billete con el número de su
litera".
Afiche de convocatoria y a la
izquierda, las publicidades de la Empresa Naviera
donde la fecha corresponde a la escala en Cádiz (4
días después de la partida de Génova). El sello es el usado por la
Compañía para sus envíos postales.
Piróscafo Nord América
Publicidad en el diario "Satana" publicado en
Buenos Aires y escrito en italiano
Publicidades de los Vapores Italianos "Nord
América" y "Europa" de G. B. Lavarello y Co.
en el Diario "El Independiente" de abril
de 1878 - Incluyen el nombre de los respectivos Capitanes
Algo más de una década antes, durante 1866, los ejércitos peninsulares concretan el
desplazamiento de los austríacos de buena parte del norte italiano;
propiciándose la incorporación de esta zona al Reino de Italia bajo la
conducción del Rey Vittorio Emanuele II. Udine es liberada el 26
de julio de ese año integrándose el Friuli occidental a Italia
(el Friuli oriental permanecerá bajo control austríaco hasta el
fin de la Primer Guerra Mundial cuando también será incorporado
al Reino italiano). A poco de estos hechos se abren en la Ciudad
del "Biel Cjs´cjel" ("Hermoso Castillo" en dialecto
friulano), medios de comunicación con diversos contenidos
ideológicas. El 1° de setiembre nace "Giornale di
Udine" que, gestado por Pacifico Valussi, se
definía como "Político - Cotidiano"; luego,
"Político - Comercial - Literario" y varios
años después, tomaba el nombre de "Giornale di Udine e del
Veneto Orientale - Organo speciale della Camera di Commercio".
Durante los últimos días de diciembre de 1877 y los primeros
días de 1878, motivados por el tema emigración que, fuertemente,
conmovía la vida cotidiana del norte italiano se entabla un
cruce entre la línea editorial de dicho diario y el Cónsul
argentino en Génova, Vincenzo Picasso.
El jornal se extendía en criticar y adjetivar a los agentes que,
en Italia, auspiciaban en nombre del Gobierno argentino la
convocatoria de potenciales emigrantes. Los describía como
estafadores y engañadores; insistía que la reciente ley argentina
de inmigración era un
compendio de generalidades donde no se daba certeza sobre el
destino y trato a dar a los cooptados descriptos como campesinos
ingenuos e ignorantes. En sus líneas fomentaba el temor a lo
desconocido, a la presencia de indios en el lejano país
meridional así como al trato esclavista del proceso propiciado.
Exigía que el Gobierno de Argentina transparente sus actos
sincerando sus intenciones y al Gobierno de Italia que se haga
cargo de tutelar y controlar de modo de reducir daños y
afectaciones sobre los connacionales. Los editoriales aseguraban
que respetaban en un todo el derecho a la libertad de emigrar
entrando en
contradicción cuando, en paralelo a estas manifestaciones, tendían
a demonizar el destino para evitar la emigración. Una carta del Cónsul argentino
es publicada el martes 8 de enero de 1878 recibiendo, por parte del
diario y al día siguiente,
una respuesta en el mismo duro tenor de las notas precedentes.
Invitamos a quienes deseen acceder a la totalidad
de este material,
que
ingresen aquí
Son interesantes estos textos del "Giornale di Udine" si además razonamos que, en
simultaneo con los mismos, el 27 de diciembre de 1877 el navío Sud América llegaba al puerto de Buenos Aires con 700 emigrantes
mayoritariamente friulanos y otro buque se encontraba en plena
navegación para tocar tierras argentinas el 14 de enero de 1878.
Según Javier Grossutti en sus trabajos de investigación, de
estos dos contingentes un número muy significativo de ellos son
derivados "... a la recientemente creada Colonia Nacional
Presidente Avellaneda en el norte de la Provincia de Santa Fe,
mientras que las restantes familias se quedaron en el Hotel de
los Inmigrantes de Buenos Aires hasta el 12 de marzo, fecha en
la que fueron finalmente trasladados a Colonia Caroya en la
Provincia de Córdoba". Un pequeño grupo de los llegados en
noviembre de 1877 ya habían sido derivados a "Estrella de
Italia", muy próxima a Reconquista y por ende, vecinos de
Presidente Avellaneda.
Aquí es menester mencionar que según Victor J. Braidot autor de
"Avellaneda nel tempo", esta colonia nace un año después,
con un contingente de friulanos provenientes de Gorizia (por
entonces bajo dominio austríaco) que se asientan en enero de
1879. Dando fe a este trabajo debemos concluir que los
emigrantes de enero de 1878 referenciados por Grossutti fueron enviados a esa
zona del norte santafesino más no a lo que será Colonia Presidente
Avellaneda. Hacemos esta mención ya que un grupo de ellos
solicitará sumarse a Colonia Caroya en julio de 1878 y será,
también, la historiadora Marta Nuñez quien se sumará, en su
trabajo, a definirlos como provenientes de Avellaneda.
Marta
Núñez en su libro "Colonia Caroya, cien años de
historia" asegura que quienes arribaron aquel 14 de
enero habían sufrido "... un viaje no solo lento, sino lleno
de dificultades, lo que lo hizo pesado e incómodo", y que
los nuevos inmigrantes "... ascendían a 458 personas entre
hombres, mujeres y niños, en su totalidad friulanos. Cabe
destacar que durante el viaje nacieron once niños".
Juan Dillon en su carácter de Comisario General de Inmigración
recordará que los que llegaban eran "... muchas familias
agricultoras, que habían pagado su pasaje y traían algunos
útiles de agricultura y mucho equipaje lo que denotaba
pertenecer a una clase medianamente acomodada, es decir, que no
eran de los que en su país se consideran destituídos de
recursos".
Imaginemos a los emigrantes
aún sobre los barcos que los
transportan observando que, a pocos kilómetros, se yergue la
misteriosa y quizás temida ciudad de Buenos Aires. En el puerto, hay quienes viendo seres humanos sobre las cubiertas de los navíos logran
escindirse de esa imagen y construir conclusiones y planes económicos que,
razonados dentro del contexto de ese año, no hacen más que
cruzar 140 años de nuestra historia que, aún
recurrente, continúa sin resolverse. Contenido en "Memoria de la Comisaría General de
Inmigración - Año 1878", el Comisario General de
Inmigración Juan Dillon le escribe, en abril de 1879, al
Ministro del Interior Saturnino Laspiur valorando la llegada de
los contingentes durante 1878 como "... otra faz del progreso
de la República quedando además evidenciado por las diversas
industrias que se han planteado, en competencia con los
productos extranjeros, muchos de los cuales han quedado
excluídos del mercado. Siendo lo más notable que no hace muchos
años que mandábamos nuestro oro, para comprar en el exterior el
trigo y las harinas necesarias para el consumo, mientras que
ahora mandamos el sobrante de nuestro maíz y trigo en busca del
oro extranjero, que a su vez servirá para dar más vuelo a
nuestras industrias". El argumento es tan sensato y simple
que sorprende e incomoda como, recorridas ya dos décadas del
siglo XXI, la sociedad argentina continúa sin saldar un dilema
tan básico.
Juan Dillon, Saturnino Laspiur y portada de la
"Memoria de la Comisaría General de
Inmigración - Año 1878"
El
pragmático informe económico de Dillon continúa asegurando que
siendo 35876 los inmigrantes llegados al país,
"... puede decirse que se han aumentado la riqueza pública en 35
millones de pesos fuertes". ¿Cómo hizo el funcionario para
llegar a tal conclusión monetaria sobre cual sería el valor
material de cada viajero? La lectura de su texto brinda la
respuesta, según el mismo "... un hombre esclavo vale 500
pesos fuertes en el Brasil o Cuba y el hacendado los paga
porque, ese capital le rinde, sin contar el procreo, cuando
menos un 20%. La crianza y educación de un hombre libre,
costeada por otro país, bien vale para el que lo recibe, los mil
pesos fuertes, siendo la producción del hombre libre, mucho
mayor que la del esclavo y reemplazando la Nación, por los
beneficios, al hacendado cubano o brasilero". A este rédito
el informe suma la recaudación por los impuestos gravados por
Nación, Provincias y Municipios sobre cada ciudadano y que,
aplicado al número de arribados significa un total de "...
413512 pesos fuertes, suma inmensamente mayor que la que se ha
gastado en su introducción y protección, sin contar que la
seguirán pagando todos los años con el aumento consiguiente a la
multiplicación".
Al
llegar a las proximidades del puerto argentino y por falta de
rada para amarre, el piróscafo
debía esperar que naves de menor calado procedieran a
desembarcar a los viajeros. Poco menos que el 50% de los
pasajeros fueron puestos en tierra a costa del Estado Nacional
por un valor de 502 pesos fuertes por cada uno. El Comisario
General de Inmigración frente al dinero que insumía esta actividad
para el peculio público elevaba a sus superiores la necesidad
que "... si el Estado tuviese la necesidad de tener en el
puerto, uno o dos vapores tripulados como tuvo por mucho tiempo
el "Resguardo" y el "Vigilante", sería por demás económico
emplearlos en el desembarco pues no habría más gastos que el
carbón; pero si los vapores han de comprarse expresamente para
el servicio, no haría cuenta, mientras la inmigración que arribe
no alcance a 50 mil por año". Este número en pocos años
sería superado de modo holgado.
Una
vez en tierra los emigrados eran llevados al Asilo de
Inmigrantes a un costo que el Comisario Dillon eleva a "...
311 pesos fuertes por individuo. no apareciendo mayor economía a
consecuencia de la suba de los artículos de provisión causado
por la depreciación de la moneda de curso legal"; y además
agrega que "... el gran número de familias que han llegado
sin destino fijo han provocado una permanencia en el Asilo de
más días que los de costumbre".
Cuadro de los individuos alojados a lo largo de
todo el año 1878
"Memoria de la Comisaría General de
Inmigración - Año 1878"
Del material incluído en la "Memoria de la Comisaría General de
Inmigración - Año 1878",rescatamos que "...
Italia da el contingente más considerable a la
Emigración que se dirige a la América del Sur.
Génova, puede decirse que es el único puerto de
embarco". Argentina, en lo que respecta a la
distribución del total de viajeros, ocupa distante
el primer lugar con respecto a otras opciones
sudamericanas. A lo largo de 1878, nuestro país es
elegido por un 66% más de italianos que los llegados
en 1877 cuando el número había sido de 11692.
El 70% de los italianos ingresados en el año
pudieron ser clasificados de acuerdo a su profesión
tal como se consigna en la tabla de la derecha.
El Asilo de Inmigrantes, donde estaba previsto alojar a los
recién llegados, se había convertido con el aumento sistemático
del número de viajeros en un problema complejo e irresuelto ante
el costo que significaba su reemplazo por un ámbito edilicio de
mayor envergadura. El hacinamiento potenciaba la multiplicación
de enfermedades contagiosas que, de perderse su adecuado
control, significaría un caos de impredecibles consecuencias. El
Comisario Dillon en su pormenorizado informe anual consigna que
"... los límites de este establecimiento son estrechos para
el número de inmigrantes que llega y lo será cada vez más ...
esta necesidad ha sido sentida desde mucho tiempo atrás y se
asignó en el presupuesto de los años 1873 y 1874 una partida
mensual para ejecutarla; se levantaron planos y la obra se sacó
a licitación pero no se llevó a cabo por la escasez de
recursos".
Marcelo Huernos en su trabajo dedicado a "Asilos y hoteles
para inmigrantes en la Argentina (1812-1953)" da cuenta que desde el año 1857 se venía alquilando el
edificio cuyo frente daba a calle Corrientes n°8 en vecindades
de la actual 25 de mayo identificándoselo ya como Asilo de
Inmigrantes. El mismo abrió sus puertas a un contingente de
suizos en agosto de aquel año; según el investigador, dado que
"... sus condiciones dejaban bastante que desear se inician
tareas para adecuar el edificio que podía albergar a 200 hombres
y 100 mujeres". Con el paso de los años, en el edificio los
inmigrantes aumentaban en número y hacinamiento superando
largamente, hacia 1859, los quinientos viajeros alojados.
La Comisión de Inmigración que ya tenía más de 30 años de
existencia, impulsa la construcción de un edificio de mayor
envergadura "... que debería ser monumental, más grandioso
que el del Banco Provincial; no por su lujo exterior sino por el
de sus comodidades, adaptabilidad, recursos, mecanismos,
organización y sistema ... debería ser construído con los
adelantos del arte ... que contribuya a desarrollar el
pensamiento que entraña el axioma 'gobernar es poblar'"; en
1873, con tal fin, "... se aprueba una ley que permite
escriturar un terreno en Suipacha y la actual Carlos Pellegrini
para la construcción de un Hotel"; en 1874, Guillermo
Wilcken en su carácter de titular de la Comisión, reclama por la
dilación en la iniciación de las obras y lo seguirá haciendo por
mucho tiempo.
Será a principios de ese año que la saturación y la
proliferación de enfermedades provocó la decisión municipal, a
través de la Comisión de Obras de Salubridad, de cerrar el
Asilo; en su reemplazo se montaron estructuras precarias de
madera y carpas en la zona de Palermo las que, prontamente,
fueron invadidas por la epidemia de cólera. Un nuevo translado
lleva a los viajeros a la Quinta Bollini que, por no contar con
suficiente estructura de cocina, obligaba a que solo pudiese ser
utilizada para dormir mientras que el almuerzo y cena se servía
en los terrenos de Palermo. Este constante flujo provocó que la
contaminación se descontrolase forzando el cierre tanto de la
Quinta como los espacios de Palermo y la distribución de los
contingentes hacia otros alojamientos, a los destinos finales
previstos en el interior, a un nuevo espacio montado en la
actual Plaza San Martín e incluso, nuevamente a calle
Corrientes.
Hacia 1881 se habilita como alojamiento las instalaciones de "La
Rotonda" que era un edificio sobre la calle
Cerrito y la costa que, con anterioridad, había sido utilizado como stand para la
Exposición Industrial y Artística Italiana. El mismo fue
reacondicionado ubicando, se supone, los dormitorios en el
octógono mientras que la cocina, comedor, administración y
sanitarios se encontraban en las sucesivas ampliaciones que, en
conjunto, permitió albergar hasta 2500 personas. Este
alojamiento, junto con otras opciones como una propiedad
alquilada en el actual barrio de Caballito, otra en la vecina
localidad de San Fernando o el edificio del Panorama que el
Ingeniero Stavelius remodeló en 1888 como Hotel de Inmigrantes,
se mantendrán activos hasta 1911 en que son reemplazados por el
nuevo edificio que, con desembarcadero propio, construído por
los italianos Mosca y Udina y finalizado por Kronfuss, perdura
hasta nuestros días devenido en Museo.
En síntesis, los inmigrantes llegados a principios de 1878
debieron, con seguridad, haber padecido esa etapa entre 1874 y
1881 donde, la incertidumbre, las deficientes condiciones
ofrecidas en el Asilo y en los distintos alojamientos, la
improvisación, la burocracia, la falta de presupuesto y las
enfermedades, eran factores dominantes.
Asilo de Corrientes n°8 (1855-1879) - La Rotonda
(1881-1910) y Hotel de los Inmigrantes (Inaugurado el 4 de
setiembre de 1912)
De la "Memoria de la Comisaría General de
Inmigración - Año 1878" rescatamos que Justiniano A.
Ledesma, en su carácter de responsable de la salud de los
viajeros, emite una síntesis de su trabajo de los últimos doce
meses. De dicho informe podemos extraer una tabla donde se
consigna, en detalle, las afecciones tratadas. Acompaña dicha
estadística una nota fechada 1° de junio de 1878 donde el Dr.
Ledesma refiere que "... resulta a la vista de estos cuadros
el aumento notable de enfermos, que se ha operado una vez que
han empezado nuevamente esas expediciones numerosas de familias,
ésto es desde diciembre último y que han continuado
recrudeciendo de enero hasta mayo". El texto advierte de
modo preocupante sobre lo reducido del ámbito de alojamiento
previsto en el Asilo y las inevitables condiciones de
hacinamiento que se suman a las ya padecidas durante el largo
viaje que fomentan la "... propagación de enfermedades
epidémicas". En lo específico, consigna que "... así ha
sucedido con la expedición de los ruso-alemanes llegados aquí en
el mes de enero y de los italianos que llegaron simultaneamente
en este mismo mes". De hecho, según el informe, 31
italianos fueron tratados durante dicho mes por diversas
afecciones y que un total de ocho que fueron hospitalizados,
terminaron falleciendo. Un segundo informe, fechado 1° de
mayo de 1879, pone de manifiesto la preocupación frente al
sarampión aclarándose que se procedió a la vacunación de todos
los niños que nunca habían recibido dicha protección y que
"... muchos han salido en estado que sus fístulas puedan ser
utilizadas en las colonias y campañas donde se dirijían,
multiplicando los beneficios de la reproducción". Respecto a
los adultos aclara que "... tienen una repulsión invencible
frente a la revacunación". Un tema recurrente en ambas notas
es la necesidad de la ampliación del Asilo de Inmigrantes o la
construcción de un espacio nuevo de mayor capacidad ocupacional.
Invitamos al interesado a
acceder a este material que abarca el período de mayo de
1877 a mayo de 1879.
Hacia fines de enero de 1878, en Italia, la edición correspondiente al lunes y martes 28 y 29 del diario editado en Udine "Il cittadino italiano"
bajo el título "Cosas de casa - Emigración"
consignaba que "... ayer, otro grupo de pobres ilusos
deambulaba por nuestra ciudad a la espera de la hora de partida
del tren. Eran alrededor de otros 200 de nuestros campesinos
que, habiendo vendido sus tierras y ocluído en el corazón el
natural sentimiento de amor hacia el propio terruño, emigran
hacia América con la
esperanza de conseguir soñadas riquezas y jornadas de trabajo
menos pesadas. Hombres, mujeres, niños,
con sus equipajes, con el poco dinero obtenido de los objetos y
tierras vendidos, se aventuran hacia lo desconocido. Es un gran
castigo y un deshonor para la Nación que, a centenares y
centenares de sus campesinos, se los abandone sin siquiera una
lágrima. ¿Qué sea éste el fruto del amor a Italia inspirado por
ciertos patriotas?
Durante el tiempo que los inmigrantes, ansiosos, esperaban en
Buenos Aires el momento a ser derivados a su destino; en Italia y a
principios de febrero de 1878, las autoridades de la
entonces Provincia de Treviso impulsa una encuesta;
la Comisión creada con tal fin comparte la
iniciativa con el "Giornale di Udine" que,
adhiriendo a la idea y a través de sus páginas, aconseja
reproducir la compulsa en todos los pueblos regidos
desde Udine.
El relevamiento de información incorpora 30
preguntas con contenido diverso; el cuestionario
visibiliza y desnuda la ignorancia de los dirigentes
y hacendados frente a un grave problema que los
aqueja y del que, no solamente, desconocen su
magnitud sino que, además, no logran interpretar las
razones que lo provocan; su ceguera histórica los
hacen negar la realidad sin comprenderla, lo que les
impide enfrentar la situación y resolverla de modo
idóneo.
Tal vez si hubiesen abierto los oídos a lo que, en
las campiñas friulanas, las madres le hacían recitar
a sus hijos cada noche; con mayor facilidad,
hubieran accedido a las respuestas sin necesidad de
encuesta alguna:
Paternoster, quit squit
e son trê dîs ch’a no lu ai dit
e se mê mari no mi da pan
no lu dîs nancje
doman.
Mientras en Udine se desenvolvían estos hechos y en Buenos Aires
los inmigrantes esperaban que se resuelva su destino definitivo;
a nivel nacional, el 4 de febrero, se dicta un decreto del Poder
Ejecutivo según el cual se designa al Señor Emilio Achaval como
Comisario de la Colonia próxima a nacer en las tierras de la
Estancia de Caroya.
Será el mismo Achaval el que, en su informe anual, dará cuenta
de lo complejo que resultaban esos días dado que "... no
teniendo ni los terrenos para entregárselos, ni útiles, ni
animales, ni casas, ni nada de los que los pudiera poner en la
verdadera condición de los colonos, solicité la entrega del
edificio del Colegio que fue hecha por el Dr. Don Filemón Posse".
La idea es utilizar el edificio acondicionándolo con fines de
alojamiento provisorio y temporal. [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Volvamos a Italia, la Asociación Agraria Friulana (fundada en 1846 por un grupo de
acaudalados propietarios de la Región) era administrada por un
Comité presidido por el Conde Gherardo Freschi y entre sus miembros se destacaba el Doctor
en Leyes Gabriele Luigi Pecile (1826-1902) el que, nacido en
Fagnana, se convertiría en dueño de vastas haciendas tanto en su
ciudad natal donde las hereda como al oeste del Río Tagliamento, en la cercana San Giorgio della Richinvelda,
donde las adquiere. A ese poder económico le sumó el político
como Senador del Reino de Italia y, dentro de la Región, como Sindaco de Udine de 1878 a 1883
y brevemente, de 1899 a 1900; mientras que en el período intermedio, 1884-1889,
en
la misma función en Fagnana. En la actividad agrícola, fue un
avanzado para la época propiciando la evolución de la tecnología
productiva vitivinícola a la que sumó, luego, a
su hijo Domenico graduado como Agrónomo y Sindaco de Udine tras
la gestión de su padre.
Primer arado motorizado en la Azienda de G. Luigi Pecile
en
San Giorgio della Richinvelda (principios del siglo XX) ("Antologia d´immagini"
- Rino Secco)y distintas vistas de la casa principal
de la Azienda (1998)
Logo de la "Associazione Agraria Friulana" usado
bajo el reinado del Rey de Italia, Vittorio Emanuele II
El
hacendado, al igual que sus colegas de la época, estaba muy
preocupado por el proceso emigratorio que dejaba las tierras sin
mano de obra capacitada, de alto rendimiento y bajo costo. Desde su posición como Sindaco y como miembro de la Asociación Agraria Friulana buscó
respuestas a dicho proceso tratando de evitarlo. Con ese objeto,
fue el redactor de las "Crónicas de la Emigración" que se
publicaban en el Boletín que la organización difundía
periódicamente. En dichos relatos se describía las graves
consecuencias que
este proceso provocaba a la Región; intentando, además,
desalentar la partida de los colonos a partir de resaltar los
riesgos a engaños que corrían los viajeros, tanto de ser
manipulados por los Gestores/Agentes que la Ley Avellaneda
ubicaba en Europa para difundir el contenido de la legislación,
los beneficios que incluía y la selección de los emigrantes;
como en describir las duras condiciones económicas a vivir en
los destinos elegidos (Argentina en particular), que la renta
prometida era falsa y que lo único certero era un final de
pobreza y miseria en tierras improductivas y áridas.
El
sábado 9 de marzo de 1878 el diario "Giornale di Udine"
publicaba un muy pequeño apartado dentro de sus cuatro páginas
en formato sábana; el mismo, con toda seguridad, no debió pasar
desapercibido para los lectores de la publicación. El
texto consignaba: "Emigrantes que desearían ser
repatriados de la Argentina y que no lo logran facilmente; después de haber
consumido lo poco que tenían, escriben a sus familias, en busca
de los medios para el regreso. En verdad, si fuese posible
obtener el retorno gratuito a alguno de estos pobres
desgraciados sería más útil que las circulares del Ministerio
para poder iluminar a aquellos que creen en encontrar su fortuna en
América".
La llegada y los primeros años de la Colonia
La Colonia San Martín, inmediatamente Colonia Caroya, si bien
fue creada por ley especial del 29 de julio de 1876 debió
esperar un año y medio para convertirse en realidad.
Los primeros días de marzo de 1878, el diario "El Progreso" de Argentina
difundía que el Gerente de Inmigración Gualberto Escalera y Zubiría consignaba
"... que marchan a ésa doscientos noventa y cinco con destino
a Caroya. De éstos, doscientos trece individuos son mayores de
edad y ochenta y dos son menores de diez años". El
funcionario se refiere a los que, luego de permanecer un
extenso período en el Hotel de
los Inmigrantes y habiéndose descartado utilizar carretas para
el viaje, parten el 12 de marzo de 1878 hacia la Estancia Caroya
en la Provincia de Córdoba. El plan implicaba transportarlos por
vía fluvial hasta Rosario y de allí, en tren hacia su destino
cordobés.
Massimo Dall'Agnola y Anna Bevilacqua en su trabajo "La
presencia italiana en Argentina: Historia y características del
fenómeno migratorio" definen que "... la mayor parte son
procedentes del Friuli - Veneto Giulia (Udine, Trieste, Gorizia
y Pordenone) y otros del Véneto (Vicenza, Treviso y Belluno)".
Según los autores los colonos "... se encontraban como en
un planeta desconocido ... en una tierra en la que todos sus
conocimientos tradicionales resultaban inútiles ... en la que al
norte se encontraban las tierras cálidas y al sur el frío y la
esterilidad ... que las estaciones estaban invertidas ... que
las distancias eran enormes, muy lejos del horizonte de los
campanarios de las campiñas vénetas". Los investigadores
resaltan la sorpresa frente a una dieta alimentaria con un
significativo testimonio: "... habíamos visto en Buenos Aires
una abundancia de cosas y de alimentos que desde hacía mucho
tiempo escaseaban en Italia".
El Comisario de la Colonia,
Emilio Achaval, en su informe anual consigna que, previo a la
próxima llegada de los colonos, se ocupó de agregarle a la
Casona de Caroya "... algunas provisorias construcciones
absolutamente necesarias no tan solo por la insuficiencia, como
por el estado pésimo y anti higiénico en que se encontraba este
antiguo edificio. Con la debida autorización y después de muchas
diligencias y dificultades, contraté también con un proveedor la
suministración de los víveres". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
El diario rosarino "El Independiente" del 14 de marzo
difunde un escueto artículo; bajo el título "Inmigrantes"
informa que, a la ciudad de Rosario, un número superior a los
200 inmigrantes "... ayer llegaron en el Proveedor de Buenos
Aires".
El "Proveedor" refiere a un servicio fluvial de
transporte de pasajeros y mercaderías entre Buenos Aires, el
puerto de Rosario, atracaderos intermedios y Santa Fe. La empresa
rosarina Hillner, Soraire e Ibáñez ofrecía
una frecuencia de tres viajes semanales y otros mensuales
contando con diversos navíos: el "Proveedor", el "Capitán", el Paquete Inglés "General Nazar" y el
Paquete Nacional "Sol Argentino".
El Diario "El Sol" del 14 de marzo también se ocupa de la
llegada a Rosario, el miércoles 13, de los inmigrantes asignados
a Caroya. Tras identificar con sus nombres a los pasajeros
locales; consigna el arribo, de modo genérico, de "... 234
inmigrantes".
En un apartado de este mismo diario y cometiendo algunos errores
(como decir "hoy" cuando debió ser "ayer" y
"familias" cuando en realidad son "inmigrantes"),
otro artículo da cuenta de la llegada del contingente que
"... vienen a establecerse en la nueva colonia que se funda en
Caroya ... estas familias están protegidas por el Gobierno de la
Nación. Se les ha concedido mantención por un año y $f 200 a
cada familia para gastos de instalación".
El 14 de marzo, desde la estación cabecera de Rosario del
Ferrocarril Central Argentino, partió el grupo de inmigrantes
hacia la ciudad de Córdoba; desde allí y por vía férrea, continuarán viaje hacia
el norte en busca de su destino de fundantes de Colonia Caroya.
En su edición del 15 de marzo, el Diario "El Independiente"
de Rosario informa que "... en el tren de ayer se
embarcaron con destino a Córdoba 300 inmigrantes que habían
venido el día anterior con procedencia de Buenos Aires".
Volviendo al primigenio contingente de marzo de 1878, Elena Valle en su libro
"Y ellos consiguieron el agua" reconstruye que el mismo,
"... utilizando el nuevo tendido ferroviario, arribó el 15 de marzo del
mismo año y su primer albergue fue la Casona de Caroya (como se
la comenzó a llamar)".
El diario "Eco de Córdoba" informaba al día siguiente
que "... los trescientos colonos que poblarán la Colonia San
Martín en Caroya llegaron anoche. Todos ellos vienen muy
contentos y más lo estarán una vez que lleguen a su destino y
vean la excelente calidad de los terrenos que van a ocupar y
labrar para arrancarle el secreto de la prosperidad”. Por su
parte, el diario "El Progreso" abundará en más detalles:
“La estación del tren en el Ferrocarril Central estaba
concurridísima, pues se había esparcido la noticia de la llegada
de estas familias y la curiosidad atrajo una gran reunión de
personas de todas las clases, siendo la primera vez que llegan
en tan grande número los inmigrantes a Córdoba. Una abundante
comida aguardaba a los inmigrantes que bajaban del tren sin
haber tomado alimento durante el viaje desde Rosario a Córdoba y
desde las seis de la mañana hasta las nueve de la noche. En
espacioso salón de más de trescientas varas de largo, se habían
preparado las mesas para la comida". Como complemento, el
periódicodaba cuenta que "... desde ayer a la mañana,
está en el Colegio de Caroya un empleado preparando la recepción
de las familias en la colonia”.
Mural en la Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat
que reproduce la llegada de los inmigrantes - 15/03/1878
Marta Nuñez en su significativa tarea de reconstrucción
histórica sobre Colonia Caroya, recupera un relato medular para
el momento del arribo de los emigrantes. El texto corresponde a
escritos del Cura Párroco de Río Ceballos Ambrosio Ramos quien,
con periodicidad, prestaba servicios en la Capilla de Caroya y
recordaba que, estando ubicado en "... una de las galerías de la
Casona, los vi desfilar en trajes de labrador y con algunos
instrumentos de agricultura en las manos. Al pasar al interior
del establecimiento y en momentos que pasaba por mis
inmediaciones no dejé de columbrar algunas acciones que me
hicieron volver la esperanza de que pertenecían al gremio de
nuestra sacrosanta religión".
Recorriendo las páginas de "La casa de Caroya, predilecta de
la historia", obra de Rodolfo Gallardo, nos encontramos que
el arquitecto reproduce la expectativa
generada al momento del arribo contenida en "Y ellos forjaron
un pueblo" de Efrain Bischoff. El texto, con un estilo idealizante,
costumbrista, poético y religioso refleja "...
el resquemor de los nativos ante estos invasores pacíficos, cuya
lengua, indumentaria y costumbres, los convertía en extraños
intrusos y la alegría y distensión cuando el Padre Ambrosio
Ramos comprobó su calidad de católicos con lo que se abría la
primera esperanza de un diálogo, que un siglo de permanencia no
ha desmentido. Cargados de bultos traían en sus manos, como
dioses mitológicos, los atributos caracterizadores de su propia
circunstancia. Mientras en férreas espaldas sostenían la mochila
que sintetizaba el hogar y sus magras pertenencias, la diestra
en alto empuñaba el instrumento de labranza; era el trabajo
fecundo y decidido, ávido de arrancar a los terrones de la
tierra el grano y la vid como en bíblica estampa. Al lado, la
mujer, unida en el amor al hombre que soñaba en prado
labrantíos, acunaba en brazos al hijo, rubio como las espigas
promisorias, tostada ya también en promisores anticipos, con los
soles de América". Continúa, más adelante con que "...
acamparon bajo la galería, algunas madres con hijos de corta
edad entraron en las habitaciones, algunos hombres solos
prefirieron la fresca intemperie. Casi todos acomodadas sus
pertenencias desfilan por la Capilla con fervorosa unción".
Volviendo al informe anual redactado por Emilio Achaval, el
mismo Comisario de la Colonia da cuenta que "... procedí a
recibir a las primeras familias que en número de 62 llegaron el
15 de marzo y que yo mismo acompañé desde Córdoba en medio de
generales manifestaciones de satisfacción y alegría. Los alojé
lo mejor que pude, proveí a la curación inmediata de los
enfermos, llevé cuantos de los hombres que quisieron visitar la
tierra y les proporcioné cuanto les fuera necesario para la
vida". Los lugareños no fueron muy sociables con los
inmigrantes; de hecho, Achaval abunda sobre la mala bienvenida
lamentando que "... la envidia e intereses bastardos habían
intentado hacer la peor atmósfera a estos hijos de la vieja
Europa que llegan a nuestras playas con tan poderosa cantidad de
industria y buena voluntad". Frente a esa situación y atento
las demoras en la demarcación de los lotes, el Comisario
procedió a ocupar a "... todos los hombres hábiles en
preparar las herramientas y materiales de carpintería para la
construcción de las casas, el arreglo de acequias y apertura de
calles". Continúa exaltando como la población sin distinción
de sexo ni edad se habían abocado, "... con actividad febril,
a toda clase de trabajos, preparándose hasta los muebles y
enceres de labranza". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Elena Valle asegura en su libro "Y ellos consiguieron el agua"
que "... varias y múltiples
fueron las peripecias que debieron sufrir los inmigrantes.
Sumado al descontento y desconfianza de la gente del lugar, las
dificultades sobre la entrega de los terrenos y los primeros
asentamientos, surgió un tema fundamental el suministro del
agua".
En
síntesis, será
este grupo de colonos, el germen fundacional de la Colonia San Martín que, a poco,
cambiará su nombre por el de Colonia Caroya.
Casona de Caroya y Olla Popular de hierro
provista por el ferrocarril y usada por los
primeros colonos (Fotos cedidas por el Ing. Oderzo
Beinat, Mendoza para el Istituto dell´Emigrazione Friulana -
R. Appi y O. Burelli) (Archivo fotográfico "Friuli nel Mondo")
Volviendo a las "Crónicas de la Emigración" incorporadas
en el "Boletín de la Asociación Agraria Friulana" y
redactadas por Gabriele Pecile extraemos una tabla que, a fines
de abril de 1878, refleja la cantidad de emigrados de la zona del Friuli
- Veneto Giulia a lo largo de 1877 y los primeros meses de 1878.
Gabriele Luigi Pecile
De
una de esas crónicas, firmadas por Gabriele L. Pecile e
incorporadas en el Boletín de 1878, rescatamos una tabla donde se
da cuenta de la cantidad de pasaportes emitidos en la Región a
lo largo de 1877 y hasta el 24 de abril de 1878 comparándolo con
el de las personas emigradas; el texto que la acompaña asegura
que "... los datos son aproximados. Adviértase además que al
principio muchos partían sin pasaporte, encontrando el modo en
Génova de acceder a una carta cualquiera, con el solo objetivo
de obtener el embarque; ésto involucraría al 10%; por otra parte,
algunos de los que tienen pasaporte, permanecen todavía en la
patria".
Dicha tabla y el texto que la acompaña expone, de modo
transparente, la deficiente información que disponían y que, brindada por las Autoridades
de la Seguridad Pública de distintas ciudades de la Región sobre
los pasaportes entregados, analizaba tres períodos en particular:
el año 1877, del 1° de enero al 8 de febrero de 1878 y del 9 de
febrero al 24 de abril de 1878.
El
gráfico muestra la notable diferencia entre la cantidad de
documentos y el número de personas emigradas; además,
como el corto período del 1° de enero al 8 de febrero es el de
mayor número de registros en comparación con todo el año 1877
mientras que en el siguiente trimestre (febrero/abril de 1878)
los números registran un descenso, circunstancia que el Dr. Pecile atribuye a que en Argentina comienza el período de frío
lo que, a su juicio, desalentó a los viajeros.
Es razonable y factible que, dentro de esta tabla, estén
contabilizados algunos de los viajeros que ya estaban en la
Estancia Caroya imaginando e ilusionados por un destino de vida
distinto.
Del contingente que había partido de Buenos Aires en marzo de
1878, siete familias
deberán
permanecer en Rosario por presentar síntomas compatibles con
viruela. Las mismas, una vez recuperadas, se sumarían a la
Colonia hacia mediados de abril; en este caso, transportadas en
carretas.
Dibujo del servicio de carretas - Periódico
Ilustrado "El Album" del 20/02/1881
El grupo movilizado este mes se verá engrosado con nuevas
familias que, según el Diario rosarino "El Independiente"
del 12 de abril, ascendían a "... 64 familias ... que
hacen un total de 495 personas".
Durante esos días de abril y en su informe anual, el
Comisario de la Colonia Emilio Achaval recuerda que "...
habiéndose anunciado el inminente arribo de nuevas familias, y
una que otra llegando casi semanalmente, me encontré en la
necesidad de agregar nuevas construcciones y dividir los
corredores con telas, reduciéndolos a cámaras. Recibí y alojé
esta remesa no menos fuerte que la primera y como a ésta la
ocupé en los trabajos preparatorios hasta que finalizado el
trazamiento de un número suficiente de lotes, se hizo el sorteo
de ellos y se fueron los colonos a ocuparlos desde mediados de
mayo a todo el mes de junio. De esa manera y en ese tiempo se
colocaron en 96 lotes, 145 familias con una población de 720
personas ... las concesiones no bajan de un medio lote, ni pasan
de un lote de 25 hectáreas por familia. Al hacer estas
concesiones se tomó en consideración el número, estado, sexo y
edad de los miembros de cada familia". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Según Rodolfo Gallardo, en su trabajo "La casa de Caroya, predilecta de
la historia", el mes de mayo se inicia con felices
noticias; será Angela quien, el día 2, se convertirá en el
primer nacimiento en la joven Colonia; el día 5, será el turno
de Juan Bautista y José; hijos de otros dos matrimonios. Sobre
este punto recomendamos acceder al material generado por Marta
Núñez en su sesudo trabajo "Colonia Caroya, cien años de
historia"
donde se consigna un largo listado de todos los nacimientos
producidos en el año comprendido entre la llegada de los colonos
y el 15 de marzo de 1879; así como también, el detalle de los
casamientos contraídos y los fallecimientos sufridos.
Mientras tanto en Udine y distintas ciudades del norte de
Italia, miembros de su propia comunidad propiciaban nuevas
prestaciones para la emigración abriendo puertas que facilitaban
la partida a potenciales interesados; los avisos publicitarios
inundaban las páginas de los mismos diarios cuya línea editorial
no comulgaba con el proceso. Los siguientes son ejemplos difundidos
durante mayo de 1878 en el "Giornale di Udine".
"Agencia Marítima para alquileres, comisiones, tránsito,
transporte de mercancías y pasajeros por tierra y mar hacia
todos los puertos del mediterráneo, América, India, China y
Australia. Legalmente autorizada por el real Gobierno con
decreto Prefectorial del 1 de abril de 1878 para la firma
Giacomo Modesti. Udine, Vía Aquileja n°90".
"Casa General de Envíos
Marítimos. Autorizada por el Real Gobierno. Envío de
pasajeros, mercaderías y valores a distintos
destinos. A. G. Barbieri. Verona, Plaza
Independencia n°12, primer piso. Partidas periódicas
para la República Argentina bajo la Dirección
del Comisariado General Argentino de Colonización.
Partidas para Brasil, América Central, Antillas,
Nueva York, San Francisco, Canadá, Australia y otros
destinos".
Desde su llegada al país, los inmigrantes recurrían de modo
permanente al intercambio epistolar con la lejana
familia que permanecían en los pequeños y sufridos pueblos de origen.
Algunas cartas incluían pesimismo, tristeza, sufrimiento; otras,
esperanza y optimismo.
Asegurando que respetaban la libertad de emigrar y que lo único
que los motivaba era evitar los engaños, el "Giornale di
Udine" publicabamisivas que eran seleccionadas y
dirigidas a los connacionales interesados en partir. Las menos,
incluían auspiciosas noticias desde la lejanía; mientras que la
mayoría, lograban causar preocupación hasta al más osado de los
aventureros ya que se describían hambrunas, enfermedades varias
como fiebre amarilla y
cólera, esclavitud, castigos corporales, humillaciones, tierras áridas e
improductivas, calores y fríos insoportables, falta de techo,
miseria, desamparo, robo y vejación de mujeres e hijos en manos
de los indios; con este fin, no hacían diferencia alguna entre
diversos destinos dentro de
Argentina o bien con Brasil, Uruguay, países centro americanos y la misma Nueva York.
Sus páginas, además, sumaban notas del
"Patronato de los Agricultores friulanos emigrantes hacia la
América meridional" que dependía de la "Asociación Agraria
Friulana" donde, tal como ya hemos expresado,
transparentaban la ignorancia de sus miembros para entender las
reales motivaciones de la situación imperante lo que devenía en
una clara incapacidad para encontrar una adecuada respuesta.
Por su parte,
el Boletín de la
"Associazione Agraria Friulana" publicado en 1878,
también volcaba en
sus páginas
algunas misivas que, según su propio juicio
evaluador, se definían y difundían como veraces.
Dentro de dicho marco editorial, el Boletín aseguraba en julio
de 1878
que "... se fossero state vere tutte le cose dette in quelle
lettere, noi avremmo potuto additare sicuramente ai nostri
emigranti la colonia Caroya come l'albergo della Fortuna".
["Si fuesen ciertas todas las cosas dichas en esas cartas,
con seguridad nosotros le hubiésemos definido a nuestros emigrantes
que la colonia Caroya es como el hotel de la Fortuna"]
Es válido aclarar que dentro del trabajo "Colonia Caroya, cien años de
historia" realizado por Marta Núñez no se encuentran
los apellidos Della Negra y Zanini; como ocurre con otros mencionados
en las notas de "Crónica de la Emigración", la ausencia puede significar que
dicho listado sea incompleto, que las cartas no sean auténticas,
que se atribuyan a Caroya cuando el origen era otro
o que se haya hecho una mala lectura de la firma al volcar
las misivas en el Boletín.
Mientras ésto se publicaba en Italia; en Córdoba, la Comunidad seguía creciendo con la llegada, a
mediados de julio, de
un nuevo contingente que pidió dejar su primer destino en el
norte de Santa Fe y ser trasladada a Caroya. Lo hicieron en vapor
hasta Rosario a cargo del Estado y de allí, debía ser por sus
propios medios, sin embargo y ante la falta de recursos, se hizo
cargo la Municipalidad rosarina alquilando carretas.
Con el objeto de respaldar su posición, el "Boletín de la
Asociación Agraria Friulana" apelaba a publicar
largas notas aparecidas en el diario
"L´Operaio Italiano" que, "... fundado por obreros de
la colectividad y costeado por contribuciones personales",
se publicó en Buenos Aires entre los años 1873 y 1898. Del
mismo, extraemos un pequeño párrafo
aparecido el 26 de julio de 1878 en su versión original en
italiano y su traducción:
"Nell' Operaio Italiano del venerdì pubblicammo
una corrispondenza di un nostro egregio connazionale,
che conchiudeva con queste parole:
'Mettete sull'avviso i nostri connazionali coloni,
i quali vedano di non andar là (a Caroya) o di non
rimanerci, che dopo essere bensicuri di avere i
terreni buoni, tenendo presente che senza
irrigazione non vi è terreno che valga, nè in Caroya,
nè nel maggior resto della provincia, a compensare
le fatiche e le speranze del colono'. Noi pubblicammo quella corrispondenza, perchè ci
veniva da persona competente e retta, che non aveva
nè ha interesse di sorta per adulterare i fatti, ma
solo per fare un servicio proposito".
"En el Operaio Italiano del pasado viernes
publicamos una correspondencia de un nuestro respetable
connacional que concluía con estas palabras:
'Pongan sobre aviso a nuestros colonos connacionales,
vean la posibilidad de no ir allá (a Caroya) o de no
permanecer, que además estén bien seguros de
disponer de buenas tierras teniendo presente que, sin
irrigación, no existe terreno que valga, ni en Caroya ni en la mayor parte del resto de la
provincia que pueda compensar las fatigas y las
esperanzas del colono'. Publicamos esta
correspondencia porque venía de una persona
competente y recta, que no tenía ningún interés para
adulterar los hechos, su único propósito es brindar
un servicio". [Acceda
al texto completo]
El 27 de julio de 1878 y bajo el título "Colonia Caroya",el Diario rosarino "El Independiente" publica un
texto refiriendo que en la colonia "... reina gran
descontento entre los colonos. Se culpa de esto a la
administración, que burla las seguridades y garantías que el
gobierno les concediera ... sería necesario que el Gobierno ...
tomara informaciones ... afín de cortar en tiempo los abusos".
Durante buena parte de aquellos primeros cinco meses en la Colonia, a
más de la construcción de casas, huertos y cercos, la población
estuvo ocupada en una ingente y difícil tarea: el desmonte.
Emilio Achaval, en su informe, describía al espacio como "...
monte escabroso, una selva oscura e interminable. Duro trabajo
el del desmonte de estos bosques vírgenes y los sudores que ha
costado, bien valen el precio de la tierra, así ésta será amada
recompensa a sus humildes e incansables conquistadores".
Para esos primigenios tiempos, otro de los objetivos fue el de
encarar tareas para mejorar la irrigación de las tierras
abiertas a la producción; según el Comisario de la Colonia, con
tal fin y mientras se esperaba la llegada de ingenieros idóneos,
se propició "... abrir una nueva derivación del Río Carnero y
reformar unos canales consiguiendo construir estas obras tan
urgentes, por medio de los mismos colonos y con un gasto de
ninguna consideración". [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Mural en la Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat
que reproduce los primeros trabajos en la Colonia
En este punto, un párrafo significativo merece el papel
desempeñado por las mujeres emigrantes a quienes Ludovico Inciso
di Camerana en su libro "Argentina, gli italiani e l'Italia,
un altro destino" las define como "... las grandes
olvidadas". Al respecto, Erica Innocenzi en su Tesis "L'immigrazione
Italiana in Argentina, una narrazione al femminile"
considera que en el proceso emigratorio se tiende "... a
concentrar la atención sobre todo en los hombres y las mujeres
semejan sombras borrosas. Resulta usual que la imagen de la
mujer campesina italiana en la época emigratoria se la
identifique como la que, en religioso silencio, espera el
regreso del marido; una mujer pasiva como contraposición al
hombre activo". Continúa la autora asegurando que las cosas
son literalmente distintas una vez cruzado el océano ya que
"... mientras en las listas de embarque todas figuraban como
'amas de casa' ... la realidad es que, luego, el trabajo difería
de lo declarado ... en todos los casos se ocupaban de las tareas
de la casa, del trabajo en el campo y de todo otro tipo de
tareas lo que en conjunto, con seguridad, ayudó a la
supervivencia de sus familias".
La "Associone Agraria
Friulana", mientras tanto,exponía en sus páginas otra fuente de información; en este caso,
el diario "La Patria" que, publicado en Buenos
Aires entre 1877 y 1893, con línea opuesta a "L´Operaio"
y escrito en italiano, tiraba
"... 11000 ejemplares", según Mariana Baravalle
de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional Argentina. De este
medio, el Boletín extrajo y difundió un artículo del 24 de
agosto de 1878:
"Le notizie sfavorevoli sono dette bugie
stampate da un individuo allontanato da quella
colonia come perturbatore dell' ordine, sedicente
incaricato italiano per l'ispezione delle colonie
argentine".
"Las noticias desfavorables son definidas como
mentiras declaradas por un individuo alejado de
esta colonia como perturbador del orden, el que se
autodenominaba comisionado para la inspección de las
colonias argentinas".
Con fecha 2 de setiembre de 1878 y con la firma del Presidente
de la República Nicolás Avellaneda y su Ministro del Interior
Laspiur se emite un Decreto nombrando una Comisión
Administrativa para la Estancia y Colonia de Caroya. La misma
será un triunvirato donde el Comisario Emilio Achaval estará
acompañado por el Rector del Colegio Nacional de Córdoba Filemón
Posse y Cándido Novillo.
Otros contingentes se sumaron en setiembre y en diciembre.
Marta Núñez en su trabajo "Colonia Caroya, cien años de
historia"
consigna que "... a fines de setiembre y en diciembre de 1878
se destinó otros grupos de inmigrantes y enero de 1879 llegó a
la Colonia otro contingente de 40 grupos familiares más".
En relación a estos grupos, rescatamos del Diario rosarino
"El Independiente" del 3 de setiembre un artículo informando
la llegada a este ciudad de "... trece inmigrantes de
nacionalidad italiana. Todos son agricultores y partieron ayer
con el tren para la colonia Caroya".
El
balance anual volcado en la
"Memoria de la Comisaría General de Inmigración - Año
1878" brinda una pormenorizada síntesis de las
tareas y concreciones producidas a lo largo de ese año de duro
trabajo. Según el mismo, "... se han desmontado 99580
hectáreas de montes, se han construído 148 casas aseadas y
cómodas, cabado 3625 metros de zanjas y 217622 metros de cerco
de rama, han construído un nuevo canal del Río Carnero del largo
de 1900 metros y dos metros de ancho, para lo que hubo necesidad
de remover más de 8000 metros cúbicos de tierra, han escavado dos
acequias de un metro de ancho y 1400 metros de largo, con un
movimiento de más de 3000 metros cúbicos de tierra, han
ensanchado y reformado la vieja acequia del Colegio y la de la
Cañada [Chañares] lo que ocasionó un movimiento de más de 150 metros
cúbicos de tierra".
El
informe pronosticaba un futuro venturoso e inmediato como
merecido premio por tanto esfuerzo, salvo que la naturaleza
castigara tales sacrificios de un modo injusto; los indeseados
presagios se cumplieron de la mano de la sequía y
principalmente, de la langosta.
Trigo, maíz, hortalizas, poroto, alfalfa, tabaco, viñas y
frutales (principalmente: manzanos, perales, higueras,
membrillos, moras y duraznos); el Comisario de
la Colonia dirá que "... todo ésto ha desaparecido bajo el
diente roedor del terrible insecto". A la precariedad de
esos días se suma la llegada de nuevos grupos en diciembre y
principios del nuevo año; Emiliano Achaval al describir el
momento, expone las circunstancias complejas que se producen
dentro del funcionamiento de la comunidad. Según su informe,
relata "... lo que sucedió con las últimas familias llegadas
aquí el 29 de diciembre y el 5 de enero, en número de
veintinueve. Los jefes habían firmado un compromiso en Buenos
Aires declarando que irían a la Colonia "Caroya" con ninguna
otra ventaja que la de la concesión de las tierras ... y que
tenían suficientes recursos para mantenerse y proveerse de los
útiles y los animales. Pero al llegar aquí y ver que sus
paisanos y parientes no estaban en condiciones de ayudarlos por
los daños que le ha ocasionado la langosta, pensaron ... les
admitiesen a la anticipación de víveres y animales de labranza".
Ante la negativa del Comisario General atento que para fines de
enero de 1879 se había dado por terminada la provisión estatal
de víveres, es el mismo Achaval que
se ocupa de asignarles tareas y conseguirles alimentos apelando
a la solidaridad. [Acceda
al Informe de Achaval completo]
Fernando J. Remedi en su trabajo "Los alcances del crecimiento
económico, pobreza y alimento escaso en la Argentina
agroexportadora" reconstruye la dura situación de los
colonos durante 1879. Utilizando publicaciones de "El Eco de
Córdoba", el historiador consigna que los inmigrantes
"... experimentaron serios problemas para garantizar la
supervivencia, porque la suspensión en 1879 del racionamiento
entregado por el Estado coincidió con una pésima cosecha, como
lo señalaban en un petitorio dirigido al Gobernador de la
Provincia: '... hemos quedado o muy pronto vamos a quedar sin
los recursos más indispensables para vivir, por la sequía, la
langosta y recién la lluvia nos han privado toda cosecha que tan
halagüeña se había presentado desde un principio'". El
autor continúa rescatando que la situación logró, de algún modo,
remediarse "... gracias al concurso de vecinos de Jesús
María y la zona que, convocados por el Comisario, aportaron
harina de maíz, que éste distribuía entre los afectados por la
dramática situación; el problema era la incertidumbre sobre el
futuro inmediato, cómo iban a continuar atendiendo sus
exigencias vitales hasta la cosecha siguiente".
Las difíciles circunstancias deben ser enfrentadas por las 180
familias que, a principios de enero de 1879, se alojaban en 143
viviendas. Eran un total de 874 habitantes a los que, el 31 de
enero, se les sumarán otros 557 individuos correspondientes a
114 familias. Estos últimos colonos llegados
vivían de un modo precario o en el mejor de los casos,
compartían techo con los primeros residentes.
Algunos de esos nuevos llegados durante el tiempo de principios
del año 1879 son rescatados por el Diario rosarino "El
Independiente" del 30 de enero; según el mismo, 71
inmigrantes han llegado a Rosario, de los cuales "... van 23
a Caroya".
En concreto, al 1° de febrero de 1879, la Colonia contaba con
una población compuesta de 794 hombres (de los cuales, 520 eran
mayores de 10 años) y 637 mujeres (de las cuales 420 eran
mayores de 10 años). Las nacionalidades se dividían en 1096
italianos, 96 austríacos y 239 argentinos. Los oficios
relevados, además de consignar las usuales tareas de
agricultores, albañiles, cesteros, mecánicos, carpinteros,
zapateros, etc., exhibe la curiosidad, para nuestros días, de
contabilizar a 983 mujeres y niños como "sin oficio". De toda
esta población, los que saben leer y escribir ascienden a 223
hombres y 51 mujeres.
En 1910, Emilio Zuccarini es el responsable de distribuir, entre
sus abonados, el libro "El trabajo de los Italianos en la
República Argentina"; se trata de una excelente recopilación
de artículos que, bajo esta temática se publicaron, a lo largo
de su fecunda vida, en el diario publicado en Buenos Aires
"La Patria degli Italiani". De él, podemos extraer el
listado de los habitantes, con sus nombres y apellidos, que
conformaban Colonia Caroya al 31 de enero de 1879. Lo invitamos
a acceder al mismo, haciendo
CLICK AQUI.
"Il Lavoro degli Italiani nella Repubblica
Argentina - Leggende, Studi e Ricerche" - Emilio Zuccarini
Giornale "La Patria degli Italiani" - 1910
Febrero
de 1879 no terminaría del mejor de los modos para el Comisario
Achaval. Según lo consignado por "El Eco de Córdoba" del
1° de marzo, bajo el título "La sublevación de colonos en
Caroya", el día anterior algunos vecinos habían robado y
carneado una vaca. Los supuestos tres
responsables son detenidos por la policía lo que desencadena
una reacción de la comunidad que, armada, procede a liberarlos;
este hecho es respondido con fuerzas militares montadas que,
durante la tarde, son movilizadas desde Córdoba. El ferrocarril
y sus autoridades alientan una respuesta rápida y ejecutiva del
ejército, a quienes ofrecen y sirven trasladar en un vagón
especial.
Con
el correr de los días, los hechos se van acercando a la verdad
con significativos cambios sobre el relato inicial que se verán
reflejados en las sucesivas notas publicadas por "El Eco de
Córdoba". De hecho, el 2 de marzo, el diario da cuenta que
"... la fuerza nacional fue sobre colonos anoche donde
encontró una pequeña resistencia, resultando de los colonos uno
muerto, un herido y ocho presos". Luego de este detalle
anterior el mismo diario insiste con la "sublevación" y
en un texto más extenso basado en opiniones transmitidas
"... por personas muy respetables ... y serias"
asevera que
los colonos tenían "... poco conato por el trabajo, que
muchos pasaban el tiempo en el ocio, que no había sementeras y
los bailes poco decentes eran frecuentes" y que si bien
lamentaba la víctima acaecida entendía que la respuesta de la
autoridad era lógica e inevitable frente al robo producido y la
sublevación armada para liberar a los ladrones; el artículo
finaliza aspirando a que la pacificación lograda permitiese
tener un marco para que los colonos recapaciten y que la
Comisaría de la Colonia, encuentre soluciones a las necesidades
alimenticias de la comunidad dado que "... un hombre y su
familia no pueden mantenerse con aire; precisa comer ... y si a
un colono no se lo alimenta ni se le fomenta en el trabajo, el
desorden tiene que manifestarse, ya por el robo, ya por el
atropello, ya por el asesinato".
El 4
de marzo el diario se preocupa por "... el principio de la
disolución de la Colonia", atento que los colonos "... están
dispersados y que tiene la Comisión arrestados más de veinte".
El artículo insta a las autoridades nacionales a que
conforme una comisión de respetables para que se apersonen en la
Colonia evitando la disolución del proyecto colonizador atento
al costo que había significado.
El suceso tomó tal relevancia al punto que obligó al Gobierno
Nacional a expedirse a través de un Decreto rubricado por el Presidente de la
República con fecha 4 de marzo de 1879:
El 5 de marzo el diario rectifica la información de los días
precedentes reemplazando en sus títulos la palabra
"sublevación" por "Sucesos en la Colonia Caroya".
Ahora, el relato sustentado en "... personas fidedignas"
(que, por lo que se describe, no parecen ser las mismas "...
respetables y serias" consultadas los días previos) vira
radicalmente: "... en un lote se han encontrado huesos de un
animal carneado y un hijo del país, Arregui, que se titula
celador, de su cuenta y riesgo ha armado tres o cuatro hombres
asaltando varias casas de Colonos y tomando presos a tres o
cuatro que él considera autores del robo presunto de un animal
cuyos huesos, según él, debieron ser los que se encontraron en
el lote". Los "... estrangeros" son llevados a un
supuesto subcomisario Batalla quien los estaquea y "...
Arregui se fue satisfecho de sus odios y mal instinto". El
texto describe que los "... estrangeros" son explotados
por los hijos del país como el caso de Arregui quien frente a la
pérdida de un animal, por ser baqueano y conocedor, se ofrece
por un dinero a buscarlo; el caso es que, aprovechándose de la
ignorancia de los colonos, es él mismo quien roba y esconde el
animal para luego cobrar para encontrarlo. Frente a esta
situación un grupo de la Comunidad se dirige a Jesús María para
pedir la liberación de los injustos apresados y el arresto de
Arregui; persuadidos por referentes de la Ciudad y con la
promesa que el problema sería resuelto, regresan a la Colonia.
En ese tiempo, por temor a un levantamiento, se convoca al
ejército a Córdoba el que, bajo el mando del Comisario
Rodríguez, se convierte "... en una soldadesca desenfrenada y
ansiosa de sangre de gringo ... que era preciso degollar a todos
los colonos". Continúa el escalofriante relato asegurando
que "... estaba todo tranquilo ... cuando llegadas las
fuerzas de noche a una de las primeras casas ... la de Don Angel
Prezaco ... principió la carnicería". El dueño de casa atinó
a esconderse bajo la cama donde le dispararon tres veces, una le
rozó la sien, otra le arrancó dedos de la mano y la última lo
hirió "... en el costado derecho". Angel logra huir
mientras las tropas ya habían matado "... un pobre estrangero,
cuya esposa e hijos se encuentran en Italia ... solo restaba
saquear y robar ... dinero, ropa, jabón, cama y el vino ... que
daban al soldado valor para cortar la cabeza de algún gringo ...
y se han ido a Jesús María a vender vestidos, alhajas y otros
objetos". [Acceda
al artículo completo]
En días siguiente "El Eco de Córdoba" abunda en
escalofriantes detalles que incluyen hasta el posible azotado de
las mujeres y la cierta multiplicación de los engrilllados.
El 11 de marzo se publica la "Protesta de la Colonia
Italiana" que expresa: "Los italianos abajo firmados,
residentes en la ciudad de Córdoba; justa y sumamente indignados
por la pésima y criminal conducta observada por la fuerza
pública que al mando de un Comisario Rodríguez (alias El Pollo)
ha invadido de noche la Colonia Caroya, ha matado y herido
gravemente dos inermes y laboriosos agricultores y ha saqueado
varias casas despojándolas de comestibles y de todo otro objeto
que en ellas hallaron. Protestan con toda conciencia y energía y
publicamente piden a las autoridades competentes la libertad de
los encadenados y el castigo severo e inmediato de aquellos
individuos que deshonrando el Ejército, la Policía y la
República Argentina y con el pretexto de ceder un tumulto no
existente, sembraron el desorden y la tristeza en una activísima
y pacífica Colonia de hábiles agricultores y cometieron acciones
que llenan de dolor en todos los ánimos recto, justos e
inspirados a sentimientos de benevolencia en fraternalidad,
humanidad".
Al
otro lado del Atlántico, el 28 de abril de 1879, la Associazione Agraria Friulana, en
su Boletín y con la usual firma de G. L. Pecile, publica un
articulo en una de
sus usuales "Crónica de la Emigración" para lo cual se
respalda en
un texto del 12 de marzo del "Operario Italiano"
(diario editado en Buenos Aires y escrito en italiano); de dicha
crónica extraemos el presente contenido que, asociado a lo
acontecido el pasado 28 de febrero, no le faltan asesinatos por
la espalda, saqueos
y violaciones. Si bien, con otro sesgo y otros intereses, vale
reconocer que el relato está más cercano a la verdad de aquello
publicado por "El Eco de Córdoba", el 1° de marzo.
En paralelo, frente a los hechos tal como se habían planteado y para
descomprimir dándole solución a otras potenciales problemáticas, Achaval inicia
inmediatas gestiones con proveedores particulares
de modo de propiciar un acuerdo conveniente con los colonos que
les garantice acceso a la alimentación. [Acceda
al Informe de Achaval completo].
Aunque precaria, una mejor solución llega
recién a mediados del año 1879 cuando,
según recupera Marta Núñez en su libro "Colonia Caroya,
cien años de historia", "... el 21 de julio se autoriza
al Poder Ejecutivo para invertir de las Rentas Generales de la
Provincia hasta la suma de mil pesos fuertes en el sostén de las
familias de la Colonia Nacional de Caroya, que se encontraban en
la imposibilidad de continuar en ella por habérseles retirado
los víveres que les adelantaba el Gobierno Nacional".
Si bien el clima seguía sin aportar la mejor de las
benevolencias; el año 1880 tuvo un balance un tanto más
promisorio. La población había aumentado significativamente con
un número de habitantes que superaban el millar y medio donde
dos tercios de ellos eran adultos (55% de hombres y 45%,
mujeres). El tercio restante correspondía a menores de 15 años
de los cuales, la mitad eran nacidos en Argentina. El desarrollo
habitacional ya contaba con una cantidad de viviendas de
distinta calidad que se contaban próximas a las trescientas. La
producción privilegiada fue la del trigo y el maíz alcanzándose
significativos rindes de unas 480 toneladas en el primer caso y
unas 1700, en el segundo. Se insistió con la siembra de porotos,
tabaco, hortalizas, alfalfa, viñedos y frutales. La hacienda
ocupó también su espacio, no solo se privilegiaron los animales
para consumo (como los de corral y vacas) sino que se
multiplicaron aquellos dedicados al trabajo, como bueyes y
caballos.
Marta Lauret de Copetti, en su libro "Gringos de la Colonia",
reproduce una entrevista a Héctor Visintín. El colono, nieto de
un emigrado de Cormons, recuerda las tareas de su abuelo como
uno más de los fundadores de la Colonia; según el relato "... el nono trabajaba
dividiendo los campos grandes que había por aquí, como el de
Cándido Novillo [miembro del triunvirato de
Administración creado en setiembre de 1879] que estaba para el sur. Los dividían haciendo
unas zanjas de dos metros de profundidad por dos metros de
ancho. En vez de poner alambrados, los dividían así para que
los animales no pasen. Para que no pierda tiempo mi nona le
llevaba la comida haciendo unos cuatro kilómetros caminando. Fue
un sacrificio insuperable el que hicieron para poder pagar las
tierras que el gobierno les vendió. Uno de los hermanos de mi
nono era dueño donde está la Capilla del Rosario en Tronco Pozo.
El levantó la capilla y rezaba el rosario todas las tardes".
En 1883, luego de un año de trabajo y sobre un reducido espacio
de tierra cedido por Blas Peschiutta, se bendijo la pequeña
construcción religiosa abriendo sus puertas a la comunidad. Este oratorio,
bajo la advocación de Nuestra Señora del Rosario, funcionaba con
el único fin de generar un espacio donde se pudiese rezar
diariamente el rosario; el resto de las actividades religiosas se continuaban oficiando
en la iglesia de la Casona de Caroya.
A fines de julio de 1883 y a través de un Decreto emitido por el
Gobernador Gregorio Gavier se configura un marco legal pensado
para fijar una imprescindible organización a la distribución de
aguas para riego. En lo que se refiere a esta temática, este
será el primer paso regulatorio dado seriamente. A través de
esta norma, una Comisión es mandada constituir con la específica
responsabilidad de asegurar la adecuada y equitativa provisión
del vital recurso. Elena Valle en su libro "Y ellos
consiguieron el agua" recupera el Inciso C del Artículo 1°
donde se consigna "... repartir el agua de los canales que
proveen a la Colonia, en modo uniforme para las varias partes de
la misma".
Los últimos meses de 1886 serán un momento que amerita ser
profundizado aparte de un modo más específico y detallado atento
a las significancias que, para la Colonia, implicó la epidemia
de cólera de diciembre de ese año.
A partir del final del ataque de la enfermedad se gestan algunos
hitos relevantes para la comunidad: en junio de 1887 logran la
autonomía independizándose de
Jesús María e
instalando su propio gobierno municipal; en 1890 abre sus
puertas la primera Escuela Municipal.
En 1897, se imprime el libro "Tierra
Adentro - Sierras de Córdoba" escrito por Ashaverus
(seudónimo de Amado J. Ceballos, escritor e Inspector de
Escuelas cordobés). La obra unifica periódicos relatos
publicados en el Diario La Nación que contenían experiencias de
viajes realizados por el autor hacia el interior geográfico y
costumbrista de la provincia mediterránea; del mismo extraemos
su visión temporal sobre la Colonia de aquellos días. Según
Ceballos "... un objeto de interés histórico para el que
se
visita este pueblo y sus alrededores es la vieja
Estancia de Caroya,
perteneciente al antiguo Colegio de Monserrat, con su viejo
edificio y capilla de mal gusto, ambos casi en ruinas ... es
verdaderamente penoso, aún para los espíritus más independientes
de las preocupaciones y afecciones religiosa sectarias ver caer
a pedazos los muros levantados por instituciones seculares y
algunos departamentos que sirvieron para objetos bien diversos,
convertidos en caballerizas y depósitos de alfalfa".
Si bien el autor aclara que no comulga con la enajenación de las
históricas tierras que correspondían a la vieja
Estancia de Caroya y el
destino que se les dio, ésto no debe ser obstáculo para que
rescatemos valiosa información incorporada en su trabajo. Según
su texto, la superficie "... de concesión para la colonia es
de 7025 hectáreas de las cuales 2500 hectáreas están cultivadas
o preparadas para el cultivo con 900 ha destinadas a maíz, 500
ha a trigo, 300 ha a alfalfa, 600 ha a viñedos, 100 ha a
verduras y legumbres y 100 ha a árboles frutales ... el número
total de plantas de vid de más de un año es de un millón ... la
última cosecha fue de 7000 hectolitros de vino".
Sobre el
riego, Ceballos expresa que "... las condiciones actuales son
bien precarias. En un principio tenían el agua de los llamados
ríos Carnero, Caroya y Salitre; después se sacó agua del Caroya
para el servicio del ferrocarril y en parte para la población de
Jesús María; luego, algunos propietarios de la parte superior
del Río Carnero fueron autorizados o ellos se autorizaron a si
mismos para atajar la mayor parte del agua de éste, del Salitre
y de la Aguadita ... por lo regular, el riego solo alcanza para
las hortalizas".
En otro orden, el autor resalta que de la población actual de
2000 habitantes "... y, con excepción de cuatro o cinco,
todos los colonos han pagado el terreno y los anticipos que les
fueron acordados por el Gobierno Nacional".
Ashaverus describe al pueblo como "... una hermosa avenida
flanqueada de álamos que corta toda la colonia de poniente a
naciente, permitiendo recorrerla entera entre dos mares pámpanos
bordeados de modestas casas de mil formas, generalmente de
ladrillo sin reboque. El movimiento considerable de vehículos
pintorescos, sólidos y económicos, denuncia la actividad
laboriosa de sus habitantes, ya sospechada al ver en la estación
los grupos de vendedoras de frutas y verduras".
En relación a su específica incumbencia como Inspector de
Escuelas, Ceballos consigna, con total crudeza, que "... los
esfuerzos de la Nación y de la Provincia se combinaron para
producir, en materia de edificación escolar, una cosa que no
servía para nada. El edificio fue costoso, como toda obra a
cargo del fisco; pero, no era más que un cuerpo de un gran
delito ya que estaba ubicado en el sitio más a propósito para
hacer imposible la concurrencia de los niños, lejos del centro
de la colonia, lejos de la ranchería de la antigua
Caroya y lejos de
Jesús María, es
decir completamente aislado de las poblaciones a que debía
servir".
En abril de 1898 se crea el Curato de Colonia Caroya;
durante este mismo año, se gesta otra referencia religiosa: se
trata del pequeño oratorio dedicado a San Roque que
fue levantado, según Marta Núñez, "...
por Omobono Morandini sobre el lote 12 propiedad de
Antonio Taca". El mismo, de líneas sencillas,
luce frente a la misma Avenida San Martín bajo el
cobijo de la sombra de los centenarios plátanos.
Durante su segunda presidencia, el 30 de julio de 1900, Julio
Argentino Roca eleva un proyecto de Ley para eximir a los
habitantes de las distintas colonias gestadas a partir de la
aplicación de la Ley Avellaneda de los montos adeudados en
carácter de subsidios económicos recibidos al momento de
afincarse. Las razones que sustentaban tal decisión residían en
que, transcurridos más de 20 años, muchos de los morosos habían
muerto, vuelto a su patria, trasladados a otros destinos
difíciles de rastrear o simplemente, no disponían de capacidad
de pago. El monto a condonar alcanzaba la nada despreciable
cifra de 142.316,78 $. Además de Caroya, las Colonias
beneficiadas eran: Sampacho, Villa Libertad, Santa Ana, Conesa,
Resistencia, Avellaneda y General Alvear. [Acceda
al respectivo documento]
Juan Bautista Copetti había nacido en Gemona (Provincia de
Udine) en 1857; con su madre viuda y su esposa llegaron a Caroya
en 1880. En 1883 producto de una larga sequía en la Colonia
viaja hacia el norte de Argentina en busca de trabajo en la
construcción de la nueva red ferroviaria para regresar, al joven
pueblo, durante el segundo semestre de aquel mismo año para no
volver a irse. Marta Copetti de Lauret en su libro "Gringos
de la Colonia II" reproduce fragmentos del diario de vida
escrito por su ancestro; del mismo rescatamos que Juan Bautista
relata que "... volví a la Colonia, estoy instalado aquí y
espero morir aquí, hemos pasado días de mucha sequía, también
días de intensa lluvia, cerca se encuentra la iglesia, el
cementerio, cuatro escuelas, la Municipalidad, Comisaría, Juez
de Paz, que hace veinte años no estaban, nada de todo ésto
existía y se espera siempre de andar mejor, por lo menos este
año hay un buen nacimiento de uva, poco trigo. Es 25 de octubre
de 1900".
Juan Bautista, en su escrito, tenía razón;
Miguel
Bravo Tedín, en su trabajo "Colonias entre dos siglos
desde el periodismo", rescata una publicación periodística
cordobesa del 9 de marzo de 1901 según la cual, luego de un
largo período signado por meses de angustiante seca, ataque de
langostas y daños ocasionados por el granizo, "... llegan
informes muy halagüeños referentes a la cosecha de vino en la
Colonia Caroya. Aunque aún no se ha terminado la elaboración
puede hacerse ya un cálculo seguro, el cual según nuestros
informes no bajará de 25.000 bordalesas. Este espléndido
resultado no había sido previsto por los mismos colonos los
cuales ahora se ven bastante apurados por la falta de los
envases necesarios. Es el primer año que aquella colonia produce
tanto vino debido también a que es la primera vez que no ha sido
destruída la uva por la langosta, mangas de piedra, la seca,
etc. el producto ha resultado de excelente calidad y a pesar de
ser recién fabricado ya se exporta para varios puntos de la
República. Los precios son por demás baratos. El vino frambuesa
recién sacado de los toneles se vende a 10 centavos el litro 18
y 20 el vino blanco bueno y a 25 el litro de vino tinto superior
de uva francesa. De manera que la producción de este año ha
superado en mucho a la de los anteriores en que la mayor cosecha
dio 5.000 bordalesas”.
A esta altura temporal corresponde describir cómo es la estética
del espacio territorial luego de poco más de dos décadas de
trabajo, tanto en lo natural como en lo social, productivo y
edilicio; Noemí Goytia, Alejandro Romanutti y Lidia Samar en
1997 realizaron una investigación que, con el título "Los
italianos en la Provincia de Córdoba" e incorporada en
"Arquitectura y urbanística de origen italiano en Argentina",definen como los colonos lograron modificar el "... denso
bosque autóctono ... en un 'paisaje cultural' unido
profundamente a un sentir y a una cultura ancestral de la que
emergen distintos elementos que lo transforman en algo
particular que remite al paisaje del norte de Italia". En el
mismo sentido, Mariana Patricia Acevedo en su trabajo "La
dimensión normativa de la memoria colectiva" concluye que
"... lo que los friulanos hicieron fue reproducir, desde lo
edilicio, hasta sus costumbres cotidianas, la vida tal como era
en aquellos pueblos friulanos de los cuales provenían".
Si pensamos que los inmigrantes friulanos venían de una zona y
una historia particularmente influenciada por estructuras
organizadas bajo longevas pautas feudales donde quedaban
establecidas, de un modo rígido, tanto las formas como los modos
de vida; podemos comprender como la razonable respuesta fue la
actitud cooperativa. Casi de modo particular, Colonia Caroya
respondió como comunidad integral solidaria a diferencia de
otras experiencias en distintas localizaciones del país donde,
aún siendo también italianos, los procesos tuvieron sesgos un
tanto más individualistas. Beatriz R. Solveira en
"Inmigración y cooperación en una comunidad de origen friulano.
Colonia Caroya 1878-1978" hace pie en esta característica
particular donde resalta el comer de una olla común o la
construcción compartida de las típicas viviendas friulanas.
Según su texto "... la solidaridad y colaboración entre las
familias vecinas fue constante, se ayudaban unas a otras
prestándose incluso días de trabajo, y si bien las rivalidades
no estuvieron ausentes, ni bien la necesidad colectiva o
personal de los vecinos se hacía sentir, automaticamente esa
competencia desaparecía ... la práctica más común consistía en
la unión entre dos o más familias para realizar algún objetivo
que una sola no estaba en condiciones de alcanzar, en tanto que
los motivos podían ser la compra de maquinarias, herramientas y
otros útiles empleados en sus tareas cotidianas, aportando cada
familia una suma de dinero de acuerdo a los servicios que tales
elementos de trabajo les prestaba ... es decir en todas las
actividades se encontraba la forma de aplicar un sencillo pero
verdadero y eficaz sistema cooperativo".
El recién iniciado siglo XX y su posterior XXI exhibirán formas, líneas, colores,
brillos y sombras propios que, las manos de distintos pintores llevarán, con estilos propios y diversos, al lienzo
de la historia. Esos cuadros mostrarán el devenir de la Colonia
con dependencia en los vaivenes políticos y
económicos, tanto locales como nacionales. Serán esa sucesión de
imágenes las que confluirán, compaginadas, en una película donde
el mítico relato histórico fundacional, construído y basado en
la rígida y monolítica transmisión oral, no sufrirá alteración alguna con el
discurrir del tiempo.
Nora L.
Prevedello en su investigación que lleva por título
"Identidad étnica de la comunidad caroyense de
origen friulano" sustenta que "... el mito de
los orígenes se actualiza, proyectándose en el
presente y orientándose al futuro, como una forma de
memoria ancestral que hunde sus raíces en la
historia en común. En este ámbito se construyen los
mitos cohesionantes, mitos que no son ficciones
alegóricas de construcción individual y asumidas
como reales por el grupo, sino trozos históricos de
la realidad, idealizados por la distancia temporal
con rasgos que los enaltecen y que el grupo
caracteriza como valores distintivos. Se trata de
una suerte de mega proyección en la que se destacan
los signos diacríticos enfatizados en un producto
ejemplar, cuya nitidez y fuerza aglutinante se
enriquecen con el tiempo gracias a un proceso de
reproducción a la cual el mito es sometido por
generaciones sucesivas".
La epidemia de cólera (1886-1887)
Recorte del diario "El Eco de Córdoba" del 12
de marzo de 1879: "El cólera:El cólera
tiene alarmada a la Europa. Se adoptan todo género
de precauciones. La Austria, Hungría y Alemania se
han puesto en guardia y han adoptado medidas como la
'siguiente': Enviar médicos a los países infestados
para estudiar los caracteres, la marcha a la
extensión de la epidemia".
Con el antecedente de la situación de los años previos en
Europa, entendemos conveniente y en carácter de introducción,
iniciar con una frase de 1887 del Médico
Higienista y Profesor José María Ramos Mejía quien dirigía la
Asistencia Pública de Buenos Aires a la que hacía cuatro años
que había creado y organizado: "... terminada
definitivamente la organización política del país por la
creación de este Municipio en la Capital de la República ... se
puede decir que no queda otra cosa pendiente que pueda oscurecer
ese cuadro de adelantos y bienestar, que el justo temor de una
epidemia ... y por eso digo, con profunda convicción, que la
salud pública es la cuestión del día y quizá el único problema
pendiente porque su perturbación sería un formidable estorbo
para nuestro progreso y una ruina para nuestras riquezas".
Las sucesivas y diversas epidemias que fueron padecidas por
nuestro país durante la segunda mitad del siglo XIX incorpora,
en su macabro listado, la recientemente ocurrida de cólera que,
a partir de los últimos meses de 1886 y el inicio de 1887, atacó
con virulencia la ciudad de Buenos Aires para luego expandirse
hacia el interior castigando con dureza numerosas provincias;
siendo Tucumán, la más afectada.
En 1881, años antes de los conceptos de Ramos Mejía, el médico
José Eduardo Wilde reflexionaba en sus escritos que Buenos
Aires, en paralelo a su fuerte desarrollo poblacional, nuevas
redes ferroviarias y tranviarias, bancos y hasta teatros
líricos, convivía con "... calles inundables ... pantanos
tapados con basura ... depósitos de inmundicias, verdaderos
focos de infección que producían, en verano, un olor
insoportable y atraían millares de moscas las que, luego,
invadían las casas cercanas".
Varios años después, en 1895 y por la pluma de Emilio Coni en
una pequeña publicación, se puede tener una sucinta y cabal
descripción de lo que seguía siendo la Capital de la Nación,
simplemente "... un lugar malsano, donde las enfermedades
contagiosas habían adquirido derecho de ciudadanía ... una
ciudad desprovista de sistemas de evacuación de inmundicias y
con una distribución de agua absolutamente insuficiente a las
necesidades de su población".
Tras estos conceptos, tal vez sería válido concluir que, a pesar de los sucesivos
y diversos procesos
epidémicos vividos a lo largo de los últimos 50 años del siglo XIX, nada había cambiado; por el contrario, y si bien la
crudeza de la realidad que se vivía y que los textos anteriores
remitían a la verdad, sí se puede asegurar que
durante esos largos años se fue propiciando una evolución obligada que,
prohijada por un fuerte desarrollo del conocimiento y
el entendimiento de las enfermedades a nivel mundial y local,
devino en una mejor comprensión del significado del
aislamiento social y de la importancia de la conjunción sanidad e
higiene, la incorporación comprometida de las
universidades (Buenos Aires y Córdoba), la multiplicación de profesionales de la salud con
idónea especialización en bacteriología, microbiología y sus
novedosos cánones, la
creación de organismos, instituciones, hospitales y lazaretos o
casas de aislamiento pensados y
asociados con una salud con visión preventiva, social y pública
(por ejemplo el Departamento Nacional de Higiene dirigido por el
Dr. Antonio Pardo y fundado, en 1880, por la Junta Provisoria de
Higiene conformada un año antes bajo la órbita de la Marina o el
caso de la Asistencia Pública dependiente la la Comuna de Buenos
Aires creada en 1883 bajo la administración del Dr. José María
Ramos Mejía u otras similares dependientes de las distintas
gobernaciones), la
protocolización de diversas estrategias sanitarias que incluía
el control de navíos previos al desembarco y su potencial puesta
en cuarentena; así como
también, el complejo reemplazo de la búsqueda de la anacrónica sanación mística o teológica por la respuesta científica
(debe considerarse, por ejemplo, que el dogma religioso no
permitía la cremación y que las procesiones iban en contra del
distanciamiento social preventivo).
Drs. José María Ramos Mejía y Pedro Antonio Pardo
Viñeta irónica de Ramos Mejía publicada en el
Almanaque "Don Quijote" (1888)
Como más adecuada síntesis Adrián Carbonetti, en su trabajo de
investigación "Medicalización y cólera en Córdoba a fines del
siglo XIX. Las epidemias de 1867-68 y 1886-87", concluye en
clasificar los conflictos y tensiones que venían desde la mitad
del siglo en cuatro niveles: "... entre el protomédico y
otros agentes estatales; entre el Estado y la Iglesia; entre el
Estado y los médicos; y entre los médicos y la Iglesia".
Durante este período, los tiempos históricos fluían cambiantes tanto
en la razón y modo del inicio de
las epidemias como en su forma de difusión mutando de aquellas
que eran focales
a las del tipo expansivo como el caso del cólera en 1886 que, en
este espacio, nos ocupa. Tres motivos eran los centrales: el
enorme proceso inmigratorio, el avance en calidad y velocidad de los
medios de transporte tanto de
personas como de mercancías y por último, los intereses
políticos, económicos, científicos y religiosos puestos en feroz pugna.
En cuanto a este último factor en particular, los grandes
intereses asociados a un país que, por esos años, afianzaba su
riqueza en la estrategia agro exportadora, llegaban a propiciar
el ocultamiento de cualquier información sobre las enfermedades
para evitar el consabido perjuicio económico que
les provocaría un intento de detención de las actividades de
producción y comercialización de mercancías a partir de la
aplicación de políticas de cuarentenas, aislamientos preventivos
o cierres de accesos interprovinciales; además, se llegó a
extremos de paranoia como sospechar que las epidemias eran perversas
herramientas propiciadas por alguna jurisdicción para afectar a
otras, buscando beneficiar la propia actividad económica a partir
de destruir la competencia e incluso se llegó al absurdo cuando
algunos sectores sociales veían
a la enfermedad como necesaria y útil (en un espantoso remedo de
la filosofía sarmientina de "civilización o barbarie") para
limpiar o deshacerse de aquella población considerada ignorante,
sucia, haragana o viciosa.
Volvamos al año 1886, en los primeros días de octubre de ese año
se detecta un enfermo de cólera en la zona del barrio de la Boca
en Buenos Aires. La enfermedad, cuya primera manifestación en el
país fue en 1867/1868, atacaba por segunda vez. El afectado es un inmigrante recién
llegado en uno de los tantos navíos que traían pobres que, huyendo de
la miseria europea, procuraban una vida mejor.
Del trabajo de tesis de Adriana Alvarez rescatamos unos párrafos
del diario La Nación de aquellos días donde el cronista asegura
que "... no somos alarmistas, pero señalamos a la Boca como
un foco de infección que es menester destruir a todo trance ...
¡La Boca no tiene desagües ni agua que beber y su población se
ingurgita sus propios desperdicios!
La
historia, sin embargo, tiende a considerar el caso del
inmigrante del Barrio de La Boca como un
hecho aislado y privilegia hacer foco en otra circunstancia a la
que identificará como gestora del nuevo brote epidémico que
castigará al país hasta fines de enero de 1887: se trata del caso Perseo.
María Teresa Fuster, en su trabajo "El Perseo, el barco
maldito",reconstruye el viaje del Piróscafo
Perseo de la Compañía "Navegazione Generale Italiana Societá
Riunite Florio & Rubattino" y da cuenta que "... la mañana del 11 de octubre
de 1886 el Perseo, proveniente de Génova y con sus 4.150
toneladas, atracó en el Puerto de las Catalinas en Buenos Aires
trayendo 1.387 pasajeros y 119 tripulantes. La mayoría del
pasaje viajaba en tercera clase en condiciones de travesía
sumamente precarias e indignas".
Aviso publicado en el diario "Giornale di
Udine e del Veneto Orientale" - 10/09/1886
(Udine-Italia)
Piróscafo "Perseo"
Según Fuster en su investigación, el Perseo partió el 15 de
setiembre de 1886 del Puerto de Génova, Italia (en reemplazo del
programado Sirio tal lo publicitado en el "Giornale di Udine
e del Veneto Orientale"
del 10/09/1886) y contaba,
según el informe elaborado por el Dr. Pedro Antonio Pardo
"... con una patente limpia certificada por los controles de
España, Portugal, Brasil, Estado Oriental y Argentina". En
contradicción a ésto y tal como consta en el mismo trabajo,
"... el navío arribó a Montevideo el 9 de octubre donde la Junta
de Sanidad Oriental decidió con tino imponerle cuarentena ya que
a bordo hubo ocho defunciones reconocidas por las autoridades,
de las cuales cuatro eran sospechadas de cólera". Días
después, el 12 de octubre, el Perseo amarra frente a las costas
argentinas sin que se le imponga ninguna cuarentena; del paper
de Fuster extraemos que el mismo Dr. Pardo "... argumentaba
que ... la defunción había tenido lugar el 2 de octubre y
mediaban, por consiguiente, diez días sin novedad a bordo del
buque".
Viñeta irónica de Pedro Antonio Pardo publicada
en el Almanaque "Don Quijote" (1888)
Cuando semanas después, al informarse de los primeros decesos
producidos en el Hospital San Roque
y analizadas las fechas de las mismas, vemos una
definitiva coincidencia con el día de la llegada del
Perseo.
Ese día 12 de octubre tenía, además, un carácter particular para la República, era el último del mandato
presidencial de Julio Argentino Roca y, con los usuales fraudes
electorales de la época, el primero de Miguel Angel Juárez Celman.
Julio Argentino Roca y Miguel Angel Juárez Celman
según la sátira del Almanaque "Don Quijote" (1887)
El nuevo Mandatario, si bien
pertenecía al mismo Partido Autonomista Nacional que Roca,
lideraba una facción diferente en delicado equilibrio tanto con
el ex presidente como con cada uno de otros significativos
referentes del PAN distribuídos en cada una de las gobernaciones
y hacia las comunidades bajo control municipal; algunos de estos dirigentes
podían fungir como aliados mientras que otros, se ubicaban y
procedían desde las antípodas de las decisiones superiores. La
represión era la herramienta a la que se apelaba para mantener
un cierto estado de orden y alineamiento; de hecho, frente a una
situación crítica como la de una epidemia, esta metodología cobró los estilos
propios de cada jurisdicción asumiendo diversidades de
acuerdo a quien le era aplicada y demás está decir, a que clase
o posición política pertenecía el reprimido.
Una vez multiplicada en la Boca y expandida desde los sectores
más marginales hacia buena parte de la Ciudad de Buenos Aires,
el cólera comenzó a dispersarse hacia el resto del país. En la
Capital dejó un tendal de dos mil muertos y, de modo aproximado,
unos 500 en la Provincia de Buenos Aires. El ferrocarril y las
vías fluviales se ocuparon de expandir la enfermedad.
Las empresas privadas, propietarias de los medios de transporte,
rechazaron cualquier decisión de impedir su circulación. Si bien
algunas provincias intentaron propiciar prohibiciones de dicho
tránsito dentro de sus jurisdicciones, el Estado Nacional
inclinó la balanza a favor de esos sectores de poder.
Adriana Carlina
Alvarez Cardozo, en su trabajo "La aparición del cólera
en Buenos Aires, Argentina - 1865/1996",asegura que
el "... vapor Orión que partió del puerto de Buenos Aires
hacia la costa de Rosario, y aparentemente trasladó el cólera a
ese puerto que causó mil víctimas en 1886 y 155 al año siguiente
sobre una población de 50.000 habitantes". El resto de Santa
Fe y la Mesopotamia se vieron afectadas de inmediato sufriendo
un número estimado de unos quinientos en el interior de la
provincia santafecina y alrededor de trescientos en Entre Ríos y
otros tantos en Corrientes y el Territorio Nacional del Chaco.
A fines de noviembre de 1886 la infección llegó a Córdoba; vanas
fueron las decisiones para bloquear el ingreso con controles
sanitarios ubicados en Villa María al sur y Quilino al norte
cuando el movimiento del ferrocarril tenían libertad absoluta de
desplazamiento y transporte tanto de pasajeros como mercancías y
correo.
La provincia, siguiendo las nuevas tendencias, había
desarrollado numerosos cambios que lograron disminuir el nivel
de afectación que había sufrido durante la anterior epidemia de
1867/1868.
Adrián Carbonetti en su estudio que lleva por título
"Medicalización y cólera en Córdoba a fines del siglo XIX. Las
epidemias de 1867-68 y 1886-87" describe que los primeros
cambios en la provincia se inician en 1881 cuando el entonces
"... Gobernador Juárez Celman aprovecha la renuncia del
protomédico [estructura que mostró su ineficacia operativa
durante la epidemia anterior] para derogar esa institución".
Justificándose en el desarrollo de la Facultad de Ciencias
Médicas dentro del ámbito de la prestigiosa Universidad Nacional
de Córdoba decretaba "... la organización del Consejo de
Higiene", dependiente de la Municipalidad de la Ciudade integrada por profesionales nutridos de los novedosos
conocimientos de la microbiología bajo la dirección como
Presidente del Dr. Luis Rossi.
El autor describe que el nuevo organismo fija una serie de
normativas privilegiándolas sobre los sectores y áreas
pobres, sin higiene y sanitariamente postergadas; "... los
habitantes de esas zonas debían ser trasladados, sin
consultarlos ... las condiciones de aseo y habitación de esa
población la transformaban en 'clases peligrosas' que debían ser
erradicadas de los lugares cercanos a la ciudad y situadas en
lugares lo suficientemente lejanos como para que no se
contactaran con los habitantes del centro ... lo que generaba
una nueva estructura dentro de la traza urbana con ciertas
características de ghetto". En este proceso se incluía la
quema de inmuebles y bienes generales considerados contaminados
así como la incineración de los muertos. Otras medidas
recuperadas por Carbonetti en su trabajo estaban dedicadas a las
cárceles donde "... el hacinamiento y las condiciones
insalubres en las que vivían los reclusos obligaban al desalojo
y al traslado a otro establecimiento ... blanqueo a la cal de
edificios, cegar las letrinas y hacer nuevas y reducir el número
de internos". Continúa el investigador recordando que el
organismo, definiendo como de alto riesgo la llegada de viajeros
desde el litoral, intentó prohibir "... el ingreso de trenes
desde Santa Fe, con la única excepción de aquellos que
ingresaran carbón y desinfectantes ... se obligó a la
desinfección de los vagones incluso a los que circularan dentro
de la provincia ... prohibición de ingreso de correspondencia
... y los pasajeros debían atravesar procedimientos de
cuarentena pasando por la observación durante dos días e
inspección médica y fumigación de ellos y sus bagajes". En
lo operacional, la ciudad "... se dividió en ocho secciones;
atendidas, cada una, por médicos académicos acompañados por dos
estudiantes de la Facultad de Ciencias Médicas en carácter de
practicantes". Según el historiador los tamaños de cada
sección definían la discriminación entre clases sociales siendo
de menor tamaño las del éjido céntrico y por ende, mejor
atendidas; mientras que, las más grandes eran las periféricas y
pobres; donde, además, se utilizaban para emplazar los lazaretos
destinados al aislamiento de los enfermos. Varias de estas
medidas terminaron siendo letra muerta frente a reacciones de
los poderes fácticos; éstos son unos pocos ejemplos: los trenes
descargaban sus pasajeros antes de llegar a las estaciones
eludiendo la desinfección y cuarentena; la recomendación del
distanciamiento social preventivo era respondido por la iglesia
con masivas procesiones religiosas.
Expandido hacia el interior de la provincia, la enfermedad
encontró su pico durante diciembre y los primeros días de enero;
decreciendo su afectación hasta desaparecer hacia finales de
aquel primer mes de 1887 con un saldo de unos quinientos muertos
en la Capital y otro número similar a lo largo del resto del
territorio cordobés.
El gobierno tucumano atemorizado frente a la cercana realidad
intentó clausurar la provincia con un férreo cordón sanitario en
su vínculo con Córdoba que incluía, de modo prioritario, la
cuarentena de los viajeros. En un intercambio de telegramas
estas decisiones fueron notificadas al Gobierno Nacional quien
las asumió como un acto de rebeldía contra el Gobiernos Central
y sus decretos que definían a ese tipo de medidas, si bien auto
protectivas, como ilegales decisiones de aislacionismo
interprovincial. María Cecilia Gargiulo reproduce, en "El
cólera: oportunidades de control y resistencias populares.
Tucumán 1886-1887", que la drástica respuesta oficial fue el
envío de un tren "... que transportaba al Regimiento N°5 de
Caballería". El mismo había partido de Rosario con algunos
de sus miembros afectados por la enfermedad y con la consigna de
enfrentar al Gobernador tucumano que, según lo que Gargiulo
extrajo del diario "El Orden" de aquellos días, se había
"revelado contra la autoridad nacional por no obedecer a la
orden de suprimir las cuarentenas interprovinciales ... el 5°
venía en actitud de guerra contra el Gobernador inicuamente
calumniado por sus enemigos ... y lleva doscientos cartuchos por
hombre que es el mejor desinfectante".
El resultado en Tucumán fue espantoso y dramático con más de dos
mil muertos en la capital provincial y un número similar a lo
largo del interior tucumano. La epidemia continuó con unos
quinientos decesos en Salta disminuyendo su virulencia en Jujuy.
Hacia el oeste del país, atravesó San Luis castigando con dureza
a Mendoza con casi mil muertos para luego cruzar los Andes e
ingresar a Chile.
Diario "La Epoca" del 11/11/1886 (Madrid)
- Diario "La Epoca" del 12/11/1886 (Madrid)
Diario "La Correspondencia de España" del
17/11/1886 (Madrid)
Diario "La República" del 18/11/1886
(Madrid) - Diario "El Liberal" del 19/01/1887 (Madrid)
Aviso de Fernet-Branca como Anticolérico y
vermífugo anticolérico - Diario "La Epoca" -
05/03/1886
(Madrid)
Aviso de Vino Anticolérico "con óptimo suceso
en las epidemias de Nápoles de 1884 y Palermo de 1885"
Diario "Giornale di Udine e del Veneto Orientale" -
20/01/1887 (Udine)
A su paso por Córdoba, nuestra Colonia Caroya no fue indemne a
la peste; su presencia en la comunidad será concluyente en la
construcción de otro eslabón que será clave en su historia. Un modo de sintetizar las vivencias que los colonos
tuvieron que enfrentar durante aquellos aciagos días es
remitirnos a la entrevista que en 2017, por Radio Comunicar FM
90,7, le realizó Ariel Roggio a Martha Canale autora del libro "Fare l'America"
publicado en 2001. La historiadora reproduce los recuerdos y
anecdotario que le llegó, transmitido de boca en boca, desde su abuelo Nicolás quien, "... con otros señores, cuando
apareció la epidemia del cólera tenía dos ayudantes muy fuertes,
tenía un señor Raggiotti que era de Los Chañares que dice que
era el más valiente de todos y era el primero en ir cuando
alguno no se animaba a entrar. Raggiotti, Luigi Rossi, mi abuelo
Nicolás Canale por supuesto y Don Honorio Sanz que ... había
venido a vivir por Tronco Pozo por allá por el fondo ... esos
cuatro eran sepultureros, ellos sepultaban a los atacados por el
cólera. Tenían orden que venían autoridades de Jesús María a
controlar a ver apenas se rumoreaba o tenían conocimiento que
alguien había muerto se aseguraban ellos que ... los sacaran de
la casa porque se propagaba en forma rapidísima y vivían muy
poquitos días ... a ellos los iban a sepultar y luego quemaban
todo, colchones, la ropa, todo". [Acceda
a la entrevista completa a Martha Canale realizada por Ariel
Roggio]
Marta Copetti de Lauret en su libro "Gringos de la Colonia II"
cuenta que los colonos, "... por las noches, escuchaban
el rodar de carros por las polvorientas calles, todos guardaban
silencio y se santiguaban, allí estaban transportando un
fallecido ... y lo hacían a esas horas para no alarmar más a la
atribulada población".
Mural en la Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat
que reproduce la epidemia de cólera en la Colonia
En este momento histórico, toma
protagonismo el sacerdote
friulano, nacido el 23 de abril de 1822 en Orgnano, José Bonoris quien había llegado recientemente a
solicitud de
los mismos colonos para que se radique en el lugar en reemplazo
del Párroco de Río Ceballos Ambrosio Ramos de nacionalidad
española. Silvia Gerosa y Silvia Cattoni en su trabajo común
"El imaginario colectivo en un grupo de inmigrantes del noroeste
cordobés: Colonia Caroya" reproduce, de manos de un
descendiente, una carta escrita por su
ancestro que, como testigo presencial, relata que "... todos
los que quedaban sanos todavía fueron del Párroco a pedirles que
los ayude, a pedirle a Dios tenga misericordia y piedad de ellos
y el buen Párroco los animó diciéndoles vengan todos unidos y le
hacemos un voto a Nuestra Patrona Santísima Virgen de Monserrat
de llevarla en procesión en la primera fiesta suya y así repetir
la fiesta procesional todos los años y que ella interceda a Dios
que pare el cólera y el día que hicieron el voto, junto con el
párroco, había dos enfermos y sanaron al instante y no se
enfermaron más ninguno".
Párroco José Bonoris
Mural en la Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat
que reproduce el pedido a la Virgen del 26 y 27/01/1887
Los razonamientos sustentados en la fe son imposibles de ser
discutidos y aún cuando en todo el país la epidemia se extinguió
a partir de los primeros días de febrero de 1887 no amerita, en lo
más mínimo, la apertura de un debate totalmente innecesario.
En síntesis, el desarrollo de estos acontecimientos se sumará a un
ciclo de eslabones sobre los que se construirá el relato
histórico fundacional del que ya hemos hablado y que, abarcando desde la partida de Génova
y pasando por la lucha contra la naturaleza y la aridez de la tierra,
alcanzará la cima épica con el triunfo sobre la epidemia. Se
creará, así, una memoria colectiva que es escrita con una
significativa carga de epopeya mítica, donde los simbolismos
religiosos sustentados en este milagro, encontrarán poderoso
anclaje; coronándose, finalmente, con la promesa y construcción de la Parroquia de Nuestra
Señora de Monserrat.
La Parroquia Nuestra Señora de Monserrat. Su construcción
La configuración que cobra la novel población encuentra una
estética edilicia signada por el ladrillo cocido expuesto; la
producción de los mismos, de muy buena calidad, se realiza en el
lugar y se torna intensiva.
Noemí Goytia, Alejandro Romanutti y Lidia Samar en su ya
referenciado trabajo "Los
italianos en la Provincia de Córdoba" se refieren a las
viviendas que, conservando las tradiciones friulanas, asumen un
diseño "... de tipo longitudinal o en forma de 'L'; ... con
el tiempo, se les va anexando módulos a medida que crece la
familia ... con galerías, techo a dos aguas con tejas musleras
... la fachada [con orientación] a sur, casi ciega, con
pequeñas ventanas de una proporción 'a la italiana' ... en uno
de sus extremos el 'fogolar' que indica la zona de cocción".
Las viviendas eran levantadas en comunión y armonía con las
áreas productivas dando rápido acceso a las tierras de labranza,
zonas de frutales, a los establos, a sitios de cría de pequeños
animales, depósitos de herramientas varias y semillas o al
clásico sótano donde se almacenaba el vino, las conservas,
dulces y embutidos. Las casas contaban, además, con una nutrida
vegetación que las rodeaba y que cumplían tanto para
ornamentación como con fines de sombra.
A ese pequeño mundo así diseñado se le eligió un adecuado espacio donde
cumplir con la promesa asumida en aquellos aciagos días de la
epidemia de cólera. Con el doble padrinazgo de Vicente Agüero y
su esposa, el 5 de agosto de 1888, se procede a la colocación de
la piedra fundacional; con esta ceremonia, la
obra de construcción de la Parroquia dedicada a Nuestra Señora
de Monserrat se ponía en marcha.
Viejas fotografías que reflejan el momento
histórico de la colocación de la piedra fundacional de la
Iglesia Parroquial (Fotos cedidas por el Ing. Oderzo
Beinat, Mendoza para el Istituto dell´Emigrazione Friulana -
R. Appi y O. Burelli) (Archivo fotográfico "Friuli nel Mondo")
- 05/08/1888
Mural en la Parroquia de Ntra. Sra. de Monserrat
que reproduce la colocación de la piedra fundacional
Marta Núñez en su meticuloso trabajo "Colonia Caroya,
cien años de historia" identifica que el predio elegido
estaba ubicado en el centro geográfico de la Comunidad y
pertenecía "... originariamente a Angelo Pressaco [el
mismo de la triste noche del 28 de febrero de 1879]; ... más
quien donó el mismo donde se construyó la iglesia fue el colono
Antonio Mediotti [o Medeotti] ... quien lo obtiene permutándoselo a Pressaco
por una fracción de terreno de su propiedad de iguales
dimensiones ubicado más al este".
Se haya ubicada en Av. San Martín 3720, la mítica avenida de los
plátanos, esquina Presbítero Bonoris Sud, sobre el lote XV.
El largo camino a recorrer encuentra su segundo mojón en la
oficialización de la Comisión encargada del proyecto. El Obispo
de Córdoba Monseñor Fray Reynaldo Toro refrenda un decreto que,
con fecha 6 de setiembre de 1888, designa como Presidente de la
misma al Presbítero Ambrosio Ramos acompañado por el Presbítero
José Bonoris como Vice Presidente, de la Secretaría se ocupará
Sebastián Lépore, el manejo económico estará bajo la
responsabilidad de José Romanutti y siete vocales completaran la
nómina: Nicolás Cadamuro, Antonio Migotti, Santiago Cragnolini,
Francisco Patat, Fernando Calligaro, Blas Peschiutta (que, años
antes, había donado las tierras para la construcción de la
pequeña Capilla de Tronco
Pozo) y por último, un personaje central para la obra,
Isidoro Tauro. En paralelo, se crea una Sub Comisión que,
presidida por el Tesorero José Romanutti, contaba con cinco
miembros que asumían la difícil tarea de recaudar fondos para el
emprendimiento.
La responsabilidad de la obra recaerá, por decisión del Obispo
Toro, en Fernando Calligaro; la Comisión nominará a Isidoro
Tauro como su colaborador directo mediante una decisión tomada,
según Marta Núñez, "... el 8 de octubre de 1888".
Para conocer más sobre Antonio Isidoro Tauro nos remitimos al
trabajo que, realizado por Inés M. Belén
Domínguez, lleva por título "El patrimonio histórico
documental de la ciudad de Jesús María". De dicho texto
extraemos que, con sus padres Giacomo y María Bortolussi, dos
hermanos y dos sobrinas, Antonio "... que había estudiado en
el Instituto Superior de Albañilería de Oderso ... llegó a la Argentina en 1887 procedente de Meduna di Livenza,
provincia de Treviso en Italia ... instalándose en Colonia
Caroya". Dedicado a la construcción, desde una empresa que
incluyó a sus hijos y a los hermanos Roggio y Rizzi llevó a la
práctica numerosos proyectos y obras tanto en Caroya como en
Jesús María. Según Inés M. Belén Domínguez en esta ciudad
sus manos dejaron sello en "... la Sociedad Italiana, la
Iglesia del Colegio del Huerto, el Banco de Córdoba, la Estancia La Florida, El Cortijo y la Capilla del
Hospital Vicente Agüero";con el valor agregado que,
"... en estas dos últimas, se desempeñó como constructor del
arquitecto Juan Kronfuss". Serán las ideas y creatividad de Tauro las que se ocuparán de
darle forma al diseño de los planos de la futura Parroquia.
Las
obras se ponen en marcha con la llegada de cargamentos de piedra
que, traídas desde las vecinas Sierras Chicas, constituyen el
alma que le dará sustento a los cimientos del futuro edificio;
la cal, inicialmente, llegaba por ferrocarril desde la capital
provincial para luego ser reemplazada por producción local a
partir de la construcción de hornos donde procesar la respectiva
piedra y así, disminuir costos de modo sustancial.
Murales en Ntra. Sra. de Monserrat
que reproducen la construcción de la Parroquia
El
Presbiterio, en particular, será obra exclusiva de Calligaro
quien, una vez concluído, decorado, inaugurado y bendecido con dos días de
fiestas realizadas a lo largo del 14 y 15 de marzo de 1891 y
luego de reiteradas divergencias con su colaborador, abandonará
el proyecto dejándolo en manos de Tauro.
Marta Núñez sostiene que la disidencia radicó en la altura que
debía tener el Presbiterio; según su texto: "... Tauro era de
opinión que ... debía alcanzar un metro y medio más que la que
le había dado Calligaro quien terminó la construcción según su
criterio". Continúa la autora basándose en el "Album
de las Bodas de Oro" de la Parroquia donde se consigna que
"... este incidente explica la desproporción entre la altura
del Presbiterio y el resto de la Iglesia, que afea la estética
del conjunto".
Si volvemos al "Album de las Bodas de Oro" rescatado por
Marta Núñez en su trabajo vemos que la fiesta convocada con
motivo de la inauguración del Presbiterio debió haber tomado
dimensiones inusuales para el pueblo ya que no faltaron "...
cantor y músicos venidos de Córdoba ... la Banda de Música de
Jesús María ... fuegos artificiales ... cocina, vino, mesas y
coches". Según la investigadora el Presbiterio, al
momento de su inauguración, "... lucía pinturas realizadas
por Pío Camuzzo mientras que la bóveda, tanto en lo que respecta
a decoración como los mediorelieves, son de la autoría de Pedro
Mauro".
Si bien, a partir de esta ceremonia, las actividades religiosas
fueron trasladadas a este nuevo recinto; reemplazándose, así, el
hábito de utilizar la Capilla de la Casona de Caroya; las obras continuarían durante varios años hasta la
inauguración definitiva de la Parroquia en 1896; de este largo
período de trabajo se pueden rescatar tan solo pinceladas
aisladas de hechos o circunstancias, algunas de las cuales
encuentran sustento en unos pocos documentos mientras que, en su
mayoría, son conservadas en recuerdos arraigados en
transmisiones y tradiciones orales.
Según Marta Núñez los distintos responsables que tuvo la obra
integran una lista que es válido sean recordados: "Antonio
Medeotti, Santiago Visintín, Pedro Roya, Francisco Peresotti y
Francisco Bornancini". Muchas de las manos ejecutoras, desde
oficiales a peones, no necesariamente lo hacían por una renta;
eran varios los ejemplos donde el trabajo era entregado al
proyecto de modo gratuito o al costo; sumando, además, horas
extras a las, de por sí extenuantes, jornadas dedicadas a las
tareas rurales cotidianas.
Marta Copetti de Lauret tiene la oportunidad de compartir una
conversación con Pedro Tesino (1910-2003) y volcar sus vivencias
en el libro "Gringos de la Colonia" de su autoria. De
dicho intercambio extraemos unos párrafos donde Don Pedro,
nacido en Tronco Pozo,
rememora que "... su abuela le traía comida al abuelo cuando
él trabajaba en la construcción de la Parroquia y cuando no
había tanto trabajo se ponían a cortar ladrillos. En nuestra
cortada hay más de 650.000 ladrillos de nuestra tierra sacados
en todos esos años, más o menos el 30% de la totalidad. Solo
cobraban el costo del material, creo que los mil a 8$ y eran de
muy buena calidad porque se los hacía sin guano, solo con pura
tierra negra. Los vecinos colaboraban mucho. Los bancos los hizo
hacer el padre Francisco Pez. Los mosaicos los pusieron los Roggio de Córdoba y en cuanto a los frescos, me parece que eran
italianos y se basaron en fotografías para pintarlos".
Marta Núñez rescata un documento que permite determinar que
durante los primeros meses de 1896 se procede al techado del
edificio. Según la autora en febrero de ese año se abona "...
a Chiessa Hnos. la suma de 1.340,72$ por maderas para el techo
de la Iglesia y a la Empresa del Ferrocarril del Norte 337,80$
en concepto de flete por transporte de madera desde Rosario a
Jesús María".
Mural en Ntra. Sra. de Monserrat
que reproduce la inauguración de la Parroquia el 31/05/1896
José Bonoris e inauguración de la Iglesia
Parroquial - 31/05/1896 (Foto cedida por el Ing. Oderzo
Beinat, Mendoza para el Istituto dell´Emigrazione Friulana -
R. Appi y O. Burelli) (Archivo fotográfico "Friuli nel Mondo")
El 31 de mayo de 1896 se realiza el acto de inauguración de la
Parroquia encontrando una pormenorizada crónica en
el "Album de las Bodas de Oro de la Parroquia", según la
misma "... para intuir los sentimientos que se entrelazaron
alborozados en el corazón de aquellos primeros colonos, que en
ocho años de trabajo duro y constancia a toda prueba, levantaron
el magnífico templo parroquial de Colonia Caroya, penetrar en el
alma santa y noble del Presbítero Bonoris, leer en sus ojos
velados por lágrimas de profunda felicidad, todo el cúmulo de
emociones que embargan su espíritu y, en unión espiritual con
ellos, entonar desde lo más profundo de nuestra alma un himno de
gracias a Dios, que fijaba su morada entre los muros de ese
templo, levantado en el corazón geográfico de Colonia Caroya
para irradiar desde él la luz divina de su gracia sobre todos
los hogares de la Colonia".
Obispo Fray Reginaldo Toro
Dos años después, el 29 de abril de 1898, el Obispo Fray
Reginaldo Toro rubrica un Decreto cuyo contenido rescatamos del
trabajo "Colonia Caroya, cien años de historia"
realizado por Marta Núñez; según el mismo, dado "... el
pedido de los vecinos de Colonia Caroya, pidiéndonos que
desmembremos del Curato de Colón, la parte de territorio que
forma y ocupa la Colonia Caroya y que está perfectamente
demarcada y la constituyamos en Curato y Vicaría". Tras
cumplir con este proceso legal y a los pocos días, la Parroquia
festejó el acontecimiento con la visita del mismo Obispo, el 5
de mayo de 1898.
Ultima acta de bautismo firmada por el Cura y
Vicario José Bonoris previa a su muerte:
"El 25 de mayo de 1898 el infrascripto Cura y Vicario del Curato
Colonia Caroya Obispado de Córdoba en la Iglesia de Nuestra
Señora de Monserrat bautizé solemn a Oresto nacido el día 9 de
abril de este año hijo natural de Doña Angela Fenati natural del
Reino de Italia y vesina de esta Colonia Caroya. Fueron padrinos
Don Matías Caligari y Doña Jacinta Scolati y para que conste lo
firmo, Pbro. José Bonoris C. y Vrio." [Los errores de ortografía
han sido reproducidos de modo textual]
Ultima acta matimonial firmada por el Cura y
Vicario José Bonoris previa a su muerte: "Luis Ortolani con Luisa
Giacoletti. El día
16 de junio de 1898 yo el infrascripto Cura y Vicario de Nuestra
Señora de Monserrat de Caroya Provincia de Córdoba y Obispado de
la misma en la Iglesia de Nuestra Señora de Monserrat previas
las moniciones canónicas autorizé el Matrimonio de Don Luis
Ortolani soltero de 30 años de edad natural del Reino de Italia
y domiciliado en la Colonia Caroya de profecion agricultor y
hijo legítimo de los finados José Ortolani y Maria Zanelli con
Doña Luisa viuda del finado Pedro Gribol de 22 años de edad
natural del Reino de Italia y domiciliada en la Colonia Caroya
de profecion agricultora y hija legítima de Don José Iacoletti y
de Doña Maria Ruciliani. Bendije este Matrimonio y fueron
testigos del acto Don Vicente Caligaro y Doña Regina de Gribol y
para que conste lo firmo, Pbro. José Bonoris C. y Vrio."
[Los errores de ortografía han sido reproducidos
de modo textual]
Ultima acta de defunción firmada por el Cura y
Vicario José Bonoris previa a su muerte: "Ana
Astolfo. El día
20 de junio de 1898 como Cura y Vicario de la Colonia Caroya
Obispado de Córdoba mandé dar sepultura eclesiástica en el
sementerio público al cadaber de Ana Astolfo natural del Reino
de Italia de profecion costurera hija legítima del finado
Domingo Astolfo muerta de tisis a la edad de 29 años hera casada
con Isidoro Tauro. Recibió la Estrema-Unción y la Bendicion
Papal y por ser así lo firmo, Pbro. José Bonoris C. y Vrio".
[Los errores de ortografía han sido reproducidos
de modo textual] [Otro detalle significativo de esta acta es que
se refiere a la defunción de la joven esposa de Isidoro Tauro,
artífice constructor de la Parroquia]
Pocos meses después de estos hechos relevantes para la
comunidad, el 27 de julio de 1898, el Párroco José Bonoris
fallece.
Acta de defunción del Párroco y Vicario José
Bonoris: "El 27 de julio
de 1898 como Cura encargado interinamente de la Parroquia de
Nuestra Señora de Monserrat de la Colonia Caroya Provincia y
Obispado de Córdoba mandé dar sepultura eclesiástica (+) en el
Cementerio público al cadaber del Presbítero José Bonoris
natural de Orgnano Provincia de Udine en el Reino de Italia Cura
y Vicario Interino de la Colonia De Caroya hijo legítimo de
Carlos Bonoris y de Dominga Vinzani. Falleció el día veinte y
seis de muerte natural a la edad de 76 años. Recibió el
Sacramento de la Penitencia. (+) Con licencia de S. S. Elma. el
Obispo Diocesano Reginaldo Toro se le dio sepultura en la
Iglesia de Nuestra Señora de Monserrat y por ser así lo firmo,
Pbro. José Ametlla y Planell".
[Los errores de ortografía han sido reproducidos
de modo textual] [El
Sacerdote Jose´Ametlla y Planell había sido Párroco en la
Capilla de Salsacate entre los años 1875 y 1877]
Si bien la obra de la Parroquia había sido formalmente inaugurada, ésto no
significa que los trabajos se consideraran concluídos en su
totalidad; durante varios años se la continuó embelleciendo
tanto en lo interno con nuevos altares y decoración como así
también en el exterior del edificio. De hecho, durante la segunda década del siglo XX
recién se pudo completar el revoque
interior, el embaldosado total y la actualización del Altar
Mayor.
La Parroquia Nuestra Señora de Monserrat. Su arquitectura
La planta de la iglesia es de tipo basilical con influencia
románica, de tres naves, inscriptas en un rectángulo del que
sobresalen el ábside facetado del presbiterio y los cuatro
altares laterales. Desde el nártex al testero tiene una longitud
de 46 m y el ancho de las tres naves es de 26 m. La nave central
tiene techo a dos aguas y las laterales a una sola agua, todas
cubiertas de tejas coloniales.
Planta y Basamento
La nave central, ritmada en cinco tramos con gruesas columnas,
que tienen aplicadas, en cada cara, una pilastra con basa y
capitel jónico, sobre la cual se desarrolla una pronunciada
cornisa, está cubierta con bóveda de cañón corrido, cuya
generatriz está compuesta por arcos de medio punto. Dado el
excelente trabajo de decoración se visualizan como bóvedas de
aristas.
En el centro de los espacios entre columnas y en el inicio de la
bóveda se ubican las ventanas que, por su posición en plano
vertical, generan lunetas profundas en torno a ellas y entre los
arcos fajones. Las diez ventanas, de buen tamaño, inundan de luz
natural el recinto. La imposta, profusamente decorada y de
amplias proporciones, acentúa la perspectiva haciendo de buena
base de toda la bóveda.
El Arquitecto Hugo Daniel Peschiutta resalta "... el trabajo de pintura mural simulando
mármoles ... mientras un riquísimo trabajo de capiteles y
cornisas recorre todo el espacio, los cielorrasos simulan
bóvedas de aristas, donde se encuentran pintados cielos azulados
cubiertos de estrellas"
El inicio de la nave central, sobre el nártex se encuentra el
coro alto con dos pequeñas luceras, Se accede a él, por una
angosta escalera ubicada al costado de la nave del lado de la
epístola.
Las naves laterales se ven coronadas por los altares del Sagrado
Corazón y de la Sagrada Familia detrás de los cuales se ubican
sendas sacristías. Con diseño y líneas más depuradas, el altar
dedicado al Sagrado Corazón resalta por el uso, además del
mármol, de una delicada terminación en ónix. El de la Sagrada
Familia, con una simplicidad más afín a los altares laterales
menores se conforma utilizando mármol y mampostería.
Otra mención significativa es que, sobre estas naves laterales, lucen una sucesión de altares
menores cuyas configuraciones son de líneas austeras construídos
en mampostería, mármol y en algunos casos, decorados con ónix.
Los mismos son dedicados a San Antonio, Santo Cristo, Virgen de
Lourdes, Virgen del Valle.
Altares Sagrado Corazón y Sagrada Familia
El Altar Mayor original es de mampostería con su sagrario y
nicho de madera que, en conjunto, se exponen asociados al
ábside. Las modificaciones propiciadas luego de las reformas
Conciliares de mediados del siglo XX llevaron a que se desplace
el altar de mármol y ónix hacia adelante del Presbiterio.
Un rasgo particular que le da significancia al conjunto es el
vasto trabajo de murales que visten el interior de la totalidad
del recinto. Ya hemos resaltado la valiosa realización que
engalana el Presbiterio; por su parte, Carlos
Camilloni es el responsable del proyecto de decoración
pictórica que reconstruye la historia de la colonia desde la
llegada de los primeros inmigrantes pasando por la epidemia, la
promesa, la construcción de la Parroquia y las fiestas
patronales en reconocimiento a la ayuda de la Virgen. Toda esta
secuencia de murales, realizados en 1948, se exhiben distribuídos
en la parte superior de la nave central, en cada tramo, sobre
los arcos formeros y bajo la imposta. Estos frescos que, con
anterioridad y de modo particular, ya han sido presentados a lo
largo de este trabajo, son obra de Ferdinando Ferraris de Alessanfrías.
El templo está retirado de la línea municipal de la avenida,
permitiendo un amplio atrio a modo de plazoleta; el mismo, aún
dentro de su austeridad ornamental, tiene una estética visual
que rememora la de obras de la región del Friuli, como el Duomo
de Santa María Assunta de Gemona o la Chiesa di San Gottardo en
Mariano del Friuli.
La fachada de lenguaje renacentista, orientada al nor-noreste,
con eje vertical de simetría, se muestra en su conformación por
un rectángulo central vertical flanqueado por sendos paños
menores, unidos al primero con los clásicos aletones; en este
caso, de bordes rectos que enmascaran el hastial de las naves
laterales.
El cuerpo central de mayor altura, está flanqueado por dos
pilastras lisas que simulan sostener un tímpano de borde
superior curvo.
Se ingresa al templo por un portal de doble hoja de madera con
tableros facetados, dintel recto y friso superior en arco de
medio punto. El conjunto está bordeado por similares
almohadillado rústico constituyendo un ingreso significativo por
su forma y tamaño dentro del imafronte. Sobre el frontón, en el
acrotenio, culmina la composición con la estatua de Jesús de
pie, sosteniendo la cruz con el brazo izquierdo e impartiendo la
bendición con la mano derecha. Una representación muy similar al
Cristo Redentor de los Andes, construído para la misma época.
En el paño superior de este cuerpo central, en su eje de
simetría, una hornacina bordeada y con pechina, aloja, sobre
peana, la estatua de Ntra. Sra. de Monserrat con el niño. En los
paños laterales se incluyeron hornacinas que exhiben, al
izquierda, las estatua de San Antonio de Padua, Vice Patrono de
la Parroquia y a la derecha, San Pablo de la Cruz, fundador de
la Congregación de la Pasión.
Ntra. Sra. de Monserrat, San Antonio de Padua y
San Pablo de la Cruz (Fundador de los Padres Pasionistas)
Originariamente la fachada principal, lucía ladrillo a la vista.
En 1961 se procedió a su revestimiento con revoque simil piedra.
En dicha oportunidad, el zócalo con cornisa, se cubrió con
piedra de las Sierras Chicas. Las fachadas laterales mantienen
el material a la vista, lo que permite observar el prolijo
trabajo del ladrillo tanto en el aparejo como en las molduras y
cornisas esculpidas. Volumétricamente, sobresalen los altares
con tímpano, techados a dos aguas con cubierta de tejas
coloniales. Una secundaria presencia destinaron al campanario.
La espadaña con dos campanas se encuentra a la altura del
comienzo del ábside del presbiterio.
Video - Año 2019 y 2020
Virgen Nuestra Señora de Monserrat
Concepció Peig en su trabajo "La Virgen de Montserrat y su
'morenez'. Análisis de su resolución plástica y contexto
devocional en la edad media" se ocupa de efectuar una
pormenorizada descripción de la histórica imagen de la Virgen de
Nuestra Señora de Monserrat. Según la investigadora la talla es
"... por aproximación entre las últimas décadas del siglo XII
y las primeras del siglo XIII y su resolución se vincula con la
estética románica avanzada". La descripción volumétrica la
define como de "... 92,2 x 39,4 x 29 cm (altura x ancho x
profundidad) y pesa 17,1 kg; trabajada originalmente en madera
de álamo blanco". Continúa Peig asegurando que, si bien tuvo
numerosas intervenciones a lo largo de los siglos, se puede
asegurar tras exhaustivos estudios que "... la cabeza, el
cuerpo (exceptuando brazos y manos) y el trono", son
originales. La talla muestra a la Virgen sentada sosteniendo una
esfera en su mano y exponiendo a su hijo con rasgos de Cristo
adulto, sin sujetarlo con sus manos.
Es tan cuidado y extenso el trabajo de la investigadora
que aconsejamos que quienes estén interesados se remitan al
mismo; solo nos detendremos en la razón de la morenez de la
imagen tal como ha llegado a nuestros días. Según Peig "... el
informe técnico y radiológico de la talla realizado en el año
2001 constató que la policromía original del rostro de la Virgen
fue de 'color claro/blanco' con contenido de plomo ... esta
policromía o capa de pintura original de la carnación del rostro
debió de alterarse con el paso del tiempo ... ennegreciéndose
con el ión sulfuro presente en muchos ambientes". A esta
alteración, "... suelen sumarse otros factores: acumulación
de polvo, suciedad, etc". Quizás, lo curioso y significativo
es que lo usual, frente a estas situaciones, era repintar con el
color original; por el contrario, en este caso, las sucesivas
intervenciones ratificaban e incentivaban la oscuridad del
color; de hecho según la investigadora se han detectado capas
intermedias de color "... marrón verdoso".
El Dr. Ignacio Duarte y Quirós se había ordenado sacerdote en
1650 y once años después le había adquirido a los Jesuitas la
Estancia y Capilla ubicadas en
Caroya Vieja; en 1684
proyecta, sobre un bien propio en la Ciudad de Córdoba, el
Convictorio de Monserrat; tres años le insume la tramitación y
ejecución de obras que, una vez concretadas, son donadas a favor
de la jesuítica Compañía de Jesús conjuntamente con su estancia
y capilla en la que permanecerá hasta el momento de su muerte en
1703.
Firmas y urna con los restos del Dr. Ignacio Duarte y Quirós -
Biografía realizada por Pedro Grenón
El Padre Pedro Grenón en su "Biografía de Duarte Quirós y su
obra", reproduce la escritura de donación que se concreta
ante el Escribano de Su Majestad, Sargento Mayor Francisco de
Olea, el 8 de julio de 1687. Lo legado involucra todos los
bienes del sacerdote incluyendo "... las casas de su
vivienda, calle en medio, con la Iglesia de la Compañía de Jesús
... estancia llamada Caroya con todo lo en ella edificado,
poblado y plantado, de ganado mayores y menores ... 28 esclavos
entre grandes y chicos, viejos y mozos ... la plata labrada de
su uso y servicio ... las alajas de casa [se refiere al
mobiliario] ... carroza con aperos y mulas ... la librería
[bilbioteca] ... plata labrada y ornamentos de la Iglesia".
Al detenernos en este punto, dentro de un largo y pormenorizado
detalle de diversos elementos sacros nos encontramos con la
mención de "...
una imagen de Nuestra Señora de Monserrat de vara de alto con su
corona de plata ... otro lienzo de Nuestra Señora de Monserrat".
Luis Q. Calvimonte en su trabajo "Historia de la Sagrada
Imagen 'Fundadora' del Real Colegio Convictorio de Nuestra
Señora de Monserrat de Córdoba" nos traslada al siglo
XVII ubicándonos en el predio delimitado por la intersección de
las actuales calles Obispo Trejo y Caseros de Córdoba Capital.
El autor, basándose en datos aportados por Alejandro Moyano
Aliaga, da cuenta que "... en el mismo sitio donde, en la
actualidad, está la capilla Santa Teresa de Jesús", se
encontraba la capilla primigenia cuya construcción "... la
inició el Dr. Ignacio Duarte y Quirós en 1684, siendo bendecida
en 1687 y permaneciendo en su estado original hasta 1730".
Según lo consignado en la investigación, dicho ámbito "...
era de unos 11 m de largo por 5 m de ancho ... con un retablo de
madera labrada y policromada ... con tres hornacinas ... en la
central se encontraba la imagen de Nuestra Señora de Monserrat".
Esta imagen, con seguridad, es la que consta en el testamento descripto en
detalle en la Biografía elaborada por el Padre Pedro Grenón.
En 1767 son expulsados los Jesuítas y al asumir los Franciscanos
responsabilidades sobre los bienes de aquella Orden, propician
una serie de decisiones y cambios que involucran el destino de
la Virgen que nos ocupa generándose, según Calvimonte en su
estudio, una sucesión de confusiones históricas.
Corría el año 1782 cuando, durante el rectorado de Fray Pedro
José Parrás, se procede al traslado del Colegio Monserrat al
edificio que había funcionado como Colegio Máximo durante la
gestión jesuítica; ésta será su nueva y definitiva sede hasta el
día de hoy. La propiedad abandonada quedará para uso exclusivo
del Colegio de Huérfanas.
Será el Padre Grenón quien, en su biografía de Ignacio Duarte y
Quirós, reproduce el texto realizado por Fray Parrás donde
cuenta de como se ha procedido con la mudanza que comenzó en 9
de febrero de 1782 con "... repiques en todas las Iglesias
por los tres días siguientes a las horas acostumbradas". El
escrito detalla lo sucedido a lo largo de los tres días que duró
el proceso; especificando que el 11 se trasladó a la Iglesia de
la Compañía de Jesús "... la imagen de Nuestra Señora de
Monserrat, no la antigua, o la que llamamos fundadora porque
ésta, por muy pesada se trasladó anticipadamente y se colocó en
el nicho del altar mayor, sino otra que se hizo nueva".
En 1839 regresan los Jesuítas y vuelven a hacerse cargo de sus
viejas posesiones; entre ellas la Iglesia de la Compañía de
Jesús y el Colegio Monserrat. Según Calvimonte en su
investigación describe que un inventario efectuado durante esas
actuaciones daba cuenta que en la Iglesia, "... en la parte
superior del altar, está la imagen de Nuestra Señora y el Niño
en las manos". Dentro de las obligaciones que debían asumir
los responsables de la Orden eran las de crear una nueva capilla
dentro del Colegio y transferir a la misma "... un cáliz,
vinajeras, un crucifijo, una mesa que sirviera de altar ... la
imagen de Nuestra Señora de Monserrat".
Una serie de circunstancias demoran la mudanza: la necesidad de
reacondicionar la Virgen por el estado en que se encontraba así
como garantizarle un futuro y digno espacio, la nueva expulsión
de los Jesuítas de Córdoba ocurrida entre 1848 y 1859. De este
nuevo período, Calvimonte rescata un Cuadernillo que deviene en
un dato sustancial; según el mismo, en la Iglesia,
durante el año 1872 "... se sustituye la imagen de la Virgen
de Monserrat del altar mayor por la de San Ignacio".
La Capilla termina siendo construída, acondicionada y
ornamentada. Durante el período 1864/1875 bajo el Rectorado del
Dr. Emiliano Cabanillas toma protagonismo la hermana de éste,
Tránsito Cabanillas quien es la fundadora de las Hermanas
Terciarias Misioneras Franciscanas que se consolida, por
aquellos años, en el barrio San Vicente de Córdoba. Una vez
fallecido su hermano y atento que el Colegio Monserrat, por
Decreto Nacional de 1878, dejaba de ser internado desactivando,
por ende, su capilla; la Madre Tránsito decide gestionar la
cesión del contenido sacro de la misma.
Volvamos a la investigación de Calvimonte donde consigna que una
Hermana colaboradora de la Madre Tránsito vuelca en cuadernos de
gestión que su superiora "... fue bien atendida en el Colegio
Monserrat, llevándose hasta la estatua de la Santísima Virgen,
que era la patrona". Según el mismo estudioso, es el mismo
Colegio quien redacta un documento bajo el título "Lista de
los objetos pertenecientes a la Capilla del Colegio Nacional de
Monserrat, entregados a la Sra. Dra. Tránsito Cabanillas por
orden del Sr. Rector", consigna, entre un largo listado de
elementos, lo sustancial: "Una imagen de la Virgen Santísima
con un nicho grande con vidriera". Todo fue llevado a la
Casa Madre de la Congregación y en particular, la Virgen en su
nicho es colocada en el "... llamado, Salón Monserrat".
Imagen del Libro de Luis Q. Calvimonte y detalle
de la Virgen de Nuestra Señora de Monserrat en su nicho
A fines de los años '30 del siglo XX, el Sacerdote Pedro Grenón
trabajando sobre la biografía del Presbítero Dr. Ignacio Duarte
y Quirós, propietario de la
Estancia Caroya Vieja y
fundador del Real Colegio Convictorio de Monserrat,
aseguraba que la "... Efigie de Nuestra Señora llamada en
Córdoba desde muy antiguo 'Nuestra Señora de Monserrat',
apellidada también 'La Fundadora' es tallada en madera muy
pesada y de tamaño natural. Venerábase
en el altar mayor de la Compañía, en Córdoba, adonde fuera
trasladada en febrero de 1782 cuando pasó el Colegio de
Monserrat de su antiguo edificio (hoy Asilo de Huérfanas) al
solar actual. Se venera en la Iglesia Parroquial de Caroya
Nueva. Había sido cedida por el P. Superior de la Compañía a
petición del Excelentísimo Señor Obispo Reginaldo Toro".
Así se refería el autor a la imagen presente y honrada en la
Parroquia de Colonia Caroya.
Será Luis Q. Calvimonte quien, en un sesudo trabajo de
investigación que llevó por título "Historia de la Sagrada
Imagen 'Fundadora' del Real Colegio Convictorio de Nuestra
Señora de Monserrat de Córdoba", fundamentará diferencias
significativas con este relato. Refiriéndose a la obra, el autor
afirma que "... es una bella talla de las llamadas imágenes
de bulto, de 1,20 m. Es de madera arcillada y policromada. Su
antigüedad es indiscutible y, tal como se sostiene, fue enviada
por los jesuítas de Córdoba a solicitud del Obispo Reginaldo
Toro"; además, reconoce como atendible la versión que, la
misma, se hallaba "... en el Colegio Máximo de la Compañía de
Jesús antes de la expulsión [de los jesuítas] en 1767 ...
representando a Nuestra Señora de la Paz". Continúa el
investigador mencionando que existe otra opinión, en este caso
del "... Sacristán [de la Parroquia de Colonia
Caroya durante los últimos 50 años] Don Andrés Mario Miranda", quien,
según consta en lo transcripto por Calvimonte, la
asocia con "... Nuestra Señora de la Rosa".
Sin que ésto implique tomar posición alguna, analicemos las
anteriores posibilidades sugeridas.
En el caso que fuese
"Nuestra Señora de la Paz" la comparación sería forzada ya que la
Virgen debería estar ofreciéndole a su niño una rama de palma o de olivo.
Frente a la otra opción del Sacristán, apelando a mucha amplitud
de criterio y luego de analizar el mural que viste la parte
superior de la nave central previo al ingreso al Presbiterio nos
encontraremos con la imagen de la Virgen de Monserrat luciendo
varios elementos propios e identitarios de la original catalana
(cerros, monasterio, esfera, piña) y dos diferencias llamativas, en particular:
el color de la piel y un ramillete de flores del tipo de las Rosas caninas.
Respecto a esto último obsérvese que el niño tiene una mano en
señal de bendición mientras que con su izquierda, retiene una
piña; la virgen, por su parte, con la mano derecha sostiene una
esfera representativa del universo mientras que, con su
izquierda, exhibe una cruz. La pregunta obligada es: ¿con qué
mano sostiene el ramillete?
Mural en la Parroquia de Colonia Caroya
reproduciendo una imagen de Nuestra Señora de Monserrat
donde confluyen elementos propios de la catalana
como algunos detalles particulares y distintivos
Hacemos esta referencia a una supuesta similitud con las
Rosas caninas ya que, si ahora nos detenemos en la flor que la
talla de la Virgen expone en su mano,
también en ella encontraríamos ciertas características afines;
de ser así, lo siguiente sería cotejar con el ramillete de este
mismo tipo de rosas silvestres que, la sedente "Madonna della Rosa"
de Florencia, pone al alcance de la mano de su hijo mientras lo
sostiene en sus brazos.
Cuando se desconocen algunas fechas y razones, lo correcto es no
apartarse de un rumbo que debe ser recorrido, en todo momento,
tan solo como un respetuoso y honesto juego de hipótesis.
Por ejemplo, luego de observar la fotografía publicada en 1953
en "Friuli nel
Mondo" donde la flor está ausente en la mano de la imagen
venerada, nos ayudaría a encontrar algunas respuestas
conociendo, ¿cuándo dicho ornamento fue incorporado y por qué se
eligió ese tipo en particular?
Rosa canina, detalle actual de la mano de la
Virgen, imagen publicada en 1953 en "Friuli nel Mondo"
Dejando a un lado estas subjetivas apreciaciones, Calvimonte no
tiene dudas cuando concluye que la virgen recibida debió "... ser adecuada para
que respondiera a la imagen de Nuestra Señora de Monserrat, pues
algo de éso se hizo, ya que se le agregó una silla que sirviese
de trono. Es evidente que no es la figura tradicional de la
efigie y menos aún puede tratarse de la imagen 'Fundadora' del
Colegio Monserrat".
El historiador en su trabajo de investigación asegura que, para la
fecha de la llegada de los inmigrantes, "... existía aún la
antigua capilla del Colegio [se refiere a la Capilla de la
Casona de Caroya], la cual dependía del Curato de
Anejos Norte, con sede parroquial en Río Ceballos. La capilla se
encontraba muy bien ornamentada, existiendo como imagen titular
una pequeña efigie de la Virgen de Monserrat". El autor
sustenta su aseveración en inventarios de 1878 incorporados en
documentos del Archivo del Arzobispado de Córdoba según los
cuales
"... la efigie de Nuestra Señora de Monserrat, está
regularmente adornada en un nicho, puesta en el mismo retablo,
el que es de madera".
Confirmado ésto, queda un importante y significativo misterio a develar: el
destino de la imagen a la que, en procesión, fueron los colonos a solicitarle
el fin de la epidemia. La Virgen de Monserrat
que, como también ha quedado claro, no es
aquella de los tiempos de Duarte y
Quirós que ya había abandonado esas tierras
hacía poco más de un siglo en dirección a Córdoba.
Lo que también es complejo de responder es la razón por la que, iniciados
de modo regular aunque precariamente los servicios en la nueva
Parroquia durante 1891, la imagen no fue llevada a un ámbito que
había sido erigido en su honor en cumplimiento de aquel prometido
voto.
En el corto tiempo que va desde la promesa en 1887 hasta la
inauguración del Presbiterio en 1891 no constan elementos
documentales o escrito alguno que ayuden a aclarar el enigma; más aún, cuando un
inventario de ese año 1891, reproducido por Calvimonte en su
libro, asegura que existía "... un pequeño templo que es la misma
capilla que fue del Colegio Monserrat ... [en el mismo] la efigie es la
Patrona Nuestra Señora de Monserrat ... sentada en una peña o
monte artificial. Tiene corona y diadema de plata. Un niño en
los brazos con una pequeña diadema de plata, y en la mano, una
piña, también de plata. Así mismo se detallan otras alhajas y
vestidos de fiesta que tenía la Virgen".
En este punto, el historiador, da cuenta que la Estancia junto
con las 100 hectáreas oportunamente reservadas habían
sido vendidas en 1890 a Ramón Ignacio Olmos quien, es más que
entendible, haya asumido como bienes propios tanto la Capilla
como su
contenido. Según su investigación, luego de una hipoteca impaga,
la propiedad fraccionada es rematada y pasa a distintas manos
particulares con posteriores nuevas ventas y cambios de
titularidades haciendo que la virgen transite un derrotero
imposible de reconstruir.
Pinceladas históricas
El ahorro de los italianos: En paralelo que la
epidemia de cólera invadiera Argentina y bajo el título "Los italianos del Plata",
un pequeño artículo publicado
en el diario "Giornale di Udine e del Veneto Orientale"
del 15/12/1886 da cuenta de los ahorros de italianos
depositados en el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Según el detalle, los naturales de Italia tenían 15.493
cuentas que sumaban depósitos por 61.255.330 francos. La
nota resalta que la información refiere a una única
Institución de una sola localidad; se exalta el hecho que no
se tiene en cuenta el dinero resguardado en otros bancos y
ciudades tal el caso, por ejemplo, del Banco de Italia y Río
de la Plata. Otra curiosidad que nos ofrece este
relevamiento, es que los ingleses con un número muchísimo
menor de cuentas (el 8% de las italianas) habían acumulado
un capital cercano al 25% de los peninsulares.
Un relato irónico: Aún, a mediados de 1886, la
epidemia de cólera causaba graves consecuencias en Italia;
la enfermedad debía esperar a setiembre para empezar a
menguar hasta lograr ser controlada. El Semanario de
carácter satírico llamado "Florean dal Palazz",
creado, dirigido y escrito en dialecto friulano por Guido Antoniali,
ya llevaba cuatro años apareciendo en Udine. Hasta el título
de la publicación remite al carácter humorístico del mismo
atento que Florean era el modo que los udineses
identificaban, en sorna, al Hércules que se elevaba frente
al Palacio Comunal. En su número
del 10 de junio de 1886, publica un texto irónico que llevó
por título "El miedo al cólera".
30 Aniversario de la Colonia: En 1908 la Colonia
festeja su trigésimo aniversario; la revista Caras y
Caretas, N° 510 del 11 de julio de dicho año, refleja el
acontecimiento dándole significancia al hecho que, "...
actualmente, lo que antes era una serie de páramos, hállase
convertido en una tierra fértil y fecunda por la incesante
labor de cuatrocientas familias de colonos". Según el
texto la población ya alcanza los 5000 habitantes dedicados, en
su mayoría, al cultivo de viñedos y producción de vino. La
fiesta, realizada al aire libre, fue organizada por la
Municipalidad contando con una significativa presencia
popular. Acceda a
la nota completa, haciendo
click aquí.
Grupo de fundadores supervivientes (Caras y
Caretas N°510)
Bodas de Oro: Una vez terminada la misa, el
matrimonio Romanutti festeja sus Bodas de Oro inmortalizando
el momento con una foto grupal a las puertas de la Iglesia.
Este hecho y el posterior almuerzo, rodeado de familiares y
amigos, es reflejado en la Revista Caras y Caretas N°584 del
11 de diciembre de 1909.
La lucha contra el flagelo de la langosta (enero de
1914): La plaga de este acridio azotó durante muchos
años buena parte del país. Córdoba en particular, tuvo
períodos críticos cuando las superficies sembradas
alcanzaron niveles de afectación del 100%. La rudimentaria
técnica para combatirla apelaba a cercar los predios
cultivados con cercos de chapas de cinc que la langosta no
lograba sortear; en paralelo, se acompañaba este cerramiento
con zanjas en la que caían los insectos donde eran quemados
con el uso de fuego generado con máquinas alimentadas a
nafta. Una imagen del estos trabajos en la zona de Colonia
Caroya y Jesús María es reproducida por la Revista "Caras
y Caretas" n°800 del 31 de enero de 1914.
Conferencia agrícola (mayo de 1914): El, por
entonces, ya prestigioso Agrónomo, Profesor y Científico
italiano Dr. Moldo Montanari recorría la provincia y el país dando conferencias
agrícolas. La Revista "Caras y Caretas" n°814 del 9
de mayo de 1914 se ocupó de su paso por Jesús María, la
masiva concurrencia que asistió a sus charlas y el merecido posterior banquete
que, en
Colonia Caroya, se le brindó en
reconocimiento.
Giornale del Friuli (22 de noviembre de 1930): Hacía
8 años que Benito Mussolini había protagonizado la Marcha
sobre Roma y la consiguiente toma del poder. El diario que
se identificaba como el "Organo del Partido Nazionale
Fascista" era el "Giornale del Friuli";
rescatamos un artículo publicado en el n°278 de dicho
periódico con fecha 22 de noviembre de 1930. Lo hacemos,
porque la nota rescata la nómina de los miembros fundadores
de la Cooperativa Vitivinícola de Colonia Caroya así como el
listado de los que, en ese inicio, adquirieron las primeras
acciones de la nueva organización. (Acceda a
la misma y a su consiguiente traducción haciendo
click aquí)
"Giornale del Friuli"
n°278 - 22 de noviembre de 1930
Fiesta de la Sagra en 1938: Durante el desfile, una
foto recupera el paso de un antiguo carruaje llevando un
grupo de inmigrantes fundadores.
El "Cantore del Friuli" Chino Ermacora visita Colonia
Caroya: El periodista y cantante, en
su carácter de Director Responsable de "Friuli nel Mondo"
y tras una larga recorrida por el país visitando distintos Centros de la Comunidad
Friulana (Buenos Aires, Eva Perón, Avellaneda,
Bahía Blanca, Rosario, Mendoza, etc), llega a Colonia Caroya
el 23 de agosto de 1953. Su paso se verá reflejado en una
emotiva nota reproducida por la publicación a fines
de ese año. Bajo el título "Primavera en Colonia Caroya",
el artículo define a la comunidad como "la nueva patria
chica de los friulanos";para luego, extenderse
en detalles sobre la recepción que se le hizo donde toda la
colonia estuvo presente. La misma, incluyó una visita a la
Parroquia de Nuestra Señora de Monserrat, a la Cooperativa
La Caroyense, un desfile de "... dos carros con los
primeros colonos, el grupo de fundadores: hombres y mujeres,
camisas impecables, aros en las orejas, pañuelos de seda
negra en las cabezas, corbatas al cuello, cabellos
juveniles; todos entre setenta y noventa años" y, con
casi 800 asistentes, un almuerzo posterior que incluía
variedad de fiambres como entrada, la tradicional "brovada
friulana cul muzêt", polenta, pollo, quesos y frutas;
todo acompañado por un especial vino típico del lugar.
Dentro de un círculo ubicamos a Ermacora en un
encuentro
en el "Fogolâr Furlan" de Colonia Caroya
Datos complementarios:
2 de febrero: Fiestas Patronales en honor a Nuestra
Señora de Monserrat
Tercer domingo de marzo: Fiesta Nacional de la Sagra de
la Uva
13 de junio: Festividad de San Antonio de Padua
Coordenadas:
Domicilio: Av. San Martín 3720 esq. Presbítero
Bonoris Sur
Latitud: 31º 01’ 13,87" S
Longitud:
64º 03’ 47,63"
O
Muelle de pasajeros - Buenos Aires (1888) - "Album
República Argentina 1906-1907"
Inauguración, el 4 de setiembre de 1912, del
Hotel de Inmigrantes al cumplirse el centenario del primer
Decreto que, propiciando la inmigración, fue dictado por
Bernardino Rivadavia
Revista
"Fray Mocho" del
13/09/1912
Fuentes de consulta:
Núñez, Marta: "Colonia Caroya, cien años de historia" -
Córdoba - 1978
Secco, Rino: "Antologia d´immagini - Foto d´archivio: San Giorgio della Richinvelda tra l´ottocento e il
novecento" - 1985
"Album de las Bodas de Oro de la Parroquia"
"Friuli nel Mondo": Archivi - Foto Storiche, Argentina,
Colonia Caroya
"Friuli nel Mondo": Año 2, n°7 - Nov/Dic 1953
"Friuli nel Mondo": Año 43, n°483 - Dic 1994
Sistema Bibliotecario di Udine e dell'Hinterland Udinese (sbHu) -
"Giornale di Udine" y "Giornale di Udine e
del Veneto Orientale" - Diversos números
correspondientes a 1877, 1878, 1886 y 1887
Sistema Bibliotecario di Udine e dell'Hinterland Udinese (sbHu) -
"Il cittadino italiano" - Año I, n°23 - 28 y 29 de
enero de 1878
Sistema Bibliotecario di Udine e dell'Hinterland Udinese (sbHu) -
"Florean dal Palazz" - Año IV, n°17 - 10 de junio de
1886
Sistema Bibliotecario di Udine e dell'Hinterland Udinese (sbHu) -
"Gionale del Friuli" - Año IX, n°278 - 22 de
noviembre de 1930
Archivo Histórico Nacional: "Nuestro Tiempo - Historia Gráfica
de la Argentina Contemporánea" - N°10 - Hyspamérica
Diario "Satana" - Buenos Aires - 16 de noviembre de 1879
(Biblioteca Nacional Argentina)
Diario
"El Eco de Córdoba" - distintos números de
1878 y 1879
Diario
"El Progreso" - 16 de marzo de 1878
Diario "El
Independiente": Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez
- Municipalidad de Rosario, números del 14/03/1878, 15/03/1878,
11/04/1878, 12/04/1878, 30/04/1878, 27/07/1878 y 30/01/1879
Diario "El Sol": Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez
- Municipalidad de Rosario, número del 14/03/1878
Diarios "La República" y
"La Tribuna" - 1875/1876
Periódico Ilustrado "El Album" Vol. I n°4 del
20/02/1881 - Biblioteca Argentina Dr. Juan Alvarez -
Municipalidad de Rosario
Boletín de la "Associazione
Agraria Friulana" - 1878 y 1879
Pecile, Gabriele Luigi -
"Crónica de la emigración" - Boletín de la Associazione
Agraria Friulana - 1878 y 1879
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"Elenco de
publicaciones periódicas italianas de Buenos Aires
(1854-1910) - UBA - 2018
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"La prensa y la inmigración en la
Biblioteca Nacional Argentina" - Hemeroteca de la BNA
Diario
"L´Operaio Italiano, Organo degli interessi
italiani al Plata. Giornale quotidiano di politica,
commercio, industrie, science, belle arti, letteratura,
notizie, avvisi" - 1878 y 1879
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"La Patria/La Patria Italiana, Diario de la mañana
político, literario, comercial, noticioso" - 1878
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1876 y su contexto histórico" - Universidad Nacional de
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una narrazione al femminile" - Facoltà di Lettere e
Filosofia - Catedra di Letteratura Ispanoamericana,
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Venecia - Italia
"Registro Nacional de la República Argentina - Año de
1863 a 1869" -
Tomo V - Imprenta La República - Buenos Aires - 1878
"Registro Nacional de la República Argentina - Año de
1878" -
Tomo XVII - Imprenta La Tribuna - Buenos Aires - 1878
"Registro Nacional de la República Argentina - Año de
1879" - Tomo XVIII - Imprenta La Tribuna - Buenos Aires -
1879
"Digesto de Leyes, Decretos y Resoluciones, relativos a
tierras públicas, colonización, inmigración, agricultura y
comercio - 1810-1900" - Ministerio de Agricultura
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"Argentina, gli italiani e
l'Italia, un altro destino" - Milano - Ispi-Spai - 1988
Copetti de Lauret, Marta:
"Gringos de la Colonia" - Producción: Asociación Friulana ALEF y Círculo Colonia Caroya y
Jesús María - Impresos Silem, 2009
Copetti de Lauret, Marta:
"Gringos de la Colonia II" - Impresos Silem, 2012
De Amicis, Edmundo:
"Sull'Oceano" - Milano - 1889
(1)
Bravo Tedín, Miguel:
"Colonias entre dos siglos desde el
periodismo" - 2014 (2)
Prencipe, Lorenzo y Sanfilippo, Matteo:
"Per una storia
dell'Emigrazione Italiana: Prospettiva Nazionale e Regionale"
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