La Capilla de la Estancia Jesuítica de Caroya está integrada a la Casa
del mismo nombre en el límite con las Estancias de Jesús María y Santa Catalina, Departamento Colón, Provincia de Córdoba (Argentina). En 1610
el Padre Diego de Torres Bollo funda la Estancia para sustentar en lo
económico al Colegio Máximo de Monserrat y la Universidad de la Compañía
de Jesús en Córdoba. En 1661 Ignacio Duarte y Quirós compra la Estancia
y en 1687 la dona a la Compañía. La Estancia incluía tajamar, molino,
granero, huerta, secadero, herrería. La Capilla está dedicada a la
Virgen Negra de Monserrat; es de nave rectangular y paredes de piedra
vista. Luego de la Revolución de Mayo en la Casa de Caroya funcionó una
fábrica de armas blancas. Actualmente es museo.
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CAPILLA DE LA ESTANCIA DE CAROYA
Foto de Tato Maffini
"... A la Oración, recogidos tras las añosas rejas perfumadas de
jazmines, la luna empezaba a platear la tertulia del patio con rasguidos de guitarra y entonadas voces provincianas.
Ya recogidos en los claustros previa oración en la Capilla
presidida por la Fundadora, una talla de la Virgen Negra de Monserrat, se solían oír los pasos seguros del padre Ignacio,
breviario en mano, cumpliendo ya en las postrimerías de la
jornada con sus rezos, que la tarea del campo le había impedido
realizar.
Casa de Caroya, de muros cargados de años y de historia, tal
vez, en tu fecunda vida, varias veces centenaria, no habían
reeditado un capítulo más fresco y espontáneo que aquel en que
fuiste solaz de bachilleres, 'Casa de la Troya' de alegre y
desbordada 'Juvenilla' ...”.
Evocación sentida del Arquitecto Rodolfo Gallardo, que mucho
tuvo que ver con la puesta en valor de este monumento que hoy
podemos contemplar; el cual registra antecedentes importantes.
Las estancias jesuíticas ... ¿por qué y para qué?
Desde 1597 en adelante, los gobernadores del Río de la Plata
intentaron reglamentar las relaciones entre los encomenderos y
los indios, incluidos en las encomiendas. Redujeron el trabajo
de los nativos a cuatro días por semana y el servicio personal
de los mitayos a dos meses por año. Además, debían hacerse cargo
de la educación de los indios.
Con las ordenanzas del oidor Francisco de Alfaro de 1611, las
Provincias del Río de la Plata y las actividades de los jesuitas
entraron en una nueva etapa con respecto al régimen de
encomiendas.
Estando en España el Padre Diego de Torres Bollo, S.J., recibe
del General Superior de la Compañía Claudio Acquaviva, el
nombramiento de provincial de la recientemente creada provincia
jesuítica denominada Paraguay.
Dice C. A. Crouzeilles que, a poco tiempo de fundada la
provincia y de disponer que la ciudad de Córdoba fuera el lugar
de residencia del Padre Provincial, se va a tornar imperiosa la
necesidad de adquirir un establecimiento rural con el cual
sostener el recientemente creado colegio de estudios superiores.
Establecido para la formación de religiosos de la Compañía y de
algunos alumnos que, externos a la Orden quisieran completar su
formación académica de nivel superior, la fundación del Colegio
Máximo marcó un hito fundamental en la Orden y de la ciudad.
En ese momento, el único colegio que la Orden poseía y se
encontraba en Santiago de Chile, recibe una donación de cierto
número de indios que prestaba servicio personal; del tipo
de las encomiendas, prohibidas por la Corona en 1601, y
reprobadas por el general de la Orden, quien había advertido al
Padre Torres que no debía admitir el servicio personal de los
indios en ningún establecimiento de los jesuitas. Por todo ello,
en 1608, ordenó la liberación de sus obligaciones a los indios
del colegio, no obstante los reparos de los jesuitas de
Santiago. Un año después, se aplicaron idénticas medidas en los
establecimientos de Santiago del Estero y Córdoba, en los que se
hacia uso del servicio personal.
Los jesuitas demostraron su firme intención de oponerse a esta
forma de servicio en cualquier circunstancia, lo que,
naturalmente, provocó la violenta animosidad de los
encomenderos. La decisión de Torres de hacer cumplir las
ordenanzas expuso a los setenta jesuitas de la provincia a
graves riesgos: en esa época, dependían casi exclusivamente de
la generosidad y la voluntad de los colonizadores, las cuales
experimentaron un rápido y brusco descenso.
Esta situación, sumada a que las limosnas, eran muy magras
actualizó el problema de la Orden, de contar con una base
económica permanente y segura para los establecimientos
jesuitas.
El padre Joaquín Gracia, S.J. asegura que la otra fuente de
pobreza y necesidad, tenía su origen en la muerte del Obispo
Trejo, quien en vida no pudo dar lo prometido por que no lo
tenía y a la hora de su muerte, el capital quedó tan menguado
que se redujo a la cuarta parte de lo esperado.
Las circunstancias relatadas llevaron al Padre Provincial de la
Compañía, Diego de Torres Bollo a concretar la fundación, en
1610, de una estancia con la cual asegurar la independencia de
criterio de los religiosos y abastecer regularmente al Colegio
de Córdoba, puesto que, como lo expresaba en su tercera carta
del 5 de abril de 1611, ".... todos se sustentan de limosna y
es Dios tan padre de esta casa, que donde no se podían sustentar
cómodamente quatro se sustentan treinta y cinco, y esto en
tiempo que se les ha predicado contra el servicio personal". A
la fecha no se dispone de información sobre su denominación,
ubicación y destino.
Se considera a 1616, como el año de inicio de la expansión de
los establecimientos rurales de la Compañía. En las cartas Anuas
de los años 1618 y 1619 quedan plasmadas la función y
especialización de las dos primeras: "... lo temporal de este
colegio, ha tenido estos dos años muy grande aumento el
principal es haberse acavado de entablar las dos haciendas la
una de toda suerte de ganados bacas, obejas, yeguas y capras
[sic], en gran cantidad en Caroya; y la otra, de la viña y
sementeras de trigo y maíz, de Jesús María. Para estas haciendas
se an comprado ocho esclavos de nuevo y se ha hecho una casa en
Caroya".
Las Cartas Anuas de esos años relatan las necesidades de los
establecimientos jesuitas de Córdoba. El Padre Oñate en 1617, relatando al P. General el estado de la Provincia en el año
anterior, le dice: “... en este Colegio que es el principal de
la provincia, estaba junto al Noviciado y Seminario de
Estudio; y así de ordinario residían en los nuestros sesenta y
cuatro ... el cual número se volverá a ampliar con los que vienen
de España ... pero después que se apartó el Noviciado han
residido en él este año cuarenta y seis ... los cuales han
experimentado una ... providencia de Dios ... en el sustento
corporal, pues sin tener este Colegio rentas ni limosnas así por
ser la tierra muy pobre, como también por tenernos poco afecto
los españoles, por causa de defender a los indios ... con todo, la
divina providencia los ha sustentado ... y les deja algunas
ocasiones de ejercitar la pobreza en muchas cosas ... por la
penuria que hay ... y más en Córdoba”.
La urgente necesidad de poner en funcionamiento un
establecimiento de producción agropecuaria se ve reflejada en
dos cartas que el propio Padre General, en 1621, le dirige al
Hermano Juan Pérez Córdoba y al Padre Juan de Viana, rector del
Colegio Máximo .En la primera de las misivas recuerda que
"... el noviciado a estado tan pobre [y] que a tenido
neçessidad de toda la charidad que con ela usado ese Colegio
[de Córdoba] acudiéndole con la carne pan y velas que avia
menester"; agrega luego, "... será el Señor servido de
que tenga presto estançia aparte donde tenga si ganado".
En la segunda carta dirigida al Padre Viana, rector del Colegio
Máximo, le señalaba "... el Padre Provincial me a escrito que
procurará que [el Noviciado] tenga presto su estançia
aparte donde pueda tener su ganado".
Los Superiores, en poco tiempo y ante esta situación económica y
el crecimiento del número de estudiantes y novicios, recurrieron a la
formación de establecimientos rurales para contribuir al
mantenimiento de sus obras educacionales.
Este proceso de expansión se inició durante el período del
sucesor de Torres Bollo. Con la llegada del nuevo Provincial de
la Orden el padre Pedro de Oñate, en 1616, se abre un ciclo en
el cual el patrimonio temporal del Colegio de Córdoba "... se
ha augmentado con una hacienda que se procura entablar 6 leguas
de la ciudad ..." y agrega que, al año siguiente "...
otra muy buena hemos comprado que tiene viña y sementeras y
destas dos haciendas esperamos en gran parte el fácil sustento
del Collegio".
Afirma Crouzelles en su trabajo "Las Estancias Jesuíticas del
Colegio Máximo de Córdoba", que la jurisdicción de Córdoba a
principios del siglo XVII se inserta plenamente en el mercado
interno colonial y se integra fuertemente a la economía minera
del Alto Perú. Hacia 1630, se conformó "... como una región
especializada en la cría e invernada de mulas y otros ganados
principalmente a abastecer la demanda de los centros mineros
altoperuanos".
La estancia se plegó al comercio de ganado mular, aunque en la
Carta Anua del período 1637-1639 se señala que el Colegio de
Córdoba pasa "... por cierta estreches en lo temporal [y
que desde hace varios años] no progresa en su fortuna".
Después de enumerar una serie de causas que motivan la crisis
que se padecía, señala que una forma de amortizar la situación
es "... vender cada año en el Perú 4800 cabezas de ganado
para sacar así una venta de 2000 pesos".
A Caroya, para el Colegio-Convictorio de Nuestra
Señora de Monserrat, se sumaron
Jesús María y
Alta Gracia para sustento del
Colegio Máximo y Universidad; Santa Catalina para el
Colegio-Noviciado y San Ignacio de los Ejercicios o Calamuchita,
para el mantenimiento de la práctica de los Ejercicios
Espirituales de San Ignacio.
Mapa de las Estancias Jesuíticas
"La Estancia Jesuítica de Caroya" - J.
Piana (2004) - Arq. Luis Córsico
Comenta el Padre Dreidemie
(Ver Biografía):
"... Pero aunque el fin principal fue
ese, sin embargo, como apóstoles que eran y evangelizadores, no
pudieron los jesuitas descuidar este aspecto de su obra. Cada
estancia fue un centro de irradiación espiritual y de cultura.
El Padre y el Hermano estanciero, con sus ayudantes fueron los
conquistadores, para el Evangelio de Cristo, de aquellas tribus
de indios que ellos recibieron inmediatamente de los
encomenderos reales junto con los campos, en donación, merced o
compra. Y allí bullía un mando nuevo. Estos centros rurales se
convirtieron poco a poco en grandes colmenares, donde no solo
se escucha el batir del yunque o el murmurar de los batanes, o
de las piedras de molino, sino también el de las oraciones y
cánticos piadosos. El indio aprendió con los jesuitas a vivir
su vida de hombre, no de fiera: se civilizó, en el
verdadero sentido de la palabra. Y aprendió a leer y a escribir; y aprendió las artes rurales y las más variadas disciplinas
humanas".
Estancia Caroya, la primera
Es Caroya o Caroyapa el primero de los establecimientos rurales
que la Orden compró,
en 1616, en la actual Provincia de Córdoba, parte
integrante de la otrora Provincia Jesuítica del Paraguay.
Según las investigaciones del Lic. Alejandro Moyano Aliaga y del
Profesor Luis Q. Calvimonte, el primitivo casco, estuvo ubicado
a 15 km al este del actual, en la proximidades del pueblo
ESQUINA. Aún se conservan las ruinas de la antigua Capilla. Allí
construyeron acequias para el regadío de la huerta, jagüeles
para dar de beber a los animales, en especial, las mulas que se
criaban para vender al Alto Perú, Allí se construyeron casas,
veranearon los bachilleres del Monserrat. Allí pasó sus últimos
días el Dr. Ignacio Duarte y Quirós.
Recreación histórica de la Estancia de Caroya
en tiempos del Dr. Duarte y Quirós, junto a los colegiales del
Monserrat durante la época de vacaciones. La descripción de las
construcciones y paisaje está basado en aportes documentales.
Realización a tinta del Arq. Omar Demarchi del año 2001
(dibujo tomado de
"Historia de la Estancia de
Caroya" de L. Q. Calvimonte y A. Moyano Aliaga)
Recreación histórica de las ruinas de la primitiva CAPILLA DE
CAROYA, conocida desde principios del siglo XIX, como "Capilla
Vieja o Caroya Viejo", realizado por el Arq. Omar Demarchi.
Relevamiento practicado el 12 de junio de 1999, cerca de la
población de Esquina, por el Prof. Luis Q. Calvimonte y el Lic.
Alejandro Moyano Aliaga
(dibujo tomado de
"Historia de la Estancia de
Caroya" de L. Q. Calvimonte y A. Moyano Aliaga)
Relevamiento de las ruinas de la
llamada "CAPILLA VIEJA DE CAROYA", por Luis
Q. Calvimonte y Alejandro Moyano Aliaga, quienes
fueron acompañados por don Jose Ángel Garay, vecino
de la población de Esquina. Dibujo del Arq. Omar
Demarchi
Cuando el padre Diego de Torres en diciembre de 1616, después de
comprar los derechos sobre las tierras de Caroya, toma posesión;
en el documento del acto se puede leer "... y el dicho padre
rector; en nombre del dicho Colegio, la recibió y la aprehendió
y tomó real y actualmente y tomándole la mano le pasé por dicha
tierra, asiento y estancia y arrancó hierbas y en ella hizo
cortar árboles y entró en las casas y abrió y cerró las puertas
de ellas".
Es en 1661, cuando el Dr. Ignacio Duarte y Quirós compra al
Colegio de la Compañía de Jesús, representada por el Padre
Francisco Ximenez, la estancia de Caroya con todo lo clavado y
plantado, por valor de dos mil pesos. La escritura de traslación
está fechada el 2 de agosto de ese año.
El 6 de Julio de 1682, el Obispo fray Nicolás de Ulloa, al
dirigirse al rey de España, le expresa el buen concepto que de
él tiene, describiéndolo como "... sujeto ya de edad, muy
capaz y entendido, ejemplar sacerdote, muy recogido y tanto que
rara vez parece en la ciudad, retirado a una estancia donde es
de gran conveniencia , por que allí sirve para administrar a
todos los vecinos los santos sacramentos; dice misa y
predícales, y últimamente es el Abraham de aquel Manbre
(sic), hospedador de todos los peregrinos, especialmente de
los sacerdotes y religiosos. Tiene allí con qué pasar, no aspira
a más que hacer el consuelo y dar pasto espiritual a todos los
de aquella comarca en una CAPILLA que tiene muy devota y muy
frecuentada".
Después de 26 años como propietario "... el Doctor Ignacio
Duarte y Quirós, sacerdote docto y ejemplar Comisario de la
Santa Cruzada", ante escribano dona sus bienes muebles y
raíces, entre los que se encuentran "... una estancia llamada
Caroya, nueve leguas de esta ciudad, con las tierras contenidas
en los títulos y mercedes de dichas tierras, las cuales dijo
tener entregadas a los suso dichos reverendos padres con todo lo
en ella edificado, poblado y plantado de ganados mayores y
menores".
Con ese motivo, el 24 de junio de 1687 el gobernador don Tomás
Félix de Argandoña ordena hacer el inventario y tasación de los
bienes del donante Dr. Ignacio Duarte y Quirós para la fundación
y sostén del Real Colegio Convictorio de Nuestra Señora de
Monserrat.
"Una estancia llamada Caroya, que linda por la parte del sur con
las estancias y sus tierras que están sobre el río de Córdoba, y
por la del norte con las de Cabinda, y por el oriente con la
estancia y tierras de Francisco Quintero rio debajo de Córdoba,
y por el poniente con tierras de Guanusacate del capitán don
Antonio de Burgos; que tendrá de longitud ocho leguas y de
latitud siete leguas poco más o menos ... con dos lagunas
grandes que se llenan de sus manantiales permanentes, con sus
tajamares y dos acequias con que muele un molino y la otra con
que se riegan las chacras, habiéndose unido para dicho efecto
con la que muele el dicho molino; chacras que cogen mucha
capacidad de tierras de pan llevar que riegan dichas dos
acequias y alcanza dicha agua hasta dos leguas de dicha
población, donde hace lagunas donde beben los ganados; y las
dichas chacras están cercadas de zanja profunda, donde se pueden
sembrar doscientas y setenta fanegas de sementera de trigo todo
debajo de riego y zanja. Un molino que muele fanega por hora
poco más o menos, con su cárcavo canal y parte de la acequia
lavadero y tendedero, todo de cal y canto y ladrillos y la casa
con cimientos de cal y piedra. Una huerta de arboleda grande de
diversas frutas y legumbres, zanjada por cerco con una despensa
de ladrillo, cal y teja, con su puerta y llave dentro de la
misma huerta para encerrar la fruta. Un perchel de adobes y
horcones y barazón gruesa de quebracho cubierto de teja, con dos
puertas grandes fornidas con sus llaves que caben de quinientas
a seiscientas fanegas de trigo.
Una capilla de cal y piedradel
cerro, y ladrillo a medio levantar las paredes con dos puertas
de arquería de cal y ladrillo, que tiene de largo
sesenta y tres pies de a tercia y ancho
veinte; y sacristía cimentada de cal y piedra que se le sigue a
un lado de ella. Cinco piezas de vivienda nuevos que miran al
oriente con paredes de adobes y horcones de algarrobo embebidos
con techumbre de maderas muy curiosamente obradas, con
corredores al oriente y poniente bien enmaderados, con pilares y
solares de algarrobo labrados y gruesos con sus puertas; todo de
teja y todo enlucido de cal, así dichas piezas como corredores.
Otras diez piezas de viviendas y oficinas de teja, horcones de
algarrobo y adobes, de maderas gruesas nuevos que circulan las
cinco piezas principales y hacen patio de adentro de oficinas,
que todos los dichos edificios de teja en la forma dicha tienen
más de treinta mil tejas".
Esto es lo que en mensuras posteriores se conoce como "Estancia
Vieja" y luego como "Capilla Vieja" o "Caroya Vieja".
El Real Colegio Convictorio puesto bajo la advocación de Nuestra
Señora de Monserrat y aprobadas sus Constituciones, comenzó a
funcionar en agosto de 1687 en la que fuera la casa familiar de
Duarte y Quirós en Córdoba. No obstante, la donación, Duarte
Quirós siguió viviendo en la Estancia hasta su fallecimiento
acaecido el 2 de febrero de 1703.
Por ahora, no se conocen los motivos que indujeron a los jesuitas a mudarse
a la actual posición que, en aquel momento, era la Estancia de
"San
José de Chavascate", surgida a posteriori de la extinción del
antiguo pueblo de indios.
Se estima que alrededor de 1723 y sobre las bases del casco de
la mencionada estancia, comenzó la construcción de la que hoy
conocemos como "Casa de Caroya".
Con respecto a Caroya, en las Cartas Anuas de 1720-1730, puede
leerse que "... otro Hno. cuida de la estancia de Caroya, donde
vive un padre Capellán estanciero. Crecieron, pues, mucho los
intereses temporales, porque el presbítero Antonio Vélez, legó
al morir en 1722, una respetable estancia, con un molino muy
oportuno. De igual modo don Juan Crespín, noble español, donó en
1725 al Convictorio todas sus rentas, entre las cuales se
encontraban 43 esclavos muy útiles para el cultivo de
la estancia. Así pues se levanta rápidamente el edificio de cal
y ladrillo, desde sus cimientos y está medio concluido".
Otro documento menciona el traslado, aunque sin apuntar las
razones, que lo motivó. Se trata del memorial del Padre
Provincial Jerónimo Herrán en su visita a la Estancia de Caroya,
el 9 de septiembre de 1733: "1. Para que la vacas no
se acaben de alzar, en grave daño del Convictorio, hará el Padre
rector cuanto antes, las providencias necesarias en la forma que
me tiene comunicado; siendo también necesario que ponga otro
capataz más hábil y que no se deje rancho alguno en el Pueblo
Viejo, si no que se pongan todos en el paraje del Pozo Largo,
para que con esto, no habiendo más aguadas, las vacas se puedan
sujetar a rodeo.
2. Hace reconocido bastante en las quejas, y así se pondrá
especial cuidado en ellas, añadiendo otro muchacho más en las
majadas, pues uno solo no basta. 3. Supuesto que así las
chacras, como el puesto de los ganados están cerca de la
estancia, se encarga al Hermano estanciero, que reconozca
personalmente, como lo hace la gente. 4.
Siendo tan necesario para decencia, que se
acabe la casa, de suerte que haya clausura en ella; en
acabando de cubrirse la bóveda de la sala de la esquina del
Convictorio, enviará al Padre Rector los albañiles y otra
gente que allá no fuere necesario a la
ESTANCIA, para que en ella prosiga la obra, hasta que
siquiera haya una decente clausura.
5. Para que el Hermano estanciero pueda, si se ofrece comprar
alguna madera u otras cosas que fueran necesarias. 6. Ante toda
cosa, procurará el Padre Rector de visitar la estancia,
informarse como se doctrina y enseña a la gente a rezar, así de
chica como de grandes, pues de estos en especial, me han
asegurado que algunos no saben la doctrina Cristiana".
La evolución de la Estancia
Tres épocas definidas marcaron la existencia de la estancia: la
jesuítica de los primeros tiempos, la colonial de la época de la
independización y la de los inmigrantes friulanos.
La Casa Grande, abierta al este, mirando la salida del sol, con
habitaciones corridas comunicadas entre si, frente a galerías
en torno a un patio central al estilo musulmán.
El ala sur, incluía comedor, refectorio, cocina y despensa.
"La sabiduría de esta arquitectura está en la adaptación
acertada
al ambiente climático del lugar, que permite una vida
casi a la intemperie durante largas horas del día y el
recogimiento se hace al atardecer cumpliendo con la jornada
solar del trabajo. El destino de las habitaciones cubrían las
necesidades del hombre, descansar, alimentarse, recrearse".
Cotidianamente las labores se desarrollaban fuera de la casa: el
molino el granero, el secadero, la huerta, el pesebre, la
herrería, el tajamar.
La Capilla, desarrollo del Oratorio
Se ubica en el ángulo sur este de la casa.
Tiene acceso independiente desde el exterior, a través de un
atrio de
10,60
m de largo por 4,65 m de
ancho, enmarcado
por un muro de piedra a la vista con juntas alisadas. Una
escalera de cuatro escalones, salva la diferencia de nivel entre
atrio y nave. Este acceso permitió su uso a los feligreses que
no pertenecían a la casa hasta finales del siglo XIX cuando se
erigió la Parroquia
Nuestra Señora de Monserrat de la novel Colonia Caroya.
La capilla dedicada a la Virgen Negra de Monserrat consiste en una
nave rectangular de 17,50 m de largo por 4,80 m de ancho.
Sus paredes conformadas por piedras a la vista de alrededor de
0,83 m de espesor, soportan una techumbre
cuya estructura
esta compuesta por once cabreadas, alfajías y cabos de madera
dura con bovedillas a la vista.
La cubierta es de tejas musleras, igual que el resto de la casa
a excepción de los miradores del ala norte.
Una escalera interior, muy simple, da acceso al coro alto,
construido con vigas y solado de madera dura y ventana coral
rectangular. La profundidad del coro es de 3,50 m y el
ancho es el de la nave.
En la pared norte una pequeña ventana, próxima a la escalera del
coro, permite el único ingreso de luz natural.
Del lado de la epístola, una puerta la comunica con la sacristía
de 4,45 m por 5,15 m, para luego conectarse con la galería
del patio. Desde la sacristía, también hay acceso a la galería
frontal.
Los pisos, que no son originales, están conformados con ladrillones de 25
cm
por
25 cm dispuestos en forma diagonal.
"Las campanas son voz de esperanza, voz de consuelo, voz de
amor. Son como las trompetas de Dios, que atraviesan los tupidos
bosques y dominan sobre todo ruido humano".
Esta frase del escritor francés, Louis Veuillot, parece
haber quedado aquí, en el olvido. Espadaña, torres para las
campanas,nada de ellas. Siempre estuvieron presentes en las
obras de los jesuitas, aquí no disponemos de información al
respecto.
En 1735, las Cartas Anuas relatan que: "... a la casa de
campo de Caroya se ha añadido otra mitad y se ha cerrado con
tapia de adobes su huerta de árboles frutales, con una viña,
la cual ya rinde lo suficiente para el Colegio". Con el
agregado de estas habitaciones, se cierra el patio, conformando
la edificación más antigua, que es la que describe el Gobernador
Argandoña en su tasación de 1687.
1814-1816 – Primera fábrica de armas blancas
"... Es una vergüenza, es un desdoro que los oficiales de este
Ejército ni los Sargentos tengan un espadachín, una espada o un
sable, porque no hay donde comprarlas.
Y es indispensable que V.E. se sirva ordenar que a la mayor
brevedad se me remitan 200 de estas armas, para que se cumpla
esta falta, que yo cuidaré que se le descuente a los Oficiales
el valor de las que reciban".
Manuel Belgrano al Gobierno Provisional de las Provincias
Unidas.
Campo
Santo, 5 de mayo de 1812.
Con el advenimiento de la Revolución de Mayo cambia el orden
jurídico y las funciones de la propiedad.
Con la firme determinación de proveer armas, pólvora y
cartuchería a los ejércitos de la independencia, los primeros
gobiernos patrios tomaron las medidas necesarias para conseguir
el objetivo.
El 27 de diciembre de 1813 el Director Supremo de las Provincias
Unidas del río de la Plata Gervasio Posadas (1757-1833),
solicitó al coronel don Manuel Rivera (1764-1824), se ocupe de
la instalación de una fábrica de armas blancas en Córdoba.
El mismo Rivera sugiere la estancia de Caroya, por la existencia
en ella de edificios donde albergarla, así como la abundancia
de agua para el funcionamiento de maquinaria y templados.
Se notifica al gobernador intendente de la Provincia de Córdoba,
don Francisco Javier de Viana (1764-1820), después Ministro de
Guerra del Director Posadas "... para que contribuya en lo que
esté a su alcance con el operativo de traslación, interesándose
en sus progresos y adelantos".
A más de dos siglos de su existencia, la casa debió adaptarse a
su nuevo destino. En 1814 se agregó el primer piso del ala norte
con camino de ronda y torre de observación. Se instalaron
precariamente los hornos de fundición y una gran pileta adosada
al ala oeste que servía para templar los aceros de las espadas.
En este segundo destino queda marcada una nueva etapa
estilística, ya que se descarta la inspiración de modelos "godos", reemplazándolas por las formas que asociativamente
respondían a modelos liberales y que encuentran en el
neoclasicismo su adecuada expresión.
Como expresa el Arq. Rodolfo Gallardo "... las molduras de las
aberturas de la torre, la torre misma emergiendo sobre la
chatura de los techos coloniales tiene ya otro espíritu
progresista tal vez el mismo que llevó a sustituir los viejos
pisos o usarlos de contrapiso para embaldosarlos arriba o bajar
con tensos lienzos blancos la altura de las habitaciones
ocultando el maderamen que la restauración ha reivindicado".
Es en esta época, primeros días de junio, cuando el general José
Francisco de San Martín, de retorno de su misión al comando del
Ejército del Norte, por el "camino de los santiagueños" descansa
en Caroya; una de las últimas etapas de su viaje con destino a
la estancia de su amigo Eduardo Pérez Bulnes, en Saldán.
Se dará comienzo a la producción de sables previo
aprovisionamiento de materiales y herramientas procedentes de
Córdoba y Tucumán. Se procedió al nombramiento de capellán,
mayordomo y escribiente más una importante dotación de
operarios, tales como: majadores, amoladores, bronceros,
braceros, carpinteros, albañiles, plateros, talabarteros, etc. A
fin de custodiar instalaciones y despachos se destacó un piquete
de soldados.
El 13 de marzo de 1815, el director Rivera solicita al
gobernador la suma de 3.000 pesos a fin de poder dar comienzo a
la producción, llegando el director a comprometer fondos propios
en desempeño de sus funciones.
El 13 de julio se remiten, bajo custodia, al gobernador José
Javier Díaz, 40 sables de un total de 300 solicitados.
Trece días después, Manuel Rivera le comunica que entrega a don
Francisco de Paula Pérez, la espada sable que se ordenó fabricar
para el General José Rondeau (1775-1844), jefe de la tercera
Expedición al Alto Perú. En la misma oportunidad le comunica que
ha entregado al rector del Colegio Monserrat, Dr. Tomás Aguirre
(1812-1815), ocasionalmente en viaje a Córdoba, la espada sable
con sus correspondientes vainas y guarniciones doradas que se le
encargó para el Gral. José Gervasio Artigas (1764-1850) y otra
en obsequio para su persona.
Comenta el arq. Gallardo, que "... el Cnel. Díaz queda
satisfecho, no solo porque es hombre fino y paladea de ante mano
el gusto del obsequio al líder oriental, por el que además podrá
comprobar el grado de perfección de la industria cordobesa, sino
que recibe otra espada igual para su uso personal, con lo que el
Colegio Monserrat y la Fábrica de Armas se ganan la buena
disposición del Gobernador Propietario".
Con un empréstito forzoso sobre el comercio cordobés se logró
recaudar 19.000 pesos, que le permitió a la fábrica sobrellevar
los primeros gastos de fabricación e instalación. Desde su
inicio y a través de su corto período de existencia
(1814-1816), la fábrica sufrió serias carencias a causa de la
escasez de fondos del erario público provincial y nacional.
En el período de funcionamiento la gobernación de Córdoba pasará
sucesivamente de Francisco Javier de Viana (1813-1814) a
Francisco Ortiz de Ocampo (1814-1815) y más tarde, a José Javier Díaz
(1815-1816).
Dentro de una economía muy ajustada y en plena producción, el 20
de enero de 1816, el ministro de Guerra, a través de su director
interino Ignacio Álvarez Thomas (1787-1857) le ordena a Rivera,
suspender todo trabajo, levantar inventario, materia prima,
armas terminadas y en curso de producción y conducir, a la
postre, instrumentos, máquinas y demás enseres a Buenos Aires.
Parte del acero existente fue sacado a remate o dado en pago por
orden del Directorio, a fin de satisfacer deudas y salarios
atrasados.
Este era el fin de la Fábrica de Armas Blancas en la estancia de
Caroya; de aquí en más, todas las armas se fabricarían en Buenos
Aires.
El estado había contraído una deuda con el Colegio Monserrat por
la suma de 1.794 pesos. En 1819, al asumir como rector el Dr.
José María Bedoya hace el correspondiente reclamo, proponiendo
que se vendan los esclavizados que quedaron en la estancia y no
prestan funciones en la desactivada fábrica de armas.
En total eran 11, menores de 30 años, aptos para trabajar como
peones y habían sido comprados en Buenos Aires por 250 pesos
cada uno. Después de varias negociaciones, los esclavizados
quedaron para el Colegio con un sueldo de un peso semanal.
Cuando habían transcurrido cuatro años del cierre de la fábrica
de armas, descansó en la estancia el general Manuel Belgrano,
camino a Buenos Aires donde va a fallecer cuatro meses después.
Se conoce la carta que escribió el 19 de marzo de 1820, al
vecino cordobés Carlos del Signo, agradeciendo la donación de
400 pesos que le permitieron seguir viaje a su destino final. En
la capilla doméstica de la Casa de Caroya, ante la Virgen de
Monserrat, acompañado por el Padre Franciscano José Villegas, su
confesor y capellán del ejército, habrá rezado sentidas
oraciones por el destino de su amada Patria.
El 20 de marzo pudo continuar su viaje, un día antes que la
Asamblea Constituyente provincial designara Gobernador y Capitán
General de la Provincia de Córdoba, al coronel Juan Bautista
Bustos. (1797-1830).
Estancia
Caroya, la de los inmigrantes friulanos
"... Cargados de bultos traían en
sus manos, como dioses mitológicos, los atributos
característicos de su propia circunstancia. Mientras en férreas
espaldas sostenían la mochila que sintetizaba el hogar y sus
magras pertenencias, la diestra en alto empuñaba en instrumento
de labranza: era el trabajo fecundo y decidido, ávido de
arrancar a los terrones de la tierra el grano y la vid como en
bíblica estampa.
Al lado, la mujer, unida en el amor al hombre que soñaba en
prados labrantíos, acunaba en brazos al hijo, rubio como las
espigas promisorias, tostada ya también en promisores anticipos,
con los soles de América.
Llegaban a la estancia como llegaron los estudiantes, como
llegaron los hombres de la Independencia, siempre atrás de una
esperanza".
En "La Casa de Caroya, Predilecta de la Historia" de Rodolfo
Gallardo.
El Dr. Nicolás Avellaneda, (1837-1885) quinto presidente después
de Caseros, ex alumno del Monserrat y por ende, en su etapa de
"reyuno", residente veraniego de la estancia; fue un gran
impulsor de la Colonización y el 15 de marzo de 1878, la
Estancia se transforma en alojamiento transitorio acogiendo a los
recién llegados nuevos colonos.
Para acceder a un detalle específico y pormenorizado del
derrotero vivido durante el proceso de colonización de la
Colonia San Martín que, a poco, se reconvierte en Colonia Caroya,
haga click aquí.
A medida que se asignaban las parcelas en la Colonia y se
construían sus viviendas los colonos comenzaron a abandonar este
destino provisorio.
Durante
el fraccionamiento de las tierras el casco de la
Estancia, quedó dentro del
Lote Nº 1, compuesto por cuatro parcelas de 25 ha cada una,
totalizando 100 ha. El Gobierno Nacional tenía proyectado hacer
una fundación agrícola creando una escuela de ese rubro. Solo
quedó el proyecto procediéndose a su remate años después.
Mientras las construcciones de la Casa de Caroya iban entrando
en un largo período de decadencia, la vieja capilla de
Monserrat, siguió prestando servicio religioso a la comunidad,
en plena etapa de formación.
Quedaron archivos de inventarios de esa época que aportan
algunos datos de interés.
Inventario de 1878: "... la capilla del Colegio de Caroya es
pequeña, con murallas de piedra y cal y techo de tijeras,
cubierto de tejas ...
Imágenes: Una imagen de Nuestra Señora de Monserrat,
regularmente adornada, en un nicho del retablo que es todo de
madera, con un sagrario. Una imagen de Santa Teresa. Otra de
Nuestra Señora del Rosario de bulto, colocada en un nicho, en el
vestíbulo de la sacristía. Una imagen de bulto del Rey Mago
Baltasar. Un cáliz, un porta viático, una corona de la Virgen
del Rosario, todo de plata. Ornamentos completos para los
servicios religiosos y sus respectivos armarios para su guarda".
Inventario de 1891: "... la capilla es la misma que perteneciera
al antiguo Colegio de Caroya. Una imagen de Nuestra Señora de
Monserrat, sentada en una peña o monte artificial, con corona y
diadema de plata, y en la mano una asiena pequeña de plata. Una
imagen de Santa Teresa de bulto, tallada de madera 'muy vieja',
de tres cuartos de alto".
En 1897, se imprime el libro "Tierra
Adentro - Sierras de Córdoba" escrito por Ashaverus
(seudónimo de Amado J. Ceballos, escritor e Inspector de
Escuelas cordobés). La obra unifica periódicos relatos
publicados en el Diario La Nación que contenían experiencias de
viajes realizados por el autor hacia el interior geográfico y
costumbrista de la provincia mediterránea; del mismo extraemos
su visión temporal sobre la Estancia de aquellos días. Según
Ceballos "... un objeto de interés histórico para el que
se
visita este pueblo y sus alrededores es la vieja Estancia de Caroya,
perteneciente al antiguo Colegio de Monserrat, con su viejo
edificio y capilla de mal gusto, ambos casi en ruinas ... es
verdaderamente penoso, aún para los espíritus más independientes
de las preocupaciones y afecciones religiosa sectarias ver caer
a pedazos los muros levantados por instituciones seculares y
algunos departamentos que sirvieron para objetos bien diversos,
convertidos en caballerizas y depósitos de alfalfa".
En 1898 el casco de la estancia, dentro del Lote Nº 1 de Colonia
Caroya, es rematado y comprado por Benigno Acosta, quien
entiende que la compra incluye la capilla con su sacristía. En
honor a su esposa y a su hija cambia el nombre de la heredad por
"Las Mercedes", topónimo que se extenderá hasta 1964
cuando la Provincia, por decreto Nº 1390 Serie “B”, expropia la
Casa de Caroya y un predio de 10 ha.
Durante las siguientes décadas del siglo XX, la Casona de Caroya entró en un
oscuro período de abandono; al ser ocupada por familias humildes
que la depredaron fuertemente.
De las mercedes, compras, donaciones y desmembramiento de tierras
11/09/1574
(merced)
Las tierras donde se formará la estancia de Caroya fueron
dadas en merced por el gobernador Don Lorenzo Suarez de
Figueroa al capitán Bartolomé Jaimes, vecino cofundador
de Córdoba, pudiéndose leer en la terminología de la
época: "... una cañada de tierras que está a cinco leguas
poco más o menos de esta ciudad en la travesía, desde los
pueblos despoblados de Pedro Díez de Cortes, hacia las
sabanas y tierra adentro hacia Guanusacate, que es hacia
el norte, en la cañada están dos jagüeles, que la merced
se hace desde dichos dos jagüeles la cañada arriba, diez
fanegas de tierras de maíz y otras diez hacia abajo, la
cual cañada se dice y llama Caroyapa y Istinocora y por
otro nombre Ischapa Aupa".
30/10/1575
(merced)
Un vecino de los notables, Juan de las Casas, cofundador
de Córdoba, obtiene una merced dada por el teniente de
gobernador Juan de Burgos, que abarca "... todas las
tierras, chacaras y aguadas que poseía y poseyó por
suyas en el valle de Chavascate y su comarca y circuito
el cacique don Hernando Anime, señor que fue del dicho
valle como cacique principal, que fue que habrá que
murió diez días poco más o menos que por su fin y muerte
quedaron vacos por no haber legítimos herederos .... Y
se entienda que la dicha merced ha de ser desde el
camino viejo de Santiago que pasa junto a Chavascate río
arriba y río abajo así de una parte como de la otra,
todo lo que le pertenecía al dicho don Hernando Anime,
no metiéndose a tomar las tierras de los demás indios
del dicho pueblo de Chavascate". Esta merced es
el origen de "... la legua de Casas".
07/11/1596
(dote)
Juan Maldonado casado con Lucía Gonzalez, hija de
Bartolomé Jaimes recibe de éste, la estancia por valor de
200 pesos, como parte de dote.
Juan y Lucía la venden a Diego Funes y su esposa Inés
Gonzalez Jaimes, quienes a su vez, la entregan en dote a su
hija Doña Isabel de Funes al contraer enlace con Luis de
Ribera, Escribano de Cabildo de la Ciudad de La Rioja. El matrimonio se radica en la estancia .Al
fallecer Don Luis su viuda contrae enlace con el capitán
Damián Pérez de Villarreal. Un astuto maestro sastre,
llamado Pedro Fernández Bandurreira, solicitó prestado el
campo a Luis de Ribera para guardar hacienda. Al fallecer
éste, tras algunas maniobras jurídicas y algunas mejoras
introducidas, logra la confirmación de la tenencia por
parte del gobernador Don Luis de Quiñones Osorio.
08/01/1616
(pleito)
Doña Isabel de Funes, con su nuevo marido Perez de
Villarreal, propietarios ausentes, inician el pleito para la recuperación de
tierras. Ante lo incierto del resultado de un juicio
deciden vender la estancia. El hermano y apoderado de
ella, Cristóbal de Funes, interesa para la compra, al
padre Diego de Torres, rector del Colegio de la Compañía
de Jesús.
16/11/1616
(compra)
Después de muchas tratativas, el padre Torres que estaba
buscando tierras para el Colegio, las compra, en 200
pesos, con pleito incluido.
01/12/1616
(pleito transado)
Una vez que el Padre Torres tomó posesión de las tierras
se dedicó a solucionar el problema con Fernández
Bandurreira. Transó el pleito pagando 250 pesos "... por
las mejoras y labrado y edificado y plantado y corrales".
08/12/1616
(posesión de la estancia)
Con la intervención de la autoridad de Justicia, Juan
Bautista Daniel, da la posesión al Padre Torres en
presencia de varios testigos. Quiere decir entonces
que, el Colegio Máximo, es propietario de una regular
extensión de campo por 450 $, importe de lo vendido por
Funes y los derechos vendidos por Bandurreira.
02/01/1617
(merced ampliatoria)
A petición del padre Torres, el gobernador Don Luis
Quiñones de Osorio,otorgó en mercedtodas las
tierras vacasque había alrededor de la estancia de
Caroya "... ansí de largo como de ancho y contorno
hasta lindar con tierras de las estancias de Juan Bautista
[Daniel], y de Gaspar de Quevedo y general don
Alonso de la Cámara, y Diego de las Casas y Alonso de
Coria Bohorquez, y hasta lindar con tierras que pertenecen
a los herederos de María Mejía y doña Isabel de Deza, y
así mismo haga dicha merced al dicho Colegio de dos leguas
de tierra en ancho en la parte dicha que corran desde la
dicha estancia que compraron referida hacia la dicha
ciudad de Córdoba y en lo demás hasta lindar con las
tierras y estancias referidas".
10/12/1624
(solicitud de posesión)
El rector del Colegio, Padre Marcial de Lorenzana , pidió
posesión de estas tierras, con manifiesta demora. Cuatro
días después, el Hermano Juan Díaz, procurador del Colegio
se hizo cargo.
02/08/1661
(venta)
"El Padre Francisco Ximénez rector del Colegio de la
Compañía de Jesús, vende al señor doctor Ignacio Duarte y
Quirós, comisario de la Santa Cruzada, la estancia de
Caroya que era de este Colegio, nueve leguas de esta dicha
ciudad, poco más o menos, y le vende las tierras que
tuviere y le perteneciere a dicha estancia conforme a los
títulos que se le han de entregar que lindan por una parte
con tierras de Cabinda, que es de doña Isabel de la
Cámara, viuda de Juan Bautista Daniel; y por la otra, con
tierras de la estancia de Jesús María, las cuales le
vende libre de todo censo y tributo especial ni general en
precio y cuantía de dos mil pesos de a ocho reales cada
uno que por ellos le ha dado y pagado en reales de contado
de que se da por contento pagado y entregado a su voluntad
y por no parecer la paga de presente renunció las leyes
del entrega prueba y pago nom numerata pecunia como en ella
se contiene y confiesa que la dicha estancia y tierras con
lo en ella edificado y labrado no vale más de los dichos dos mil
pesos. Córdoba, 2 de agosto de mil seiscientos sesenta y
uno".
Hay varias firmas.
24/06/1687
(donación)
El gobernador don Tomás Felix de Argandoña, en esa fecha
designa al capitán Francisco López del Barco y al capitán
Ignacio de Ledesma, para realizar el inventario de los
bienes que el Dr. Ignacio Duarte y Quirós dona para la
fundación y sostén del Real Colegio Convictorio de Nuestra
Señora de Monserrat: "La estancia de CAROYA, linda
por el sur, con las estancias que están sobre el Río de
Córdoba. Por el norte con las tierras de Cabinda de
Francisco Quinteros, Río Primero debajo de Córdoba; al
oeste con tierras de Guanusacate, del capitán don Antonio
Celis de Burgos Quiroga. La estancia tendrá una longitud
de ocho leguas, y de latitud siete leguas más o menos". Continua con la descripción de todo lo clavado y
plantado, y finaliza: "... Todo lo cual,
habiéndolo tasado por menor y cosas aquí referidas,
sacamos la cuenta que tienen un valor, y valen 12.000
pesos".
10/05/1700
(merced)
Al comenzar el siglo XVIII, el gobernador don Juan de Zamudio, concede en merced al
maestre de campo don José García de Miranda, las tierras
que habían pertenecido a los extinguidos indios de Chavascate.
Habían pertenecido a Juán de las Casas y en segunda
vida, a su hijo el Capitán Antonio de las Casas
fallecido el 13 de enero de 1613. Eran dos leguas a todos los vientos más las
tierras sobrantes a sus alrededores. La estancia fue
nombrada con el de su santo patrono: san José. [Actual
asentamiento de la Casa de Caroya]
Año 1709
(merced - compra)
El gobernador don Esteban de Urizar y Arespacochaga
adjudica al Real Colegio Convictorio de Monserrat una
merced de tierras: "... las tierras que fueron de
indios de Chavascate en el río de Casas, de la otra
parte del río hacia la banda del Norte y Estancia de
Jesús María, una legua de largo y media de ancho, desde
el camino real y pasaje de las carretas ... y todas las
sobras de tierras que hubiese vacas, hasta confinar con
Caroya ... de tal suerte que quedan unidas y agregadas a
la dicha estancia". En el mismo año, el Colegio
compra parte de las tierras que lindan con Guanusacate.
05/07/1722
(herencia)
García Miranda, entrega las tierras Chavascate a su hija
Josefa. Al fallecer ésta (27/10/1731), soltera y sin dejar
descendencia, la hereda su hermana.
07/03/1732
(venta)
La religiosa del Monasterio de Santa Catalina de Siena,
llamada en religión, sor Ignacia de Cristo, vende la
estancia de San José de Chavascate al padre Francisco
Javier de León, Procurador del Real Colegio
Convictorio
de Nuestra Señora de Monserrat: "... una suerte de
tierras cuyo centro principal es el pueblo de indios que
fue llamado Chavascate, de esta banda del río que llaman
de Casas, con todas las tierras que le pertenecen, por la
suma de 125 pesos". Al integrarse estas tierras con
las de Caroya formaron una superficie de alrededor de 60
leguas cuadradas; unas 139860 hectáreas.
12/07/1767
(expulsión)
Con la ejecución del decreto de expulsión de la Compañía
de Jesús, comenzó la decadencia y posterior
desmembramiento de la Estancia de Caroya, al igual que
todos los bienes de la Orden. La Junta de Temporalidades
se hace cargo de la administración de los bienes
confiscados. La Estancia perteneciente al Real Colegio
Convictorio de Monserrat, por ser un bien que estaba
bajo la protección de la Corona española, quedó
desafectado bajo la administración y dirección de la
orden franciscana de la ciudad de Córdoba.
26/06/1786
(Decreto)
El Marqués de Sobre Monte dictó un decreto por el cual
dispuso que, a partir de la fecha indicada, no existen
tierras realengas desde el Río Primero hasta Caroya ya
que todas pertenecen al Colegio de Monserrat; razón por
la cual, no se atenderá ningún pedido de tierras en esa
región.
1795
(primer parcelamiento)
El Rector del Colegio Fray Pedro José Sullivan se dirige
al Gobernador Intendente Marqués de Sobre Monte, a modo
de denuncia, que Mauricia Ludueña se encuentra
"agregada a la estancia" residiendo en el paraje
"El Garabillo" aduciendo que tiene permiso de los
Rectores anteriores. Estas tierras pertenecen, sin duda
alguna, a la Estancia Caroya; pero, la señora Ludueña
pretende quedarse en el lugar ya que sostiene que son
realengas. Sobre Monte ordena mensurar los campos para
iniciar el trámite. El expediente quedará inconcluso.
03/07/1797
(desalojo)
Sobre Monte ordena al Juez Pedáneo Juan Sarmiento que
proceda a desalojar a Doña Benita Pajón si es que no
puede acreditar de modo documental que es poseedora de
las tierras de "Posito de las Vacas" que
pertenece a la Estancia Caroya. Escudándose en numerosos
fundamentos pero sin poder demostrar con títulos sus
derechos, en 1820, el juicio seguía sin poder
resolverse.
01/12/1800
(Cédula Real)
Por Cédula Real del Rey Carlos IV de España se dispuso
la fundación de la "Real Universidad de San Carlos y
de Nuestra Señora de Monserrat". Cesa la
administración franciscana de la Estancia de Caroya,
pasando el gobierno al Clero Secular. Después de varias
disputas se puso en vigencia en 1808; siendo el último
administrador de la Estancia, en este período, el Rector
del Colegio el R. P. Pantaleón García (1802-1807). La
Real Cédula es refrendada por el Virrey del Río de la
Plata, Santiago de Liniers el 19/11/1807.
Año 1820
Después de la "Revolución de Arequito" y
posterior asunción del Coronel Juan Bautista Bustos como
Gobernador de la Provincia de Córdoba, la Universidad y
el Colegio Monserrat con su Estancia de Caroya pasaron a
depender del Gobierno Provincial. En esta etapa,
conocida como "período provincial (1820-1854)",
fue la época donde se vendieron gran cantidad de tierras
pertenecientes a la Estancia de Caroya dando origen a
otras estancias de menor superficie.
20/04/1826
(ventas)
El rector del Colegio Monserrat Dr. José María Bedoya
vendió al José Sarmiento un campo con una extensión de
una legua de sur a norte por media legua de este a
oeste. La zona de "Las Chacras" terminó siendo
una importante extensión de tierras vendidas a diversas
familias: Avendaño, Vázquez, Ramírez, Ludueña, Leiva,
Sarmiento y Montenegro.
Año 1827
El Dr. José M. Bedoya eleva un documento al Gobernador
Juan Bautista Bustos sobre el estado deprimido en que se
encuentra la Estancia y que, ante la imposibilidad de
ser atendida de modo conveniente por parte de los
Rectores, propone que se designe un administrador y
luego que, la misma, sea vendida.
Año 1847
Las
Autoridades de la Universidad y de la Provincia
coinciden en señalar que la Estancia es muy poco
productiva. El Rector Ramírez de Arellano señala que
"... cuatro leguas es suficiente para la hacienda del
Colegio y que ... los terrenos que están fuera del
mencionado plano están de más, las tierras sobrantes son
incultas y que solo ofrecen un corto pago por parte de
algunos arrendatarios que son pocos y pobres".
29/05/1854
(traspaso)
En el mes de marzo, el ministro de Justicia, Culto e
Instrucción Pública de la Confederación, Santiago Derqui
(1809-1867), visitó la Universidad y el Colegio
Monserrat. Después de un profundo análisis, decide
solicitar a la Asamblea cordobesa que estas
instituciones pasen a la órbita nacional; propuesta que
es aceptada. Gobernaba Córdoba Alejo Carmen Gúzman
(1815-1884). El Decreto de traspaso fue firmado por el
Vicepresidente de la Confederación Salvador María del
Carril (1798-1883) en ausencia de Justo José de Urquiza
(1801-1870). La Estancia de Caroya pasó a ser nacional.
Año 1878
(colonización y asignación de tierras en torno a la Casa
de Caroya)
Para mayor
información acerca del proceso de colonización y la
reserva de tierras asignadas al Casco de la Estancia de
Caroya remitirse al espacio dedicado a la
creada Colonia San Martín que deviene, al poco tiempo,
en Colonia
Caroya.
15/07/1890
(escritura)
El lote N°1
con una superficie de 100 ha conteniendo el casco de la
Estancia es comprado en remate público por Don Ramón
Ignacio Olmos, quien recibió escritura de manos del
Ministro del Interior Dr. Salustiano de Zavalía. Cinco
años después se lo vende a los señores Gotardo Realini y
Federico Tessi.
14/02/1898
(venta)
Quienes, ante el escribano don Ramón E. Brandan,
vendieron el lote a don Benigno Acosta, con todo lo
clavado y plantado, por la suma de 20.000 pesos. Cambia
el nombre de la estancia por "Las Mercedes".
Benigno Acosta, acaudalado y prestigioso vecino de la
Ciudad de Córdoba de la cual fue Intendente, se casó con
Mercedes Font con quien tuvieron una hija llamada
Mercedes Acosta Font, la que contrajo matrimonio con el
Dr. Pastor Achával.
Año 1937
(testamento)
Al fallecer
Benigno Acosta (1819), su esposa y su hija, queda como
único heredero el Dr. Achával quien, en ese año, testa
todos sus bienes. Entre ellos, Caroya a favor de su
madre Doña Amelia Deheza de Achával y a su hermana, Doña
Rita Achával de Martínez.
Año 1964
(expropiación)
El Gobierno
de la Provincia de Córdoba por Decreto N°1390 Serie "B"
de 1964, expropió 10 ha con el casco de la Estancia de
Caroya. Se recupera el nombre de la misma. De aquellas
140000 ha, tan solo diez representan el paso de casi 400
años de historia.
Video - Año 2007
Dr. IGNACIO DUARTE Y QUIRÓS (1618-1703)
Ignacio Duarte Quirós nació en Córdoba, entre 1618 y 1620. Por
la Universidad de Córdoba, es maestro de Artes y Doctor en
Teología; se ordenó Sacerdote del Clero de Córdoba en 1650 y es
Fundador y Dotador del Colegio Convictorio de Monserrat que
comenzó a funcionar en el actual Colegio de la Terciarias
Carmelitas o Huérfanas y luego trasladado a su actual
ubicación.
Es hijo del mercader portugués Simón Duarte y de María Holadilla
de Quirós, hija de portugueses. Tenía tres hermanos: María,
Gertrudis y Luis.
Dice la Dra. Marcela Alejandra Suarez que "... es poco lo que
se conoce de su vida, pero todos coinciden en que era sencillo,
humilde, muy piadoso y caritativo. No ocupó cargo político ni
religioso de categoría ni fue profesor en la Universidad como
hubiera podido esperarse de su condición de doctor".
El 19 de octubre de 1645 se acordó la carta de emancipación
paterna, en los siguientes términos:
"Estando mis padres ante el Capitán Esteban Loyola,
Alcalde, e Ignacio presente dijeron que el dicho
maestro Ignacio Duarte y Quirós, su hijo, que es de
edad de más de 25 años, ha estado y esta debajo del
Poderío paternal y maternal de ellos.
Y porque es capaz y suficiente para ser libre de la
patria potestad y emancipación y tiene voluntad de
lo mancipar.
Y para hacerlo lo han comunicado con el dicho su
hijo el cual lo consiente y se lo ruega y pide a los
dichos sus padres.
Por lo tanto, en aquella vía y forma que haya lugar
en derecho otorgan que emancipan al dicho Maestro
Ignacio Duarte Quirós y le apartan y quitan poder.
Y en señal de ello ambos padre y madre le toman por
la mano, y le dejaron y apartaron de sí; y le dieron
por libre y quito desde luego para siempre del poder
que sobre él y sus bienes tiene.
Y le dieron poder y facultad para que, por su
persona los administre y rija y gobierne y que él
pueda parecer en juicio y hacer contratos y cuasi
contratos y defenderse de todas y cualquiera
persona.
Y el dicho Ignacio Duarte Quirós, que está presente,
aceptó la escritura de emancipación; y puesto con
una rodilla en el suelo, dijo que agradece los
derechos a los dichos sus padres la dicha
emancipación y les besó a cada uno la mano.
Y todos pidieron al Señor Alcalde Ordinario que
interponga su autoridad y decreto judicial en esta
escritura, para su validación y firmeza.
Y lo otorgaron, siendo testigos, Lucas Loyola y Juan
B. Rojo, Aguacil Menor y Diego Albarracín".
[A. de T.; E1, P1, 50, 1645-6, Folio 221]
Heredero de una gran fortuna que su padre había forjado como
comerciante, supo administrarla con mucha prolijidad.
Fue en la VII Congregación celebrada en Córdoba, en 1645, cuando
el padre Juan Pastor recomendó la creación de un convictorio en
la ciudad, para lo cual solicitó la autorización del padre
general en Roma. Expresaba el padre Pastor:
"... y así el entablarle algún Colegio Convictorio en la ciudad
de Córdoba importaría para todo y para promover nuestros
estudios en aquella Ciudad y Colegio en que tenemos universidad,
y para que se entable importará la aprobación de Vuestra
Paternidad ...".
El 8 de agosto de 1646, el padre Vicente Caraffa, general de la
Compañía, había autorizado la fundación de un colegio
convictorio en la región. Escribió:
"El Padre Provincial haga una buena, y numerosa Consulta
cerca del postulado que se representa de formar en la ciudad de
Córdoba un Colegio de convictores en la forma que se propone, y
como no se descubra inconveniente, se apruebe, por mi parte doy
licencia para que se disponga".
Este es el primer documento referido al Monserrat; que no se
pudo concretar por falta de recursos.
El 2 de agosto de 1661, se firma la escritura traslativa de
dominio de la estancia de Caroya representada por el padre
Francisco Ximenes rector del Colegio de la Compañía, en favor
del Dr. Ignacio Duarte Quirós. Éste la administrará a lo largo
de casi tres décadas
Probablemente, su asiduo contacto con los jesuitas, llevó al
padre Diego Altamirano a sugerirle que tan cuantiosa masa de
bienes, sea destinada con un fin altruista. Como Córdoba era
sede del Colegio Máximo y la Universidad, se necesitaba alojar
al alumnado que habitaba en casas particulares.
Fue el padre Diego Altamirano, procurador general de la
Compañía, quien se encargó de gestionar ante la Corona, la
autorización para fundar el colegio convictorio. El 15 de junio
de 1685, por cédula real, que suscribió el monarca y puso bajo
su patronato al colegio a crearse.
Una vez llegado el documento a Córdoba el Dr. Duarte hace
entrega de sus bienes.
El 8 de julio de 1687 se firma la escritura de donación de
Duarte Quirós en favor de la Compañía de Jesús "... e hizo
donación pura y perfecta e invariable que el derecho llama entre
vivos al Colegio de la Compañía de esta ciudad de Córdoba y en
su nombre al P. Tomás Dombidas, su Provincial actual, para
efecto de fundar dicho colegio seminario, de los bienes
siguientes: "... una estancia llamada Caroya, nueve leguas de la
ciudad con las tierras contenidas en los títulos ...".
El 1 de agosto de 1687, en presencia del gobernador de Tucumán,
don Félix de Argandoña, se aprobaron las Constituciones del
Colegio, fecha que se determinó como la fundación del Real
Colegio Convictorio de Nuestra Señora de Monserrat.
El Padre Grenón señala que el antiguo convictorio: "... era
un mero internado u hotel disciplinado. En el vivían, comían,
dormían y estudiaban [los alumnos externos quienes] ... para
recibir lecciones salían mañana y tarde del convictorio,
atravesaban la calle, pasaban por el pretil de la Compañía,
donde estaba la universidad y entraban en ella a oír las
lecciones, dos o tres horas y luego volvían al convictorio ...".
Durante el período jesuítico, estaba ubicado en la antigua casa
paterna de los Duarte Quirós (actual calle Caseros) que el presbítero donará a los
jesuitas conjuntamente con la estancia Caroya, estancia ésta que
contribuyó al mantenimiento del Convictorio.
Arturo
Cabrera en su nota "Apuntes Históricos sobre el famoso Real
Convictorio de Monserrat, en Córdoba" publicado en la
Revista "Caras y Caretas" n°1553 del 7 de julio de 1928
hace significativos aportes sobre el particular. (Acceda
al artículo)
El Dr. Ignacio Duarte Quirós falleció, en la estancia de Caroya,
el día 2 de febrero de 1703. Tiempo antes, con su testamento,
ratificó todas las donaciones hechas a la Compañía. Esta,
cumpliendo su voluntad, sepultó su cuerpo en la capilla del
Colegio, donde permaneció hasta 1772, siendo trasladado a la
cripta de la Compañía, donde permanece hasta la fecha.
En 1766,
año de la creación del Virreinato del Río de la Plata, en
Córdoba se editó el primer libro impreso en territorio argentino
que, titulado "Laudiationes quinque" ("Cinco oraciones
laudatorias") y en homenaje al Dr. Duarte Quirós, fue
escrito por el Padre Manuel Peramás.
Las Cinco Laudatorias
de Don Ignacio Duarte y Quirós
El autor
dice en su libro:
"... a veces Duarte moraba en
el campo para poder dedicarse más libremente sin
interrupciones y durante más tiempo a Dios a las
cosas divinas, pero cuando se avecinaba algún día
consagrado a la Virgen, volvía a la ciudad para
demostrar con el ejemplo a todos con qué ceremonias
religiosas, con qué piedad estos días debían ser
celebrados. Así pues, pasaba en el Templo gran parte
del día hasta el mediodía mismo, ocupado en las
alabanzas a la Virgen. Después, lleno de
inspiración, volvía e invitaba a algunos clérigos
para que celebraran a la Virgen junto a él y lo
acompañaran en las mesas no solo alegres sino muy
moderadas. Además, cuando estaba en la ciudad, todos
los sábados porque estos días se hallan consagrados
a la Virgen, él en persona servía los alimentos a
los alumnos del colegio sentados en el comedor. La
piedad y satisfacción de Duarte los volvía mucho más
agradables para quienes los comían ...".
Escudo del Dr. Duarte Quiroz (izquierda),
Estatua y Escudo en el Colegio Monserrat (centro y derecha)
Datos complementarios
Lea ese papel ...
En su Diario del Destierro, el Padre José Manuel Peramás S.J.,
para el día 15 de julio de 1767,
acota en el párrafo correspondiente:
“Llega el P. Briones y el H. Sanz”.
31.- Hoy 15 llegaron los de Caroya, hacienda perteneciente al
Convictorio, el P. Martín Briones y Ho. Cristóbal Sanz. Este al
intimarle el orden se quedó tan sereno, que le preguntó quién
era el que le hacía tal favor: respondió el oficial, que el Rey
: entonces añadió el H. Desde aquí tendré á su Majestad presente
para encomendarle á Dios por el beneficio que me ha hecho; pues
hace más de un año que estaba pretendiendo con mis superiores
que me sacaran de aquí y nunca lo había conseguido. Venga V. M.
y lea ese papel á un P. que ha llegado hoy. Aludía el H. a la
pesada carga que tenía sobre sí, que era tratar con negros, que
sólo el que la experimenta sabe cuan pesada es. El sujeto que
había llegado era el P. Briones el cual como estaba durmiendo,
pues era la una de la noche, asustado dijo: Señor, esto va de
veras? A estos dos sujetos pasaron a Jesús María, hacienda del
Colegio.
Restauración del Patrimonio
En el trabajo del arquitecto Carlos Page, “ La conservación
del patrimonio jesuítico en Córdoba”, comenta que el
arquitecto Mario Buschiazzo (1902-1970), en 1941, mientras
realizaba obras de restauración en la estancia de
Jesús María,
informaba al Dr. Ricardo Levene ((1885-1959) a cargo de la
Comisión Nacional de Monumentos, Museos y Lugares
Históricos,-hoy Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de
Bienes Históricos - con respecto a Caroya:
"El estado actual del edificio es sumamente deficiente.
Prácticamente está abandonado, pues sólo lo habitan unos peones,
que mal pueden cuidar tan vasta construcción. Hasta no hace
muchos años era residencia veraniega de la señora Rita Achával
de Martínez, pero luego fue abandonada, cayendo paulatinamente
en ruinas".
En 1898 la estancia es comprada en remate público por Benigno
Acosta, quien en honor a su esposa e hija le cambia el nombre
por "Estancia Las Mercedes". En 1947 la estancia es
vendida a una sociedad integrada por los señores Umberto Astinga,
Antonio y Santiago Baluó y Luis Perotti, quienes le proponen a
la Comisión Nacional, donarle el casco y una superficie de
terreno colindante, a cambio de que el estado se haga cargo de
la restauración y mantenimiento. La propuesta escondía un gran
emprendimiento inmobiliario de aquella época, que pretendía
tener al casco de la estancia jesuítica como atractivo principal
del loteo. No se llegó a concretar.
En julio de 1946 es reemplazado, en la Comisión Nacional, el Dr.
Levene por Benjamín Villegas Basavilvazo quien solicitó opinión
al padre Oscar Dreidemíe (1903-1969) y al arquitecto Carlos L.
Onetto (1909-2005) para que emitan sus opiniones respecto del
estado general de las construcciones y cuál podría ser la
superficie de tierras con que debería contar. Lo solicitado se
cumplimentó con el agregado de la mensura de las tierras y el
presupuesto de la puesta en valor del casco y adyacencias que
ascendía a la suma de 150000$.
Varios años después, en 1964 y mientras el edificio continuaba
su franco camino al deterioro, el Gobierno Provincial a cargo de
Justo Paz Molina (1902-1969), expropia 10 hectáreas.
Al año siguiente, se encarga el proyecto de restauración a las
arquitectas Alicia B. de Madoeri y Maria Elena Foglia, quienes
presentaron un meduloso trabajo denominado “Memoria
descriptiva y criterio general de la restauración” a la
Comisión Honoraria Asesora de Protección de los Valores
Artísticos y Arquitectónicos que presidía el arquitecto Jaime
Guillermo Roca (1899-1970).
La repartición cambia de nombre en 1969 denominándose Dirección
de Historia, Letras y Ciencias, a cargo del arquitecto Rodolfo
Gallardo (1930-1993) quien continuó con la recuperación de
distintas áreas de la Casa de Caroya.
Monumento Histórico Nacional
Por decreto Nº 90.732 del 14 de mayo de 1941, decláranse
Monumento Histórico Nacional diversos inmuebles, algunos del
dominio provincial y otros pertenecientes a la Iglesia y a
particulares en la Provincia de Córdoba. Entre ellos, "...
la Estancia Caroya, en Jesús María, edificada en el siglo XVII,
primera fábrica de armas de la Nación", tal lo expresado por la Comisión Nacional de Museos y de
Monumentos y Lugares Históricos.
Patrimonio Histórico Provincial
La Provincia de Córdoba, por Decreto Nº058 del 29 de enero de
2000, la incluyó en el listado de Bienes
Históricos Culturales con Declaración Protectora Provincial (Ley
de Protección de Patrimonio Cultural Provincial N°5543).
Patrimonio Mundial
La declaración oficial de la UNESCO como Patrimonio Cultural de
la Humanidad (hoy Patrimonio Mundial) se realizó desde Cairns, Australia, durante la 24º
Sesión del Comité del Patrimonio Mundial, el 29 de noviembre de
2000.
Los lugares elegidos pasaron la aprobación del bureau técnico
formado por 23 especialistas, quienes tuvieron que decidir entre
81 propuestas de todo el Mundo.
El antiguo complejo de
la
Manzana Jesuítica, junto con cinco de las estancias homónimas
está comprendido en la declaración.
Dijo el Arquitecto Rodolfo Gallardo:
"... por eso al entrar en la
Casa Grande de Caroya, sentimos las voces que nos
dicen que fue predilecta de la historia apasionante
de un país en movimiento. Y si el bachiller del
Monserrat que jugaba a Hacer vino en las ingenuas
bacanales de la serranía, se sorprendió debatiendo
entre los mismos muros la estrategia guerrera de la
liberación política nacional, y luego en la paz
abrió sus puertas 'a todos los hombres de buena
voluntad que quieran habitar su suelo' en tarea
civilizadora, no es otro habitante que la Patria
misma, cumpliendo en el devenir del tiempo, un
camino ascendente, y la Estancia de Caroya, recinto
donde ha querido siempre, durante cuatro siglos,
hospedarse la Historia".
Datos complementarios:
Ubicación
30º 59’ 48” latitud sur
64º 06’ 00” longitud oeste
Fuentes de consulta:
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Ceballos): "Tierra Adentro - Sierras de Córdoba"
- Imprenta Cooperativa, Buenos Aires, 1897 - Biblioteca
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Ed. Bond Hermanos, Buenos Aires, 1969
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antiguo Camino Real al Perú en el Norte de Córdoba –
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de la Estancia de Caroya – Junta Provincial de Historia de
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